Todo lo que maté (14)

por Hernán Firpo

Iuju, soy yo otra vez y en esta oportunidad vengo a explicarles que la primera persona está en crisis y no puede valerse por sí misma. Les cuento que Silvia daba en el clavo. En rigor, adivinaba la combinación que uno de estos narradores usaba para entrar en su correo electrónico. La palabra, shhh, lo que no puede decir él y se los digo, la palabra clave es desamparo, puntualmente Orfandad. O sea, entre la psicologia y el hacker, Silvia se ubicaba en un lugar exclusivo de la observación del paciente. Freud se equivocó en muchas cosas, pero en esto no.

¿Hace cuánto que no ves a tu padre?

Está muerto hace dos años.

Muerte civil.

¿Y a tu mamá?

Más o menos lo mismo.

Muerte civil.

Linda ficción jurídica.

A Silvia también la mató a pedido y mientras escuchaban el primer tema de “Amor, esa realidad bifronte”. ¿La interpretación avanza o retrocede ante la realidad?

Con Silvia tuvo su debut como sicario.

Y, por favor, le ordeno: guardate esa plata para otras cosas.

Como cualquier asesino por encargo, o escritor por encargo, el resultado, el trabajo y/o la  responsabilidad, tuvo nulo compromiso emocional.

Cruzado por el ruido del mar y el cuchicheo de los árboles, detectaba rostros, gestos y ademanes. Lo planeó en una tarde uruguaya. El mate, las facturas y el oleaje. Acerquémonos.

Vos no tendrías que llamar nunca más a Silvia. Te hace mal. En una personalidad como la tuya, no es una terapia constructiva.

El mate está frío.

Si querés andá y calentá más agua.

Los termos de Mate Listo Taragüí son una mierda, ¿viste? Acá dice que te mantienen la temperatura del agua 30 minutos ¿Vos cuántos mates tomaste?

Uno.

Yo, cinco, seis. Ya está frío. ¿Cuánto se tarda, promedio, en tomar un mate?

No sé, ¿de qué estás hablando?

Vos tardás con el mate. Te colgás, pero ¿cuánto se tardaría normalmente en tomar un mate?

No sé, te dije.

Hablo de un tomador compulsivo.

¿Vos te tomás uno detrás de otro, nunca convidás y decís que yo me cuelgo…?

¿Máximo, un minuto?

Andá y calentá el agua, ¿querés?

Me da fiaca.

Tenés que dejar a Silvia.

Mirá… ¿esa no es Maitena?

¿Eh?

¿La rubia esa no es Maitena?

¿La de pelito cortito blanco?

Es Maitena. Seguro. Esperá. ¡Maitena!… ¡¡Ey, Maitena!! ¿Viste que era Maitena?

Vos sos un boludo…

Ya que estamos en Uruguay ¿por qué no compramos un termo como la gente? No te digo que vayamos con el termo bajo el brazo, pero esta mierda…

Comprá.

¿Un termo y un mate? Estos cacharritos acá no van. ¿No sentís que nos miran raro?

No, la verdad que no.

¿Viste cómo nos miraba Maitena?

No.

Hasta Maitena se escandalizó. Creo que cuando la saludé enseguida miró el cacharrito. Miraba como si yo tuviera una malformación congénita.

Te miraba porque sos un desubicado… ¡Maitena!, ¡Maitena!, a los gritos, ¡Maitena!… Pobre mina.

A ver: ¿Maitena es argentina o es rioplatense?

No empieces.

Para vos Drexler es rioplatense, para mí es uruguayo, recontra uruguayo. El Pelado de la Bersuit, por ejemplo, va a todos lados con su termo. ¿Eso le da carta de ciudadanía?

No empieces con eso.

Los uruguayos pierden, ¿no? De este lado del charco, ponele, Cordera, que vive en La Paloma, también podría ser considerado rioplatense.

Basta.

¿Pero no es que te tienen que dar el alta?

Nunca te dan el alta.

Entonces me va a decir que siga yendo.

Y vos le decís que tenés que hacerte un tratamiento de conducto y que no te alcanza la guita. Punto.

***

Migue me dice papá y cada vez que lo dice –papá o papi— sé que debo hacer cosas productivas.

Me dice: papi quiero dormir en casa.

Esta también es tu casa, Migue. Tenés “casa“y  “casita”.

Quiero ir a casa.

Hoy dormís en casita.

¿No me puedo ir a casa?

Quiero que duermas conmigo. Acá, en casita.

Quiero ir a mi cama.

Acá también tenés una cama.

A Migue le decoré la pieza rápido. Los libros siguieron en el piso, los cedés, la ropa amontonada en las valijas. A él le hice el cuarto en una tarde. Fui a Easy y compré cama, estantes para armar, pizarrón de pared, tres planchas de corcho, escritorito y clavos para colgarle el Mafalda que me regaló Quino cuando yo tenía su edad.

La habitación de Migue es la más grande de las dos. A la mañana, de tanta luz, queda una huella de claridad que dura todo el día y enciende cada una de las cosas. El pizarrón, el móvil de papel de arroz, el póster de Vélez campeón, el de 100 % Lucha. Un Chaplin. Todo parece encendido.

También le compré un baúl verde para guardar sus cosas y esa noche, la primera noche que durmió en “casita”, le dije que lo abriera. Pero despacito abrilo.

Más despacio.

¿Así?

Más despacio.

¿Así?

Más.

¿Así?

Esperá. Es como el cajón de los cuentos de Sherezade. ¿Te acordás de la chica que para salvar su vida le contaba un montón de historias a un sultán? Bueno, este cofre tenés que abrirlo despacito porque hay una sorpresa. Muy despacito, hijo.

¿Así?

Mmm más despacio.

¡Una pelota!

¡Una pelota pro-fe-sio-nal!

¡Como la de los jugadores de verdad!

Me voy a su cama y soy arquero. El tiene que cabecearla, si la pelota toca la pared, es gol. Yo saco una pelota, él cabecea, yo vuelo, la pelota me pasa, gol. Lo abrazo.

¡No, pa! vos sos del otro equipo, no me podés abrazar.

Pero como somos uno contra uno es como si te felicitara.

Se queda pensando. Cuando piensa, las pupilas de Migue son dos bolitas negras que se van a buscar explicaciones en los techos.

¿Nambandián también hace eso?

No. Los tenistas festejan solos.

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Foto: Javier Legris

2 respuestas to “Todo lo que maté (14)”

  1. janfiloso Says:

    …suma y sigue…

  2. Mister Says:

    Maitena se fue a La Paloma para ser una celebritie.

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