Las delicias de la televisión global
por Pablo E. Chacón
A las autoridades de la televisión estatal sueca les faltaron las palabras para explicar cómo se filtraron, sin la insidia de algún empleado despechado, en el noticiero de la noche del domingo, uno de los de mayor audiencia de ese país, detrás de los ojos clavados a cámara del conductor del programa, Peter Dahlgren, un hombre recio, de escaso sentido del humor y altruismo demasiado forzado, cómo se filtraron esas imágenes, mientras hablaba de la tragedia, de la milenaria tragedia de los niñitos de Medio Oriente, cómo se filtraron las imágenes, nítidas, a todo color, casi en tres dimensiones, de la película “Sex tails”, que en ese mismo momento estaba emitiendo la cadena de cable Plus Nordic, y donde la escena más liviana, la que pudo verse casi entera, era un primer plano de una doble penetración anal de perfección casi hiperreal, alero y doble pistón lisito y rubio, limpitos como aparejos clavados en la garganta de la presa, todo parejo y sincronizado hasta el aullido que finalmente hizo que el locutor se diera vuelta y viera lo que estaba viendo todo el país menos él: justo cuando los dos prodigios untaban a la afanosa dama de ese licor que dicen las malas (y las buenas) lenguas tiene más proteínas, medida en miligramos, que un litro de leche de vaca, descremada o sin descremar. Hubo un fundido a negro y al rato, la cara cavernosa de Dahlgren reapareció, como después de bajar a una cripta y subir a los saltos, diciendo “esto no volverá a suceder”.
Deberían pensarlo mejor, porque durante los escasos minutos que la televisión privada se transformó en pública, dobló en rating el habitual puntaje del noticiero. Para tener una idea: si le pasara lo mismo a Santo Biasatti, esa aureola ecuménica, de dignatario vaticano o de detective de señoras o señores cornudos, ¿adónde iría a parar, adónde su credibilidad, sustentada en esa imagen de padre de familia impoluto, puntual, severo, cariñoso y enamorado de la misma mujer desde hace ciento cincuenta años?
Es el caso de Dahlgren.
No es el único caso pero hay canales más susceptibles a los falsos ejes, las trompetas desafinadas en lugar de los aplausos, la risa en lugar del llanto o la carcajada abierta, salaz, hasta grosera: canal 26, por ejemplo, propiedad del señor Alberto Pierri, próspero hombre de negocios (no hay que olvidar nunca que Pierri empezó su carrera de empresario vendiendo papel higiénico, y no precisamente de la mejor calidad); si se quiere, es mejor que empezar una carrera de empresario vendiendo armas o chicos para una red de pedófilos internautas u órganos, de Misiones a Paraguay (no de Buenos Aires a Estambul).
El verano pasado, la anorexia fue una de las estrellas de la temporada; en la zona, hasta donde se sabe, Uruguay llevó la delantera con tres o cuatro modelos o aspirantes a modelos muertas (¿acaso querrán hacernos creer a nosotros, argentinos, que los cortes de ruta auspiciados por ambientalistas y otros oportunistas tuvieron que ver con la falta de nutrientes que finalmente se llevó la vida de las jóvenes?): es una pregunta que con toda seguridad el inefable Paco Manrique, aquel patriota del 56, hubiera sabido contestar. Pero a falta de Manrique, buenas y bienvenidas sean las gordas argentinas que se ocupan de estos temas; no se sabe si pertenecientes a la estética, a la moda o a la dietética –sobre todo si cable coaxil mediante, tienen, en vivo y en directo, a una de las amigas, amiga íntima del último fiambre oriental sacrificado en el altar de la belleza.
—Está con nosotros Vanesssssa, amiga íntima de Anita, la joven que acaba de morir, otra más, a causa de ese terrible flagelo que es la anorexia. Está con nosotros, con ustedes, Vanessssssa….
—¡¡¡¡Hola, Vanesssssa…¿me escuchás?????!!!! Estamos en vivo, desde Buenos Aires, siguiendo paso a paso este drama.
En el fondo, dos ancianos, lagrimean, hipan.
—¿Por qué no nos contás un poco, vos que eras amiga de Anita, que eras confidente de Anita, qué fue lo que pasó, cómo pudo llegar a esto? Los argentinos también estamos preocupados por nuestros hijos y por los amigos de Uruguay. Hay que impedir que el bosque deje ver los árboles…
—Hola, hola… sí yo soy Vanesssssssa, pero no me dejaron decir que nunca fui amiga de Anita, que no sé de qué murió Anita, porque nunca conocí a Anita. No sé qué es la anorexia. Creo que se equivocaron de persona…
Silencio en la noche.
—Seguro, seguro que hubo un error…pero ¡¡¿¿qué barbaridad, no??!!
Bueno, ahora pasamos a otro tema: cosecha record de soja se anuncia para este año.
Las risas se escucharon en Fray Bentos, Gualeguaychú, Montevideo, Punta del Este, Tacuarembó, Colonia, Colón, Buenos Aires y hasta Cabo Polonio, donde no hay luz, gas ni servicios sanitarios, como en el Paraíso.
A finales de los sesenta, los cambios culturales que sacudían al planeta se hacían notar hasta en la Argentina (Onganía, al lado de Emilio Eduardo Massera, parecía un nono enojado; y el comisario Margaride, al lado de Ramón Camps, el rati de la esquina). Entonces, Irma Roy, actriz y peronista, decidió interpretar una versión en clave “justicialista” de La pasión de Juana de Arco. Las ideas políticas de Juana (y sus visiones místicas) resultaron castigadas con el ejemplo: morir quemada en la hoguera, todo un problema para el canal 9, que no quería lastimar a la señora pero tampoco quería prender fuego a las instalaciones. Alguna cabeza de esas que nunca faltan propuso una sobreimpresión: el cuerpo martirizado de la Roy, atado, se quemaba como lechón arrebatado por las llamas de una película vieja… –a la que se le había olvidado de borronear la llegada de los bomberos, que aparecían como extras que nadie esperaba.
En los anales de la historia quedará Cathy Fulop riéndose con el dedo gordo (el más gordo) metido en la boca, mostrando sus flamantes doble pechuga en la tapa de un magazine de espectáculos donde se leía: “No puedo parar de llorar la muerte de mi padre”. Y claro, ¿quién podrá olvidar la sonora despedida de María Amuchástegui, víctima del mal de la tripa gorda?
Foto: Leonardo Poniz
marzo 28, 2007 a las 1:27 pm
Hablando de Pierri, y tratando de estar a tono con la nota, se rumorea que tiene demencia senil.
marzo 28, 2007 a las 1:34 pm
«Esto no volverá a suceder”.
¿Eso dijo un locutor de noticiero? ¿Y lo dijo con cara de malo?
Los policiales suecos deben ser tremendos.
marzo 28, 2007 a las 5:41 pm
Supongo que habrá sido una ‘licencia poética’ por parte de Pabloi, pero en rigor de verdad, Dahlgren jamás se dio cuenta de lo que estaba pasando a sus espaldas. Al parecer, una de las productoras entró corriendo a la sala de control y apagó el televisor (todo esto se vio en cámara también, porque la sala de control es la que sirve de fondo al presentador). Dicen que la mitad de las llamadas eran para protestar por la porno, y la otra mitad, para protestar porque la habían sacado!
marzo 29, 2007 a las 11:36 am
! nunca ha pasado, ni volverá a pasar ¡
en el juicio de garcia belsunce, se pasaba el video de la autopsia, complicado si los hay, tanto que el marido acusado, solicitó y obtuvo permiso para abandonar la sala; pues, cuando pusieron el video aparecieron unos deliciosos dibujitos animados y el tribunal oral en pleno no podía contener la risa, fruto mas de la tensión del momento que de los inocentes dibujitos;
en todas partes se cuecen habas (sobre todo en la rgentina).