Todo lo que maté (novena parte)

por Hernán Firpo

Reflexionar acerca de los caminos de la humanidad. Si está paralizada o va hacia alguna parte nunca estuvo entre mis prioridades. Como las construcciones de sentido. O el arte. Nunca me interesaron esa clase de guerras. No tuve tiempo de problemas existenciales. Siempre hubo necesidades más urgentes, más banales y económicas; más sociales y  políticas. Esto, sin contar el consumo que nos hizo esa clase de seres atraídos por la insatisfacción.

¿Cuánta insatisfacción hay que cuchichear para estar mejor? Te dicen eso: el plasma no ocupa lugar. Descolgás “Desiderata” y ponés la tele. ¿Quién ideó un televisor para ricos que no ocupe lugar? Se supone que un Phillips ultra chato de setenta y dos mil pesos debería verse desde todas partes. Alguien que puede comprar un plasma TVS seguramente no viva en este monoambiente, de modo que si ocupa más o menos lugar que el yacuzi no puede ser algo tan alarmante.

Tuve mi primer televisor, 14 pulgadas, color, cuando se jugó el mundial 90. El aparatito, por otras razones ajenas a las cuestiones del diseño, tampoco ocupaba espacio. Di vuelta el cajón de frutas pintado con onda y lo usé de mueble. Apoyé mi televisor y lo acerqué bastante a la cama para distinguir a los rivales. Mis amigos no querían ver los partidos en casa porque decían que ni con el replay se daban cuenta de quiénes habían hecho los goles. Nunca los pude convencer de que el 14 pulgadas no ocupaba lugar.

El Turco me invita a su casa para ver el codificado de River y Boca en su plasma que administra el living desde un clavito, junto al retrato de la nena tomando la comunión.

¿No parece que estamos en la Bombonera?

Sí.

¿Para qué mierda vas a ir a la cancha? ¿Para que te toquen en los controles? ¿Para que te manosee un cana?

Tenés razón.

***

Maté  a mi viejo hace dos años. Siempre hay razones para matar a un hombre. A mi viejo, a mi hermano y a mi mamá.  De una vez por todas soy huérfano. Huérfano y transparente. Reo o invisible. Incoloro y criminal. Dime cómo matas y te diré quién eres, en qué realidad vives y en qué mundo te mueves.

Podés ser un asesino o un protohomicida existencial, irredento, pasivo, constitucionalista, institucional y/o transgresor del crimen. Y soy un asesino, pero uno que camina por la calle y va al Cordial y justo acá, en el Cordial, agarrando unos paninis calentitos y recién salidos del horno, no puede creer que otros asesinos no hayan elegido este recurso y en vez de estar acá, en el Cordial, a un paso de Fogwill en bermudas, hayan preferido terminar en la pocilga de Devoto.

Pienso en tantos homicidios y no puedo creerlo. Asesinar en paz. Es posible matar y estar ahora, en un rato, digo, en media hora nomás, sentado en un bar de Palermo escribiendo esto. Disfrutar de las mozas de Palermo, del sol. Salir a la calle, ir de paseo, tener ahijada…

Matar es mucho más fácil que llevar un arma y jalar como dicen los chicos que crecen con Discovery Kids. Matar es mucho menos truculento que la sangre. Y sí, soy un parricida que nunca saldrá en los diarios. Matar como herramienta de conciencia.

Y borrarse para siempre.

Ser un parricida y que nadie te señale ni sospeche ni te mire raro.

Ni la moza ni la vecina.

Nadie se cuida de mí.

Creen que no hay razones para temerme.

Me prestan llaves de casas, tengo amigos que me confían a sus hijos para que los lleve al zoológico, soy el padrino de una nena que disfruta cuando la invito a pasear. Salí mejor compañero en el colegio.

A mi papá y a mi hermano los maté el mismo 2 de abril de 2006. Elegí ese porque la mayoría –los medios, al menos– estaban ocupados con el aniversario de Malvinas. A mi mamá la maté tres meses después, un día cualquiera y durante una charla telefónica. Me dijo algo que no me gusto y mi mamá ya no tenía posibilidades de decirme cosas que no me gustaran. ¿Cuántas veces se puede soportar el rechazo de una madre? Lo pregunto ahora que puedo disfrutar de la devolución.

¿La tercera es la vencida? ¿O no hay dos sin tres? Yo no lo inventé.

El asesino pide otro café. Un cortado, por favor. Hojea el diario. ¿A qué hora empieza la de los Coen?

***

Hay días en que me detesto. Que tengo el aplomo de un astronauta y siento que la soledad y el abandono son las dos caras de una moneda que anda a los tumbos.

Vos sos la mejor compañía que se me ocurre. Perdoname, pero me creaste una dependencia dolorosa. Vas y venís, como debe ser. Estás y no estás, como debe ser. Tenés el don de la transparencia que uno aspira de una madre y, de golpe, sos el énfasis de la palabra Hollywood en las alturas de Los Angeles: tu nombre en relieve, tus cosas, tu inestabilidad, la mía, tu secreto encanto de la decisión, mis dudas libertarias.

El control de calidad de las relaciones no es algo que me deba preocupar. Eso tampoco me preocupa. No a mí. Supongo que tu reclamo debe relevarme. Quise contártelo porque te cuento cosas y no te las cuento para que te pongas el traje antiflama.

Somos todo lo que podemos y si llegamos a confundirnos, y si llegamos a creer que éramos sólo nosotros dos, quiere decir que nos la creímos.

Desde que me separé, soy como un turista en mi propia vida.

Tocarse, divertirse, tener un espacio de comunicación, sabernos buena gente, respetar nuestras sensaciones y querer convertirlas en sentimientos… Mirá vos dónde nos llevaron los escombros.

No hay nada menos correspondido que esto.

Lo que «fluye» no merece esfuerzo. Fluir, qué chantada.

***

Esta noche voy a verte entrar/

Y salir por los ojos de otro/

Voy a verte cicatrizar/

Fue dolor, fue ajeno (qué bueno)

Ni mirar/

Ni avistar/

Ni cambiar esta muerte por otra/

Ni cargar, ni fluir, ni tratar de ser o no ser/

No pienso en mí/

No pienso en vos/

No pienso en ninguno de los dos.

***

Hablo de los sentimientos SRL, de una inversión menos consciente que la de poner la guita para un edificio de pozo.

Lamentablemente los bienpensantes que sabemos veranear al menos una vez al año no sólo nos asustamos de las crisis financieras.

Para haber logrado que se fueran todos, primero tendríamos que habernos ido nosotros, todos, la gente, la gente de TN, la plebe sulfatada, todos. Vos, yo, tu vieja, la mía, todos a la mismísima mierda. O mejor seguir siendo prudentes y viviendo de parábolas y convenciéndonos de que es mucho más fácil acordar y ajustarse.

Frase del día: “Caparazón y pases cortos”.

Qué mejor que hacerse amigo del murmullo. Que el murmullo sea la fuente inagotable, la música de fondo. Mejor criticar, despotricar, debatir, elegir adversarios, fomentar antagonismos veloces, leer a los clásicos y decir: estoy leyendo a los rusos. Aceptar el balbuceo. Nada mejor que aceptar el canon del balbuceo.

Hola, buenas tardes, soy el narrador omnisciente, ¿se acuerdan?

Lo acompaña a ver departamentos. Dos ambientes y medio o tres. No más de 1200 pesos por mes. ¿Te podés estirar a 1.400?, le dice. Su futura ex mujer y él en el auto que será suyo y de ella, dejando al crío en lo de una abuela.

Ella no le da explicaciones. Su suegra saluda tibiamente. Sabe todo. Su suegro le dice hola detrás de la puerta. Un gesto universal, en este caso, universalmente insensible.

Sabe todo.

Saben.

Le compró el diario y le marcó tres departamentos posibles. Le habla de transición, sin dejar de calcular cuánto tiene que pasarle cada mes. Siempre es igual. Las mujeres que se separan son mujeres que saben más de geometría que de aritmética. Siempre igual, siempre obrando en proporciones.

El nene va a vivir conmigo y va a pasar algunos días con vos. Un fin de semana sí; otro no.

El martes cambia de planes: no puede dejar de verlo todo un fin de semana. Mejor, el sábado con vos, el domingo conmigo.

Alternamos, ¿sí?

Bueno.

Puede ser un sábado conmigo y un domingo con vos.

El auto lo necesito. Cuando pueda te pago tu parte.

Ella trabaja en Pilar. Y va en auto.

Celia puede ir a tu casa dos veces por semana. Una limpia y la otra te prepara algunas cosas para el freezer.

No tengo heladera.

No tenés casa, ya sé. Te estoy diciendo cómo podemos organizarnos. Es bastante burgués, no te podés quejar.

Ella le busca lugares agradables con luz, ambientes amplios, expensas baratas. “Esto te va a gustar”. Recorre los departamentos con detenimiento. Se fija en los detalles de terminación, le presta atención a los zócalos y a las alacenas. Ella va detrás y la escucha preguntar. Se lleva bien con los vendedores. Les hace bromas, ensaya contraofertas.

Cuando visita departamentos, ella es diligente y se le adivina un humor fresco. El la mira y piensa: es muy tarde para andar descubriendo simpatías.  Y sigue pensando que tendrían que haberse mudado más seguido.

Parte 1

Parte 2

Parte 3

Parte 4

Parte 5

Parte 6


Parte 7


Parte 8

Foto: Javier Legris

4 respuestas to “Todo lo que maté (novena parte)”

  1. estrella Says:

    Voy guardando los cap. para leerlos todos juntos. Una verguenza lo mío. Es que no leí los primeros y perdí el hilo, solo hice una lectura veloz, muy poco atenta. En breve me pongo a tiro, Hernán.

  2. janfiloso Says:

    Si hubiera «matado» a su novia no habría habido divorcio. :)
    Sigue bien el «diario».

  3. Laura R. Says:

    Detesto decirlo. Me gusta.

  4. dario Says:

    como se puede matar a un muerto?

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