El bebedor inquieto (10)

Le Cabernet Sauvignon, s’il vous plaît

por Quintín

Antes de que el Malbec pasara a ser la “nave insignia” y todas esas cosas, la cepa distinguida, la que se consideraba más noble, era el Cabernet Sauvignon. Hay muchas explicaciones para el pasado prestigio de esa variedad en la Argentina y también para su evidente declinación en el favor de los bebedores. Por ejemplo, esta: “Año a año el Cabernet fue perdiendo su lugar en la mesa dominguera de los asados argentinos y eso es quizás por mostrarse durante muchos años llenos de excesos: alcohol, roble, etc.” El texto aparece en el sitio web de la bodega Escala Humana que llevan el enólogo Germán Masera y su familia, de quien en estos días probé su Livverá Cabernet Sauvignon 2019.

Creo que Masera se equivoca: durante los años en los que el Cabernet Sauvignon dejó de consumirse, fue desplazado por otros varietales con el mismo exceso de alcohol y de roble. Descartada esa razón, se me ocurre una mucho más simple: que el CS fue una víctima del crecimiento del Malbec y, en particular, de su elevación a cepa ícono, la que había que tomar si uno quería ser un consumidor informado. Por otra parte, es bien posible que los años del Cabernet Sauvignon le deban algo a que el nombre de la uva suena distinguido, al ser francés por partida doble, nombre y apellido. Es decir, más francés que el Malbec y el Merlot, sus contemporáneas en la elaboración de vinos finos.

Livverá-Cabernet

Dije que tomé el Cabernet Sauvignon de Masera y agrego ahora que fue una gran experiencia. Hace tiempo que no tomaba CS y me pareció un vino interesante, podría decir que menos pasivo que el Malbec. El CS es elegante pero pica, desafía con sus taninos que se hacen notar. Al menos este Livverá de El Peral, Valle de Uco, que según el enólogo no usa aditivos ni ácidos agregados y busca ser “jugoso, de sed, con frescura y sin pesadez”. Tal vez Masera pueda tener algo de razón y en una cepa tan viva como el CS, las chapucerías y los excesos se noten más que en otros casos. Me intrigó, sin embargo, que en la ficha técnica del vino apareciera, junto con las notas de cata habituales (que poco le dicen a un paladar torpe como el mío), un dibujo dedicado a la elaboración del vino en cinco etapas que concluyen en una barrica, como indicando que hay cierto uso de la madera, tal vez particular o virtuoso, en contraste con la denuncia de su exceso.

Le pregunté a Musu, que me lo había recomendado fervientemente, si sabía cómo solucionar esta aparente contradicción. Me dijo que le mandó un mensaje a Masera para que él me contestara directamente en un audio, pero el enólogo no se dignó responder. Algún día resolveré el misterio de la madera ma non troppo.

 

Una respuesta to “El bebedor inquieto (10)”

  1. Koba Says:

    Hubo un tiempo en que en todas las cepas abusaron de la madera y el alcohol, el CS siempre fue el vino fuerte, el pesado, el que se tomaba con la carne, me inclino a pensar que fue perdiendo protagonismo no solo por el avance del amable malbec, sino también del syrah y de todos los demás (esta noche tomé uno de los pocos ganadores en esta cuarentena: Portillo Pinot noir).
    Ricos estos vinos Livverá, he probado el malvasia y el bonarda, ahora están un poco alejados de mi presupuesto.

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