Breve historia de la filosofía 43

Los apotegmas

por Tomás Abraham

La historia de los padres del desierto fue recopilada en los siglos IV y V en una serie de anécdotas conocidas como apotegmas. Es una “declaración” –si se sigue su significado etimológico– que hace el Anciano a su discípulo. Una palabra carismática, es decir, ofrecida mediante la gracia de su proceder.
Son un conjunto de anécdotas aleccionadoras en las que se manifiesta la fuerza de la fe y la intransigencia de los “abbas”, los padres, por mantenerse puros.

 

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Comencemos con el abba Abraham, quien escuchaba decir a un anciano que pasó cincuenta años sin comer pan ni beber vino “activamente” (esta última palabra es la transcripción textual de los Apotegmas de los Padres del Desierto, editados por la editorial Lumen): “destruí en mí mismo la fornicación, la avaricia y la vanagloria”.

Abraham cerca de allí se le dirigió preguntándole si era efectivamente él quien había pronunciado esas palabras. Al responderle que sí, le dijo: “Suponte que al entrar en tu celda, encuentras una mujer sobre tu cama, ¿puedes pensar que no es una mujer?”.

“No –respondió él–, pero lucharé contra mi pensamiento para no tocarla”.
Entonces abba Abraham le dijo. “¿Ves?, tú no destruiste tu pasión, sino que ella vive en ti, aunque encadenada.”

Recuerdo por alguna lectura de la que no ubico la referencia, pero creo que provenía de la literatura budista, que uno de los ejercicios mentales de los monjes al ver a una mujer era llegar a verla en su interior, refiriéndose no a sus caros sentimientos sino a sus vísceras. Si se era puro de espíritu, ver pasar a una dama equivalía a presenciar el paso de una larga trenza de chinchulines, entre el rojinegro de los riñones y el blancuzco estómago, envueltos en una tela rosada. Para un uruguayo sería ver a una doncella como una pamplona

Sólo el hombre de imaginación vasta como la de un matarife podía llegar a afirmar una ausencia de deseo. No es lo que se cuenta del principal de los anacoretas, me refiero a San Antonio, conocido por la biografía escrita por San Anastasio. Luego de veinticinco años de soledad y reclusión, creyó poder dominar sus deseos, salvo el que aparecía en los sueños. No conseguía controlar las imágenes tentadoras que surgían mientras dormía con pudibundez.

Dice San Antonio: “Aquel que mora en el desierto y vive allí en el recogimiento está liberándose de tres combates: del oído, de la habladuría y de la vista. El único combate que le queda es el de la fornicación”.

Es conocido el relato de las tentaciones de San Antonio, que entre otros comentarios merecieron un texto de Gustave Flaubert. Las apariciones de San Antonio, para Flaubert, fueron tan profusas y eruditas, que Michel Foucault le dedicó un pequeño ensayo, La biblioteca fantástica, un escrito de aroma borgiano donde dice que los sueños del Padre se deducen directamente del libro que lo acompañaba, nada menos que de su Biblia. El inconsciente de San Antonio estaba escrito con todas las historias bíblicas, y la sobreabundancia de las apariciones sólo reflejaban la infinitud de la literatura y el murmullo incansable del lenguaje.

Eran tiempos en los que todo era literatura, y el pensamiento sobre la misma se inspiraba en Maurice Blanchot. Sin embargo, en un texto anterior que introducía el relato de Flaubert, Paul Valéry decía que lo que a Flaubert lo inquietaba era entender la esencia de la tentación, elaborar una fisiología de la tentación. Sostiene el poeta que vivir es carecer de algo, y que en esta falla, en la incompletud de cada instante, se cuela por el intersticio de la grieta deseante… supongo que no puede ser nadie más que… ella, la Diabla.

Foto: Cora Burgin (Serie Arquitectura)

13 respuestas to “Breve historia de la filosofía 43”

  1. Juan Gonzalez del Solar Says:

    Cuando tenía 22 años di clase, por unas semanas, en un secundario (y tenía alumnas de 17 años). Hablando con la directora, le dije a ella que para mí las alumnas «no eran mujeres»; ella me erspondió que no era así, que eran mujeres y que de hecho podía sentirme seducido por ellas, que no podía eliminarme a mí como hombre. Tenía razón, obviamente que más de una resultaba gauchita. Lo que tenés que tener claro, me dijo, es que no vas a hacer nada al respecto, aun cuando te gusten.
    Esa anécdota siempre me recuerda mucho: no se puede eliminar lo dado y no me resulta productivo eliminar nada, sí trabajar sobre lo que está ocurriendo, hacerse uno cargo, decir «esto es y sobre esto hago», sin negación.

  2. janfiloso Says:

    En la película basada en el nombre de la rosa de eco, sean connery visita el monasterio con un monje viejísimo quien al pasar por delante de un cuadro de la virgen, hace la señal de la cruz y le dice al Sean : «salvo ella, todas las demás son el diablo».

  3. estrella Says:

    «en la incompletud de cada instante», perfecto.

    Habrá que probar eso de imaginar retorcidos chinculines y palidos estómagos, en lugar de antoniosbiraventes o keanureves.

  4. Patizamba Says:

    Es muy atractivo el tema de los anacoretas. Quiero más.

  5. Juan Gonzalez del Solar Says:

    Hace algunas entregas que tengo una sensación parecida, una alegría profunda de abrir el post y saber que va a haber algo que me interesa mucho. Estoy seguro de que no soy el único que está viviendo algo parecido con estas entregas.
    La Religion puede pensarse y se pueden entender miles de variables; eso no atenta nunca contra lo trascendente, ilumina la historia.
    Me resulta patética la diatriba contra Darwin desde el punto de vista religioso.

    El anacoreta es un personaje interesantísimo. Creo que, como el caso de la castidad, son muchos menos los que están verdaderamente llamados al camino que aquellos que lo emprenden.

  6. Carlos Gatabria Says:

    JGdS: me parece que eso pasa con todos los caminos…

  7. Juan Gonzalez del Solar Says:

    Carlos, Es cierto, pero estos casos son más extremos -o poéticos-. Pienso en la castidad de los curas; algo establecido de difícil asimilación, tanto para muchos que lo vemos de afuera como para ellos mismos -baste ver los muchos casos donde esto resulta en un gran problema para las «vocaciones»-.
    Muchos emprenden (emprendemos) caminos para los que no están llamados, pero tienen -al menos en potencia, el tema del libre arbitrio me cercena toda palabra e idea, no creo del todo en él- la posibilidad de modificarlo: me cansé de ser abogado y prefiero ponerme un kiosko. Un cura no puede modificar esta variable y seguir siendo cura, servir a Dios desde el mismo lugar.
    En fin, el tema es complejo y largo, pero creo que estamos de acuerdo. La única solución que le encuentro es vivir en el presente.
    Es un muy buen tema.

  8. janfiloso Says:

    Tomás hoy hay una nota en Clarin

    http://www.clarin.com/suplementos/especiales/2007/08/08/m-00603.htm

    donde la profesora Rachel Elior, titular de pensamiento judío de la Universidad Hebrea de Jerusalén niega que los rollos del mar muerto sean de los esenios;

    ella dice que los escritos son del 175 a.c. y que en esa época no había esenios;

    danielou dice que junto con los rollos se encontraron monedas del 70 d.c. de modo que no me parecen incompatibles las versiones; la versión de danielou respecto de la falta de referencia a los esenios en los evangelios parece bastante sólida.

  9. Carlos Gatabria Says:

    Sí, Juan supongo que estamos de acuerdo, tu comentario me llevó a pensar en aquellos que eligen, por ejemplo, una profesión y no están dispuestos a cumplir éticamente con los postulados de la misma.
    No necesitan abandonar o cambiar la actividad, alcanza con no llevarla a cabo a conciencia para estar fuera del camino elegido.
    Comparto que hay casos donde los ejemplos son más ostensibles.

  10. Medusa Says:

    Hola Amigos del ciberespacio: Simplemente queria invitarlos a visitar mi pagina web: silviasanchezurite.com.ar
    Tiene criticas de teatro, principalmente
    Gracias
    Un beso
    Medu

  11. gcorach Says:

    Pensar que yo supe de la existencia de la palabra «apotegma» gracias al General! Hablará también en el curso sobre «frontispicios»?

  12. alita Says:

    «Entonces abba Abraham le dijo. “¿Ves?, tú no destruiste tu pasión, sino que ella vive en ti, aunque encadenada.”

    A veces vienen bien algunas pasiones, pero creo que no hay que encadenarlas, ni eliminarlas, lo mejor es encauzarlas.
    Pueden surgir grandes cosas de las pasiones.

    Recuerdo un profesor, me decía que el racionalismo, si elimina la pasión no sirve, debe encauzar la pasión. Pero siempre es bueno que haya pasión en todo lo que hacemos. Lo contrario es la apatía, indiferencia, falta de vitalidad.

    Con respecto a tentación, creo que su esencia es lo prohibido.

    p.d: espero ansiosa el capítulo de las obsesiones!

  13. rody Says:

    El mejor resumen sobre el tema es la frase de Wilde, que no por archiconocida deja de ser válida:
    «La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella.»
    Dedicar toda una vida a encadenar las pasiones es darle a las pasiones más importancia de las que creo tienen.
    Hay una idea de Mishima, creo que escrita en “El pabellón de oro” que, aunque se refiere a la belleza, bien puede aplicarse a las tentaciones. Cito de memoria (y mal):
    “La belleza es como una muela cariada, mientras está en tu boca parece la cosa más importante del mundo. Cuando el dentista te la entrega, luego de extraerla, uno la contempla y se pregunta ¿tanto problema por esta cosa pequeña y negruzca?”

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