Todo lo que maté (octava parte)

por Hernán Firpo

Fumaba marihuana en pipa porque no era hábil con el papel de armar. Aspiraba un poco del prensado paraguayo que le tercerizaba las ideas. Tres veces y a esperar. Ahora sí había que escribir. Fumado escribía; sobrio, censuraba. Algunos creen que es al revés: corregir fumado y cannabis para la etapa de terminación. El faso no le daba nuevas ideas sino que le sacaba capas yóicas a su relato y lo hacía sentir menos relacionado a otros procesos de sociabilización habitual. Deseoso y sin guirnaldas. Acá debemos caer en lugares comunes: Fuma y fluye. Hay que prestarle atención a la parte de “fluye”, de fluir, de destilar. Una chantada total.

“Dejá que fluya”. Una chantada. Si la paraguaya pega, él evacúa. Así queda mejor. Suena a laxante. Uno quiere cagar. ¿Quién quiere fluir? El Gobierno garantizó que los fluidos cloacales en Chacra Xlll no dañarán Río Grande. ¿Qué es fluir? ¿Qué quiere decir eso de que las relaciones fluyan? ¿Qué quiere decir? Te lo dicen, y se lo dicen a él, como si fuéramos una totalidad en estado líquido. Pueden romperte el corazón y hacerte una laparoscopía vesicular, pero ni en esa sólida desintegración existe el goteo. En esta historia, fluir sólo quiere decir fumar marihuana.

Cuando fluye es más resbaladizo. En términos de sustancia o sustanciales términos, pasa de lo sólido a lo gaseoso y es un buen período para escribir. Después, sólido de nuevo, temperatura ambiente o meteorológicamente desabrido y a leer, a pulir, a reírse de sí mismo, a mejorar una idea, a  empeorarla, a talar, a conjugar correctamente los verbos, a poner comas.

Pero si te ponés a escribir y querés ganarte la vida de esa manera para poder cagar en el baño de tu casa, decidís ser tan sentimental en odiar a un sinnúmero de individuos a los que querés matar –delicadamente, claro, con tu teclado: siempre hablamos de esa noción criminógena– y entonces intervenís el medio ambiente, al menos ese medio ambiente próximo y vecinal. Escribir ficción, mínimo, es tener un problema con la realidad. Como el personaje de esa película que entra a una librería, agarra un libro que se llama “El camino a la realidad” y lo deja en la estantería. “No quiero ir allá”, dice. No todos somos como el Rhin, no todos fluimos, y el método simplemente consiste en eliminar unos cuantos aciertos del psiconálisis. Con Fernet cola a veces también se puede. Escribiendo, por ejemplo, él ya no era Germán. O sí. Germán para al espejo. Para la portera, para el “buen día Germán”. Escribiendo era el verdadero Germán (acá, “verdadero” ambiciona un “contaminado” en términos de desperdicios cloacales). Escribiendo podía ser Román, Ernesto sin Hache, Diego. Y ser buen compañero de trabajo, empleado, vecino de la chica colombofóbica, leal, obsceno, permisivo. De buen humor, Ernesto sin hache; de buen humor, Román. Germán no porque Germán era el seudónimo que lo había hecho conocido desde hacía tantísimos años. Germán hubiera sido aceptado si los humanos nacieran leyendo, escribiendo, mejor pensando, mejor desconociendo lo que ya empezaba a ver desde que abría sus ojos y lloraba parpadeando la cara de su padre.

Germán no tenía familia. Tampoco era rigurosamente huérfano y cuando fluía se acordaba mucho y escribía más. Pie de página: la memoria es una herramienta interesante para escribir. ¿Qué es más grave: no tener familia o asimilarse a una cadena interminable de heterónimos?

Pero esta es la historia de Germán. Germán: el que se coge a su futura ex mujer en estado de conciencia alterada porque acepta biorritmos pero por favor no le hablen de personas.

Yo de nuevo. ¿En qué estábamos? Bueno, no importa. Es la primera vez que pone a Manal en su nueva casa de soltero. Le hace bien sentir que va recuperando algunas rutinas. Anota:

Escuché una “Casa con diez pinos” y “Avellaneda Blues”.

Volví a irme antes de que termine una película de Lucía Puenzo.

Fumé un Marlboro y no me dolió la cabeza.

Creo que estoy reviviendo a mi mamá.

Creo que quiero llamarla por teléfono.

Creo que la extraño.

Estamos de acuerdo en que lo cotidiano mata la sorpresa como las topografías de las ciudades matan a los árboles. Dejo pasar un mes y me encuentro con mis amigos. Vuelvo y escribo: “uvas secas”, y como estoy fumado me sale poner “funcionarios del desgano”. No sé qué quiero decir. Y anoto: “Reconocidos y enhebrados a la edad en que poco sabemos de la vida”. Y sigo: “Pasó de todo o pasó el tiempo, que es poco y es mucho. Las minitas son esposas; el fútbol es otro rayo catódico y el rock, ¿qué era el rock?” Todas las mujeres son iguales es un eslogan del que lleva diez años de casado. Esto lo pienso, no lo escribo. Dicho así, en boca de quien está implícita y estratégicamente convencido de no hacer nada al respecto, es palabrería de derecha. Y el “respecto” no es sexo porque el sexo, se sabe, puede traer infecciones, herpes, irritaciones y algo muchísimo peor: vínculos.

***

Si vamos a escribir como escribimos en los blogs, más vale existir un poco para justificar tanta fraseología. Esto no es mirarse el ombligo y sacarse la pelusa. Germán habla de su mujer y dice: Yo, que soy fiel, ya no sé qué hacer con esta sequía.

Germán no coge. Algunos pasan esta etapa de adaptación con éxito; otros fracasan en el intento. Es cuestión de tiempo y relajación. Siempre es cuestión de tiempo. Con los amigos pasa lo mismo. Lealtad peronista o traición peronista.

La solidez de la amistad es un cheque en blanco que firmamos cuando somos jóvenes, decimos con Pablo. La amistad y sus marcas fundantes. Y después pasa que no quedan localidades para los nuevos. Tal vez mejor porque estás cansado y enemistado con todos estos años de gente y fraternidad inoculada. John Fante decía que la casa era grande porque nuestros proyectos también lo eran. Sin proyectos, vivo en un monoambiente. Todo súper bien con Fante. “El primero ya estaba allí, un bulto en el vientre de la futura madre, un bulto en movimiento sinuoso, deslizante y escurridizo, como un nido de serpientes. En las horas tranquilas que preceden a la medianoche, pego la oreja al lugar y oigo un rumor como de arroyo: gorgoteos, succiones, chapoteos”.

***

Ahora hay que explicarle a un chico de seis años cómo se separan sus padres. ¿Cómo explicarle a un chico de seis años que te separás de su mamá? A ver: se separaron Los Beatles, se separó Almendra. ¿Viste Almendra, el grupo ese que le gusta a papá? ¿Sabés lo que dijo Spinetta, el cantante de Almendra, el grupo que le gusta a papá? ¿Sabés lo que dijo Spinetta, el que hizo la canción “Muchacha ojos de papel”? Dijo que no se separaban sino que se multiplicaban. Multiplica, reproducir. Ser más. Cuando se separó Almendra, sus integrantes, los señores que tocan en el grupo, el que toca la guitarra, el que toca la batería… armaron otros grupos. Uno se llamó Pescado Rabioso. En ese grupo tocaba Spinetta, el de “Muchacha ojos de papel”. En otro tocaba el de la batería…

O por ejemplo, escuchá: las galletitas Rumba se separan; las Opera, si querés comer la pastita blanca, se separan. Las Merengadas fueron especialmente fabricadas para separarse. Fijate que si separás en dos una Rumba, además de comerte la pastita blanca, parece que tuvieras dos galletitas, que tardás más en comerlas, ¿te diste cuenta? Spinetta armó un grupo, Edelmiro Molinari, el guitarrista, armó otro…

Cosas que no hice en mi nueva vida de soltero:

Llamar a mi hermano.

Cocinar fideos secos.

Hablar con el Ruso.

Hacer las compras del mes.

Pajearme delante de esta computadora.

Preparar sopa Quick.

Cambiar las sábanas.

Comer bife de costilla.

Comer bife de cuadril.

Comer bife de chorizo.

***

A mis 18 pensaba que Paul Mc Cartney había escrito “Yesterday” cuando tenía 23, 24 años. Yo creía que estaba a tiempo.

Tiempo: trama perpetua de conversación.

Lindo día,

está por llover,

falta una hora.

Tiempo: máquina de ansiedad.

Tiempo: propaganda de males endémicos como la preocupación.

Paul había encontrado el Sol, el Fa sostenido menor séptima y esa combinación lo llevo al Si y al Mi menor. A él le gustaba llamarla “Scarmbled eggs”.

Tiempo: causa universal de todas las enfermedades.

Disyuntiva: ser o parecer.

A los 25 yo me decía que un año después George Harrison ya sería un ex Beatle. Todavía creía que había tiempo. No era mi culpa.

A los 42 soy nada más que lo que me hubiera gustado ser.

Mi mujer y yo vamos a hablar de separarnos. En esta relación tampoco faltaron platos rotos, cambios de cerraduras, bofetadas y la putaqueteparió conchuda de mierda andate a dormir al sillón. Es tarde y acabo de volver de tomar aire. Camine desde Santa Fe y Scalabrini Ortiz hasta Callao, volví por Charcas hasta Coronel Díaz y ahí tomé un taxi.

Hasta casa.

Ella me espera sentada en el sillón grande que es mi sillón y el nuestro, aunque es más mío que de ella porque tiene mi forma. O sea, ocupa el lugar de mi culo y yo tengo mejor culo o más grande y la marca organiza un pequeño derrame de olas de tela hacia los bordes.

Ella tiene los ojos de haber llorado y está descalza, agarrada a una de taza de café. Me propone lo siguiente: 1) irme de ahí, 2) vender el auto, 3) que su hijo y el mío viva con ella, 4) que a mi hijo y al suyo lo vea dos veces por semana, 5) que alquile un departamento, 6) que le pase 2300 pesos por mes y 7), que la señora siga trabajando aquí.

En su casa, dice.

8> me quedo con los muebles y el lavarropas. La compu te la podés llevar.

Le dice compu, con cariño, porque el aparato puede asegurarle los 2.300 pesos mensuales. Yo no. Yo le digo computadora, máquina, procesador. No le digo compu. Máquina le digo: la separo de todo lo que me produce afecto. No la abrazo. No hay diminutivo ni cariño. Lleva y trae textos, como el auto lleva y trae, o como el colectivo.

Y que se queda con los sillones (9). Con los cuatro. ¿Con los cuatro? Me dice que no sea hijo de puta, que para qué voy a andar desarmándole el living. Y la biblioteca, bueno, fijate qué hacés con los libros y los discos. No te vas a llevar todos los discos ni los libros, ¿no?

Sí, sí, ya sé que los compraste vos, la mayoría, pero yo compré la comida y no te puedo pedir que la devuelvas.

Me da ese tipo de ejemplos.

Las parejas aparentan ser lisas en esa simetría que no encierra más que un problema: el intento de ser equivalentes. Natalia y yo. Empezamos a estar juntos, siendo dos, vos y yo, yo y vos, cuando ella trabajaba en una remisería.

Y vivimos juntos desde que se recibió. Después hizo el master en España. Le dije: somos una pareja, qué linda pareja, uno más uno desde que le regalaba los libros de Simone de Beauvoir.

Le digo que no quiero ganar, pero tampoco quiero perder, y sugiero firmar un empate como en los partidos de Copa Libertadores cuando vas de visitante. Me dice “piojo resucitado”. Me dice que su papá es un hombre de verdad, que nunca hubiera dejado que su esposa (su mamá) fuera al taller mecánico. Que el auto está a su nombre y es de ella y que va a hacer lo que se le cante porque yo nunca me ocupo del taller mecánico.

Me dice que en el taller no hay mujeres. Que el mecánico la mira extrañada, como diciendo qué-hace-una-mujer-acá.

La provoco. Le digo que difícilmente se lo pregunte con otra intención.

Me dice hijo de puta. Me grita: sos un hijo de puta y se pone a seis centímetros de mi cara. Me rasguña con sus uñas de manicuría redondeadas, afiladas y sin ninguna cutícula. Cuando me insulta y me grita, la saliva se le acumula entre los dientes. Lo que le sobra va directo a mi cara. Enojada, salpica. Me dice que su hijo y el mío no podría vivir conmigo porque la extrañaría mucho.

Se acuerda del otro día cuando llegó tarde porque el auto se le quedó en la Panamericana.

La interrumpo: le digo jodete por hacer 200 kilómetros sin averiguar cómo se hace para ponerle aire a las ruedas. No me contesta. Sigue: el otro día cuando llegué tarde y ustedes estaban comiendo, ¿te acordás cuando llegué tarde y ustedes estaban comiendo? El escuchó las llaves, supo que entraba, volvía mamá, y vino corriendo, ¿te acordás lo que me dijo cuando vino corriendo?  “Te extrañé mamá”. ¿A vos alguna vez te lo dijo? ¿Alguna vez te lo dijo cuando llegaste tarde? El nene podría vivir sin vos.

Le dije hija de re mil putas y ella me tiró un manotazo. Su golpe pegó en mi hombro. Después me insultó y yo le dije idiota, estúpida de mierda, estúpida, idiota de mierda. Me levanté, subí la escalera y lo encontré a Migue.

Migue despeinado, en piyama y la cara que pone cuando cree que hizo algo malo.

“Migue, qué hacés acá, qué hacés levantado”.

“Jover trabaja en El Taller”.

“Pero ese es un bar. Otro taller dice mamá”.

Parte 1

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Parte 3

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Parte 7

Foto: Javier Legris

12 respuestas to “Todo lo que maté (octava parte)”

  1. Mister Says:

    «Diario de Cannabis» también hubiera sido un buen título

  2. valeria Says:

    con o sin marijuana, ese diario sangra.

  3. janfiloso Says:

    …ese diario sangra sí…

  4. anonimo Says:

    mmmm, muy artificioso poco artesanal, no le creo. para escribir eso tendria que fumarse un pino entero y despues si hablar, pero se nota que no se largo, proba y despues conta la justa hermano, no mandes fruta

  5. P.P. Says:

    La Natalia que yo conozco es una mujer mucho más noble y sacrificada de lo que acá se describe.

  6. Dorso Says:

    Claramente está hablando de Natalia Denegri: platos rotos, jarrones, golpes. ¿O de Natalia Oreiro? Estoy vagamente confundido. P.P, la soberanía literaria, no admite identificación ni consensos. Para eso vamos todos los sábados a la boutique con Ñ bajo el brazo.

  7. Dorso Says:

    Claramente está hablando de Natalia Denegri: platos rotos, jarrones, golpes. ¿O de Natalia Oreiro? Estoy vagamente confundido. P.P, la soberanía literaria no admite identificación ni consensos. Para eso están Ñ y La Boutique del Libro.

  8. Ramos Says:

    P.P tiene razón. Natalia Oreiro es una mujer mucho más emprendedora que la descripta en este libro loco.

  9. Santi Says:

    Si llegan a encontrar de pura casualidad alguno de los dos libros de cuentos de Sergio Gaiteri («Certificado de convivencia» y «Los días del padre») no los dejen pasar.

    Ah, y otro que escribe de la san puta es Horacio Convertini.

  10. Cuil Says:

    Gaiteri es el único cordobés aburrido.

  11. Santi Says:

    Si, tal vez su unico defecto sea ser cordobés.

  12. dario Says:

    fumar un faso y escuchar a vox dei, que tul!!!

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