El espía que vuelve del frío

Publicado en Perfil el 24/12/12

por Quintín

La primera vez que vi el nombre de John Le Carré fue en una alusión al pasar de Julio Cortázar, probablemente en Ultimo round (1969): decía que las novelas de Le Carré hacían honor a su nombre porque eran un poco cuadradas (jo, jo,… Cortázar siempre estuvo un poco falto de humor). En 1974 Le Carré publicó El topo, que acaba de volver a las librerías gracias a una flamante versión cinematográfica con Gary Oldman en el papel de George Smiley, acaso el espía más triste de todos los tiempos.

Todos estos años me pregunté si El topo (una aceptable traducción para un título notable como Tinker, Tailor, Soldier, Spy) era la mejor novela de espías que había leído, aunque ese no sea un mérito enorme: las novelas de espías son pocas y, en general, malas. Es cierto que las de Le Carré tienen un antecedente claro en las de Graham Greene, y también que Martin Cruz-Smith utilizó el pathos depresivo de ambos en la saga  del detective Arcady Renko, un policía soviético atrapado en las intrigas de la KGB.

Los libros de Smiley son exactamente opuestos a los de James Bond, con su acento en el sexo y la aventura. El héroe de Ian Fleming es un conquistador y un optimista del Imperio Británico, al punto que sus versiones cinematográficas quedaron progresivamente atrapadas en la caricatura. Construido como la contrapartida de Bond, Smiley es una pieza desgastada de un mecanismo inútil y obsoleto como el servicio secreto británico. Si 007 se acuesta con todas las mujeres que encuentra en el camino, en El topo el promiscuo no es Smiley sino su esposa que lo convierte en un cornudo múltiple. Entre la saga de Bond, con su culto a la virilidad, a la monarquía y a la patria y la opacidad de Smiley media el caso Philby, la increíble historia del agente que desertó en 1963 dejando en ridículo a la inteligencia británica y exponiendo, de paso, la relación entre la elite académica de Oxford y Cambridge en los treinta con los comunistas, la traición y la diversidad sexual. De hecho, El topo se basa en la historia de Philby y su pesimismo coincide con el tiempo en el que la irónica y melancólica celebración de los Kinks de las tradiciones británicas deja paso a la furia desmañada de los Sex Pistols. Tan desdeñoso con la vieja aristocracia como con los cantos de sirena de la izquierda, El topo no ve otro porvenir que la irreversible llegada de la barbarie.

Pero si es verdad que leí El topo cuando se publicó, es muy curioso pensar que mientras los peligrosos juegos de la Guerra Fría empezaban a parecer absurdos a las personas sensibles, las pasiones tenían otra temperatura del otro lado del Atlántico. La idea de establecer un sistema político basado en alguna variante del soviético conmovía los corazones juveniles así como la voluntad de reprimir esas intenciones era unánime entre quienes detentaban el poder. Cuando treinta y cinco años más tarde esa fiebre de los años setenta adquiere actualidad por vía de la nostalgia y hasta de la reivindicación, es posible sorprenderse pensando que tales delirios no solo están desactualizados, sino que ya lo estaban entonces. En aquella época y desde este lado del mundo era difícil entender desde dónde se escribía una novela como El topo que desde su modestia reclusión en el género, demolía simbólicamente la entonces llamada cortina de hierro cuya caída demoraría quince años. La gracia de la novela es que logra construir un juego de espionaje doble que hace reversible cada movida e indistinguible su sentido y que reduce la gran batalla política de esos años a una nimiedad de suma cero aunque extraordinariamente costosa. Y, para colmo, atribuye las muertes ocasionadas por tal mecanismo a un estúpido ejercicio de la crueldad más que a irreconciliables diferencias ideológicas.

Foto: Flavia de la Fuente

5 respuestas to “El espía que vuelve del frío”

  1. andres Says:

    La secuela a «El Topo», «El Honorable Colegial» es una novela menos conocida, pero es todavia mejor, en mi opinion. En cambio, el tercer libro de la trilogia, «La Gente de Smiley» es bastante flojito.

  2. Daio Says:

    Sobre espías y «Guerra Fría»: entre las especulaciones sobre la muerte del joven camporista en Montevideo, los que tratan de caracterizar el caso como el de una muerte heroica, para no manchar «el relato oficial», mencionan la existencia de agentes secretos ingleses, que lo habrían asesinado como una advertencia, tanto a Mujica como a Cristina.
    Bueno como argumento para una novela de espionaje. ¿No? Ya tengo el título: «La mano asesina».

  3. plared Says:

    Muy interesante novela, en la que se marcan las pautas de un espia muy alejado del tipo Bond. Su continuaciones tambien muy buenas, aunque quizas la mejor sea la segunda, el honrable colegial. Por cierto la pelicula comentan que capta perfectamente la esencia del libro, aunque en realidad todavia no la he visto. Saludos

  4. lanoviadetroll Says:

    (Alfredson-Carré) Cine de ideas en el «buen sentido». Impecable pero algo dificil entusiasmarse con algo que sucita tan unánime y monolítco consenso. Evidentemente asume un conocimiento del material (me pasó de verla con cierto público -español- que se quejaba de lo nada que se entendía y lo complejo de la trama aunque todo está ahí deliberadamente brumoso) y es impecable… Conozco la novela y la «versión Guiness» de la BBC, la condensación ajusta el aspecto oscuro y reversible de la trama y de alguna amnera hace de todo un asunto más legible (probablemente el inevitable costo), lo que era una buena miniserie (y una suerte de Sir Alec tour de force) es hoy una grim and darker period piece tristemente relevante todavía para nosotros… –
    Julio Iglesias alcanza la consagración cinematografica singing Trenet`s «La Mer»: Die Almodovar Die!!! LOL

  5. lanoviadetroll Says:

    btw segunda vez que dejan los oscuros trapos sucios de la real politik británica en manos de extranjeros (after Polansky – Ghost Writer)… Gente civilizada si las hay :)

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