Publicada en Perfil el 12/1/14
por Quintín
Me propongo sugerir aquí que José Celestino Campusano es un director mucho más interesante que Martin Scorsese. No soy víctima de un delirio nacionalista, me limito a señalar la evidencia que se me impuso esta semana cuando vi El lobo de Wall Street en el cine y las dos últimas de Campusano (Fango, Fantasmas de la ruta) en la computadora.
En El lobo de Wall Street no hay mafiosos como en Buenos muchachos o Casino sino brokers, pero la estructura es parecida. Scorsese exhibe otra vez esa doble moral que le permite regodearse en la misoginia, el abuso y la violencia y al mismo tiempo condenarlas. Después de la melancólica Hugo (una película sobre la pureza original del cine y la pobreza de los artistas) esta es una película eufórica, a tono con el dinero y la cantidad de drogas consumidas, donde importa menos la evolución del protagonista que la obsesiva coreografía de la codicia. En el fondo es un musical, no solo por la exquisita banda sonora de Robbie Robertson sino por la sucesión de tableaux vivants grotescos en los que un enfervorizado coro de empleados celebra una y otra vez la genialidad del patrón DiCaprio. Pero el motivo (en el sentido musical) de El lobo de Wall Street es menos el deseo individual de ser rico que la admiración universal por el éxito. Scorsese es un cineasta esquemático y triste: una vez más la megalomanía autodestructiva de los personajes hace avanzar la trama y le da un poco de humanidad a la historia; una vez más el contexto es un mundo pecador después de la Caída (bíblica, del capitalismo, personal), donde lo único verdaderamente terrible es ser pobre como muestran los planos finales de los miserables en el subte o en un curso para aprender a vender.
Campusano tiene más suerte. Llegó al mundo oficial del cine de grande, desde afuera y está empezando a ser reconocido a partir de un universo personal inédito y una maestría inesperada: con sus media docena de historias sobre marginales se ha convertido en el mayor narrador del cine argentino actual. La marginalidad de Campusano es aparente: su espacio y sus personajes lo son, pero su concepción del cine está en las antípodas —por ejemplo— de la contemplativa pintura suburbana de Raúl Perrone. Las películas de Campusano —como las de Scorsese— apuestan a la tensión de cada escena y a la velocidad del relato. Con un poco más de dinero del que disponía al principio, está demostrando que posee una versátil imaginación, conoce su ambiente y maneja una troupe de grandes actores, cuya presencia los exime del virtuosismo técnico del que el cine sigue abusando. Sus films son westerns del sur, originales, divertidos y notablemente fluidos. La reflexiva capacidad profesional de Campusano le permite filmar en un poco tiempo una obra maestra como Fango y una miniserie más convencional como Fantasmas de la ruta (cuya versión abreviada para cine se vio en Mar del Plata). Pero la suerte de Campusano no es su innegable talento, sino que su productividad y su astucia le permiten mantener la frescura y esquivar ese momento en el que el desgaste fija a los cineastas dentro de sus propias películas. No logramos descubrir dónde se oculta Campusano, mientras que es imposible no ver a Scorsese en el lugar del lobo cuyos dientes melló el sistema.
Foto: Flavia de la Fuente
enero 12, 2014 a las 10:55 am
Alguien tenía que decirlo, y esta visto que no hay otro que pueda suplirte… Ojalá aplicaras siempre esta serena lucidez.
Saludos.
enero 12, 2014 a las 11:56 am
Excelente Q., como siempre. Y es muy cierto que Fango es un gran film, lo mejor de Campusano hasta aquí.
enero 12, 2014 a las 1:44 pm
…No vi ‘Fango’ (traté de hacerlo en el festival ‘Màrgenes’, pero no lo logré -grrrrr-), aunque si lo demás de Campusano, y me gustó por demás… las últimas cosas de Scorsese no me dijeron nada (hablo del formato ficción)… no obstante eso, supongo (es mi idea, bueno) que habría que esperar que el primero dirigiese 37 películas como el segundo (no cuento las cosas en TV ni los cortometrajes) para hacer una comparación pertinente (¡también las tres primeras de don Martin fueron muy buenas!)… todo en mi pequeña mirada subjetiva, claro…
enero 12, 2014 a las 1:54 pm
Otra cosa interesante de Campusano que no mencionaste es que Fango es una película SIN GUIÓN. Así es. También es una película SIN ACTORES, los personajes son ellos mismos, personas de Banfield o alrededores del conourbano bonaerense quienes son además los guionistas! junto a Campusano: entre todos fueron armando los hechos, quien dijo qué o cómo reaccionó en Fango fue ideado por los mismos intérpretes a partir de sus experiencias vividas en ese entorno. Campusano no sólo me gusta más que Scorsese sino que me parece que no tienen absolutamente nada que ver. Campusano hace un cine social, se define a sí mismo como un servidor público, invita a sus vecinos a contar sus propias historias, mientras Scorsese sólo se limita a ganar dinero.
Pero muy buena la comparación! Saludos!
enero 12, 2014 a las 7:38 pm
(El bebé la va de perdonavidas con papá..-je).
Hablando de ésto: Que valor seguir mirando pelìculas de Martìn, y en el cine!! (el único que pudo hacer decente sobre el tema fue To en Life without Principle).
Lo de Campusano en Fango está muy bien pero no puedo quitarme de encima la sospecha de que ese final tan calculado y poco generoso es afín a la figura de la mala consciencia o del kernerismo contradictorio, deseperado….
Sdos!! :D
enero 12, 2014 a las 8:20 pm
¡Una pelea a golpes y cuchilladas entre un músico y una lesbiana! ¡Parece El hombre quieto!
Q
enero 12, 2014 a las 8:25 pm
:D