Moreira
por Quintín
Hace tiempo que me ronda la idea de leer toda la obra de César Aira. Sus libros hacen número en nuestra biblioteca y es un autor al que vengo siguiendo, aunque no metódicamente. No tengo una razón más clara para la tarea, a la que un mail de Juan Terranova le dio un nuevo impulso: me propuso (por razones que desconozco) acompañar la siempre postergada lectura integral con una reseña de cada libro en LLP, a razón de una por semana. Si todo va bien, es un trabajo para un año entero. ¿Por qué no? Cosas más inútiles se han hecho.
Pero había una dificultad inicial. Me faltan algunos libros de Aira, entre ellos el primero, Moreira, publicado en 1975. Alguna vez había hablado con Francisco Garamona, que además de la Editorial Mansalva se ocupa con Laura Crespi de la librería La Internacional Argentina (Honduras 5270). Me dijo Garamona que tenía un ejemplar del agotadísimo e inhallable manuscrito. De modo que lo llamé y le propuse comprárselo. Me dijo que cómo no, que costaba 400 pesos (el precio de una primera edición rara, que seguramente valdrá más aun con el tiempo). Coleccionar no es mi fuerte (coleccionar libros nada tiene que ver con comprarlos y este, por desgracia, sí es mi fuerte). Es más, detesto a los coleccionistas de todo tipo y no pensaba pagar precio de ídem. Pero quería el libro. Finalmente, Garamona se apiadó y me pasó discretamente unas fotocopias (probablemente las fotocopias peor hechas que vi en mi vida, aunque no debería quejarme del regalo).
Moreira es un libro corto. Apenas 80 páginas en caja chica de ediciones «Achával solo». Las demoras en la publicación inspiraron La vida nueva, una novela reciente de Aira. En realidad, el libro es del 72 (Aira tiene la costumbre de poner la fecha de terminación al final del texto), pero no es el primero. Ese lugar lo ocupa Las ovejas, terminado en 1970 y publicado por Ada Korn en 1984, en un volumen que incluye también El vestido rosa. Pero cuando lo averigüé, ya estaba decidido a empezar por Moreira, tal vez porque el gaucho matrero resulta mucho más digno como piedra fundamental de la magna empresa de leer a Aira que esos inexpresivos mamíferos. Aunque, como se verá, a esta altura debería saber que en la obra de Aira no hay demasiada diferencia entre Rodolfo Bebán y un chancho.
Moreira resultó un shock, una dosis muy dura para el debut. Acostumbrado a los últimos libros de Aira, amables y sencillos, no estaba preparado para esta obra barroca, provocadora y difícil, programático compendio de pedantería juvenil. Aunque tal vez pedantería no sea el término justo: es el programa (objetivo) y no la vanidad (subjetiva) lo que lleva a libro a hacerse insoportable por momentos. Esa fue siempre una característica de Aira, que aun hoy, como residuo de los años de vanguardismo más ostensible y a pesar del culto por su figura en los ambientes académicos y periodísticos, se sigue presentando más como médium de una propuesta estética que como el ego de un escritor autónomo.
En la novela, el negro Paspartú le cuenta su compadre Julián Andrade el final del gaucho delincuente Juan Moreira, un hecho ocurrido en 1874. Aira escribió la novela al mismo tiempo que Leonardo Favio rodaba su célebre película con Bebán como protagonista. El Juan Moreira de Favio es un retroceso del director respecto del estilo más moderno de sus tres primeros films. El libro de Aira, en cambio, es un manifiesto vanguardista desde la primera página:
Una abeja silvestre lo miraba.
La noche entera había venido viajando. Solo se detuvo al llegar al Pillahuinco, cuyas aguas corrían dentro del monte. Todo bramaba: pájaros, ranas… El sonido de la corriente lo “adormecía de felicidad”; como a Joyce; operaciones subjetivas y objetivas. Paisajes.
La tarántula nadaba con inesperado estilo.
Bajo los pies del viajero saltaban langostas blancas. Detuvo su flete y miró las márgenes, miró la humedad… ¡Tanto había dormido al amparo del Pillahuinco, en otros cuerpos!
Los espacios parecían reunirse un momento y volvían a separarse.
Un lugar ameno. El sitio donde hace su habitación el héroe y una horda de gauchos: personajes y alegorías. El singular y el plural, el deseo, escribo más lentamente. ¡Algunas sirenas asombraron las cabezas, sonriendo con ironía!
Si Favio construye un mito afín al peronismo y a una tradición narrativa arcaica, el texto de Aira concentra las apuestas más radicales de la intelectualidad de la época. El marxismo, el psicoanálisis, el estructuralismo, la lingüística entre las teorías. Joyce, Roussel, Duchamp, los surrealistas entre las influencias literarias y plásticas, sin olvidar, entre los locales, a Masotta y a Osvaldo Lamborghini. Aira satura el texto de animales parlantes, rupturas lógicas, semánticas y gramaticales, nombres que no tienen una grafía definitiva, mutaciones entre géneros y especies, alusiones sexuales intrincadas, malas palabras, referencias a la televisión, a los juegos infantiles y a los tratados científicos, de citas en francés, en griego, en latín, en alemán. Lo alto y lo bajo se mezclan, la filosofía con el lenguaje prostibulario, el pasado con el presente, Lobos (donde murió Moreira) con Coronel Pringles (donde nació Aira), los sueños con las masacres, lo cómico con lo solemne, la teoría con la banalidad. En Moreira se puebla la Pampa: es un tapiz abigarrado en el que se fusionan la naturaleza, el arte y la historia. El libro lo contiene todo. Desde esta estrofa imposible:
Había una vez un culo
que tenia doce numeritos
a las cuatro y cuarto
el solcito caga
hasta esta definición sobre la literatura realista que desemboca en una alusión misteriosa:
Estas conversaciones no nos llevarán a la verdad, pese a todo. Sino a representaciones. Por no conformarse con ellas, se retuerce de tal modo todo lo que se lee.
(Paspartú escucha, inmóvil: La lamelle, c’est quelque chose d’extraplat, qui se déplace comme l’amibe. Simplement, c’est un peu plus compliqué. Mais ça passe partout.)
¿De quién será esa cita francesa? Lo ignoro. ¿Qué relación tiene con el resto del texto? Una pregunta aun más difícil. ¿Hay una clave para leer Moreira? No lo sé. Al parecer, esa clave o mejor esas claves estuvieron alguna vez en el aire. Durante la lectura de las fotocopias tuve un (o una) acompañante: el desconocido lector que dejó subrayados y anotaciones al margen como testimonio de su propia travesía. En lugar de saturar el texto con signos de pregunta (ese fue el testimonio de mi desconcierto), mi compañero fantasma lo pautó de serenos comentarios: “Macedonio”, “Freud – Lacan”, “Literatura = arte de las transmutaciones”, “sabiduría peronista”. El informado predecesor, contagiado del espíritu poético-analítico, se arriesga incluso con sus propios anagramas: “Moreira = Mor e Ira” o “Moreira = Era Morir”. Una de las intervenciones acontece al lado de este párrafo:
Del otro lado del patio, abrazados en redondo, conferenciaban los soldados, se levantaba entre ellos un espeso murmullo ideológico, punteado por frases poéticas, recursivas. Estaban dándose sus leyes arbitrarias, y el solo movimiento de hacerlo los animaba a enfrentarse una vez más con la muerte.
En el relato, los soldados integran la partida que va a la caza de Moreira (el gaucho matará a muchos de ellos). Pero nuestro amigo invisible se despacha con esta certidumbre: “Las organizaciones armadas (FAP, FAR, Montos, ERP)”, anota en el margen, escribiendo de arriba hacia abajo. La explicación impresiona, aunque sea imprecisa. Y más cuando se la relaciona con otros pasajes.
Pues siempre hay algo inconciliable: cuya forma es la guerra.
Insistimos. Le dijimos que debíamos organizarnos para resistir.
—No se apuren. Estamos orgamanizándonos para atacar.
Si la novela tiene un centro, es la reunión en la que Juan Moreira, a punto de ser atacado por el ejército, conferencia con sus seguidores antes de morir. A ellos dirige sus consejos y la puesta en escena hace pensar (estamos en 1972) en las instrucciones de Perón a la juventud. Pero no el Perón de Favio, precisamente, sino el Perón de los Montoneros, que termina su discurso con una orden tajante:
Sean marxistas.
Pero en el libro, esa figura del viejo caudillo no lo es solo de la lucha política revolucionaria. También lo es de las revoluciones sexual y teórica, de la vanguardia literaria:
Poco a poco mis estudios se fueron haciendo más complejos y presentí que me acercaba a mayores verdades, pues yo mismo participaba en la producción de las ficciones que circulaban. De todo lo cual creo que no podrán deducir sino que: mi ciencia es la literatura teórica.
Y también, de una revisión de la historia de a filosofía, que empieza con una versión marítima de la Caverna de Platón y continúa en complejas elaboraciones como la que sigue:
Es lo contrario: siempre, pero no el contrario del contrario: un poco menos; se trata de esto: no lo contrario en general, sino en particular, como un sistema de analogías.
Es la literatura una contradicción a las oposiciones —en general— que surgen del trabajo diario: construcción y emergencia de los hilos de los sistemas, por ejemplo el lenguaje; frente a un trabajo de moderación que imponen los otros discursos y frente a ellos las pruebas se transforman en catástrofes universales en las que encuentra la muerte sus analogías, y es como en los presocráticos una letra que ordena el edificio.
Moreira es un narrador ejemplar, que le dicta su método a la propia novela de Aira y anticipa la reacción del lector:
Estábamos perplejos. La característica más sobresaliente de Moreira era esa constante sustitución con que obturaba sus olvidos de palabra. No necesitaba siquiera olvidar para sustituir. Era la gratuidad de sus construcciones, y no otra cosa, lo que nos había acercado a él. Moreira era el lujo mismo: desnudo, si así puede decirse.
Quizás los Señores Lectores, como vos, si escucharon lo que Moreira ha andado balbuciando, haigan aprendido: que la literatura da Güelta todo, eso es lo que se llama un tiro de desgracia.
Pero Moreira es también ídolo andrógino, gurú lacaniano, padre revolucionario:
Lo miramos. Sus senos, ligeramente protuberantes, parecían los de una niña, Rosados; los pezones y la areola mamaria oscuros. Latía debajo, como lo habíamos escuchado dentro del cuerpo de nuestras madres.
¿Comprenden, hasta ahora los señores Lectores, todo lo que va sucediendo? ¿Les parece demasiado discontinuo? Vean esto:
La discontinuidad, tal es entonces la forma esencial en que nos aparece primero el inconsciente como fenómeno.
Aquí salta un forma desconocida del uno, el Un del Unbewusste. Digamos que el límite del Unbewusste es el Unbegriff —no inconcepto, sino concepto de la falta.
Y así siguiendo. Moreira es un ejemplo perfecto de un momento de extraordinario optimismo en la historia de la cultura argentina, cuya élite creía estar frente al advenimiento de un mundo nuevo, en el que la práctica revolucionaria era indisoluble de la vanguardia en todos los terrenos científicos y artísticos. Así, el discurso de la época, del que la novela de Aira es un ejemplo iluminador, se coloca bajo la protección de una continuidad de saberes: el marxismo leninismo en primer término, pero también el lacanismo y los distintos modos del estructuralismo. En ese lugar simbólico en el que confluyen y se administran los saberes, no había otra forma de hacer política que la de la guerrilla, otra exploración del inconsciente que la lacaniana, otro arte que el del procedimiento mecánico, otra literatura que la que renegaba definitivamente de la representación.
Aira ingresa en la literatura acorazado con todos esos saberes y Moreira los pone en evidencia hasta rozar la (¿involuntaria?) parodia. El gaucho es también un símbolo de que la Argentina es la tierra en la que habrá de dirimirse el combate definitivo de la modernidad contra el mundo viejo. Por supuesto, se trató de un delirio que tendría consecuencias trágicas. Sin embargo, con el correr del tiempo, esos saberes seguirán presentes, aunque menos como marcos de referencia oficiales que como vigías silenciosos, objetos generadores de culpa. El problema es que pocos parecen aceptar que esa sumisión dogmática a los saberes organizados fue (y es) ridícula y peligrosa. Curiosamente, si algún ex guerrillero ha señalado en público los errores de aquel tiempo (aunque la implacable insistencia en el castigo a los represores es, en parte, un intento de tener razón retrospectivamente), no existe un solo psicoanalista que haya hecho una autocrítica, aunque más no sea por la costumbre de su gremio de hablar y escribir en jeringoso (Moreira = Mor e Ira, por dios).
¿Y en la literatura? ¿Y en Aira, específicamente? Parece haber en él una ambigüedad que está localizada en el centro de su escritura. Por un lado, no hay nada en los textos posteriores de Aira ni en sus oblicuas apariciones públicas que desmienta las filiaciones originales, tan claramente expresadas en Moreira. Por el otro, su obra puede ser pensada como una depuración de ese texto. Aira no agregó nunca nada al Moreira; a lo largo de los años se dedicó, como el escultor con el mármol, a extraer de allí su perfil propio de escritor.
Continuará…
Foto: Flavia de la Fuente
febrero 17, 2008 a las 12:42 pm
¡Qué buen proyecto! Es mejor incluso que aquel generoso trabajo sobre La joven guardia. Semana a semana, los esperaré. Más que fútbol. Abrazo para los dos y ya salen las nubes. RK
febrero 17, 2008 a las 6:30 pm
Pregunta: ¿Alguien vió el corto «La muerte de Alberto Greco » o algo así?
Lo están dando en el Malba, ¿qué les pareció?, porque lo vi promocionado en Radar y La Nación y me llamó la atención (y me salió una rima también)
Saludos
PD. Perdón por preguntar esto acá, pero no sabía donde poner la pregunta si no era en el último post.
febrero 17, 2008 a las 7:38 pm
Otro lector que se anota a este post. River puede esperar..
febrero 17, 2008 a las 8:38 pm
«Sin embargo, con el correr del tiempo, esos saberes seguirán presentes, aunque menos como marcos de referencia oficiales que como vigías silenciosos, objetos generadores de culpa.»
Esta es la frase más lúcida que leí en años sobre la relación entre Marx/Lacan y la cultura argentina.
febrero 17, 2008 a las 9:54 pm
Concuerdo con GG, la nota de Q es potente (alguien usó antes este calificativo) y lúcida.
El párrafo que alaba GG continúa diciendo : «El problema es que pocos parecen aceptar que esa sumisión dogmática a los saberes organizados fue (y es) ridícula y peligrosa.»
Aira tenía poco mas de 20 años cuando escribió el Moreira ¿ no es la edad indicada y perfecta para ser sumiso de los saberes dogmáticos ? ¿ No es en cambio el haber pasado los 50 la edad para decir que ser sumiso a los dogmas es ridículo y peligroso ?
En definitiva ¿ no son los 20 años la edad para ser ridículo y no tener conciencia del peligro ?
La pregunta es abstracta, porque en concreto Q ya ensaya una respuesta sobre la obra posterior de Aira (que a esta altura ya está cerca de los 60).
febrero 17, 2008 a las 10:23 pm
Gonzalo, me parece importante que sigas escribiendo en LLP. No lei ninguno de tus libros, solamente lei cosas tuyas el ñ y aca, pero me interesan tus aportes. Dale, no seas fiaca y segui interviniendo, los lectores de LLP (y sin duda Q y F) te lo agradeceremos.
febrero 17, 2008 a las 10:57 pm
Ahora te toca Ema la cautiva…espero ansioso el comentario.
febrero 17, 2008 a las 11:01 pm
El Marce, gracias pero no es cuestión de fiaca, estoy tratando de terminar un libro. Igual leo seguido LLP y a veces, a falta de otra cosa, comento en la Ñ. Suerte.
febrero 18, 2008 a las 12:44 am
Cito: «Si Favio construye un mito afín al peronismo y a una tradición narrativa arcaica, el texto de Aira concentra las apuestas más radicales de la intelectualidad de la época.»
Mi dislate subtextual: oposición «peronismo»-«apuestas radicales». Sí, ya sé que no se trata del radicalismo político local, pero no deja de provocar una sonrisa leer este párrafo con gafas lacanallescas -si se disculpa el emplasto tan a tono.
Saludos.
febrero 18, 2008 a las 2:07 am
Leimos La Prueba y La Guerra de los Gimnasios en relacion a sus transposiciones cinematograficas en Guion 2 en la FUC. Si esos textos son cubiertos aqui, me gustaria saber que puede decir Q sobre esa cuestion. Perdon, pero este teclado no me permite poner tildes.
febrero 18, 2008 a las 8:59 am
Excelente nota. Por lo descripto, sí, el libro debe de ser francamente insoportable, como casi todo Aira. Pero la nota esta buenísima, espero las que vendrán.
febrero 18, 2008 a las 9:22 am
«De allí se deduce que nada hay tan absurdo como reseñar un libro de un escritor que ha publicado más de cincuenta».
No hay proyectos más interesantes que los que parecen absurdos. Parece que la «literatura portátil» de Aira deja de serlo cuando se la pone en la perspectiva del tiempo, mientras tanto él sigue corriendo hacia adelante agarrado a un lápiz que va dejado su trazo en el aire.
¿Le creeremos cuando dice que no corrige? Yo trato, no me lo imagino corriendo y corrigiendo al mismo tiempo.
¿Escribir es como dibujar?
¿A las palabras se las lleva el viento, como al vestido de novia de la costurera?
Moreira es inhallable, pero recuerdo emocionado el placer que me provocó la lectura de Ema la cautiva.
Etc.
febrero 18, 2008 a las 9:39 am
¿Cuánto faltará para llegar a El Tilo, uno de los que más me gustaron?
febrero 18, 2008 a las 9:40 am
Koba, no sé qué hago, cierro mal la cursiva.
¿¿Cómo era??
febrero 18, 2008 a las 9:45 am
Ya te lo arreglé, Estrella.
Cuando cerrás tenes que anteponerle a la «i», dentro de los corchetes, una barra inclinada (/).
Flavia
febrero 18, 2008 a las 12:26 pm
Hace tiempo que busco un buen libro para leer, me falta tiempo, y cuando me pongo por cansancio lo dejo antes de tiempo, pero aquí encuentro muy buenas recomendaciones ;)
http://notengoiphone.wordpress.com
febrero 18, 2008 a las 12:37 pm
Hace dos o tres años (tal vez más) andaba buscando los libros de Aira que me faltaban y en un puesto de Parque Rivadavia encontré la edición de Moreira de Achával Solo (creo que no hubo otra) a ¡3 pesos! En el momento me pareció barato, claro, y un hallazgo que me provocó varias horas de felicidad. Y ahora que decís que te pidieron 400 pesos no lo puedo creer.
febrero 18, 2008 a las 12:45 pm
muriò robbe grillet
febrero 18, 2008 a las 2:51 pm
El libro parece muy interesante y ambicioso. Mas allá de eso, me pregunto porqué tanto odio por los coleccionistas. 400 pesos no parece caro.
febrero 18, 2008 a las 2:58 pm
qué querés decir cuando decís que comprar libros, por desgracia, sí es tu fuerte?
o es un error de tipo semántico, que se añade a los errores ortográficos en el mismo post?
febrero 18, 2008 a las 3:05 pm
Quiero decir que, a lo largo de mi vida, he gastado toneladas de dinero en libros.
¿Serías tan amable de señalarme esos errores ortográficos?
Q
febrero 18, 2008 a las 4:00 pm
«seguramente valdrá más aun con el tiempo».
si lo que querés decir es que el libro valdrá más «incluso con el tiempo» estaría bien, aunque sería medio descolgado (incluso con el tiempo además de qué?, uno podría preguntarse). supongo que querés decir que valdrá todavía más con el tiempo; en ese caso es un error.
y lo digo sin saber en verdad qué opina la RAE, pero entre docentes se sigue enseñando la diferencia entre el aún/adverbio temporal del aun conjunción o adverbio modal.
también, a diferencia de los periodistas, los docentes siguen diferenciando el este/adjetivo del éste/pronombre; vos los unificás y, bueno, este caso no es tan grosero como el anterior, porque te respalda toda una corriente de escritores y periodistas sin formación y, se sabe, la repetición hace la norma.
bueno, esto por ahora, otro día hablamos de lo mal que escribe aira.
febrero 18, 2008 a las 4:18 pm
Cristian de flores, qué puntilloso.
febrero 18, 2008 a las 4:21 pm
En el primer caso, si entendí bien, falta un acento (tilde, si suena más docente). Gracias. No me di cuenta. Ahora lo corrijo.
En el segundo, se acepta que «este» se escriba sin tilde en todos los casos, a menos que pueda prestarse a confusión. Así nos dice nuestra especializada correctora.
Si esos eran los errores de ortografia, me quedo tranquilo.
«a diferencia de los periodistas, los docentes…»
Nunca leí nada tan reaccionario.
Espero la demostración de «lo mal que escribe Aira» (que, por ser un nombre propio, se escribe con mayúscula).
Saludos
Q
febrero 18, 2008 a las 4:30 pm
Aira escribe mal? Por favor, hasta cuándo habrá que seguir oyendo semejantes lugares comunes. Y es tal cual, es una objeción que se repite sin cesar (creía yo que se trataba de un deporte en extinción pero se ve que no) sin que hasta ahora los fiscales de la literatura se hayan molestado en demostrar semejante aseveración.
febrero 18, 2008 a las 4:41 pm
tengo frases más reaccionarias si querés, es sólo cuestión de seguir con el cut and paste.
ahora bien, si te pregunto por qué es tan reaccionaria una generalización como la que hice, evidentemente hostil al periodismo o, como se dice ahí, a toda una corriente de escritores y periodistas, me darías una respuesta?
y te cuento de paso: yo puedo escribir «aira» sin mayúscula justamente porque no puedo escribir «aun» sin acento cuando lo lleva. está claro quién la rema y quién no en materia de estilo.
febrero 18, 2008 a las 4:55 pm
Yo creo que cristian de flores además de puntilloso, es propietario de un teclado sin mayúsculas.
O no le gusta usarlas. Después del signo ‘.’ no las usa nunca.
Dicho todo esto con el mero afán de crear polémicas al pedo. :)
febrero 18, 2008 a las 4:59 pm
Doy por terminada esta absurda discusión.
«Quién la rema y quién no en materia de estilo»
Andá a remar al Tigre.
La mala leche es infinita.
Fin.
febrero 18, 2008 a las 7:17 pm
Terranova debe estar por publicar algo y después de leer tu comentario de la novela de Bizzio te debe querer tener ocupado durante un buen rato.
febrero 18, 2008 a las 10:12 pm
¿Por qué salís como Cristian de Flores? Cuando en realidad sos Cristian De Nápoli.
febrero 19, 2008 a las 12:03 am
David: «Aira escribe mal? … Y es tal cual, es una objeción que se repite sin cesar.»
Se llama Cé-sar. Cuac! ¿Otro teclado sin tildes y sin mayúsculas, como el del porteño talibán? :)
Bueno, no tiren con tomates podridos, solo me quise mandar una a la janfiloso, pero J hay uno solo (agregar tilde a gusto en el ‘solo’ que deseen).
febrero 19, 2008 a las 12:19 am
Imagino a Aira escribiendo un libro de excusa cuya verdadera obra son los comentarios al margen.
febrero 19, 2008 a las 6:28 am
A gusto no, seamos serios :D
febrero 19, 2008 a las 8:00 am
Aprobado More Aira, aprobado. El humor es como el apéndice : lo tenés o no; a algunos se lo sacaraon.
febrero 19, 2008 a las 8:03 am
Me gusta más Quintín con el sombrero de comentarista de libros.
Lo hace muy bien. Enseña y entretiene. Además escribe con envidiable eficacia y economía de recursos. Yo creo que es nuestro Jim Thompson.
febrero 19, 2008 a las 11:29 am
More Aira, tenés razón, jajaja.
febrero 19, 2008 a las 5:35 pm
Q: tenemos a Moreira a 200 sopes! , sin delivery.
febrero 19, 2008 a las 5:37 pm
Gara mona es Garpa, Mona. vendiò una 18 whiskys a 200 dòlares a una estudiante yanque go home!
febrero 22, 2008 a las 10:45 am
Todavía no leí nada de Aira (digo todavía porque lo considero en mis lecturas pendientes), por lo que este proyecto me trae una doble sensación de aceptación y rechazo. Quisiera leer las opiniones de Q al respecto, pero no quisiera hacerlo hasta leer antes el libro comentado. De todos modos, creo que este emprendimiento quintenesco es un linda cosa.
marzo 4, 2008 a las 10:43 pm
Lean «Las Ovejas» de Aira que demuestra que cuando uno es un genio ya se nota desde los 20 años!
Quintin: no es sobre inexpresivos mamíferos. es como una de Philip Dick,un Blade Runner de la Pampa. Te ve a encantar!!
marzo 5, 2008 a las 3:38 am
y? para cuándo más de esto?
marzo 5, 2008 a las 5:38 pm
si , estamos esperando
queremo ver como te haces famoso marcando a maradona
octubre 2, 2008 a las 1:22 pm
La cita: «La lamelle, c’est quelque chose d’extraplat, qui se déplace comme l’amibe. Simplement, c’est un peu plus compliqué. Mais ça passe partout.»
J. Lacan, Seminario XI (Los cuatro conceptos fundamentales del sicoanálisis)
Buenísima nota. ¿Seriá muy criminal colgar un pdf del librito? $ 400. Mucho.
Saludos
diciembre 9, 2008 a las 1:14 am
No sé si alguien ya lo señaló: la cita en francés es de Jacques Lacan. Habla de una laminilla flexible y chata como una ameba, se refiere a la libido. saludos
May 11, 2009 a las 4:01 pm
Aira, es, me parece, uno de esos escritores con los que te puede pasar eso, es decir, querer leer su obra íntegramente, para decir «sí, lo he leído a Aira» como lo dice alguien obsesivo y metódico, o sea, como gente seria, pero que se te dificulta por el estilo del loco, tan personal, con cosas tan buenas y otras tan malas en un mismo texto, en un mismo párrafo, en una misma línea; y eso es lo que me fascina de él, si de hecho creo que lo descubrí por un sitio que recopilaba un dossier sobre «Malas Escrituras» (tengo que decir que soy del tipo desafecto-punk, y pronto aprendí que los libros eran y seguirían siendo caros en mi país y que los que los van comprando alegremente por la vida tienden a ser nerds, o privilegiados, o gente sin vicios -no me salgan con eso tan nerd de que leer es un vicio- así que lo mío son los ebooks y los fragmentos degradados que se encuentran en los blogs, etc., y así hago mis hallazgos), así que leí un poco y rayé; pero si hicieras eso que dices- a lo mejor ya lo estás haciendo, tengo que revisar el resto del blog, llegué aquí de Linkillo-, de ir metódicamente glosando de principio a fin, incluyendo manuscritos raros, sería la raja.
Aira es grosso.
abril 17, 2010 a las 1:05 am
che, todo bien, pero me parecía mucho más interesante impulsar un proyecto de publicación de todos esos libros de aira que no se consiguen, en pocos volúmenes o algo así. que los comenten o no es más o menos lo mismo si no los podemos leer.
septiembre 11, 2010 a las 11:57 am
El pasado, de A.Pauls, es un ejercicio estilistico muy bien narrado pero que no contiene una puta mierda.
Es el derroche estilistico de alguien que aprendio todas las lecciones de la estructura narrativa pero hasta el momento no tiene pasta existencial, carece de razon de ser para aportar alguna trascendencia.
Cuanta plata que gaste en ese libro hace tres anyos, lo acabo de leer para nada, furia.
Aprovecho para mencionar que si bien lamento con pesar la enfermedad del intelecto que padecen ambos autores del blog para comprender la realidad sociopolitica del pais, no dejo de apreciar la evolutiva transformacion de flavia en su relacion amorosa con los animales.
octubre 1, 2020 a las 6:15 pm
El proyecto prometía, lástima que no lo continuaste.
¡Saludos!