Lucrecia Martel, autora del Quijote

Publicada en Perfil el 15/10/17

por Quintín

Tardé casi sesenta años en leer Zama de Antonio Di Benedetto y una semana en ver Zama de Lucrecia Martel, pero esta demora pareció más larga que la otra, dada la ansiedad y las expectativas despertadas por la película entre los críticos finos, tribu a la que alguna vez pertenecí. El domingo pasado, finalmente, llegué a Buenos Aires y fui al cine, pero no solo vi Zama sino también Alanis, de Anahí Berneri, una película que me permitió descubrir que el cine argentino contemporáneo es capaz de dar películas creíbles, inteligentes y personales.

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Peo Zama es un bicho de otra especie, de una ambición que excede lo que el cine está dispuesto a ofrecer en una escala cotidiana porque Martel no es una cineasta ordinaria, sino alguien cuya intención fue siempre producir objetos cinematográficos de una originalidad y una potencia que los hagan perdurables en el tiempo. Podría decirse que Martel padece de megalomanía artística, pero no quiero que esto suene como una crítica, precisamente porque si Zama no es esa genialidad absoluta que muchos han visto, es de una libertad y una potencia completamente infrecuentes en cualquier cinematografía.

Algo parecido puede decirse del libro, una de las raras novelas ambientadas en el período colonial, que Di Benedetto no reconstruye ni evoca sino que utiliza para situar a su protagonista en una situación kafkiana y partir desde allí, tanto en un sentido geográfico como existencial, hacia lo desconocido y lo indescifrable. Diego de Zama es una especie de traidor universal que se cree un hombre noble, una especie de Quijote mediocre que despliega, como bien observó Cortázar, toda su insensatez en un pasado que no es una tarjeta postal sino el mejor modo de mostrar que el presente no tiene base. Esa falta de sustento hace de Zama nuestro semejante y hasta nuestro amigo. Su circunstancia poblada de fantasmas (tal vez el verdadero género de la novela y la película) es el territorio ideal para la invención.

Martel observa en una entrevista que el pasado solo nos ayudará a ser libres cuando recupere su incerteza y deje de darnos lecciones ideológicas. Creo que vio en Zama la ocasión para su propio despliegue imaginativo, el marco para explorar sus propios intereses (la vida de las mujeres y de los pueblos originarios, la zoología fantástica) que no son exactamente los de Di Benedetto aunque no le sean ajenos. Lo curioso es que su adaptación de la novela es notablemente fiel y, al mismo tiempo, suena completamente distinta. El resultado le da la razón a Borges: cuando Pierre Menard reescribe el Quijote no cambia una palabra, pero cada oración tiene un sentido diferente al de Cervantes.

Hay algo curioso en la trayectoria de Di Benedetto: Zama es una novela temprana cuya cota literaria no volvió a alcanzar: nunca volvió a ser un escritor tan ligero, ni tan libre, ni tan divertido (aunque para hablar de Di Benedetto la gente se suele poner solemne). Para Martel, al contrario, Zama es una obra de madurez. Pero zambullirse en la novela parece haber haberla liberado de cierta pesadez de su cinematografía anterior, tal vez atribuible a la obligación de ser la inquisidora del patriarcado salteño. Creo que en Zama vemos por primera vez a una directora que se permite jugar plenamente sus cartas.

Foto: Flavia de la Fuente

6 respuestas to “Lucrecia Martel, autora del Quijote”

  1. Maria C.Reiriz Says:

    Buen domingo Quintin! Siempre me gustó Zama y me pareció un libro raro, logrado, profundo. Aunque no comparto las exageraciones de Saer, que lo ubican como la gran novela argentina e hispanoamericana del siglo. La pelicula también me dejó una sensación positiva. Tiene imagenes muy bellas y coincido en que es muy singular en el cine Argentino y la que mas me gusto de Lucrecia Martel. Es un acierto tu comparación con Pierre Menard porque hay una relectura del libro en la pelicula. Tal vez me hubiera gustado un guión mas intenso, con mas frases para recordar o pensar. Pero bueno vos sabes más de cine! un abrazo y buen fin de semana

  2. Alea Jacta (@Posse_videntur) Says:

    Hay más para decir de la novela y su adaptación, o de Lucrecia Martel, que de la película, inefable fuera de contexto, como un videoclip sin música, algo que «oscila entre la fascinación y el tedio».

  3. Yupi Says:

    Por lejos el mejor libro de Di Benedetto, que evidentemente se parecía más a Kafka que Piglia y vivió mucho más atormentado que Sábato. No vi la película. La posibilidad de que Martel explique en cada plano lo que significa cada plano me desalienta totalmente, pero confío en tu juicio. Felicitaciones por el premio a Flavia, más conocida como la Roy Orbison de las Pampas.

  4. La novia de Troll Says:

    Flavia, la explosiva suma de un gran talento y un gran productor!!

    Felicidad! :)

  5. saint jacob Says:

    …No leí ‘Zama’ (la tengo ‘bajada’) ni vi ‘Zama’ (ya va a aparecer…también estoy expectante)… pero con todo el runrún me dieron ganas también de saber qué había hecho Sarquís en su abortada versión (inconclusa, y, según dicen, ‘más complicada en su filmación que película de Herzog’)… charlé un poco con su hijo (cineasta también) y me dijo que hay cosas que quedaron, y que está tratando de subirlas al iutúb…

  6. piter123 Says:

    está buena la idea de lo completamente fiel que suena absolutamente distinto, porque, en un punto, martel sigue casi paso a paso la novela pero construye otra cosa,, algo muy distinto; disiento con la idea de las «cotas» de di benedetto, el silenciero es una novela tan notable como zama (si fuera por cotas alcanzaría la misma sin ningún problema) al margen, ni zama ni el silenciero me parecen «ligeras» aun cuando «lo ligero» lo siento como una virtud, pero no creo que sea una cualidad de ninguna de las dos

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