Tiempo de Bafici (1)

Un nuevo método de trabajo

por Flavia y Quintín

Se viene el Bafici. Una vez más, Flavia y Quintín se encuentran frente al dilema de todos los festivaleros: qué películas ver. Deciden entonces discutir el programa y compartirlo con los amigos de La lectora provisoria. Incluso con los enemigos. Por eso les sugerimos que nos acompañen con el catálogo on line a mano.

El festival se inicia formalmente el 6 de abril con la película inaugural Vaquero de Juan Minujín.

F: Es una opera prima argentina. ¿Lo conocés al director?

Q: Tengo entendido que es una especie de estrella joven en ascenso en el mundo del teatro, lo que hoy en día implica que es una estrella ascendente en el cine argentino.

F: El mundo del teatro me es ajeno. Hace seis años, cuando nos mudamos a San Clemente, todavía se podía decir con orgullo que a uno no le interesaba el teatro. Incluso que lo repudiaba. En cambio, ahora uno peca de bestia si dice eso.

Q: Leyendo la sinopsis, ¿no suena al grotesco costumbrista del que hemos huido toda la vida?

F: No lo sé. Pero últimamente pocas películas argentinas logran escapar de ese género. No sé qué es lo que te hizo olfatear el costumbrismo.

Q: “Esta lúcida comedia impiadosa”. Eso huele a naturalismo, a teatro independiente, a televisión, a todo lo que uno odia.

F: “Película con un elenco en estado de gracia”. Cine de actor. Me da mucho miedo esa película. Mejor la vas a ver vos solo y me contás a la salida.

Q: Para ver esta película voy a necesitar tres recomendaciones por escrito, de esas que dicen “Si no te gusta, te devuelvo la entrada.”

F: Pero tenemos entradas gratis.

Q: Pero el que me la recomienda no tiene por qué saberlo.

F: Creo que empezamos un poco prejuiciosos. Para esto nos quedamos nadando en San Clemente.

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Q: Pasemos al día 7 a ver si tenemos más suerte. La primera película del Bafici 2011 es La dernière année de Peter Hoffmann, en el Hoyts a las 11 de la mañana.

F: Esta parece interesante e inofensiva, en el sentido de que no da miedo, que trata de un tema concreto y noble, que debe haber planos al aire libre, campo, gente trabajando. En fin, creo que es para mí.

Q: El director ganó un premio en Marsella con una película anterior que está relacionada con esta. Viene con el certificado de garantía de Jean-Pierre Rehm, el director del FID Marseille, uno de los árbitros del gusto en el cine contemporáneo. Rehm te puede recomendar una joya, pero también te puede vender un buzón.

F: Es un sofista brillante, como muchos de sus colegas críticos y programadores franceses. Pero Rehm suele deslumbrar en las discusiones. Los dos lo hemos visto en acción.

Q: Creo que lo que descubrió Rehm es cómo elegir películas que tienen algo, que si querés descalificarlas tenés que laburar. El tipo se maneja muy bien en ese territorio ambiguo entre lo verdadero lo snob. Por algo viene del mundo de las artes plásticas.

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La película siguiente es sueca, The Black Power Mixtape de Goran Hugo Olsson.

F: Los documentales suelen parecer todos interesantes a priori. Después hay que ver qué hicieron con el material. Pero siempre se aprende algo, lo que no pasa con las ficciones: en general sugieren que no hay que ir más al cine.

Q: Este parece el típico documental de tema interesante (la lucha de los negros por sus derechos civiles y su entorno, con mucho material de archivo) pero no doy dos mangos por la realización. Otro prejuicio: en realidad, uno no sabe si está oliendo una película mala o una mala reseña.

F: A mí no me pareció mala la reseña, aunque no vi la película. Esto me hace acordar al catálogo del festival de Vancouver, donde Tony Rayns te vendía todas las películas asiáticas y cuando terminaba el programa tenías ganas de suicidarte, porque salvo una o dos, el resto eran imposibles.

Q: Moraleja: no hay nada peor que un buen escritor de catálogos. Ese es el verdadero enemigo.

F: ¿Te imaginás un catálogo donde diga que las películas son malas, que no es más que lo que se pudo conseguir en la cosecha 2011? Volviendo a la película, yo te la recomiendo. Es para vos.

Q: Sí, yo la vería. Lo cual no quiere decir que la termine viendo. Me gustaría ver todas las películas del festival alguna vez.

F: Esto ya lo escuché. Es más, tenés pilas de DVDs con BAFICIS y Mar del Platas completos y allá están, juntando polvo.

Q: Sin embargo, sigo creyendo que un buen festival de cine como el Bafici visto entero aporta toda la información que uno necesita sobre el cine y sobre el mundo. No hace falta ni leer los diarios.

F: ¿Y qué esperás para alcanzar tamaña sabiduría? Está al alcance de tu mano.

Q: Vos no me acompañás y no hay con quién hablar.

F: Pero podés escribir. Reseñás todos esos malditos partidos de fútbol… podrías hacer lo mismo con las películas. Podrías ver de viernes a lunes 10 películas de dos horas. Sería mucho más productivo para tu formación intelectual que el Fútbol para Todos. Nadie te lo impide.

Q: Me estoy enojando. Pasemos a la película siguiente.

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F: La película siguiente es Novembre de Abel Davoine. Aunque el tema del retiro siempre me atrae, hay algo que me da desconfianza.

Q: Es la típica película ante la cual, aunque uno defienda en principio el cine contemplativo y sin conflicto dramático (eso dice la sinopsis), uno sospecha que se viene un aburrimiento tremendo.

F: La reseña no me hace pensar en Sokurov. Me da la idea de un falso Sokurov o de un falso algo. Algo esencialmente vacuo. Pero no la vi. Quizás sea una obra maestra.

Q: Parece la típica película programática en la que el programa atrae programadores que van a lo seguro dentro de la estética festivalera. Pero la voy a tener que ver.

F: ¿Por qué?

Q: Porque es muy irresponsable hablar como estamos hablando.

F: Pero entonces vamos a tener que ver todas las películas.

Q: Es exactamente lo que yo digo.

F: No cuentes conmigo, pero espero ansiosa tu cotejo posterior al Bafici entre la lectura que hicimos del catálogo y la visión de cada película.

Q: Así lo haré. O creo que lo haré. O tal vez lo haga.

F: Tú puedes. Pero ahora yo me tengo que ir a llevar a Solita a ver el atardecer a la playa.

Q: En dos horas hablamos de cuatro películas. Esto va más lento que el escrutinio en Chubut.

Foto: Flavia de la Fuente