Locarno: memoria y balance (6)

Lo cortés quita lo valiente

por Quintín

Además de la lentitud intrínseca que ha adquirido esta serie —que se desliza hacia ninguna parte con la velocidad de los caracoles de nuestro jardín— creo que quería retrasar este momento, que es el de hablar de La vida sublime, la película de Daniel Villamediana. No conozco al director más que por e-mail pero es un compinche de Alvaro Arroba, quien aparece al principio de la película. Y no solo aparece Arroba, también el chino Minke, con el que almorzamos en un tugurio oriental de Madrid hace un par de meses. Pero ya desde esa entrada en escena, uno se da cuenta de que las cosas van mal. Es decir, la película se deja ver, tiene planos bonitos, transcurre en una calma que invita a la contemplación del mar, de las praderas y las ruinas. Pero Villamediana vende gato por liebre: es alguien que cree que la verdad se puede reemplazar por su leyenda, como si hubiera entendido mal el print the legend fordiano, que es todo lo contrario de una instrucción para ocultar las contradicciones detrás del mito y vivir consolándose con él.

Arroba aparece contando que recibió misteriosamente por correo el guión de una película nunca filmada de Víctor Erice y allí glosa la belleza de los planos de ese film fantasma. Estoy un poco harto del culto de Víctor Erice, que dejó de filmar por propia voluntad (podría hacerlo cuando se lo propusiera), pero sus amigos, discípulos y seguidores se empeñan en convertirlo en un director maldito al que los productores le cortaron la carrera. Villamediana y Arroba deberían saber, además, que una película no se reemplaza por su guión, pero la anécdota tiene esa componente fetichista que acompaña toda La vida sublime con su mitología de ocasión, construida a partir de las circunstancias más banales.

El resto es más de lo mismo, pero en otros departamentos. Villamediana reconstruye un viaje al sur de España que hizo su abuelo en 1940. Según cuenta la abuela, fue allí para asumir como miembro de la Guardia Civil después de la guerra, pero se volvió a los pocos meses por razones desconocidas, relacionadas al parecer con un asunto de corrupción. La película aprovecha para recorrer paisajes soleados, entrevistar a personajes pintorescos y poner en escena al actor principal (un primo del director) que intenta averiguar si era verdad que su abuelo era bueno peleando y si es posible comerse noventa sardinas como decían que había hecho el viejo. Esa escena (con una elipsis en el medio, no lo vemos comer más de veinte) recuerda a Paul Newman y sus huevos en La leyenda del indomable, pero es lo más cerca que está Villamediana de averiguar alguna verdad. Se intuye que el viaje y la fuga del abuelo tuvieron su costado sórdido, pero no hay ninguna intención de revelarlo (no estamos precisamente frente a la abuela de Eustache sino frente a una anciana feliz, filmada en un sitio abstracto). En cambio, se nos obsequia con una serie de discursos engolados sobre la España eterna, sobre las culturas ancestrales que flotan en el aire y otras solemnidades que Villamediana trata con el mismo empaque de falso castellano (en el fondo sería peor si fuera de castellano verdadero) con el que otro personaje discurre sobre el arte del toreo en Valladolid.

Arroba en La vida sublime

Hay un momento de la película que me resultó particularmente irritante. Un personaje, con aires de tipo avisado, suelta un largo discurso contra los anarquistas. El protagonista lo interrumpe para decirle: “Yo sé con quién hubieras estado tú en el 36…”. Dado el contexto, la frase tiene dos continuaciones posibles: “con los comunistas” o —más probablemente— “con los franquistas”. Pero esa parte nunca se pronuncia. En cambio, termina de esta manera: “habrías estado detrás de una mujer”. Y el otro responde: “pues claro”. Espantoso. Villamediana se rehúsa empecinadamente a que su película contenga algo incómodo, algún filo, una pequeña contradicción. Prefiere en cambio que la Historia se vaya diluyendo en el turismo, en la familia, en las esencias ibéricas. Confunde así la siempre bienvenida amabilidad de un cineasta con una cortesía forzada y exterior. Sospecho que ese cine cortés es lo que en el fondo están haciendo los cineastas españoles de festival, desde Guerín hasta Lacuesta. Un cine en el que la sensualidad de los exteriores soleados, los planos largos y las mujeres bonitas pasa por sublime. Pero la vida no es sublime salvo desde la hipocresía.

Foto casona suiza: Flavia de la Fuente
Foto película: aporte de Mark Peranson

40 respuestas to “Locarno: memoria y balance (6)”

  1. siustedlodice Says:

    Tampoco hay que arremeter contra Víctor Erice por el hecho de que no te haya gustado una película inspirada, más o menos, en su obra.

    Afirmas con rotundidad que Víctor Erice dejó de filmar por propia voluntad. ¿Ha dejado de filmar, entonces? ¿Y te ha contado a ti por qué lo ha hecho? Públicamente, que yo sepa, Erice no le ha dicho adiós al cine. Y sigue vivo ¿sabes? Vivito, coleando y en bastante buena forma por lo que se ve. Aunque no creo que él fomente su «culto», que es cosa de los demás, incluso de los que afirman que ya los tiene hartos.

    He leído que directores como Borau, o Gutiérrez Aragón se han retirado del cine por propia voluntad, como tú dices… pero Erice no ha dicho que ha dejado de filmar. Es más, me extraña que un director como él, enamorado del cine, que seguramente todavía tiene cosas que decir, y que en mayo pasado apareció como jurado en el Festival de Cannes, se haya retirado. Pero en fin, si tú lo dices.. Menos mal que hay gente informada, que conoce más allá de toda duda no sólo las decisiones, sino las verdaderas razones que subyacen a las decisiones de los demás.

  2. lalectoraprovisoria Says:

    ¡Qué rápido que llegó el acólito de Erice! No tardaron ni dos horas. ¡Es una secta más implacable que los Testigos de Jehová! Es como si hubiera hablado mal de la Cientología, que enseguida llegó la represalia.

    Y qué despreciable es ese tono de galego perdonavidas que abunda en «si tú lo dices», como si alguien ignorara que Erice fue jurado en Cannes y la secta promoviera a los cuatro vientos que fue él, desde su magnánima grandeza, el que logró que Apitchapong se llevara la Palma de Oro. Sé, además, que Erice no dejó de filmar. Recientemente, por ejemplo, hizo unos cortos para un museo que se agruparon bajo la forma de correspondencia fílmica entre Kiarostami y él. Tuve la suerte de ver uno de ellos, La muerte roja, que es verdaderamente abominable.

    Pero lo cierto es que Erice no filmó un largo en demasiados años y que sus alcahuetes siguen tratando de preservar el secreto del maestro. ¡Impostores!

    Q

  3. siustedlodice Says:

    Pues tú tampoco has tardado mucho en contestarme. La cascada de insultos de tu contestación a mi comentario, que no insultaba a nadie, ha sido inmediata. Pero me temo que has cometido una falta de ortografía: «Despreciablegallegoperdonavidas» se escribe todo junto. Es una sola palabra, indivisible, como también sabrás.
    Gracias por la amabilidad de tu respuesta.

  4. Bigote Says:

    No quisiera decirlo, pero lo digo: estos cines -la delicatessen gourmet para altos críticos y el film soleado y bello e inane- se veían venir. No sé bien cómo fue, pero es evidente que hay un cine para festivales y expertos, de una circunvolación teórica grande (que permite al discursista hábil mostrar su talento académico) acompañado por el de directores que, en el fondo, piensan «Wow, pero qué bien ésto que he registrado, cómo me lo van a aplaudir en la canzén».
    No digo que haya que «volver al público» con el argumento demagógico de «lo que la gente quiere», porque todos sabemos que la gente no existe. Pero estás describiendo unas películas que no parecen ser hechas para que se estrenen, digamos, sino para que quienes «marcan tendencia», los «formadores de opinión», hablen de ellas y después reciban el Eurimages o Fonds Sud de turno (y no es privativo de europeos o tercermundistas: después de todo no otro modelo es el de Sundance). Lo que siento con estas crónicas (y lo que sentí en Cannes, de hecho) es la ausencia de esa transparencia que hacía que uno viera un film de Ford y, en lugar de pensar qué bien o qué mal está esto cinematográficamente, se preguntaba por ejemplo -para seguir con tu ejemplo- cómo lo habrá pasado en su matrimonio al final Vera Miles.
    A mí Erice me gusta, de paso, pero Ford me eriza.

  5. lalectoraprovisoria Says:

    Siustedlodice. Bueno sería que tarde en contestar los comentarios de mi propio blog. Pero detectar las presuntas ofensas al sagrado Erice tan rápido, eso sí que es una proeza. Ahora, no sé cómo hace usted para creer que lo mío son insultos y lo suyo verdades de a puño.

    Q

  6. saint-jacob Says:

    Yo tambièn leì ràpido y tambièn me ‘erizé con lo de Erice’, pero despuès leì bien: es ‘el culto’ lo molesto, y ahì siento como Q (y no solo con Erice, tambièn con ‘el’ culto a Ford, Godard, Hitchcock, etc., aunque los amo)…
    …con respecto a Bigote, concuerdo en gran parte con sus diagnòsticos (aunque ya es lugar comùn criticar a quien ‘filma para que lo banque el Fonds Sur’… es un poco condescendiente y despectivo el dicho para muchos artìstas que qyuizá sì sientan lo qur hacen, ¿no?), pero hay algunos problemas… algo como ‘Avatar’ para èl es ‘el cine del futuro’, y ami ni me va ni me viene, digamos (està bien, no lo vì en ‘pantalla grande’ ni en 3D, pero una buena pelìcula se banca cualquier registro, ¿no les parece?…

  7. Bigote Says:

    Nunca dije que Avatar fuera el cine del futuro: dije que estaba planificada y filmada de manera diferente de casi todo el cine narrativo tradicional que hace hoy Hollywood y merecía menos pereza por parte de la crítica (que fue lo que sucedió). El que dijo en la presentación del libro de Cozarinsky que Avatar era el cine del futuro fue Faretta; yo no sé si coincido (publiqué una nota sobre el tema 3D como herramienta poética acá:). Criticar a los cineastas que filman para el Fonds Sud no es condescendiente, es real porque existen (así como existen los que filman porque quieren y aman hacerlo y después caen sin buscarlo necesariamente en el Fonds Sud). Por supuesto que se trata de una metonimia que no debe tomarse necesariamente de modo literal. Y que Avatar ni te vaya ni te venga, digamos, no tiene que ver con el asunto, en todo caso es la diferencia entre un film popular (entendiendo «popular» en el sentido de un lenguaje compartido) que puede ser malo o no, y films concebidos como una carta de presentación ante la intelligentzia de turno y los lavadores de guita de los fondos internacionales.

  8. lalectoraprovisoria Says:

    Bigote. Atribuir al dinero de Avatar una pureza que no tienen los «lavadores de guita de los fondos internacionales» es, por lo menos, un poco apresurado. El mundo de Hollywood y el mundo de los cineastas que estrenan en los festivales son inconmensurables. Y Faretta y Cozarinsky son sin duda parte de la intelligentzia de turno, aunque en este caso doméstica.

    Q

  9. Bigote Says:

    Pero no es eso a lo que me refiero, justamente. Apresurado puede ser, pero es otra cosa. Yo no estoy diciendo que todo sea así, sino que es algo que sucede y vos mismo lo ves. Obviamente son mundos inconmensurables, de hecho son dos mundos ricos y de hecho hay grandes films en cada uno (y los grandes films tienen cosas en común entre ellos). El problema es que son dos mundos, justamente, y que hay pedantería y búsqueda del negocio en ambos. De hecho -aunque yo personalmente no esté de acuerdo- te admito que Avatar es, para el mundo de Hollywood, lo que I Wish I Knew es al mundo de los festivales (por llamarlo de alguna manera y no entrar en el desglose tedioso). Pero ése es un problema que llevará, lo siento, a una museificación del cine, a que deje de ser un arte -diría el último arte- que reune democráticamente a conocedores y aficionados ocasionales (también por decirlo de manera rápida).
    Una cosa respecto de por qué cité cuándo se dijo lo de que Avatar era el «cine de futuro»: una, que Faretta y Cozarinsky me da la impresión de que hace mucho que no son la intelligentzia de turno doméstica (no por lo menos F., quizás sí un poco más C.). La segunda, cité el contexto en que se escuchó tal cosa simplemente para desmarcarme de esa idea, no porque estuviera de acuerdo ni porque considere a ambos polemistas como autoridades absolutas. No sé qué es el cine del futuro, no tengo la menor idea y creo que en general uno induce qué puede pasar a partir de lo que ve en cada instante. Digo, para aclarar un poco las cosas.
    Una que sí le cuento a Avatar es que, aunque sea un film que nifunifá o que no te interese como cine (y está bien que así sea), Cameron por lo menos filmó cuando quiso lo que quiso, más allá de que uno considere o no que es un prepotente. En otro sentido, lo que sí es prepotente es el sistema de distribución y exhibición internacional (cedo: Cameron lo sabe y lo aprovecha en propio beneficio, uno no es tonto). Pero el problema de muchos críticos -no te incluyo ni me incluyo- es confundir los tantos, alabar un cine pensado para el subsidio o la alabanza de cierta clase o casta crítica porque se opone a la prepotencia estadounidense en el terreno comercial (y después caen en las trampas de Wild Bunch o The Match Factory, ojo) sin considerar el problema estético del cine ni poner en cuestión su poder de comunicación con el público.
    Y termino: mi film favorito del año (¡Al lado de Avatar!) es Uncle Boonmee, de Apitchapong, justamente el que ganó la Palma de Oro en Cannes, que ganó no por Erice sino porque le encantó a Burton (que dijo que nunca había visto algo así), por el galaico, claro, por Barberá y porque el marido de Giovanna Mezzogiorno había distribuido en Italia otras películas de tailandés y la mina era fan. Al único que parece que convenció Erice fue a Shekhar Khapur -amén de que justo Tailandia estaba reventando en pedazos y la vida del director no estaba precisamente a salvo en su país, pero ya conocemos esta historia de contextos-. Pero vuelvo: Uncle Boonmee es un film rabiosamente independiente en todo sentido (sólo depende de la imaginación de don Weerasetakhul) y seguramente requiere un espectador más abierto a una experiencia poética -quizás más entrenado- que los cientos de films que Hollywood impone en pantallas globales. Tampoco sé si es el cine del futuro, pero sí es un cine empático, transparente, que invita al mundo de la película y no al aplauso de la capacidad del realizador. Mi tercera película del año es Vincere (otra). De ninguna de las tres se puede decir que sea «el cine del futuro».

  10. Bigote Says:

    Otrosí, perdón; no dije que la guita de Avatar fuera pura y la otra no, eh…ojo que todos sabemos que, incluso si hacemos plata honestamente laburando, no hay guita pura (y menos después del primer millón).

  11. Lenny Says:

    El cine del futuro es el de Coscia y el de Campanella.

  12. Daniel V. Villamediana Says:

    Hasta ahora no había respondido a ninguna crítica de mis filmes, pero en este caso, me ha sorprendido la agresividad contra la película un tanto, creo, desmedida.

    Primero, siento que no te acuerdes pero no nos hemos conocido por mail, sino en persona, en la Viennale hace un par de años. Álvaro también estaba allí.

    Apelativos como falso castellano son un tanto innecesarios, especialmente porque nací en Valladolid pero no soy un esencialista castellano, de hecho creo que la película tiene un toque irónico a ese respecto y siento que no lo hayas percibido.

    Tampoco pretendo decir lo que es La vida sublime ni representarla mediante planos bonitos, sino tratar de mostrar el punto de vista del personaje, que sí busca su propia idea de lo que es una vida sublime. Tb muestro su fracaso en el intento, de ahí el toque melancólico que tiene el filme (asunto del que además habla Pepe con Víctor en la secuencia del Guadalquivir).

    También decirte que tanto la verdad como la leyenda siempre tienen algo de imaginario, independientemente de cómo se interprete la frase de Ford. Además, la cuestión de la leyenda no es en absoluto impostada cuando justamente la abuela, personaje del filme, inventa todo lo que cuenta del abuelo y, en general, siempre ha inventado toda la historia de la familia. De hecho, el que fuera a trabajar de policía en la frontera en Cádiz (¿en qué frontera?) tampoco es cierto. Y es de ahí de donde surge el filme. No queda más que inventar y aún así, este intento, también es cuestionado en el filme.

    La crítica a Erice, la entiendo en parte. Justamente Álvaro y yo hemos sidos muy críticos con él desde hace años por no haber seguido haciendo cine, cuando como muy bien dices, podría perfectamente haberlo hecho. La mención a Erice existe porque tiene una importancia argumental y personal, no simplemente cinéfila. El que Erice no filmara el sur es uno de los motores de este filme. A pesar de lo que dices, Erice, con sus tres filmes, sigue siendo el mejor director actual en el panorama español y nos ha influenciado a muchos generacionalmente.

    No creo que sea una película cortés en absoluto (algo que yo destesto justamente en el cine español y por eso reivindico filmes como Lejos de los árboles de Jacinto Esteva, como un tipo de cine agresivo que se ha perdido en España), yo más bien la veo abrupta y a veces políticamente incorrecta. En España, casi nadie en el cine se atreve a hablar de ese modo del descubrimiento de América, y cuando se habla de los anarquistas se les suele santificar y su leyenda pervive patéticamente en los “okupas” y en algunos grupos trasnochados de extrema izquierda. Lo interesante es cómo Pepe arremete contra esa visión mitificadora de los anarquistas y critica la concepción mítica del personaje de Víctor de su abuelo. Posturas además que surgen de los propios abuelos de cada uno (el mío de tendencia anarquista y el de Pepe, comunista). No invento más posturas que las que existen previamente en mis personajes y ellos las expresan a su modo. Evidentemente, esto no me excusa, porque yo soy el que luego monto. No huyo de la Historia, la película está impregnada de ella, mucho más que cualquier otro filme español, y justamente me enfrento a lo que queda de ella (lejos ya de su realidad o de la verdad de la que tú hablas, aunque no sé muy bien a cual “verdad” te refieres) haciendo hablar a las generaciones actuales.

    Pero esta escena es especialmente importante porque es la primera vez que Víctor se enfrenta a alguien que cuestiona su mito del abuelo. La otra es cuando Víctor torea con la vaquilla y se enfrenta con la realidad, que le tira al suelo en varias ocasiones. Aún así, el personaje se levanta, se quita el polvo y sigue inventando porque no puede ni sabe hacer otra cosa. Y de ahí surge la parte más triste del personaje, que ni siquiera puede comerse noventa sardinas, ni luchar contra nadie (lo hace solo), ni torear. No puede siquiera recrear realmente lo que inventa sobre el abuelo.

    Un cordial saludo,

    Daniel V. Villamediana

  13. Ethan Edwards Says:

    No estoy de acuerdo con saint-jacob. No existe el «culto» a Ford, Hitchcock, etc..son simplemente genios que hacían casi todas obras maestras -el primero tres o cuatro peliculas grandiosas por año- con una regularidad asombrosa «sin preservar ningún secreto». Sabían lo que tenían que hacer y como hacerlo. El culto se lo quieren hacer a Erice que tal vez no hizo mas largos porque no se le cayó -o cae- alguna idea. O se cansó. O no quiere. Ah, y Ford sigue haciendo cine del futuro. Anoche vimos Tres Padrinos, otra joyita del maestro que le encantaba a Tarruella, de quien vale destacar de su maravillosa prosa»..solo un genio como Ford pudo conducirnos -como sabio baqueano- por la floja cuerda (sin red) tendida sobre los terrenos pantanosos y ciénagas del Kitsh confesional y alegórico, estilo estampita sacra o cromo y emocionarnos con su maravillosa humanidad y sabiduría de la vida y el cine». Lo escribí -sacándolo del primer Amante que compré en mi vida- en mi cuaderno del colegio. Que culto ni qué culto, Ford revalidaba su genio con cada obra que realizaba.

  14. Lenny Says:

    Y el único cineasta maldito del siglo XXI es Mel Gibson.

  15. lalectoraprovisoria Says:

    Villamediana. La verdad es que la película así contada, con esos matices de ironía, suena mucho mejor de la que yo vi y tal vez debería verla de nuevo.

    Pero el personaje se come efectivamente las sardinas (o casi) —la escena es solemne e interminable— y que no pueda torear (¿qué se supone, que mate dos toros?) ni pelearse (ídem) es parte del tono evocativo de los tiempos idos: justamente ese es el tono de la película, esa cosa dulzona con el pasado, con el mito, aun si ese pasado no existió porque da igual (nunca sabremos como fue realmente, porque por algo es mito y allí contradice lo de Ford). Pero me parece que ese matiz de distancia o de ironía, esa idea de que estás «haciendo hablar a las generaciones actuales» es por un lado pretenciosa (sos vos el que decide «lo que queda de la Historia» y lo que piensan esas generaciones) y por otro insuficiente: no es una crítica ni una iluminación sino un intento de ganar en los dos terrenos mediante una ambigüedad que solo se advierte mediante guiños (que Cádiz no tiene fronteras, que a Víctor lo derrota la vaquillona), guiños que están más dirigidos hacia el espejo que hacia el espectador. Para poner un ejemplo, es la película (y no los personajes) la que se rehúsa a hablar de política y tu argumento de que hay un culto con los anarquistas entre no sé qué grupos y por lo tanto merece que tu film los vapulee al paso, requiere de un conocimiento del ambiente en el que la crítica a esos grupos tienen alguna pertinencia. Pero eso no tiene nada que ver con lo que piensan los personajes, allí la película baja línea. Ese desdoblamiento es permanente. Por un lado, te burlás del afán del protagonista y, por el otro, sostenés que en el cine español nunca se habla así del descubrimiento de América, como si la película se desdoblara cuando conviene entre un punto de vista y otro, entre lo que se dice en serio y lo que merece burla. Que «La vida sublime» sea un título irónico, que el viaje del abuelo nunca haya existido es parte del problema, porque no hay nada que desmienta el empaque de los discursos ni el encuadre ampuloso de cada escena en esos magníficos paisajes, ese aire de vacaciones al sol, empezando por el rollo ese del guión de Erice, que empalma perfectamente con todo el resto: ¿o la admiración por Erice también es irónica? Si así fuera, si la película se tomara un poco en broma al director y no solo al primo tonto, estaríamos hablando de otra cosa. Porque el guión de Erice resulta efectivamente sublime en el modo en el que se lo evoca y de allí arranca la película.

    Cordiales saludos

    Q

  16. boudu Says:

    No se si es amable, cortes o sublime, pero [i]En Construccion[/i] es de las pocas peliculas que toca el tema de los cambios en el mercado inmobiliario, un tema en cambio recurrente en la prensa de todo el mundo.

  17. Julián Says:

    No iba a exponer mi opinión por haber conocido personalmente a Dani y a gran parte del equipo de la película de forma estrecha, aunque ya no me una a ellos ningún tipo de relación desde hace años, lo que no impide que siga sus pasos del mismo modo que ellos siguen los míos, los que me apetece mostrar, que no son muchos, algo inevitable porque a las personas no se las borra del todo aunque salgan de forma voluntaria de tu vida, pero siempre he huído del falso amiguismo que algunos hipocritamente llaman lealtad y que consiste en no poder decir jamás lo que realmente se piensa a un amigo, o en este caso, un viejo conocido, para evitar herirlo, cuando la amistad, la enemistad, consiste precisamente en eso, en actuar de revulsivo, en decir lo que no quieres oír, las verdades del barquero, como también considero que mi libertad no me la coharta nadie pues procedo, antes de nada decir que aunque firme como Julián, por razones que sólo a mi me atañen, los implicados saben que soy Julio Pollino Tamayo, el hijo bastardo, cinelacion o hijoputa, como prefieran, me es indiferente.

    Lo que motiva mi respuesta es el hipócrita tono cortés que utiliza el susodicho Dani para contestar a Quintín, el habitual tono condescendiente con el que suele manejarse y que me irrita profundamente, cada cual disimula sus inseguridades como le viene en gana, pero no puedo con la hipocresía, que si me atengo a la opinión de Quintín, ya que obviamente la película no la he visto, es muy coherente con el contenido de la película, como no la he visto mi opinión sólo puede ser muy parcial y reducida a lo que he leído de ella, que tampoc es fácil encontrar gran cosa, y al fragmento que circula por internet, ateniéndome a las opiniones ajenas todas coinciden casi de forma absoluta con el análisis que hace Quintin, las quoteo:

    «I suoi risultati sono ironicamente maldestri, come alle volte è maldestro il film nel perseguire troppo didascalicamente questo suo gioco: è il caso per esempio dell’abbuffata di 90 (novanta) sardine che il nonno fece per scommessa, che il nipote ripete e che il film spiattella forse con poca grazia. Più in generale, il rimpallo continuo intervista/paesaggio è un po’ rigido. » Marco Grosoli

    «Por último, el único largometraje español presente en el festival, en la sección Cineasti del presente: La vida sublime, del vallisoletano Daniel V. Villamediana. Con referencias explícitas en el filme a El sur, de Víctor Erice, y entiendo que con el deseo de capturar la esencia de los paisajes por los que se mueve, La vida sublime traza el viaje de un individuo, interpretado por Víctor Vázquez, tras las huellas de su abuelo, que vivió en el Cádiz posterior a la Guerra Civil española. Se trata de un filme discursivo, muy basado en los diálogos que el protagonista mantiene con diversos personajes, así como en imágenes más o menos estáticas de los lugares en que se encuentra: el paisaje castellano, Sevilla, Cádiz y su costa. Aunque tiene poco que ver, no puedo dejar de pensar en Jim Jarmusch y en su Los límites del control (The Limits of Control), en la que también un personaje viaja y en cada lugar mantiene una charla con diversas personas. Mi problema con La vida sublime es que, sobre todo en su primer tramo, las conversaciones me resultan forzadas y, en cierto sentido, un recurso fácil para explicar cosas que es más difícil expresar cinematograficamente. A partir del viaje al sur, en cambio, encuentro tanto los diálogos como las imágenes más interesantes y fluidas. Mientras en la película de Jarmusch el problema estaba más en en el fondo que en la forma, creo que a La vida sublime le falta elaboración para que sea una auténtica experiencia cinematográfica. Resulta demasiado teórica en su estructura y en su puesta en escena; no encuentro un sentimiento genuino en el movimiento del personaje y sí algo de impostura.» Jaime Menchén López

    Hay otra opinión de cinéfago, pero como quien dice es de la familia del equipo, así que al menos a mí no me resulta demasiado fiable.

    Esto en cuanto la opinión de los demás, la mía relativa al fragmento es la siguiente, me irrita profundamente la falsa naturalidad que transmite, y el exceso de frigidez, de rigidez en la forma, que tiene mucho de entrevista televisiva, cualquier episodio de la serie de Labordeta «Un país en la mochila» derrocha más sensación de autenticidad, de honestidad, da la sensación de que quieren encajar un determinado discurso dando la impresión de que surge sobre la marcha, y da justamente la impresión contraria, de que queda encajado, encajonado, de que están haciendo tiempo para soltar el mitin, Viti empieza a coger vicios de actor, lo de los boquerones al leerlo la primera imagen que me vino a la mente como a Quintín es «La leyenda del indomable», algo que ni es ni bueno ni malo, la mayoría de películas están llenas de homenajes y ya se ha convertido en un lugar común, y aceptado, poco más puedo decir del fragmento, que realmente no me ha dejado con ganas de más, estoy bastante cansado de las ficciones documentales que no son ni una cosa ni la otra, que se quedan a medio camino, o en la cortesía como diría Quintín, que ciertamente lo cortés quita lo valiente, sólo con este trozo me temo que nos encontramos con otro ejemplo de cine membrillero, un texto escrito hace un tiempo y que intuyo que encaja a la perfección con la película y con las impresiones de Quintín. Lo quoteo para que no dé la impresión de que estoy haciendo publicidad de mi blog:

    «EL ESPÍRITU DEL MEMBRILLO.
    Para quienes no manejen la grandeza, y la amplitud, del castellano, ser un membrillo viene a ser lo mismo que ser un ingenuo, un imbécil, luego el espíritu del membrillo es el espíritu del idiota, del cortito, del borrego.

    Lo bueno, y lo malo, de películas como “El sol del membrillo”, “El asesino de Pedralbes”, “Juguetes rotos”, “Queridísimos verdugos” y “El desencanto”, y en menor medida “El cielo gira”, “A contratiempo” y “Ocaña, retrato intermitente”, es que en apariencia parecen sencillas, simples, como los libros de Miguel Delibes, simpleza en el sentido franciscano del término, de honestos, verdaderos, algo casi imposible de conseguir, o sé es o no sé es, no valen medias tintas, esa aparente sencillez provoca que haya miles de directores que traten de imitar, emular, esas películas, sin conseguirlo por supuesto, el problema de estos amanuenses, es que piensan que con copiar la escritura, la forma, la estructura, se copia, se capta, también el espíritu, y no es así, porque la grandeza, la esencia, de estas películas no reside en la forma, ni en sus directores, sino en la potencia, la pureza, la honestidad, la verdad, de sus personajes, no basta con poner personas de la calle, diciendo, haciendo, cuatro simplezas, para eso ya está “España directo” y “El diario de Patricia”, es preciso que esas personas, esos personajes, tengan riqueza interior, y exterior, que estén vividos, sufridos, que tengan carisma, arje, algo que no se improvisa, que no se aprende.

    La impostura, el falso buen rollito, traspasan la pantalla, no engañan al espectador, la espontaneidad requiere un gran esfuerzo, hay que trabajársela mucho, hay que currársela a base de tiempo, de paciencia, la confianza no se consigue por generación espontánea, las películas se hacen primero en la cabeza, luego en el papel, se deshacen el rodaje, y se hacen de verdad en la mesa de montaje, aunque estas cinco películas dan la sensación de haber sido rodadas en dos tardes, son fruto de meses, de años, de preparación, de investigación, de elaboración, de escritura, y se nota, los prisas no son buenas consejeras ni en cine, ni en nada, que se lo digan a Antonio López, para que una película trasmita, perdure, tiene que tener el poso del tiempo, de la distancia, la inmediatez está muy bien para la televisión, de naturaleza efímera, pero no para el cine, los directores domingueros, vacacionales, confunden la frescura con la indolencia, con la rapidez, razón por la que nunca harán una buena película, porque para eso no basta con saber escribir, con saber sujetar la cámara, hay que tener algo que escribir, y saber como hacerlo, saber encontrar el punto, el contrapunto, y cuando los personajes tienen la suficiente entidad saber desaparecer, borrarse, “El sol del membrillo” no hubiera sido lo mismo sin Antonio López, sin Antonio López hubiera sido “El espíritu del membrillo”, lo que son estos directores caligrafistas, unos membrillos.

    España es tierra de mitos, de leyendas, algo que no se recrea, que no se fuerza, para que nazca el mito, la leyenda, tiene que haber algo, un sustrato, real, no basta con la imaginación, con la devoción, hasta para ser un personaje, un fantasma, hace falta valer, tan español es Vila-Matas como argentino Borges, para que exista un Cid, un Don Quijote, es necesario que existan un Rodrigo Díaz de Vivar, un Alonso Quijano el Bueno, un hombre, un genio, Cervantes, quien se salta alguno de estos dos pasos, Antonio López, Erice, acaba haciendo videos caseros, crónicas familiares, Bodas Bautizos y Comuniones, que no trascienden la anécdota, lo particular, para alcanzar lo universal, lo cinematográfico, al público, al espectador, España no es, ni lo será nunca, tierra de documentalistas, de documentales, al español no le interesa la realidad, ni la fantasía, el español es un romántico, un naturalista, que trasciende la realidad desde la propia realidad, trastocándola, retocándola, purificándola, ficcionándola.»

    En cuanto al discurso sobre el anarquismo lo dejo en infantil, por las dos partes, es un tema que tengo más que claro y sobre el que he escrito largo y tendido pero como se trata de hablar de cine y no de política pues no voy a aburrir al personal con mis discursos, me limitaré a mostrar mi perplejidad de que a alguien que aspira a introducirse en la Guardia Civil se le pueda poner el apelativo de anarquista, a lo mejor soy un purista pero rechina.

    De Erice poco que añadir, todo el mundo sabe que sigue haciendo cortos y dando conferencias, pero me temo que todos cuando hablamos de cine nos referimos a largos, debe de ser un prejuicio cultural que nos lleva a menospreciar tanto los cortos como los cuentos, aventurar porque no sigue rodando películas es arriesgado pero cada cual puede formular su opinión, la mía es que parte del toque Erice se debía a la brillante escritora Adelaida, su ex-mujer, y al gran crítico y mejor guionista Ángel Fernández Santos, fallecido hace unos años, en semejante situación se encuentra Regueiro, que sin él se ha quedado huérfano, eso y que a Erice es más que probable que le pese su propio nombre, cosa lógica cuando se ha brillado a la altura que él ha brillado, que él no haya fomentado ese mito es lo de menos, el mito existe y de nada vale negarlo, pretender imitarlo, emularlo, como están haciendo varios directores, todavía no sé si puedo incluir a Dani, pues me parece un gran error, porque una cosa es respetar la tradición, y otra muy distinto tratar de vivir de ella, vampirizándola, como hace Guerín o Lacuesta entre muchos otros, quien opine que Erice es una mierda está en su derecho, además que Erice no ha inventado nada, sin Tarkovski sus películas no existirían, así que está bien admirarlo pero en su justa medida, que de Dios intocable no tiene nada.

    Vayamos ahora a las palabras de Dani, de primeras una vez que expones tu trabajo al público no te queda otra que aguantar las críticas, las opiniones, de los demás, te guste o no te guste oírlas, a eso se le llama respeto al espectador y capacidad autocrítica, lo que es justo o no es justo lo decide cada uno, no el director, por mucho que añada un creo cínico, creo que se repite en varias ocasiones de forma premeditada, prefiero cien veces a una persona que va de cara como Quintín que a alguien que utiliza la hipocresía, que señales a «Lejos de los árboles» como ejemplo de cine no cortés es para partirse, porque es precisamente lo que es «Lejos de los árboles», una película cortés, diría más, reaccionaria, es la visión condescendiente, por encima del hombro, de un señorito catalán sobre la España profunda, de la que Jacinto Esteva se queda en la mera superficie, en el mero sensacionalismo, en el puro morbo, sin tratar de comprender, sin saber comprender, «Lejos de los árboles» es pintoresquismo para turistas y culturetas, lo que parece ser «La vida sublime», así que en ese sentido alabo la completa coherencia con tus gustos, ya que ese falso print de legend anti-fordiano, o fordiano mal asimilado, también recorre «El Brau Blau», película que por cierto no me ha gustado nada, el día que hagas algo que me parezca interesante no dudes ni por un segundo que también te lo haré saber, mi compromiso con el cine es absoluto, con los conocidos, ninguno, cuando tenga la oportunidad de ver la película haré un comentario sobre ella in extenso en mi blog, hasta ese momento:

    Un cordial saludo.

    P.D: Por cierto chirría, y mucho, ver en la imagen de la película la marca Adidas y una camiseta de beisbol americana, incluso aunque sea irónico, que lo dudo, da un poco de yuyu.

    P.D2: Apuesto lo que quieras Quintín a que a partir de ahora van a empezar a florecer en este post usuarios anónimos bastante exaltados e insultones, lo que en España llamamos cobardes.

  18. Julián Says:

    Se me olvidaba: «No huyo de la Historia, la película está impregnada de ella, mucho más que cualquier otro filme español», el cine ya está inventado, y el español también, tu visión complaciente de la historia, y de tu propia película, poco tiene que ver con arriesgadas películas como «El desencanto» de Chavarri o «Las bicicletas son para el verano», entre muchas otras, lo de salvadores de la patria dejarlo para los falangistas.

  19. saint-jacob Says:

    Càspita, se a recalentado este post… yo vuelvo a algunos de ‘màs arriba’ y digo; Bigote, en tus diversas crìticas a ‘Avatar’ dabas esa impresiòn de ‘cine del futuro’ (bueno, por lo menos a mi) sin decirlo tan tajantemente como Faretta, claro…que se yo…

    ,,,Ethan, mal que te pese, existe el ‘culto Ford’ en algunos ambientes, màs allà de que el ‘Viejo’ sea un genio y que (casi) todas sus pelìculas sean, casi, ‘el’ cine…

    …por pros o por contras, me han dado ganas de ver ‘La Vida Sublime’, aunque sea para que me enoje…

    …como pasò con Godard y otros, parece que llegò la hora de ningunear a Erice. Paso…

  20. Boris K Says:

    En este momento en España no quedan muchas opciones, el culto al maestro o estudiar ciencias del guión con gente que se masturba al calor de HBO.

  21. Bigote Says:

    Era y es un gran entusiasmo con la película, que creo poder sostener. Pero «del futuro» es otra cosa, es algo inasible. Sí creo que, dado que es la primera película que integra el efecto estereoscópico a la puesta en escena de manera integral, hay algo que va a pasar en el cine a partir de ahí.

  22. Lector Says:

    Simplemente quería felicitarle por el post. Las películas tienen que contar lo que pretendan contar a través de sus imágenes, no en un discurso posterior del director que intente justificar lo que no ha sabido transmitir con la película. Lo dicho, enhorabuena. Es de agradecer una mirada limpia de amiguismos e indiferente ante la pretenciosidad cinéfila.

  23. Julián Says:

    Prosigo. Retomando la brillante idea de Quintín del cine cortés, igualmente se podría denominar cine light, que no engorda, no incomoda, pero tampoco tiene sabor, cuerpo, alma, algo que sólo se consigue no huyendo de los extremos, de lo que irrita, escuece, la verdad, la propia no la de los demás, del toro, de la historia, con minúsculas, la del abuelo, lo que viene siendo la hipocresía, maquillar la realidad, edulcorarla, endulzarla, para evitar molestar a nadie, para dejar a todo el mundo contento, crear una realidad falsa, indolora, incolora, correcta, a la medida, a la carta, según el interlocutor, la estrategia del pelota, del chaquetero, del seguidista, del arrastrao, y no por un exceso de empatía o generosidad con el prójimo, sino para asegurarse una vida tranquila, apacible, cómoda, sin contrastes, sin contrapuntos, una vida en la que nada es lo que parece porque todo son apariencias, leyendas, leyendas creadas para tratar de sobrellevar tanta mediocridad, personal, tanta falta de hondura, de honestidad, lo que torticeramente se denomina sublimar, que no es otra cosa que rellenar la realidad a base de levadura, de maizena, burda exageración, fantasmada.

    Cansa la absoluta falta de capacidad autocrítica que tiene la mayoría de directores, lo que viniendo de un crítico, al menos así se autodenomina, todavía es más sangrante, la culpa es siempre del espectador, que el pobre no llega, que no es capaz de meterse en la cabeza del director para saber cuales eran las motivaciones verdaderas que subyacen en cada plano, el espectador tiene que interpretar exactamente lo que quiere que interprete el director, la única libertad que se le deja al espectador es que abra los ojos, eso sí, luego se llenan la bocaza diciendo que su cine respeta la inteligencia del espectador, se ve que la libertad está reñida con la inteligencia, aburren los directores que tratan de explicar uno a uno sus planos, como ha hecho recientemente Albertito Serra, tomando al espectador por idiota, la manera más ridícula, patética, infantil, de tratar de imponer la opinión privilegiada, su opinión privilegiada, e interesada, me son indiferentes las motivaciones que tuviera el director para hacer la película, su intrahistoria, cuales eran sus aspiraciones, sus intenciones y sus problemas personales o económicos, me traen sin cuidado, da la impresión de que aspiran a que veas sus películas de forma benevolente, condescendiente, pidiendo perdón de antemano, buscan forzar empatía con el director no con la película, la película, nos intentan vender fraudulentamente, no es tanto el resultado como lo que realmente pretendían hacer, es esa otra película, la invisible, la inexistente, la que tiene que captar el espectador, la otra, la física, hay que pasar por ella de puntillas porque sólo es un boceto de lo que el director quería contar, te sirven un queso de Gruyére pero luego resulta que era un puzzle, nos ha jodido.

    Si un espectador cualquiera, y en este caso ya hay tres y cada uno de su padre y de su madre y de diferentes nacionalidades, no ha captado una supuesta ironía, lo más probable es que la culpa sea del director que no sabido comunicarla, transmitirla, no nos vendas la película como una búsqueda espiritual del mito, para acto seguido, cuando se te cuestiona esa búsqueda, transformarla en una película crepuscular, irónica, melancólica, que trata de derribar ese mito, a ver si te aclaras, que desde luego el espectador lo tiene muy claro y no ha picado, la ironía no es colchón salvavidas con el que encubrir todas las contradicciones, todas las incoherencias, otra cosa que no comprendo es porque ostias tengo que saber que el Viti es el primo del director, o que en la película sale su abuela verdadera, voy a ver una película no a leer un diario, sólo me interesa el mundo cerrado que transcurre en ella, si lo que veo es realmente honesto, auténtico, me dará esa sensación de algo cercano, familiar, pero no me digas de antemano que lo que voy a ver es una historia privada, familiar y honesta, no predispongas mi mirada, soy yo, el espectador, el que decide lo que es verdad y lo que no es verdad, al margen de que sea real o inventado, que una mentira bien contada, una ficción, es más verdadera que muchos falsos documentales, o que muchas falsas ficciones, tampoco me interesa si el protagonista es un amante de los toros o el director se quedo extasiado viendo una corrida, que no me vendan la milonga de la palabra personaje cuando por activa y por pasiva me tratan de vender a la persona, al sujeto, real, pero resulta que si la persona es incoherente o sin sustancia el problema es achacable al personaje que es así, venga hombre que no nos chupamos el dedo, es lo tiene jugar con la falsa ficción, con el falso documental, que es un engaño al espectador, una forma de manipulación que lo único que trata de encubrir es la falta de valor para abordar una ficción pura o un documental puro, el quiero y no puedo que acertadamente Quintín ha denominado cortesía.

    Pero resulta que hay que poner toda la película en entredicho y prescindir de su pretendida operación mitificadora porque finalmente no enteramos por palabras del director de que todo es un invento de la abuela, algo que yo como espectador que no es miembro de la familia del director tengo que conocer o al menos intuir, ya sabemos como son de mentirosas las abuelas, es el director el que me tiene que hacer ver, que mostrar, que la abuela miente, que lo sepa él me trae sin cuidado, a menos que la película la haya hecho para él y su familia que entonces si tiene un sentido, en una película no se puede dar nada por sabido, ni tan siquiera cuando se habla de anarquismo, de la Guerra Civil, del “descubrimiento de América” o de situar Cádiz en el mapa, algo que puede llegar a saber un español medianamente informado pero que no tiene porque conocer un suizo o un taiwanés, el espectador acude a la sala en blanco, y es el director el que tiene que llenar con información, con desinformación, ese vacío, ya sea con imágenes, lo más difícil, lo más valiente, o mediante diálogos, discursos, mítines, lo más fácil, lo más cómodo, resulta cargante tu romántica, frívola, superficial, visión de la historia de España, visión que por lo visto refleja la de las nuevas generaciones, será las del PP, desde luego la mía no, la mía no es tan maniquea, prefiero la reelaboración de la historia de España del facha Pío Moa que al menos provoca indignación, reacción, los dos, me refiero a los contertulios del bar, hablan de la Guerra Civil con la ligereza, complacencia, con la que podrían hablar del tiempo, pero claro está, es irónico, y son los pensamientos del personaje, no del director, aunque no haya un guión previo, los dos interpretan un papel y se limitan a recitar un discurso escrito previamente que para nada les representa, las palabras autenticidad, honestidad, o responsabilidad, del director con las decisiones que ha tomado ya que es él quien la ha dirigido y supongo montado, no son las primeras palabras que me vienen a la mente, por supuesto todo lo dicho es extrapolable a muchas otras películas del reciente cine español, si con 6 minutos ya he detectado todas estas paradojas, incongruencias, miedo me da lo que me puedo encontrar cuando la vea, ya para terminar el nombre de Buñuel no se mienta en vano, Buñuel jamás hizo paisajismo.

  24. el troll pasmado Says:

    el de la foto es Arroba o Villamediana?

  25. Julián Says:

    Los entrañables compañeros de Letras de Cine, algún anónimo conocido, o algún miembro de la secta de la Ericelogía, me han hecho llegar otras dos críticas, dejémoslo en palmadas en la espalda, de la película, paso a postearlas, ¿qué os dije del amiguismo mal entendido? , pues aquí tenéis dos tazas, de primeras constatar la extrañeza que me produce que se hayan realizado dos críticas de una película que no ha sido estrenada en España y que por lo visto se ha visto por primera vez en Locarno, la de cinéfago, Santiago Navajas, amigo íntimo de Álvaro Arroba, doy fé, data del 23 de julio, todo un visionario, eso o que le han mandado la película, cosa que supongo que harán con todos los blogs de cine, la copia de Quintín y la mía estarán al llegar, como no tenéis que fiaros de mi palabra, os doy algunas pequeñas pruebas, pistas:

    “Y ayer mientras la volvía a ver entre palomitas, conguitos y zumo de naranja me enzarzé en un duelo de sms con un crítico y sin embargo amigo (o sea, Álvaro Arroba)” Santiago Navajas

    “Álvaro Arroba cumple dos requisitos fundamentales para ser considerado uno de los mejores críticos de cine en España”. Santiago Navajas

    En la propia Lectora Provisoria:

    “Las cartas de Arroba son magníficas porque tiene la facilidad de hacernos imaginar las películas con pequeños detalles, incluso con los inexistentes (la “ausencia” de Walken en la de Ferrara), y por el dominio que tiene del español trans-oceánico: el día que un quiosquero pucelano “agarró el celular”Los cortos estuvieron colgados un breve lapso de youtube pero fueron retirados “por fuerza mayor”. No me dió tiempo a descargarlos…No las imprimo porque imagino que irán de cabeza y de pie al próximo LdeC ¿no?”

    Si hubiera que poner una foto a la derecha de la definición de palmero, de mariachi, o de groupie, la de Santiago Navajas sería una de las principales candidatas.

    La segunda, de Alfonso Crespo, íntimo amigo de todo el equipo, y colaborador de la revista “Letras de Cine”, amén de coordinar el libro “El Batallón de las sombras. Nuevas formas del cine documental en España.”,del que os quoteo un pequeño extracto de una crítica al libro en BLOGS&DOCS: “Publicado bajo el auspicio del Certamen de Cortometrajes Juan Antonio Bardem, este libro coordinado por Alfonso Crespo… De hecho, aunque Daniel Villamediana apunte algún porqué de este savoir fare catalán (la cercanía intelectual con Francia o el mayor apoyo institucional), encontramos afirmaciones tan cuestionables como la de Álvaro Arroba en referencia a El cielo gira: “su vuelta a la tierra castellana es una especie de inmersión en lo más hondo de España, pero filtrado con la sofisticación de una educación formal adquirida en Cataluña (Madrid no educa en estas actitudes formales)”. Los comentarios de Dani y Álvaro me ahorro valorarlos, se definen ellos solos. La crítica data del 6 de agosto y comienza así:

    “En la presente edición del Festival de Locarno, que tiene lugar entre el 4 y el 14 del presente mes de agosto en dicha ciudad suiza, se proyectarán imágenes de los Jardines de Murillo, la calle Betis vista desde el río o la Velá de Santa Ana”

    “Proyectarán”, de nuevo otro visionario, o también la ha visto con anticipación, menos mal que soy un crédulo que si no tanta casualidad me mosquearía.

    Ya sólo faltan Santos Zunzunegui o Eulalia Iglesias y ya tenemos a toda La Cuadrilla, si fuera director y sólo comentaran mis películas mis amigos íntimos empezaría a preocuparme un poco, y más si fuera reacción a una provocación previa, ¿qué habría pasado sin la provocación previa?, nunca lo sabremos, ¿qué pasará ahora después del post de Quintín?, eso lo sabemos todos, ¿servirá de algo?, por intentarlo que no quede.

    Pasemos a las palmaditas, dejo a los presentes que las comenten por sí mismos, dados los datos precedentes no me resultan demasiado instructivas, fiables, pero ahora que lo pienso Dani también es amigo de Quintín, y yo soy ex-conocido así que seguro que son honestas y sinceras (espero que se capte la ironía).

    MEMORIA HISTÓRIO-CINEMATOGRÁFICA Por Santiago Navajas

    A los nietos, la generación de los abuelos nos resulta tan misteriosa como mítica. Nos provoca tanta atracción como rechazo. Atracción, por lo que tiene de ampliación de nuestros horizontes, de profundización en nuestras raíces. Rechazo, porque tememos descubrir secretos que nos hagan ver a nuestros adorados abuelitos como espectros no demasiado atractivos… y depositarios de genotipos siniestros.
    Enfrascados en el desvelamiento de sus orígenes familiares, los primosDaniel V. Villamediana y Víctor J. Vázquez han realizado en La vida sublime–como director y como actor principal, respectivamente– una fascinante inmersión en la España más auténtica, serena, bella y profunda, alejados del torpón y fácil costumbrismo al que nos tiene habituados el cine patrio. Junto a El cielo gira, de Mercedes Álvarez, forma un díptico preciso e imprescindible sobre esas extrañas gentes que llamamos españoles.
    El camino que elige Daniel es el de la recreación del misterio a través de la alusión al mito. Sigue la estela de maestros tranquilos como John Ford yYasujiro Ozu –por la hondura de la mirada, las digresiones de los protagonistas apoyados en la barra de un bar o paseando por Valladolid y Triana, por la forma que tiene de dejar que respiren los objetos dentro del plano, acompañándolos en su ensimismado silencio–, pero sin dejar de hacer menciones explícitas e implícitas a poetas patrios como Machado y Lorca (me vinieron a la mente los versos del granadino sobre el río sevillano ante las ilustraciones del mismo: «El río Guadalquivir/ va entre naranjos y olivos./ Los dos ríos de Granada/ bajan de la nieve al trigo…/ El río Guadalquivir/ tiene las barbas granates./ Los dos ríos de Granada/ uno llanto y otro sangre./ Para los barcos de vela/ Sevilla tiene un camino;/ por el agua de Granada/ solo reman los suspiros»).
    La película se construye como una serie de secuencias en forma de diálogos que mantiene Víctor con diversos antagonistas, que le irán acompañando desde los terrenos amarillos en barbecho de Tierra de Campos hasta el mar Atlántico de lo que los cursis llaman «la Tacita de Plata». Busca Vázquez a su abuelo, el Cuco, que viajó de Castilla a Andalucía y volvió cuando debió haberse quedado (su mujer reconoce que se casó con él para salir del páramo castellano). La cuestión es: ¿por qué volvió? ¿Fue un héroe, un villano, un anodino don nadie? Finalmente, el enigma quedará sin resolver, porque no está en el ánimo de los autores la voluntad documental sino la ensoñación de la ficción, de una disculpable ingenuidad: hay que ser respetuosos con los mayores, aunque en este caso signifique convertir al abuelo de carne y hueso en un emblema, una fotografía, un símbolo.
    En los diálogos que van desgranando, nada menos cursi, sin embargo, que la emoción con que el crítico cinematográfico Álvaro Arroba le relata en Valladolid el celuloide no filmado de la segunda parte de El sur, de Víctor Erice; la tensión con que discute en un bar sevillano con su compadre Pepe Grosso sobre si los anarquistas son unos ángeles salvíficos o unos analfabetos políticos hijos de Satanás; o la emulación de aquella vez en que el Cuco devoró noventa boquerones fritos (hazaña aumentada por Vázquez al cambiar los boquerones por sardinas; todas ellas, regadas por nueve cervezas).
    Con un estilo impregnado de naturalismo y espontaneidad, Daniel Villamediana consigue destilar poesía de unas perdigonadas a perdices en tierras ocres vallisoletanas y a peleas de gallos en el profundo sur andaluz, a los atardeceres rojizos del norte castellano y a los rosados del Atlántico gaditano. Es fundamental el trabajo de fotografía, a lo que habrá contribuido no poco la flexible y manejable HD Panasonic HVX200 con que se rodó la película, y la sutileza del sonido.
    Seleccionada para la Sección Oficial Cineastas del Presente de la 63ª edición del Festival de Locarno, que se celebrará en esta localidad suiza entre el 4 y el 14 de agosto, La vida sublime demuestra que es posible en España un cine independiente pegado al terreno pero con vocación de trascendencia. Como en las pinturas de Vermeer, el cine de Villamediana constituye un homenaje discreto pero esencial a la patria, entendida como el conjunto de vivencias íntimas que han ido constituyendo el fondo vital a partir del cual elabora uno su biografía, a veces a la contra, con desprecio y odio, y a veces, como en el caso de Villamediana y Vázquez, con un sentido y cálido reconocimiento a la grandeza de un legado.
    La opción elegida: el mito antes que lo real, sigue los pasos de lo que recomendaba John Ford en sus películas… aunque luego no cumpliera con su palabra: «Imprimir la leyenda». Sin embargo, como en el caso de Ford, el poema surrealista final, de aire lorquiano, con el que Villamediana y Vázquez se inventan un pasado posible no elimina el poso de lo real que las panorámicas de los paisajes castellanos y andaluces nos han mostrado como si fueran una ventana abierta a la que nos pudiésemos asomar.
    La generación de los abuelos, de los que vivieron la guerra civil y los primeros años del franquismo… Al lado de su vida, ¡qué tranquila y anodina resulta la nuestra! Afortunadamente. En tiempos de zozobra, las reglas morales no son sólo guías para vivir, sino, sobre todo, para sobrevivir. De ahí el lema que inspira la película, apuntado en un momento dado por Vázquez:
    El peligro es la clave de la vida sublime.
    El peligro de una película así es saber contar con lirismo una historia épica. De manera íntima abrir a espacios inmensos. Con la imaginación sustentar una versión posible de la realidad. Y el peligro queda conjurado como una gran oportunidad del cine español que es aprovechada. (Publicado en la página de internet de tendencias ultraderechistas Libertad Digital, 23 Julio 2010)

    CASTILLA CORRE HACIA LOS MARES

    En la presente edición del Festival de Locarno, que tiene lugar entre el 4 y el 14 del presente mes de agosto en dicha ciudad suiza, se proyectarán imágenes de los Jardines de Murillo, la calle Betis vista desde el río o la Velá de Santa Ana; también de toda Cádiz, en la bella fantasmagoría que produce la cámara oscura de la Torre Tavira, o el interior de uno de sus más abigarrados establecimientos, la fundamental Casa Manteca. Son los escenarios de la segunda mitad de La vida sublime, la película que Daniel V. Villamediana sí ha podido rodar en el Sur, aquel punto cardinal y anclaje emocional que Víctor Erice tuvo que dejar ciego en su largometraje de 1983. El segundo filme que rueda el cineasta vallisoletano, antecedido por El Brau Blau -su ascética mirada a la estética del toreo-, no cuenta con carreras de motos ni Sanfermines improvisados, tampoco con atajos fantásticos para unir Sevilla con Cádiz, y menos aún dejará en ambas ciudades tantos millones de euros como las autoridades dicen que va a dejar Noche y Día, inyección económica con la que seguro saldremos todos de la crisis, cantando, posiblemente We are the World o Imagine, y cogidos de la mano. La vida sublime, único filme español a concurso en la prestigiosa cita de Locarno, es otra cosa, cine placentero para alimentar cuerpo y espíritu, sueños que el dinero nunca ha podido comprar.»Daniel es lo que podríamos llamar un iberista estético de mirada castellana. Un patriota cultural de la península como lo fue Miguel Torga, Camoes, Unamuno o lo es el propio Manoel de Oliveira.» Así es como define a Villamediana su primo en la realidad y el protagonista en la ficción de La vida sublime, Víctor J. Vázquez, vallisoletano, taurófilo, trianero, actor ocasional y profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla. Víctor, que fue el único cuerpo de El Brau Blau, vuelve a ser aquí el protagonista, el motor del filme, quien dirige su parte de «acción», el viaje de Norte a Sur por las vértebras de España, y quien provoca, en sus encuentros con hombres notables, sus apartes dialogados (y en La vida sublime el diálogo no hace referencia a las codificadas réplicas del guión cerrado, sino a un ejercicio de opinión y libertad intelectual que entronca con el género literario que cultivaron clásicos y renacentistas). Víctor es, además, el agente que densifica la propuesta fílmica, añadiendo su propia biografía -en la que ya tuvo lugar, en su caso por la más justificada de las razones, el amor, una drástica mudanza existencial de Valladolid a Sevilla- a aquella vida real que inspiró a los primos la película, la del abuelo de ambos, el Cuco, quien después de la guerra civil realizó un misterioso viaje a Cádiz, ciudad a la que en teoría iba a mudarse poco después junto a su esposa. El Cuco, sin embargo, regresó a Valladolid sin dar demasiadas explicaciones y nunca más habló de la traumática experiencia andaluza. La vida sublime se articula, entonces, como ensayo de respuesta y réplica contemporánea a ese silencio del abuelo común, un viaje que sigue sus pasos, actualiza y varía sus hazañas y, finalmente, apuesta por un print the legend de raigambre fordiana que conforma el mito a la vez que mira a la espalda del tiempo, imaginando al Cuco en Nueva York, a partir de un emotivo poema original de Víctor J. Vázquez que sirve para trascender el homenaje individual e implicar a toda una generación con sueños truncados, la que a duras penas sobrevivía tras la guerra.De Castilla a Andalucía, del verano blanco al coloreado, La vida sublime habla más estética que políticamente de España, país donde, bien lo sabemos, falta esa disposición al diálogo que es central en el filme -«lamentablemente, hoy por hoy lo que nos hace más parecidos a todos los españoles es la capacidad de pensar que uno puede llevar toda la razón y el otro nada», asegura Vázquez-, y su recurrencia a superar el realismo a partir del mito hermana a Villamediana con una constelación de compatriotas (Buñuel, Borau, Erice…) que, lejos del improductivo ensimismamiento cinéfilo, siempre supieron abrir sus películas a la cultura y tradiciones hispanas (pictóricas, poéticas, literarias…) que a todos los distintos nos reúnen bajo un mismo techo. Daniel y Víctor -quien presumiblemente seguirá, ya vestido de sacerdote, compaginando leyes y actuación en la ópera prima que ultima el crítico Álvaro Arroba-, castellanos generosos, son muy buenos saltando de lo cotidiano a lo cósmico, y los andaluces se lo debemos agradecer.

    ALFONSO CRESPO (Artículo publicado el 6 de agosto en el Diario local de Sevilla)

  26. Julián Says:

    Que no se preocupe el Convento que ya lo dejo, y para siempre. Les debía esta performance por intentar tocar las pelotas durante años en mi blog. Un cordial saludo y hasta no más ver.

  27. Galois Says:

    Julián, por mí tocá todas las pelotas que quieras. Pero por favor, es casi un ruego, te pido que no copies y pegues los artículos enteros.

    La palabra enlace, ¿te suena de algo?

  28. boudu Says:

    Julian esta en un convento?

  29. Galois Says:

    Si es de clausura, salimos ganando…

  30. saint-jacob Says:

    Julian, con permiso… los post tan largos no termina de leerlos nadie (a menos que sean interesantìsimos… y no es el caso, creo, ya que le diste duro al ‘Copie y pegue’)…

    Bigote: aaaahhhh…. ¿viste? (já já, es una broma boba)…

    Galuà: duríiisssimo…

  31. Lectora Says:

    Muy revelador este post. Un buen termómetro para aprender a diferenciar entre una buena crítica y una mala. La de Q. es apasionada y solidamente fundamentada. No se centra en la lectura superficial de la película, en analizar solo la forma y su argumento, profundiza y cuestiona. La de Julián a pesar de contener una argumentación similar carece del equilibrio y la sabiduría de la de Q. En cuanto a las dos últimas son el ejemplo perfecto de malas críticas, aquellas centradas en la sinopsis y en hablar en términos alabanciosos del equipo del rodaje sin cuestionarse nada, lo contrario al intento de una crítica objetiva e imparcial. Por algo Q. es un crítico reconocido a nivel mundial y al resto no les conoce nadie. Felicidades por el blog F. y Q., es un placer leeros.

  32. Emiliu Says:

    «La de Julián a pesar de contener una argumentación similar carece del equilibrio y la sabiduría de la de Q.»

    Para empezar, Julián reconoce no haber visto la película, así que no me parece tan reveladora la comparación de ambos textos.

  33. José Luis Castrillón Says:

    Querido Quintín, la verdad es que yo no te conozco, pero sigo a veces tu blog y me interesa porque me interesa todo lo que huele a inteligente e independiente. Pero esta vez estoy en desacuerdo con lo de La vida sublime y como es una película pequeña y tendrá poca defenas y como además me toca de cerca paso a explicar por qué. El Print the legend español en el caso de la guerra y la posguerra es fundamental y precisamente por eso quizás no comprendes ese fin de diálogo sobre los anarquistas fundamental de la película, ese ¿dónde hubieras estado? porque hay se inscribe la gran tragedia de la España de aquella época. Si se hubiera podido estar con la España de los fascistas y se hubiera podido estar con la España de los revolucionarios pero nunca en ningún caso se hubiera podido estar con la España de la libertad, y eso es lo que hay que reivindicar, esa leyenda en la que poder creer de que hubo hombres que creyeron en la libertad y abominaron de la muerte. En ese mundo la aventura humana, personal y heroica de un solo ser humano que resulta ser el abuelo de los autores tiene cabida. El estuvo allí, defendiendo al menos su propia libertad, haciendo durante unos meses lo que le apeteció y ese sorprendente hecho en aquella época todavía tiene el valor suficiente para que alguien se decida a hacer un relato sobre ello ya tratar de darle un sentido casi mítico a todo aquello. Y además intentando vertebrar esas dos Españas que parecen tan lejanas como son la Castilla sobria, seria y parda, y la Andalucía atlántica, expansiva y azul. Recrear aquel viaje no como fue sino como pudo ser es un esfuerzo que merece la pena y que Villamediana lo logra con éxito,

    Respecto a Erice tienes razón, puede que pudiese haber hecho cine cuando hubiese querido, pero el caso es que cuando quiso hacerlo no pudo hacerlo como quiso. Lo que Arroba cuenta no es sino la segunda parte del Sur que los productores le cortaron para no alargar demasiado la película y hacerla mas comercial y no digamos la jugada que le hicieron Trueba y Andrés Vicente Gómez con El Embrujo de Shangai.

  34. lalectoraprovisoria Says:

    Querido Castrillón. Tu descripción de la película me parece mucho mejor y más coherente que la película misma. Esa apuesta a la libertad es lo que precisamente ha negado el director en este blog, tratando al abuelo de mentiroso y al nieto de tonto. Pero eso se ve en la película, donde de la aventura del abuelo no se sabe nada y se reduce poco menos que a comer sardinas al sol y sentirse harto. Y sobre la guerra civil y su leyenda, lo que queda en la película es una formidable diatriba contra los anarquistas, desde la consabida monserga de que eran mejores los comunistas o aun los fascistas (esas frases antilibertarias podrían pronunciarse desde cualquiera de las dos posiciones). Esa la única voz politica que se escucha en el film y es también una lección que le dan al protagonista para que no ande coqueteando con libertades. Después se cambia de tema abruptamente. Para mí Villamediana está muy confundido con respecto a lo que quiso hacer y parece muy influido por dos concepciones autoritarias. La de la derecha esencialista española y la de la corrección cinematográfica (la escuela que venera a Erice y va produciendo cineastas amanerados y reprimidos, que temen el reproche de sus maestros pero a su vez también enseñan y contribuyen a reproducir el sistema) y esa mezcla produce el bodoque que es La vida sublime. Un bodoque amable, es cierto, con momentos gratos y muy confusa.

    Q

  35. Senén Says:

    Lo que realmente le jode a Q es que España haya ganado el mundial de fútbol

  36. José Luis Castrillón Says:

    Una última reflexión Quintín. No encuentro contradicción entre Villamediana y yo más allá de las que puede haber entre el que crea y el que ve.

    Donde creo que si que hay contradicción es en los términos anarquista que puede tener muchas acepciones, y entre ellas esta que se generalizó en España desde principios del siglo XX de aquel que ponía bombas, quemaba iglesias sin importarle demasiado qué o quién había dentro, fusilaba seres humanos, etc y el término libertario, aquel amante hasta lo radical de la libertad humana. Ha habido anarquistas libertarios pero han sido los menos, sobre todo los sindicados. Pero sin embargo en la España del 40 plantearte hacer lo que te hiciese la gana, en la España del hambre comerte 90 boquerones, dejar tu mundo asentado y mesetario y viajar al sur con ínfulas de boxeador o banderillero, eso tiene mucho de libertario. Sea mito o no. Por otra parte lo de que la cinta sea un bodoque ya entra dentro de cierta subjetividad que no comparto aunque comprendo pero en lo de que ayuda a reproducir el sistema supongo que lo dices por que no creo que haya ninguna distribuidora valiente que se atreva a distribuirla y que seguramente nunca se estrenará comercialmente con lo que el cine español seguirá siendo lo de siempre, «ese sistema».

    Un abrazo JL

  37. lalectoraprovisoria Says:

    Senén, prototipo del verdadero gallego boludo.

    Q

  38. lalectoraprovisoria Says:

    Castrillón. Creo que el cine español tiene un verdadero problema. Por un lado, su versión oficial, dominada por productores mafiosos y críticos analfabetos es verdaderamente deplorable y fascista: con el poder que tienen dedican enormes esfuerzos a evitar la emergencia de los jóvenes y de los independientes. Pero en los últimos años los del lado de afuera han adoptado también una actitud corporativa: se mueven en banda, se elogian entre ellos y hasta atacan en grupo, como fue el episodio de la absurda solicitada contra Boyero y la libertad de prensa. Ese grupo tiene un ícono, patriarca y mito fundador que es Erice (firmante de aquella solicitada) y por eso la película de Villamediana con la nefasta aparición de mi amigo Arroba (o ex amigo, él verá), que contribuye una vez más a adorar al maestro, me pone de muy mal humor. Es explicable que los que no están en el sistema se junten y se protejan, dado el maltrato del que son objeto. Pero las películas que están haciendo no están a la altura de su desafío al sistema, sino que deja al descubierto simplemente la intención de reemplazarlo por otro. Por afuera de ambos grupos está Albert Serra, el gran cineasta español del siglo, al que gente como Lacuesta odia como a nada en el mundo.

    Un abrazo
    Q

  39. Cine Says:

    El cine no se fuerza, sale.
    Esto no es cine, es una gracia interna. Qué manera de perder el tiempo.

  40. Transit: cine y otros desvíos | La vida sublime Says:

    […] QUINTÍN: Locarno: memoria y balance (6): “Lo cortés quita lo valiente”, La lectora […]

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