Contra los odiadores de blogs

Sobre las notas de González y Birmajer

por Juan Villegas

La prosa de Horacio González siempre me provocó irritación. Las oraciones largas y enmarañadas, los neologismos rebuscados y ese tono como de supuesta superioridad intelectual no van conmigo. También tengo que confesar que esa combinación de jerga académica y ambiciones de estilista me deja muchas veces afuera. Quiero decir: a veces no entiendo qué está diciendo. Todo eso me ha vuelto a pasar con el artículo que hoy publica Ñ, cuyo transparente título, “El blog no tiene futuro”, parece querer aclarar todo lo que en el texto es críptico o confuso. Tal vez, la clave esté ahí (aún sabiendo la posibilidad de que el responsable de ese encabezamiento no sea el autor de la nota sino los editores). Se me ocurre que las ideas de González son simples, caprichosas y poco desarrolladas (como el título en cuestión), mientras el estilo quiere disimularlo.

 

 

Pero vamos al texto en sí, o lo que yo pude llegar a deducir del mismo. La idea general parece ser una crítica a la impureza de la literatura actual y una defensa de la idea clásica de autor. Los blogs serían, para González, el síntoma máximo de la crisis del autor tal cual lo entendíamos hasta ahora. Sin embargo, su conclusión es optimista, ya que predice una “era pos blog”, donde la institución clásica de la escritura entendida tradicionalmente volverá a reinar. La idea es reaccionaria, pero también es pobre y sin fundamentos. En algunos tramos del artículo quiere cubrirse y señala la probabilidad de que a partir del blog surjan nuevas formas literarias, pero el objetivo final de toda su argumentación es demostrar sus limitaciones y no sus posibilidades. Los dos grandes problemas del texto son su incapacidad de fundamentar y la ausencia de alguna idea interesante sobre el tema.

Cito un fragmento:

“…por el momento se asistirá por bastante tiempo al juego de pérdida de la frontera entre institución de la escritura y disolución del autor de opiniones en las partes aleatorias de una infinita conversación amorfa, injuriantes o cándidamente devotas.”

Pero el Ñ nos entrega otro artículo contra el blog. Se trata de una columna firmada por Marcelo Birmajer. El estilo es aquí más transparente y tiene por lo menos la virtud de la franqueza. Sin embargo, el grado de irritación que me produjo es el mismo. Birmajer quiere referirse críticamente a cierto tipo de blog, al que llama “de resentimiento virtual”. El problema es que no delimita bien su objeto de análisis. En el primer párrafo, señala que hay muchos tipos de blogs, pero inmediatamente nombra solo dos ellos, de una forma que, sin embargo, parece exhaustiva: los escritos por personas anónimas que solo desean comunicarse con otros desconocidos y aquellos que utilizan “individuos famosos destacados en tal o cual disciplina” como un vehículo de publicidad o difusión. Sabemos que en el medio de estos dos extremos existe un arco enorme de blogs posibles, dentro del cual se destacan los más interesantes. Sin embargo, Birmajer concentra su crítica en esa “clase de blog en la que el autor deja entrever que su genialidad no puede ser contenida por la vulgar publicación en papel, y que sus opiniones –transgresoras, únicas y auténticas- nunca pasarán el filtro de lo que denomina “el mercado”. Sinceramente, no sé a qué se refiere. El problema es la ausencia de toda referencia a los blogs llevados adelante por escritores, periodistas, artistas, críticos y filósofos que no escriben desde el resentimiento sino desde la necesidad personal de expresarse y desde el deseo de generar un lugar de libertad y discusión, a la vez que ponen en evidencia su subjetividad más íntima. Esta omisión es jodida, porque genera el implícito de que lo que él describe críticamente los incluye.

En un momento, dice:

“El autor de esta clase de blog no encuentra ningún obstáculo entre su deseo de lanzar al mundo sus pensamientos y la posibilidad material de hacerlo a través de Internet. No debe afrontar los rigores de editores ni correctores. No debe preocuparse por si al público le interesan o no sus reflexiones ni por si los críticos las elogiarán o aniquilarán. Goza de una posibilidad sin límites y, como suele ocurrir con los seres humanos, la falta de límites no necesariamente estímula la inteligencia o el donaire.”

Más allá de que este fragmento roza el elogio de la censura, lo que evidencia es que el verdadero resentido es Birmajer. La descripción que hace de la libertad de expresión en los blogs es correcta; el problema es que él vea algo malo en esa libertad. Más avanzado el texto, se lee esto:

“Es el clásico joven al que su padre, luego de haber logrado, con grandes esfuerzos, pagarle los estudios en la gran Metrópoli, le pregunta: ‘¿Cómo te ha ido, hijo, en el exámen de Medicina’. Y él contesta: ‘Padre, he utilizado tus recursos en mi verdadera vocación: soy el autor de un blog’.»

Esto emula el “jorgecarnevalismo” de su compañero de suplemento, con la diferencia de que el responsable de la columna “Cinefilia”, más allá de su conservadurismo cinematográfico, maneja por momentos cierta ironía elegante. Birmajer no solo no es gracioso, sino que olvida que los blogs son gratis.

Sigo citando:

“La molicie, el nihilismo, la falta completa de rigor en cualquier disciplina, aparecen a menudo como valores defendidos en centenares de estos blogs en español. Es que varios de sus autores pasan el tiempo viviendo de recursos ajenos, sentados frente a la máquina, pensando en de quien burlarse.”

Repito: ¿quién es el resentido?

 

Foto: Flavia de la Fuente