por Simón Postel
Mi abuelo murió en 1972, cuando yo tenía 12 años. Simón Postel, así se llamaba, nació en Rusia y vino de chiquito a la Argentina. Yo me crié con él, vivíamos todos juntos con mis viejos y mis abuelos. Cuando se murió, o años más tarde, mi mamá me dio una carpeta con todos los cuentos de mi abuelo, pero jamás me animé a leerlos. Pasaron los años, muchos, y Vera, mi sobrina, los leyó. Casi se muere de la emoción. Tanto le gustó, que lo transcribió íntegro, porque temía que la fotocopiadora dañara el papel de seda en el que estaba escrito. Luego lo leyó Sandra, mi hermana, y me dijo que parecía un cuento de Tolstoi. Un mes más tarde lo leyó Liso y se quedó también muy conmovido por la historia del bisabuelo Isaac, el héroe del cuento de mi abuelo Simón. Así que ya sintiéndome demasiado pusilánime me puse a leerlo. Estar en contacto directo con mi abuelo me hizo llorar mucho. Pero más allá de eso, me encantó ver los detalles de la vida cotidiana en la Rusia de fines del siglo XIX. Isaac, según lo pinta mi abuelo a su padre, era un héroe que logró escapar de la Rusia zarista sin nunca claudicar. Como dice Liso: “Por momentos parece el guión de una película”. Espero que lo disfruten como lo hicimos nosotros. Es una gran historia de familia y migración. Hoy va la primera parte. Flavia de la Fuente
Hoy, a los cuarenta y siete años de edad, cuando mis padres están preparando los festejos de sus bodas de oro, dejo redactadas estas sencillas páginas, escritas sin ninguna pretensión literaria, pero con el más profundo sentimiento de amor hacia ellos.
Este relato sobre mi padre (relato verídico) lo he oído cientos de veces de mi madre, y si he sido algo exagerado, debe disculpárseme, pues la gran admiración que siento por él me hace verlo con los ojos inundados de emoción, y a través de un lente de cariño que agranda sus cualidades.
Vaya hacia ellos mi más grande y a la vez humilde homenaje.
24-12-52
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