Todo lo que maté (primera parte)

por Hernán Firpo

Hace unos cuantos meses, Hernán Firpo nos mando una novela, Escupir, que publicamos por entregas en La lectora provisoria. También publicamos un diario en el que Firpo daba cuenta de las dificultades para encontrar una editorial que editara la novela. Tiempo después, Escupir y el Diario saldrían finalmente en papel. Firpo reincide ahora con su segunda novela y LLP la publica aunque sea para demostrar que no somos rencorosos: el tipo nunca nos hizo llegar un ejemplar de su obra dedicada. [LLP]

Esto no es literatura, es un arrebato de entusiasmo que empieza con lo del huevo, la gallina, las zapatillas All Star y el flequillo beatle. El pasado y el crimen, porque se puede matar sin ser precisamente un asesino, así como se puede vivir sin estar estrictamente vivo.

Lo del huevo y la gallina a mí me pasó con los pies y las zapatillas. No sé si mi amor por el calzado habla de los miembros inferiores o si el fetiche de los pies se desató –desató, muy bien— en espera de un raro hechizo, de un extraño artificio, defecto, enfermedad. Lo del huevo y la gallina.

Pero ni zapatos ni ojotas. No hablo de botas ni de ese aterrador entrevero de cuero popularmente conocido como sandalia franciscana.

Zapatillas. Y soy un experto. Y fui un adelantando jamás reconocido en el uso de muchísimas marcas. Quizás porque nunca supe, quizás porque no me atreví a escoltar mis conocimientos de los tobillos hacia arriba. Quizás sólo por eso hoy soy nada más que esto.

Pero sé cómo debe ser la punta, el taco, la suela, el cuero, la goma y hasta la caída lateral de los cordones.

Si el aprendizaje empieza por el rechazo, quiero decir que odio las botas tejanas y todos sus derivados picudos que con el uso se quiebran hacia adelante. Con propiedad, sería hablar de la proa de la zapatilla.

Odio las tejanas porque me permiten adivinar hasta donde no llega el dedo gordo de un ser humano promedio. Por la misma razón siento antipatía por las botitas New Balance blancas y/o negras con velcro amatambrando los pies. Tengo que decir la marca otra vez: odio las botitas New Balance que se deforman aladinamente.

Natalia se las compró porque se las debe haber comprado su compañera de pilates, pero a Natalia –no conozco a su compañera de pilates– le quedan para el orto.

No se lo digo porque ella responde así:

“Se usan”.

Todos los años Natalia se compra lo que se usa.

Y lo que se usa tiene un problema: deja de usarse.

Natalia amontona zapatos, zapatillas y ojotas brasileñas de mil colores que se usaron, y ya no se usan. En cuestiones de calzado e indumentaria, lo viejo se acumula, se amontona, se guarda. En esto tiene razón Natalia.

Acumular, archivar, olvidar de cerca hasta que todo vuelve a usarse.

Finalmente, hay menos modas que notas musicales.

Una canción te suena parecida a otra y no es plagio. George Harrison seguro que no quiso plagiar al tipo ese que hizo la melodía de My Sweet Lord. ¿Se lo imaginan a George Harrison plagiario? George dejó de ser beatle a los 26 años, ¿sí? O sea, cuando vos estás tratando de saber qué carajo hacer de tu vida, George ya era un ex beatle.

Paul McCartney estuvo tres meses para animarse a mostrar Yesterday. Por lo general, Los Beatles componían sus canciones en dos, tres semanas. Paul tardó tres meses en mostrar la única canción beatle donde McCartney y su ego se las ingenian para ser solistas.

Paul, antes de Sir Paul, se preguntaba: ¿Esta melodía es mía o es de un aviso de detergente concentrado? Papá -a su padre-, vos que sabés de jazz, daddy, ¿te suena esto?

A su papá, a sus amigos, a un primo lejano.

Pero a ningún compañero beatle porque a ver si le pasaba lo de Ringo, pobre Ringo, que una día llega a los estudios Abbey Road y dice: ey, guys, tengo un tema.

George jugaba con su ukelele esa tarde, falo modesto por tratarse de un beatle; John cuchicheaba con Yoko; Paul daba órdenes u ordenaba, que no es lo mismo. Y Ringo, que era el mejor actor de los cuatro, empieza a tararear una canción. Afinaba Ringo.

El primero que sonríe es Paul, porque John seguía cuchi cuchi con Yoko y George jugaba con su modesto falo. Paul ordenaba o daba órdenes, pero también le alcanzaba para escuchar a su compañero con una propina de la oreja derecha.

Y Ringo tarareaba.

Ey, Ringou, esa es de Clapton (ponele que dijo Clapton, Beach Boys, Pink Floyd). ¡Ey Ringou, hace cuatro semanas que ese tema está en todos los charts!

Era Paul, futuro sir Paul, el Paul que recibía en su casa porque si eras Mick Jagger y querías ver a Paul, tenías que ir a su casa. Paul, anfitrión generoso que podía regalarle una canción a Marianita Faitfull, novia de Jagger, modelo y cantante. Ese Paul.

A ver, Marianita, ¿en qué te puedo ayudar? Correte un cachito Mick, que en ese baúl tengo 245 canciones de reserva. Tomen asiento por favor…  ¡Martha!, ¡Martha! vení para acá, ¡¡Martha!!, dejale el Luis XV a los invitados… ¡Martha, cucha!

Y Marianita se pasa una tarde con su novio Mick escuchado a Paul, futuro sir Paul, hasta que ella dice:

Sorry Paul, ¿me das este tema?

¿Cuál?

Este.

Yesterday. Marianita tenía oído. Queríia grabar su primer disco solista con Yesterday. Quería que Paul le regalara Yesterday y Paul que arquea las cejas mordisqueando su labio inferior y todo eso del lenguaje del cuerpo que se describe en las novelas y en las entrevistas donde el sol entra por la ventana encendiendo a los artistas.

Supongamos que lo dijo con él sentado en un sillón asillonado mientras fumaban y tomaban té. ¿Y?, ¿Qué le dijo? Todo esa descripción que podría redundar proustianamente. Ese pabellón descriptivo, harto retórico alrededor de cualquier cosa, la cara pensativa –imaginemos–, el sorbo de té largo o corto, la luz anaranjando su mejilla, algo de Mick, algo de Marianita, los nervios, algo de ella comiéndose las uñas por los nervios, las manos transpiradas, algo de todo lo que haga falta para generar un suspenso hasta que Paul dice no.

Simplemente “No”.

Empieza diciendo “no” y después explica que esa canción no, Marianita,  porque esa canción es para Los Beatles, you know, disculpame, elegí otra. Ahora mirando a Jagger, ¿te suena esta melodía Mick? Ya que estamos, digo, ¿te suena esta melodía? Quiero llevarla para que la escuchen los muchachos, you know, pero no me gustaría que se rían en mi cara… ¿Ustedes saben lo que le pasó a Ringo el otro día?

Marianita atizando el flequillo sobre su frente: “Ah, qué lástima,  me encantaba esa canción… ¿Cómo se llama?”

Paul y su té: Creo que Yesterday, pero todavía no sé. Entre nosotros, estoy tratando de ver si la melodía es mía… mía del todo.

Marianita no entiende lo que le dice Paul y Paul no sabe, todavía, que esa canción será la más versionada del mundo. Por ahora, Paul es un muchacho famoso y preocupado por el fantasma de la copia en la reducida organización de las notas musicales.

¿El comienzo no lo escuchaste en alguna parte?, pregunta Paul. ¿No te suena, Mick? Mick bebe de algo que hay en un vaso y dice que no, y ya va por la tercera escucha y Mick, que tiene oído traga una espuma mezclada con lo que haya en el vaso. Y disimula. Y sufre. Sufre porque eso que está escuchando es genial, lo sabe, lo sabe como sabe que es un Rolling Stone y que los Stones también van a tener que irse a la India.

Mick se va cantando Yesterday, esa es la verdad. Marianita se lleva una canción, otra, para su primer long play. Qué buena está Marinita, piensa el futuro sir Paul desde su sillón asillonado.

Natalia nunca tuvo estilo, al menos no lo tuvo en cuestiones de calzado, y yo sólo hablo de calzados informales. A esa conclusión pude llegar cuando la sometí a la prueba inequívoca de las Converse. Todos se compran Converse, antes All Star, ahora, hoy mismo centenarias zapatillas de usos múltiples y filosóficos.

Yo tuve las All Star color mostaza en mi juventud y fui inmensamente feliz.

Pero tardé en entenderlas.

Las usaba para ir a bailar.

Limpitas las All Star, siempre lavadas, guarda con que la goma se ensucie en el camino.

¡Taxi! (no digan nada: en el bolsillo llevaba una franelita que se escupía ante el primer paso en falso).

La zapatilla llegaba sana, salva, virtuosa, impecable. Llegaron All Star y detrás venía yo, que era lo de menos.

El capitalismo y la moda a veces logran lo que no pudo el comunismo: todos fuimos iguales. Es raro pensar que la adolescencia puede estar tan viciada de materialismo dialéctico. Todos con un ideal de All Star en el período más utópico de nuestras vidas.

Dejé de ser adolescente cuando entendí que las All Star no eran los zapatos de gamuza azul que nunca jamás había que pisarle a Moris. Lo aprendí en el club y lo aprendí viendo una película donde los chicos de afuera jugaban al basket o andaban en skate con sus All Star gastadas, híper gastadas, sucias, recontra sucias ¡hijos de puta!: mirá cómo tienen las All Star… Están hechas mierda. ¿Y la franela? ¿Dónde está el pedacito de franela?

La  lengüeta de las botitas y  los cordones anudados dejando dos o tres pares de agujeritos libres.

Y el uso, claro. Usarlas. Gastarlas. Ver ese pedazo de tela larvada cobrando sinuoso protagonismo.

Los agujeritos libres, dos o tres pares agujeritos libres de la botita y a caminar. Y a ver cómo se mueve la lengüeta. Más fácil que hacer un paty con queso. Tu All Star en actividad ya tiene el contenido de la boca Mick Jagger.

De aquí para allá. De arriba abajo.

No como la camisa del colegio, ¿entendés Nico?

Nada qué ver. La All Star se mueve como se movían los centímetros de tela sobrantes del cinturón marinero. ¡Uau! ¿No te acordás del cinturón marinero? Sí, clá, pero Natalia debe tener uno guardado en algún lado, o no sé si Natalia, porque el cinturón marinero creo que era patrimonio varonil.

La tela que sobraba y caía: la pelvis de Elvis.

¡La pelvis de Elvis! Año 83, ponele.

Nunca pude entender a las All Star porque crecí con Videla. Y con Carlitos Balá. Balá nos arengaba con eso de que el movimiento se demostraba andando. ¡Pero qué boludos! Nunca entendimos que nos estaba mandando  mensajes cifrados.

Balá también tenía miedo. El miedo es tan biológico… y él era tan docente de infancias y adolescencias… Balá nos hablaba de las All Star y del cinturón marinero.

La rebeldía necesita ser aparente y Mister Converse conversaba de la evolución del flequillo de Lennon.

Era eso.

El flequillo beatle creciendo hasta el piso; el cuerpo suelto de la cabeza a los pies. Mucho antes de las All Star, supimos de Tanguito. Amor de Primavera, dos frases de La Balsa en el baño de la Perla del Once.

Tanguito quería tener el pelo lacio para dejárselo largo.

Largo y lacio. Si el pelo y las ideas, si los símbolos y las suplencias, brotan de la cabeza, la conexión es irreprochable.

Okey. Mechón beatle, con todo lo que le costaba a Tanguito y a Ringo, que originalmente era un teddy boy y tuvo que moderar su cresta.

Y el cinturón marinero de pasador plateado.

Y las All Star.

La lengua lamiéndote los pies, ¿te acordás?

Estadio de la Mueca.

Y cómo bailaba Guillermo, el rubiecito que había vivido en Miami porque sus padres estuvieron exiliados. Guillermo, el wing que volvió con la primavera alfonsinista para cambiarnos la vida. A mi viejo le cambió la vida Julio Verne. A mí, Guillermo. Tenía las All Star sucias como en las películas. Las All Star pateaban la pelota en la ex Penitenciaría. Guillermo jugaba al fútbol con las All Star y yo lo admiraba como puntero de All Star pegado a la raya, tirando centros de All Star.

Capítulos anteriores:

Parte 1

Parte 2

39 respuestas to “Todo lo que maté (primera parte)”

  1. Estrella Says:

    Epa! Firpo otra vez, que felicidad! (vuelvo a leer en un rato y digo mas)

  2. Laura Says:

    Que el autor de esta boludez se vaya a laburar y deje de hacernos perder el tiempo.

  3. janfiloso Says:

    En tu caso Laura es dificil perderlo, xq se ve que tenés tiempo de sobra.

  4. Laura Says:

    Estoy de vacaciones esta semana, pero siempre se puede hacer algo mejor que leer estas boludeces.

  5. Galois Says:

    ¿Y quién te obliga a hacerlo, pedazo de infeliz?

    Ya está, me siento mejor.

  6. Laura Says:

    Es obvio para cualquiera que no sea un boludo como vos: hasta que no lo leés no podés saber que no vale la pena. Con la parte que sigue seguro que no voy a perder tiempo.

  7. janfiloso Says:

    ¡Qué lástima, vas a tener un montón de tiempo para comentar en los otros post! Te recomiendo Artepolítica que está buenísimo y seguro que encontrás algún amigo/a.

  8. Galois Says:

    Tu «argumento» es tan estúpido como vos. Y eso sí que es algo obvio para todo el mundo.

    Pero no te enrosques, no pienso seguir con esto, porque hace mucho que no contesto tus repugnantes comentarios. Fue sólo una descarga, ocasionada por la sobredosis ‘lauriana’ de los últimos días.

    Hasta la próxima.

  9. Laura Says:

    Nadie te pide ni que sigas ni que empieces… si para los «aportes» que hacés…

  10. Estrella Says:

    Laura, que necesidad, sos odiosa.

  11. SEMILLITA Says:

    Creo q All Star deberia aprovechar este genial comienzo y usarlo como manifiesto para su proxima campaña.
    Firpo, espero ansiosa y jadeante el proximo capitulo.

  12. lalectoraprovisoria Says:

    Laura. Hasta acá te venía bancando, sos parte del folklore de LLP. Pero que entres en cada nota no ya para opinar sino para descalificar al que se tomó el laburo de hacer algo, es más de lo que estoy dispuesto a tolerarte. Cosas como

    Que el autor de esta boludez se vaya a laburar y deje de hacernos perder el tiempo.

    son una vergüenza. Sos vos la que le hace perder el tiempo a todo el mundo con esta sucesión de groserías.

    Así que tenés tarjeta amarilla. La próxima, arafue.

    Q

  13. janfiloso Says:

    Buen comienzo.

  14. Laura Says:

    Che Q, si alguien publica algo que se banque las críticas. O a todos nos tiene que gustar lo mismo?
    No es cierto que critico todo indiscriminadamente: jamás cuestioné las traducciones de Baudelaire o los artículos de Yupi, por ejemplo.

  15. Janfiloso Says:

    Laura, una cosa es criticar o decir «no me gusta» y otra muy distinta es decir las cosas que vos dijiste, que mas que boludeces son propias de alguien mal educado, de una persona sin educación, casi de una mala persona.

  16. Laura Says:

    No es mala educación decir que un texto te parece boludo (o un artículo cualquiera que aparece publicado). Por definición, publicar es exponerse al juicio ajeno. Si sos tan susceptible, dedicate a otra cosa.

  17. lalectoraprovisoria Says:

    Laura. Si fuera un poco más susceptible, hace rato que no estarías acá.

    Q

  18. Laura Says:

    Si fueras todavía más autoritario, en realidad.

  19. Janfiloso Says:

    «Por definición, publicar es exponerse al juicio ajeno.»

    Laura, por favor explicame donde expusiste vos un juicio.

    «El juicio es un pensamiento completo autónomo.»

    pensamiento completo y autónomo ¿te suena?

  20. Laura Says:

    Janfiloso, si serás pesado…

  21. Janfiloso Says:

    Laura, si serás intratable …

  22. saint-jacob Says:

    …después de todo este ‘intercambio’, me jode decir que el comienzo del relato no me ‘dijo’ nada… y sin embargo…

  23. Dr. Feelgood Says:

    Laura la concha de tu madre, sos un dolor de bolas.

    Felicidades para todos.

  24. estrella Says:

    A mí sí me gustó, porque me dejó con ganas de más, a la espera de la segunda parte, y las esperas siempre son buenas.

    Laura, insisto, no puede existir, se está haciendo un pic nic con nosotros.

  25. Santi Says:

    ¿Pero cómo no se dan cuenta que Laura es un flaco jugando el típico personaje de mina malco? Me extraña, che.

  26. Che Says:

    Qué aburrido lo de Laura!! Es la típica comentarista de blog. Una figura anticuaria.

    El relato cómo y cuando sigue?

  27. Estrella Says:

    Lo mismo pienso yo, Santi.

  28. Galois Says:

    Creo que ni siquiera es un flaco.

  29. Estrella Says:

    Ja, que bicho mas feo!

  30. lalectoraprovisoria Says:

    Esta tarde sale la segunda parte. Prepárense.

    LLP

  31. carlos Says:

    Me acabo de enterar que se está publicando otra novela de Hernán en La lectora. Qué bueno, me pone contento.
    Tampoco yo recibí un ejemplar de Escupir firmado por el autor, pero igual tengo que decir que fui uno de los primeros en leerla.
    También veo que sigue la vieja e incómoda costumbre (hace rato que no entraba en la lectora) de discutir, pelearse e insultarse en los comentarios en lugar de comentar o discutir sobre el texto publicado.
    Y bueno.
    Saludos a todos.

  32. Doctor Thomas Says:

    Laura, se te ve la tanga.

  33. Cordelia Says:

    Firpo is back! Alguien que entiende y cuenta bien lo que me hubiera encantado contar a mí sobre mi generación, acaso los más capacitados en estos temas cuestionen que me encanta porque cuenta lo que yo no puedo. Bueno, está bien y no me importa, me gusta y listo. Celebro el regreso de Firpo y, de paso, quiero mi ejemplar firmado
    Feliz año para todos

  34. La Pediatra Says:

    Hernán era hincha del club de las Botanguita, una zapatillitas encanta´-doras. Venían en cuadrillé azul o rojo y puntera de cuero.
    Su pasión por las zapatillas le viene de pibe.
    Sean más comprensivos, chicos.
    La pediatra.

  35. elsita Says:

    por fin de semivacaciones y tiempo para leer esto. me divierte mucho.

  36. Blanche Says:

    Relax con algo divertido, al fin… Y sí, es una cuestión generacional esta. Las All Star tenían todo un significado,no sólo en los ochenta sino durante los primeros noventa. Las zapatillas son también parte de la cultura,marcan época!!!!!!! Y lodigo en serio ;)

  37. Dorso Says:

    El problema, más adelante, es cuando se saca las All Star y empieza a caminar descalzo.

  38. SalemMenthol Says:

    Brillante , Firpo!! … Brillante

  39. dario martinez Says:

    muy bueno hernan, me hiciste viajar a mi inocente adolescencia

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