La maestra quiere cumbias

Publicada en Perfil el 25/9/16

por Quintín

Si bien Gilda, no me arrepiento de este amor no es una gran película, Miriam Bianchi tampoco fue una gran cantante, lo que habla de la coherencia del proyecto. Gilda era afinada, tenía una voz pequeña, una presencia escénica discreta y su éxito obedeció menos a extraordinarios méritos artísticos que a su paradójica imagen, a esa condición de outsider en el mundo de la música tropical. Gilda era la maestra jardinera que cantaba cumbias y su figura, amistosa y algo distante, generaba afecto y respeto.

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Todo es menor en la historia que se cuenta en Gilda: una carrera muy corta con final trágico, una vida privada cuyos dolores se inscriben en ese gran núcleo argumental de la clase media formado por la familia y el divorcio, un retrato lavado del mundo de la música con alguna referencia a las mafias y ninguna a las drogas. Es una película esmerada, sin asperezas, sin riesgos y sin brillo como la música de Gilda, pero aceptada unánimemente por una crítica que acostumbra a ser indulgente con el cine local y, que en este caso, tiene dos alicientes para el elogio: se trata de un género hollywoodense ausente en el cine argentino de estos años y de un acercamiento respetuoso y prudente a las oscuridades suburbanas desde las rutinas de la dramaturgia nacional.

Esa modestia sin estridencias sirve como soporte del verdadero corazón de la película, que es la suplantación de la cantante por la actriz Natalia Oreiro, quien no solo hace de Gilda, sino que canta las canciones que se escuchan en la banda de sonido. Este es un dilema crucial de los biopics de cantantes: si se utiliza la música original o si los actores la rehacen. En Ray, el protagonista Jamie Fox quería cantar los temas de Ray Charles, pero el director Taylor Hackford se opuso. Aquí, en cambio, Lorena Muñoz aceptó que Oreiro no hiciera playbacks sino que cantara y actuara como si Gilda hubiera renacido. No es nada malo ni es la primera vez que ocurre: Hugo del Carril hizo del payador Bettinotti, Enrico Caruso, Al Jolson, Billie Holiday, Elvis Presley, Loretta Lynn, Janis Joplin, Tina Turner o Frankie Valli no cantaron en sus biografías cinematográficas. Tengo la impresión, incluso, de que Oreiro baila mejor en el escenario que Gilda, aunque tal vez desafine alguna vez y no llegue a ese núcleo opaco y menos plano que creo detectar en el fondo de los temas de Miriam Bianchi.

Pero esto es solo una especulación. Hasta que no se filme la biografía de Walter Benjamin, el filósofo no se expedirá sobre este punto particular, es decir, si un cantante tiene un aura que hace su voz irreemplazable por el actor que lo interpreta. Por ahora, el cine resulta particularmente apto para convalidar las falsificaciones. En ocasión del estreno de Walk the Line, sobre la vida de Johnny Cash, el crítico Rogert Ebert escribió que había cerrado los ojos hasta convencerse de que quien cantaba no era Joaquin Phoenix sino el propio Cash. El nieto de Hank Williams, en cambio, se quejó de que el actor Tom Hiddleston no podía cantar como su abuelo en I Saw the Light. Pero en el caso de Gilda, la falta de atención a la sustancia musical hace que no importe demasiado. En el fondo Gilda, no me arrepiento de este amor, cuyo centro es la evocación de un nombre y un momento, bien podría ser una película muda.

Foto: Flavia de la Fuente

9 respuestas to “La maestra quiere cumbias”

  1. Yupi Says:

    Muy bueno. Una vez le encargaron a un autor un libro con una sola condición: que tuviera en el título algo relacionado con las librerías. La editorial había descubierto que los títulos relacionados con librerías permanencían más tiempo en la mesa de novedades, porque los libreros se identificaban con ellos. Con las biografías filmadas de cantantes ocurre algo parecido. Emocionarse con la película es enternecerse con uno mismo al punto de que no hace falta que esté el original, y hasta es preferible que no esté. La película del chico Bo sobre Elvis, al dar toda la vuelta y mostrar a un imitador que ni siquiera es actor, cierra perfectamente ese círculo. Quizás tuviera razón Edmund Crispin, quien empieza una de sus deliciosas novelitas policiales con esta frase: “Pocas cosas hay en el mundo más estúpidas que un cantante”.

  2. Euli2016 Says:

    Algunos reparos: la voz de Gilda era sensiblemente ( en el sentido liteal y metafórico) superior a las artistas que frecuentaban el género: Lía Crucet y Gladis la Bomba tucumana. La imagen de Gilda, que se refirió a la discriminación sufrida por no ser voluptuosa ni rubia oxigenada, también marcaba una sensible diferencia. Con esto sólo poner en el plano del análisis que el fenómeno Gilda se concibe en el marco de un contexto de la movida tropical en la que ella no encajaba: era imposible pensar que una chica tan flaca y de curvas inexistentes, de voz melódica ni raspada ni estridente como imponía el género, pudiese cautivar o al menos trascender a un par de bailes. Pero Gilda lo hizo. Lo hizo aún cuando confesaba que prácticamente ningún representante quería trabajar para ella. Gilda lo hizo ya cuando personas se acercaban a tocarla o pedirle que los toque porque corría el rumor que hacía milagros. Gilda lo hizo cuando de la nada filmaba un video «incomprensible» cantando entre un cielo con nubes y observando desde el cielo «amores sanadores» en la tierra. En el video «Un amor verdadero» Gilda se filmaba observando desde ese cielo como un niño imponía su mano sanadora sobre la pierna de una niña que estaban lastimada y Gilda aprobaba con sonrisas vestida de blanco y difusa, desde ese cielo de filmación de video berreta de los 90. Todo eso Gilda lo hizo antes de morir y apenas empezando una carrera que duró sólo 4 años. Creo que con Gilda, a diferencia de otras biografías de ídolos que mueren prematuramente, es esa parte mística que subyace y que nadie, absolutamente nadie y en ninguna de las escalas sociales de Argentina se permite el derecho de desestimar. Cada día se reafirma más la imagen angelada y santa de una maestra bailantera. Oreiro, además de estar brillantemente caracterizada, cuenta con ese costado también místico de haber incluido a la cantante en su más grande éxito mundial «Muñeca Brava» cuando en escena visitó el Santuario de Gilda, rezó, y lloró frente los testimonios milagrosos que se enfocaban escritos en plaquitas y quedó en el imaginario ¿quién más que ella podía representarla? . El éxito es su música ( atemporal y pegajosa, la nostalgia y la mística) Todo lo hizo Gilda y fue en vida. Interesante fenómeno. Saludos.

  3. Hugo Abbati. Says:

    Conocía a Gilda por comentarios a los que nunca presté mucha atención. La cumbia siempre me resultó lejana. Sabía que el pueblo llano (¿se dice así?) la tenía por una especie de santa, una vez muerta, claro. De modo que, impulsado por el post, entré a you tube y la busqué. Precisamente vi «No me arrepiento de este amor», en el que Gilda, con una pollerita ajustada de color rojo y muy corta, se movía con lánguida discreción, algo poco apto para la cumbia tal cual la recuerdo. Mi desconocimiento de ese fenómeno musical impide que aprecie lo que esta muchacha significó más allá de su música, pero entre los comentarios de you tube abundan referencias a los ángeles, el cielo y Dios. La fantasía dominante era que Gilda sigue cantando allá arriba y que su presencia, por así decirlo, alegra los corazones. Y encontré un comentario que es una perla y que aquí dejo:

    » I’m from Kyrgizistan. I love Jilda. She is always in ower hearts….».

    O sea, corazones kirguizos. Un milagro.

  4. Johny Malone Says:

    Gente que nunca entró a una bailanta opinando sobre cumbia… ay.

  5. lalectoraprovisoria Says:

    Entiendo. Para hablar de ciencia ficción hay que ser marciano.

    Q

  6. Yupi Says:

    Malone, no lo hacía bailantero. ¿Iba a Terremoto? Una vez tocaron el mismo día David Byrne y Ricky Maravilla, ¡y estuvo mejor el de Ricky! Hablando de lo cual. Gilda milagrera era difícil de aceptar, pero que Juanse haya visto a Dios, como acabo de enterarme, me supera completamente. Los primeros recitales de Los ratones fueron buenas perfomances de rock, apasionadas y divertidas. ¿Para qué agregarle materia sobrenatural? “Lo que hizo” Gilda fue lo mismo que hicieron todos los cantantes populares en cualquier tiempo y lugar: canciones que conectaron con mucha gente. Cuando suenan no renace ella, renace la gente, que es quien obra el único milagro (recuperar tiempo). Nada más. Me voy a 1988.
    http://www.youtube.com/watch?v=wehdX0sjaVQ

  7. saint jacob Says:

    …Lo que le pasó a Juanse es lo que a cualquiera que haya tocado fondo en cuestiones de merca y aledaños (la gente de V8 es el ejemplo prototípico en el ambiente Rock… Charly sería el ejemplo discordante: no pudieron con él las ‘buenas ondas’ en su internación ‘cristiana’…aunque sí las Ortegueras)… en cuanto a mi, nunca pude conciliar mi gusto con bailantas y cumbiambas, pero no se me puede achacar desconocimiento; ¿alquien de por aquí vió ‘Fiesta de Cuartetos’, en canal 12 de Córdoba, los domingos del 74′?… nada de lo humano me es indiferente, obvio…

  8. Yupi Says:

    A veces pienso que el rock fue una broma juvenil que los argentinos se tomaron en serio. Este verano vi un video de Babasónicos. El cantante decía que la novia le había clavado una lanza, y no sé qué hacía, se agachaba, cada tanto tiraba una patada al aire… La letra correspondía a un chico de 17 años, y el cantante tenía 50. Los profesores se encuentran en una situación parecida. Están ahí año tras año, engordan, envejecen, se les cae el pelo, los dientes, mientras que los alumnos siempre tienen la misma edad. En fin, las formas de la decadencia son interminables. Feliz viernes.
    http://www.youtube.com/watch?v=KdgAmxUguUc

  9. Sebastian Asegurado Says:

    Obviamente la crítica es una incitación a aquellos que la querían a Gilda. Me parece muy vulgar que este tal Quintín hable de manera tan baja de una persona y no se centre en su rol de crítico de cine. Se le escapan las polillas pobre.

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