Una hermosa personalidad

Sobre Una idea genial de Inés Acevedo

por Quintín

Después de la grata sorpresa que fue leer el libro de María Sonia Cristoff, me pregunté si no sería una buena idea pasarme una temporada leyendo libros de mujeres. Tengo grandes lagunas en ese departamento (no tan amplio, en realidad: la mayoría de los escritores éditos son hombres), pero lo cierto es que no leí —para poner cuatro nombres que cubren un amplio espectro— ni a Jane Austen, ni a Virginia Woolf, ni a Silvina Ocampo ni a Alice Munro.

Ultimamente han aparecido una serie de escritoras argentinas, entre ellas la insufrible Pola, pero también la mucho más interesante Mariana Enríquez y la fascinante Dalia Rosetti. Pero la idea de leer mujeres me viene rondando la cabeza. Hace poco leí una novela de Eudora Welty, pero no logro acordarme si escribí sobre ella o me lo propuse y jamás lo hice. Ahora me queda poco del libro, pero cuando leo a las mujeres me suelo encontrar con pasajes que evocan sentimientos o reflexiones directas, desnudas, descarnadas: difíciles de encontrar en un hombre. Como si hubiera una clase de sinceridad a la que solo pueden llegar las escritoras.

Así que me dirigí a lo que con Flavia llamamos la “mesa de novedades”, una mesa ratona donde acumulamos los libros más recientes, y me atrajo una tapa muy llamativa como suelen ser las de Mansalva gracias al arte de Javier Barilaro. En esa tapa aparece una mujer que mira al cielo, o al menos para arriba. Es una cara rara, agreste y es la foto de Inés Acevedo, autora de Una idea genial, que fue finalista del Premio Indio Rico de Autobiografía de 2008 con un jurado compuesto por María Moreno, Ricardo Piglia y Edgardo Cozarinsky. El concurso está organizado por Estación Pringles, “una asociación civil sin fines de lucro cuya sede se encuentra en Pringles, provincia de Buenos Aires. Presiden Estación Pringles Arturo Carrera (presidente), Juan José Cambre (vicepresidente).” Cada año cambia el género del certamen. En 2010 fue “Diario de viaje imaginario”, lo que nos hace preguntarnos por qué no “Diario de viaje” a secas, aunque los que están en el ajo saben que los diarios de viaje, como todas las crónicas, memorias y autobiografías son siempre imaginarios. Pero no está bien que ya en las bases de un concurso para autores jóvenes se suponga una pertenencia al medio literario que permita advertir la sutileza. Aunque no lo parezca, el detalle es relevante.

Tal vez cuando se puso como tema la autobiografía, acaso hayan llegado demasiados trabajos que uno podría calificar como “ingenuos” o “preliterarios”. Qué sé yo. El asunto viene a cuento, porque Una idea genial se inscribe por momentos en ese territorio del grado 0,5 de la escritura, donde muchas veces no se sabe qué se está leyendo exactamente porque la autora se ausenta por momentos de un patrón literario reconocible y se desliza hacia una especie de rudeza física y lingüística a medias buscada, a medias espontánea. Eso ocurre especialmente en las primeras páginas, que empiezan así:

Empiezo a escribir esta novela de nuevo. Será depresiva pues estoy de mal humor; y cuando estoy mal, me choco la cabeza contra lo primero que encuentro; en cuanto tengo intimidad, voluntariamente ¡poink!, me choco la cabeza contra el espejo del ascensor…

La narradora sigue hablando de una gripe que tuvo a los veinticinco años y de pronto, tres páginas más tarde, uno se encuentra con esto:

Pero cuando estoy así todo me da rabia. Siento que los pelos se me meten en el ojo, y ni hablar del pelo en general. Cuando llego a casa lo primero que hago es desatármelo y queda por completo electrizado, y cuando me cansa que se me venga a la cara, lo ato y queda como un jopo gigante, y voy al baño y hasta me da rabia tener que secarme el orto…

¡”Secarme el orto”! Es raro. El resto del libro no es así de guarango. Tiene un par de pasajes, nomás, un poco explícitos aunque no exactamente de sexo. En ese aspecto, la novela es pudorosa. Pero ese orto inesperado se relaciona con alguna salvajada gramatical, como, por ejemplo, poner mayúsculas a palabras que no las llevan, incluyendo adjetivos y verbos:

¡Tengo una Hermosa Personalidad!

¡Llevo el nombre de una Mediocre Novela Romántica!

¡Un día amanecí con un Culo Gigante!

Un cuarto Dorado (…) el vestido color Champán (…) Salí corriendo del hotel, como Corro yo.

Pero no todo el tiempo es así. De hecho, el libro combina esos pasajes un poco agrestes con otros que denotan lecturas, cursos, talleres literarios, contacto con núcleos avanzados del campo literario. Pero cierta ambigüedad subsiste incluso en la contratapa, firmada por María Moreno:

Una idea genial es la elaboración postmoderna de una novela familiar rural, la fabulación de un linaje de inventores —el padre pronostica el tiempo, la madre es precursora de la huerta orgánica— que cultiva el desprecio aristocrático del dinero en nombre de un lejano bisabuelo escritor. Una autobiografía precoz, cuando es como Una idea genial, inteligente y compleja, solo puede ser la autobiografía de cómo uno se hizo lector y escritor en condiciones adversas para esa vocación.

La última parte del párrafo explica bastante bien la novela. Es la historia de una chica que nace en una casa humilde de Napaleofú —un pueblo cerca de Tandil— pero su vocación temprana por las letras la va llevando a un destino urbano y de clase media, entre cuyas estaciones figuran bibliotecas personales y públicas, un empleo en un centro cultural, un romance con Jorge Di Paola y la mudanza temprana a Buenos Aires con psicoanálisis y una carrera de humanidades. La “idea genial” del título es la decisión de la protagonista de mover al dormitorio una mesa que le permite escribir: ese es su cuarto con vistas. Lo que no logro entender es por qué Moreno habla de “elaboración postmoderna”. ¿En qué residiría el carácter postmoderno de una autobiografía (real o imaginaria) a diferencia de una autobiografía a secas? Para mí es un misterio. Es cierto que Una idea genial tiene una construcción fragmentaria, con saltos en el tiempo hacia atrás y hacia adelante. Pero eso se hacía a principios del siglo XX o antes.

Me parece que a Moreno le parece que una novela de aprendizaje (esta lo es claramente) consiste necesariamente en la creación de una mitología en la que el protagonista se reconoce. De hecho, la narradora declara ser bisnieta de Eduardo Acevedo Díaz, escritor uruguayo, autor de una novela llamada Minés, (la “Mediiocre Novela Romántica”) pero no creo que llegue a establecer un linaje. Apenas se limita a consignar ese parentesco y cierto amor y respeto por las letras en una casa pobre. Más que inventor, el padre es una especie de rebelde contra el saber institucional mientras que lo de la madre es fruto de una desatención de Moreno: lejos de ser una precursora de la agricultura orgánica, la mujer la practica con la ayuda de los cuadernillos instructivos del INTA. Quiero decir que no veo nada postmoderno (sea eso lo que fuere), nada épico en Una idea genial. Tampoco creo que sea tan adversa la condición de la narradora para empezar a leer o a escribir: está rodeada de estímulos familiares para ello. La frase de Moreno casi lleva a preguntarse si gente como Puig, Aira o Carrera no partieron también de una situación de gran desventaja respecto de sus colegas porteños.

Creo que la lectura de Moreno peca de exceso de teoría, como si un libro estuviera preescrito solo por pertenecer a un género determinado. Una cosa es que no se llega a ser escritor desde la nada y otra que sea necesario construirse como heredero de un linaje. De hecho, Acevedo mira ese entorno familiar con distancia y si algo convierte a la protagonista en escritora es la capacidad de tomar distancia de él: es el psicoanálisis lo que parece llevarla a apreciar el dinero y a tomar su carrera en serio. De hecho, si en algún lugar de su infancia se identifica con la mujer que luego será es en una frase en la que confiesa que le parecía horrible ser pobre.

Pero esta metadiscusión ha evitado que diga algo de la novela en sí. Tengo, dos opiniones un poco contradictorias. Me parece que lo mejor de Una idea genial es la descripción de la infancia. La vida en Napaleofú, su geografía entre dos caminos, la relación con los padres y hermanos, el amor por ciertos personajes y ciertos lugares. Y el recuerdo omnipresente de la lectura en medio del paisaje rural que culmina en esta frase notable que sintetiza una adolescencia (la etapa de su vida que culmina, según dice la narradora, en este libro):

Leyendo yo estaba en armonía con la naturaleza.

Por otro lado, a pesar de ese comienzo cargado de irritación —acaso demasiado deudor de la idea de “hacer literatura” frente a la prosa más clásica y menos sincopada que acompaña esos momentos tranquilos en el campo— Una idea genial se vuelve hacia el final un libro optimista. Parece haber algo genuinamente feliz en Acevedo —esa contagiosa libertad en el tono, la evocación de un paisaje original, la alegría del aprendizaje— pero es como si el libro se cerrara demasiado abruptamente sobre una certidumbre de éxito. Al cerrarse de ese modo deja adivinar un horizonte inquietante. Acevedo transmite la satisfacción de haber llegado a ser una escritora, pero también la sospecha de que no hay mucho que hacer después de que se ingresa más o menos oficialmente al mundo de las letras. Es como si después de un comienzo más bien apocalíptico, la tristeza se hubiera quedado a mitad de camino, hubiera sido expulsada del texto y quedara reservada para otro libro, que no será posmoderno pero sí posadolescente.

Foto: Flavia de la Fuente

47 respuestas to “Una hermosa personalidad”

  1. Paula Says:

    ¿No leíste a Samantha Schewblin?

  2. lalectoraprovisoria Says:

    De Schweblin leí su primer libro de cuentos. No me impresionó demasiado, por lo que recuerdo, aunque había alguno muy bueno. El segundo lo tengo por ahí, pero no lo leí.

    Q

  3. boudu Says:

    Edith Warthon es genial

  4. Yupi Says:

    Me gusta Dalia Rosetti. Quería decirlo. Leer sus libros es una experiencia extraña y recomendable. Y esta chica Inés Acevedo no llega a 30 años… toda la pista por delante. Apoyo la presencia de mujeres en la literatura, la música y donde sea, incluso LLP. Como también apoyo la vuelta de los lentos, dedico a todas este lindo video.
    http://www.youtube.com/watch?v=k2EopM_hc3o

  5. daniel Says:

    También Ivy Compton-Burnett (La Bestia editó uno)

  6. ericz Says:

    Eso con la palabrita orto me pasó varias veces en conversaciones, con chicas bien educadas que no dicen malas palabras. Parece que hay un grupo -generacional o geográfico- que no la considera guaranga. Aporto más, son chicas de colegios de mujeres.

  7. Juan Alustiza Says:

    Pa escritoras mujeres, una y mil veces: Willa Cather. Sin dudad de las plumas más elegantes y sofisticadas del siglo XX (de cualquier sexo).

  8. lalectoraprovisoria Says:

    Casuisticus. Levrero es un gran escritor. Y al lado de Pola…

    Ericz. Notable la evolución de la lengua. A San Clemente no llegó ese asunto. Es que queda en la loma del orto.

    Q

  9. srta.pola Says:

    ¡My God, no pueden estar un minuto sin mencionarme! Les paso el link de mi análisis deleuziano y anti-edípico del papel de los zapatos en las sociedades industriales avanzadas:
    http://elfashionista.net/2009/11/27/the-shoe-love-story-o-notas-desordenadas-de-una-pasion-by-pola-oloixarac/
    Comprobarán que en este artículo creé un par de conceptos como quería el gran maître à penser (sí, up your ass, además de inglés domino el francés y el italiano, y para todo lo demás el Google Translate).
    Yo sigo en el Festival Hay de Cartagena, fumándome un porrito en la playa (para los old farts de este blog: tucán=tuca=porro): twitter.com/poliamida
    Enjoy!

  10. Larsen Says:

    Levrero es un gran escritor. Sólo leí La novela luminosa, y eso me alcanza. Lo que nunca entendí es por qué, en ese libro, le dedica una líneas elogiosas a una novela mala de Pablo De Santis. Rarísimo
    Pola es una superstición de Daniel Link (en el mismo sentido en que Borges decía que Quiroga era una superstición uruguaya).

  11. Santi Says:

    El cuento de la tosquera en el libro Los peligros de fumar en la cama, de Mariana Enriquez, es simplemente perfecto.

  12. F(e) Says:

    Justo estoy con «Los Anios» (perdon no tengo enie) de Woolf, el primero que leo de ella, va bien….

  13. Ramiro Says:

    Patricia Highsmith es lo más.

  14. ericz Says:

    Doris Lessing me vuelve loco. Lean La buena terrorista.

    Varias novelas suyas tienen algo nunca visto: propone hijos que son peores que los padres, malos hijos directamente. Hasta tiene uno (una mujer) a la cual presenta como una persona «no viable». Durísima. Creo que en De nuevo el amor.

  15. F(e) Says:

    Q, leiste algo de Amelie Nothomb?
    en ese caso que te parece?

  16. lalectoraprovisoria Says:

    Sí, leí algo. Salí corriendo.

    Q

  17. noriega Says:

    Mariana Enriquez tenía una columna en TXT muy provocativa, bastante graciosa y de allí se me quedó grabada una frase: «tengo unas tetas divinas». A simple vista, all dressed up, parecía bastante cierto el aserto. La columna era muy buena.
    Aguante Levrero.

  18. F(e) Says:

    jejejeje, gracias por lo grafico

  19. Larsen Says:

    Se olvidaron de Matilde Sánchez. «Los daños materiales» es la mejor novela argentina de 2010 (una novela que destruye desde el interior toda la basura autoindulgente que se escribió en los últimos tiempos), y una de las mejores novelas de los últimos 20 años.

  20. Mulder Says:

    Sor Juana.

  21. Yupi Says:

    Srta. Pola. No terminé de hacerme a la idea de que estaba en Finlandia cuando reaparece en Cartagena. Todo muy tropical allá, ¿no? Caramba, ¡cuántas palmeras! Agradezco y valoro sus artículos, sólo le pido que no cuelgue fotos. Piense que en LLP hay matrimonios, hijos, familias enteras que pueden desintegrarse en cuestión de segundos. Ya Noriega casi pierde la cabeza por un recuerdo lejano. Imagine lo que sería una foto suya en la playa! En fin. Que sea lo que el destino quiera. Para bailar con el tucán en la mano, este tema que une dos y hasta tres generaciones de un plumazo (ya que estamos).
    http://www.youtube.com/watch?v=HUo-nka5b98

  22. desde la sierra Says:

    María Martoccia: «los oficios», «sierra padre» y me queda por leer «desalmadas»… (un laburo con la voz, la lengua, los diálogos que vi muy poco ultimamente)

    Más atrás, algunos cuentos de la Orpheé y algo de Sara Gallardo. Hebe Uhart.

    y poetas, muchas poetas…

    pero acabo de terminar «Los enamorados», puntazo para los chicos. Una belleza.

    Aunque me importa poco el «género» de quién «firma»…

  23. lalectoraprovisoria Says:

    ¿Qué es «Los enamorados»?

    Q

  24. desde la sierra Says:

    Perdón, omití el autor. «Los enamorados» de Alfred Hayes, novela editada por la bestia equilatera. Confieso que sospeché y tuve prejuicios por demasiada recomendación efusiva previa pero no pude más que rendirme. Un libro hermoso que disfruté mucho.

    http://www.cuspide.com/isbn/9872492697

  25. Santi Says:

    Claire Keegan: «Antártida» y, sobre todo, «Recorre los campos azules».
    Mariana Docampo: «El molino»
    Pero la mejor voz femenina de 2010 fue la de Pablo Ramos para «En cinco minutos levántate María».

  26. Mishíguene kop Says:

    En Sierra padre los diálogos me parecen bastante estereotipados. Llegué hasta la escena del enfermero chorro y no pude seguir. Algún día por ahí retomo.

  27. stv Says:

    Hablan de mujeres escritoras pero igual recomiendo una novelita que leí este año, «El sirviente» de Robin Maugham (sobrino de Somerset). Editó Cabaret Voltaire. Después vi la película de Joseph Losey, no estaba mal, se notaba la mano de Harold Pinter. Saludos.

  28. stv Says:

    «Desarticulaciones» de Silvia Molloy me pareció muy bueno. Lo único que no me convenció es que los breves fragmentos se dividan en capítulos con nombres. No sé, para mi gusto el texto queda demasiado fijo y no era necesario.

  29. hipólita Says:

    el índice del libro meteorólógico
    del padre
    es lo mejor de libro

  30. hipólita Says:

    Q.
    sumá
    Grace Paley a tu lista

  31. lalectoraprovisoria Says:

    Hipólita. Si, el índice es bueno. ¿Pero no será copiado de alguna parte?

    Q

  32. desde la sierra Says:

    Mishíguene:

    Acepto que al final de Sierra padre, con el chico viviendo en el corazón decadente de Recoleta, donde creo que no llegaste, todo se vuelve un poco caricaturesco y previsible; pero las voces de la sierra, traducidas en el oído del de afuera siempre, están muy bien.

  33. Ana Maria Cadavid Says:

    hay una frase que me inquieta porque no lo había pensado en esos términos: «Como si hubiera una clase de sinceridad a la que solo pueden llegar las escritoras»

  34. janfiloso Says:

    Bueno … ¿no es que los varones son de marte y las mujeres de venus?
    Hay una clase de sensibilidad exclusiva de las mujeres, de ahi a una sinceridad específica hay un paso.

  35. chino Says:

    Comparto Fe. Matilde Sanchez «Los daños materiales». Lo que ocurre que nadie da bola. Hablan entre ellos y pocos. Nadie dijo me voy a tomar la molestia de leer dos paginas. Podrían aunque sea leerla como hacen los «criticos», a los saltos, rápido, y después la crítica dura o loable. Sino, como entender que novelas que llevan horas y horas de lectura sean facilmente criticadas. Nunca entendí como lee literatura la «critica literaria». Tampoco quiero entender. Tampoco porque se lee algo, se desecha otras novelas o escritos. Bueno, lo sé, mentira, depende de la ideología ( hmm, que mala palabra)

  36. stv Says:

    ¿Desde cuándo Matilde Sánchez es ignorada por la crítica? Su última novela la editó Alfaguara. Antes en Seix Barral y Planeta Biblioteca del Sur. Escribe en Ñ, rompió sin querer la obra de Macchi. No sé.

  37. stv Says:

    Cuando publicó El Dock fue muy comentado y elogiado por todos. Beatriz Sarlo, Daniel Link, Guillermo Piro y Fogwill (por nombrar 4 estilos de críticos), han escrito sobre ella. Creo que no es una escritora oscura.

  38. Larsen Says:

    Chino: el que mencionó a Sánchez y Los daños materiales fui yo, Larsen, y no F(e).
    Los daños materiales, es cierto, tuvo sus reseñas y todo; pero pasó como pasa cualquier novela buena o mala; y no es una más (buena o mala) es una gran novela, inteligentísima, densa y varios adjetivos más.
    Sierra padre empieza con un clima bárbaro pero después es un catálogo de convencionalismos: empieza muy bien y termina muy mal.

  39. Cuil Says:

    Larsen Sánchez, no exageres. Es una novela construida con despiadado oportunismo, o simplemente con oportunismo.

  40. Belenista Says:

    No se pierdan una idea genial de otra gran autora argentina, Belén Gache:
    http://www.findelmundo.com.ar/belengache/videos/oscura.html

  41. Larsen Says:

    ¿De qué oportunismo hablás, Cuil? Por lo demás, si la novela es buena, no veo qué tendría de malo el oportunismo, despiadado o no. Facundo, Martín Fierro o Una excursión a los indios ranqueles, por nombrar textos nacionales, tienen mucho de oportunistas, ¿y?

  42. estrella Says:

    A mí me interesó mucho el libro de Inés Acevedo. Me quedé con ganas de seguir leyendo, cosa que celebro cada vez que ocrre. Habrá que esperar un nuevo libro. Creo que subrayé lo mismo que vos, y me llamaron la atención las mismas mayúsculas.

    Cierto que tengo debilidad por los recuerdos de infancia, pero éste me resultó por demás interesante, pude verla ahí, como si la conociera.

    La novela de Matilde Sánchez es muy recomendable, bastante perturbadora. A algunos que se las recomendé la odiaron, no entiendo por qué, pero a otros les gustó.

    Los Enamorados, de Hayes, un libro delicioso.

  43. Xtian Says:

    Nombraron a Grace Paley y adhiero. También me encantó el libro de Molloy. Silvina Ocampo también, que para mí le pasa el trapo a Bioy y sin embargo siempre fue vapuleada por el trío infernal: Borges, Bioy y Victoria (Victoria dijo que tendría que aprender gramática con una maestra del secundario, Bioy decía que era una excelente poeta, Borges decía que era una excelente pintora).

    Lorrie Moore escribe un falso light subyugante. Me encantó «Resurgiendo» de Margaret Atwood también. Anne Fadiman es una ensayista yanqui genial. Tiene uno que se llama Ex libris, que es una colección de ensayos sobre su familia, que son todos freaks amantes de los libros y la literatura. Hay un ensayo sobre el conflicto de ella con el marido al tener que «casar» sus bibliotecas, sobre las dedicatorias en las primeras páginas, sobre la gente fanática de las palabras con muchas sílabas (creo que se llaman sesquipédalos), etc. El libro está traducido al castellano, pero debería leerse en inglés.

    Con Virginia Woolf se puede empezar con Un cuarto propio (hay una traducción que hizo «Borges», aunque parece que en realidad la hizo su madre).

    Flannery O Connor sufre también mucho en las traducciones. Alice Murno es muy interesante (aunque me cuesta leer esos cuentos que parecen novelas).

    Me parece que en inglés está lleno de escritoras increíbles y por eso está bueno tratar de leer en ese idioma. En castellano hay un machismo pedorro que hace que las mujeres siempre estén soslayadas. No sé, en inglés hay consenso de que la mejor escritora de cuentos en la actualidad es Munro. Y en el género del ensayo o el memoir o la crónica también está lleno de nombres fuertes (Didion, Cynthia Ozick, etc).

  44. pajaro de china Says:

    Agota Kristof. Clarice Lispector. Unica Zurn. Aunque haya que aprender sus lenguas maternas sólo para leerlas. El resto es, casi, simplemente ruido.

    besos.

  45. maruska Says:

    Alice Munro es muy muy muy grosa. Escapada, un gran libro. El progreso del amor, otro. Odio, amistad, amor y matrimonio, genial. Edith Warthon, otra genia. Irene Nemirovski. Rachel Cusk. Helen Simpson. Lorrie Moore (me hizo mucha gracia eso de «light subyugante»). Los cuentos de Claire Keegan de Recorre los campos azules. La última novela de Sylvia Iparraguirre, La Orfandad, es buenísima.

  46. Larsen Says:

    Borges escribió sobre Proust: «Hay páginas, hay capítulos de Marcel Proust que son inaceptables como invenciones: a los que, sin saberlo, nos resignamos como a lo insípido y ocioso de cada dia».
    No estoy de acuerdo con Borges en cuanto a Proust, pero pensaba en esa frase cuando leía esta novelita autobiográfica de Acevedo.
    Leí esta, leí la de Meret (En la pausa). Se leen rápido, se olvidan más rápido aún. Mi pregunta es, ¿y después? Cuando Sartre escribió Las palabras, ya era un escritor. Pero tengo la sensación de que estas novelitas de la formación del escritor se van a agotar en eso, no parecen anunciar nada. Bueno, Meret anuncia que va a ser padre…
    Quizá es una pregunta que uno no deba plantearse, o quizá lo posmoderno de lo que habla Moreno sea eso: son novela de iniciación, de iniciación a la nada.
    Además, huelen tanto TANTO a taller literario.

  47. Santi Says:

    Melissa Bank: Manual de caza y pesca para chicas.

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