Breve historia de la filosofía 42

Los Padres del desierto

por Tomás Abraham

Mientras en la gran urbe romana los cristianos se acomodaban gradualmente a la herencia pagana, y los romanos se familiarizaban con esta nueva secta que seducía a sus mujeres y algunos hombres notables, en otra lejana región, más árida y agreste, el mensaje del Evangelio se leía de otro modo.

 

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La palabra de Jesús nació en una tierra de casas secas de gente pobre. Antioquía, Siria, Palestina albergarán a santos de una estirpe diferente, con un mensaje de una alta intensidad profética. Pero es en Egipto donde nace una forma de cristianismo que perdurará en el tiempo: el monaquismo.

A fines del siglo III, aparecen en el paisaje religioso los anacoretas, los solitarios del desierto. La ida al desierto no nos es totalmente desconocida por ser herederos de los fugitivos de la Pampa. Los perseguidos por el fisco, los criminales, bandidos y deudores, los rebeldes al poder, iban al desierto para salvar el pellejo. Es ahí adonde van estos eremitas para salvar su fe.

No es el mismo cristianismo el de una dama romana que el de un campesino copto. La pobreza o la indigencia, la simpleza, la rudeza, de este último, parecen curtirlo mejor para una fe de guerrero, de un luchador forjado para el interminable combate invisible. Los nuevos monjes iban al desierto. Primero se aposentaban en un fortín abandonado por los romanos. La anachôresis –la vida del solitario– no se aprende solo. Se necesita un Maestro, el Anciano, que ha aprendido a luchar contra los dos flagelos que atacan a la fe del espíritu: los vicios y los demonios.

La vida entre murallas dura unos veinte años, después de los cuales el anacoreta se interna en el desierto sin límites.

La vida monacal tuvo diferentes diagramas. El cenobitismo es un modo de organización en el que los anacoretas viven juntos de acuerdo a reglas comunes dentro de un recinto cercado. La disposición espacial cambia con los “lauras” que son cabañas individuales separadas e independientes para cada uno de los hombres. Los momentos de reunión o comunión se hacían en un espacio común de acuerdo a los tiempos ordenados por la liturgia. En aquellos orígenes del monaquismo, por los años 350, se habían instituido 194 reglas de obediencia para la vida ascética. No hay que pensar que la fe cristiana derivaba de una entrega espontánea y pura. Su convalidación estaba sometida a una estricta y continua disciplina de renuncia a la propia voluntad para depositarla en manos de un superior.

Así como la virtud fundante en el mundo griego, aquella en la que se sostenían todas las otras y que al mismo tiempo las resumía, era la prudencia, en el cristianismo es la obediencia.

Sin ella no es posible luchar contra los ocho vicios: la glotonería (gastrimarquía), la fornicación (porneia), la avaricia, la tristeza, la cólera, la acedia, la vanagloria, y el orgullo.

Los tres primeros vicios pertenecen al apetito concupiscible, los cinco últimos al apetito irascible.

En cuanto a los demonios, estos se dividían en tentaciones y obsesiones. Las armas de combate contra los mismos eran la oración, el trabajo y el ayuno. Los cantos de los salmos, y la labor de fabricación de canastos, cuerdas y esteras.

El fruto de la victoria es el dominio de sí (apatheia) y la paz espiritual.

Foto: Cora Burgin (Serie Arquitectura)

29 respuestas to “Breve historia de la filosofía 42”

  1. janfiloso Says:

    Disculpame si me anticipo en tus relatos, pero ayer leía en Johnoson la sutileza respecto de los términos latinos y griegos para referirse a persona, divinidad, humanidad, etc. como una de las fuentes que explica la diferencia de las concepciones romana y griega del cristianismo; la historia de los coptos es fascinante y no cuento el final porque espero la próxima lección.

  2. Juan Gonzalez del Solar Says:

    Excelente, disfruto enormemente estas lecciones, las que espero.
    Decís que los anacoretas aparecen en el siglo III. ¿Hay registro de prácticas similares anteriores? ¿Necesitan ser cristianos? -no creo que la idea de tal búsqueda pudiera prescindir de una identidad religiosa que la sustente, como sí puede darseen estos tiempos, pero aun así me asalta la inquietud, máxime tomando en cuenta que la idea «cristiana» era aún muy variable, como mencionás-.

    Se me ocurren dos obras: La tentación de San Antonio, de Flaubert, y LA estatua de sal, de Lugones. La primera la recuerdo poco, la última más por una cuestión de tiempo; en esa obra se da una injusticia que siempre me apenó mucho: el asceta hace las cosas de la mejor manera, se esfuerza al máximo por responder a lo que entiende es su deber, y aun así es castigado terriblemente. No puedo imaginar así ninguna religión ni filosofía.

  3. rinconete Says:

    Las lecciones son uno de los grandes placeres de este blog. Me anoto en la lista de espera para cuando se editen.

  4. medusahilarante Says:

    Festejo la Regla de moderaciòn; aunque a veces he incurrido en injurias; pero ya no quiero pelear con nadie…
    Medusa

  5. medusahilarante Says:

    Creo que va de acuerdo a las normas de la prudencia y la obediencia ( de nosotros a Tomàs)

  6. alita Says:

    «Así como la virtud fundante en el mundo griego, aquella en las que se sostenían todas las otras al mismo tiempo que las resumía, era la prudencia, en el cristianismo es la obediencia».

    No me gusta tanto la palabra obedecer, prefiero la prudencia.

    La prudencia, para mí, tiene que ver más con la reflexión, es una decisión personal, hay libertad de elección. Mientras que la obediencia es hacer la voluntad de un «superior», de otro, existe una relación de poder y sometimiento.

  7. ubermensh Says:

    Antes de todo felicitarlo por las lecciones que publicas, encuentro muy constructivas estos tipos de iniciativas por parte de personas común y corrientes como lo somos nosotros, personas que nos diferenciamos de los demas por el unico hecho de hacer publicaciones y que nos interesa el conocimiento.

    espero ansioso la próxima lección y dejar acá mi humilde firma, espero cuando tengas tiempo visites mi blog, es nuevo y una perspectiva diferente al tuyo, pero por eso no menos interesante.

  8. dB Says:

    alita, Perón decía lo mismo!: Mandar (en política) es convencer, no obligar… Viste que no están tan lejos…

  9. dB Says:

    Bueno, acá está la cita exacta, la anterior no quedó muy bien: «Conducir no es mandar, no es obligar. Conducir es convencer, conducir es educar»

  10. alita Says:

    dB,
    ….pero, si yo no estoy nada lejos de algunas de las cosas que decía Perón, todo lo contrario!…. no les dije que me bautizó un amigo peronista Alita por Evita?

    Y es más, escuché hace un tiempo un discurso en el que decía unas cosas bien interesantes…. si era re vivo el viejo, voy a ver si en algun momento las busco en la web…. lástima que no me gusta la forma en que llevaba a la práctica algunas de estas ideas.

    Está muy buena la cita, y eso que decís de «Conducir es educar”, pero, pregunto, no era esta otra de sus frases de cabecera: «alpargatas sí, libros no»?, o al menos el sentimiento que despertaban sus prédicas?

  11. alita Says:

    …o se me habrá reencarnado el Pocho también, además de Clemente de Alejandría?

  12. estrella Says:

    Tomás, más que bueno, como siempre.

    En cuanto a los demonios:

    Habría que decirle a Janfiloso que para vencer las tentaciones u obsesiones (Rocío G.D. y cía) empiece a cantar salmos o a fabricar canastos de mimbre. En el Tigre puede comprar buen junco y barato.

    Y tendremos premio para el próximo concurso.

  13. Charly W. Karl Says:

    En un antiquísimo monasterio budista, según se afirma, por la época en que vivió Jesús habría estado una persona proveniente del medio oriente llamada Issa, nombre con el que algunos en su época se referían al padre del cristianismo. Tal vez esta sea una de las razones de varios puntos de coincidencia entre ambas religiones.

    Saludos!

  14. janfiloso Says:

    No vale Estrella; lo de Rocio Guirao Diaz es de otro post; en este yo sigo fielmente el curso de TA y no me salgo del libreto para nada.
    Por otra parte, con juncos estaba hecha la cesta en la cual pusieron a Moises en el Nilo para salvarlo de la matanza mientras cantaban salmos, de modo que esa parte está dentro de la línea de la historia de la religión (claro que los juncos eran del Nilo Egipcio, no de Tigre, pero en fin);
    Aprovecho para hacer una aclaración a Estrella como fino corrector gramatical que soy :
    el Partido Bonaerense de Tigre se denomina así : Tigre, no el Tigre;
    el tigre es un animal que vive en la selva y que es muy malo cuando es comehombres.
    (! Tomá Estrella ¡ vos me hiciste quedar mal con TA, ahora yo me la cobro)

  15. dB Says:

    Algún amigo ultra peronista que tengo dice que Perón jamás dijo esa frase: “alpargatas sí, libros no”. No sé…

  16. alita Says:

    Yo tampoco estoy segura, por eso, como habrás visto, no se la adjudiqué al general.

    No soy una persona cerrada, ni fascista ni gorila, como algunos acostumbran a tildar a quienes no estan de acuerdo sus ideas, quienes no estamos dispuestos a apoyar sumisamente lo que ellos creen una verdad absoluta. Hay gente a la que le gusta poner etiquetas.

    Nada de eso, trato, dentro de mis limitadas posibilidades, de rescatar todo lo que creo positivo en cualquier persona, más alla de los partidos políticos, ideologías y demás prejuicios.

  17. alita Says:

    dB, está bueno tu nuevo avatar

  18. mamarrachi Says:

    esmuy intereseante, una nueva manera de ver la religion… una pena que la religion de Roma, en un momento determinado, decidiera acabar con todas aquellas ramas como esta,m destruyendolas para lograr su pura hegemonia, desde luego, a mi me parece muchio más noble el seguir estos preceptos que limitarse a dar e de un credo pero sin implicarse de mamnera espiritual
    ahi queda todo
    http://mamarrachi.wordpress.com

  19. dB Says:

    Me alegro que te guste alita, así me está dejando la inflación.

  20. alita Says:

    :-)

  21. aglaya Says:

    Para ALITA:

    Me parece que tenemos bastante distorsionado el concepto de las palabras «prudencia» y «obediencia». A la primera, supongo que asociamos el «no te metás», el «yo, argentino». En fin. Tristes cosas. Y a la segunda, casi sin querer, se nos viene a añadir el todavía más triste adjetivo «debida”.
    Pero la prudencia, siendo griega, como bien señala Tomás, habrá sido tomada de los griegos por los teólogos, se me ocurre, y de ahí la convirtieron en una de las cuatro virtudes cardinales o morales, que están por debajo, según Aristóteles, de las virtudes dianoéticas o contemplativas.
    En cuanto a la obediencia, viene del latín y está compuesta por la preposición «ob» (que significa «por, a causa de, ante») y el verbo «audire» (oír, escuchar). Está relacionada con lo que uno oye. Y lo que uno oye tiene que ver con la PALABRA, no necesariamente con una orden o un mandato. La palabra del Otro al que uno oye, o ante el cual uno oye, es escuchada libremente. Y en ese sentido, también se traduce muy mal el concepto de «decálogo» por «diez mandamientos», porque son DECA-LOGOS, es decir, DIEZ PALABRAS, no diez mandatos. El «Oye, Israel», el «Si alguno quiere venir….», etc., no son mandatos, sino más bien invitaciones, incluso tímidas. Es una voz que te habla y, si querés, la oís. Tanto es así que, si no querés, es una voz que seguirá clamando en el desierto.
    No me gustaría ser pesada con todo este arsenal etimológico, pero no sé si quedó suficientemente claro que el que dice «Oye» no es ningún ser humano vestido con uniforme militar. Y que si se comprendiera que sólo se puede ob-audire al que dice eso, quizá no tendríamos que llorar ahora a treinta mil desaparecidos, por poner un ejemplo, porque esa obediencia está por encima de toda obediencia debida, que es todo lo contrario de la obediencia debida, que es precisamente la que impide la obediencia debida y que desgraciadamente fue «debida» con el aval de no sé cuántos curas que sólo son sepulcros ya ni siquiera blanqueados y que la única voz que parece que saben oír es la voz de la serpiente.

  22. Juan Gonzalez del Solar Says:

    Srta. Alegre -o variantes, sabe Ud. cómo es el griego- (¿o es por el personaje de Dostoievsky?), muy buena su exposición. Olvida el uso y el sentido de lo que propone Alita.

  23. aglaya Says:

    Es por el personaje de Dostoyevski. Gracias por su valoración, Juan. No olvido el uso y el sentido de lo que propone Alita. Simplemente su comentario fue más bien la ocasión de dirigirme a quienes del sentido de las palabras se ne fregan y tratan siempre de hacer pasar gato por liebre. También querría expresarle mi agradecimiento por la conmovedora página de su «Creo en Dios».

  24. alita Says:

    Aglaya,

    Te agradezco la interesante explicación sobre el origen de la palabra obedecer, que según contás tiene que ver con oír o escuchar, libremente y «no necesariamente con una orden o un mandato». No la conocía.

    Mi impresión estaba dada más bien por el significado que se le asigna usualmente, que según la RAE es «Cumplir la voluntad de quien manda». De allí lo que dije en el anterior comentario, que no me gustaba mucho porque para mí implicaba una relación de poder y sometimiento a un superior.

    Quiero aclarar , creo que la obediencia o el respeto ciertas reglas o leyes es necesaria e imprescindible para mantener una convivencia armónica en cualquier grupo social.

    Por otra parte, como decís, me recordó la muy desagradable frase «obediencia debida».

    En cuanto a palabra «prudencia», personalmente no la veo como una falta de compromiso o un «no te metás», sino como «una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello». (Según RAE : Templanza, cautela, moderación. Sensatez, buen juicio.)

    Me parece que ser prudente es tomarnos el tiempo para reflexionar, evaluar una situación, y tener la libertad de elegir nuestra propia forma de actuar ante un determinado acontecimiento. Hacer lo que creemos más conveniente, sin tener por ello que dejar de lado nuestras ideas o convicciones.

  25. Juan Gonzalez del Solar Says:

    Aglaya, muchísimas gracias.

    El personaje ese de Dostoievsky es muy particular, no tengo un recuerdo muy grato de ella. ¿Cuál es su valoración de él?

  26. alita Says:

    Gracias Juan.

  27. aglaya Says:

    Hola, Juan. En realidad, ese personaje no tiene nada que ver conmigo, ni exterior ni interiormente. Sin embargo, hay una escena de la novela, cuya atmósfera nunca pude olvidar. Es aquélla en la que el príncipe Muschkin (el “idiota”) acaba de ser empleado como calígrafo por el general Yepanchin, padre de Aglaya, porque tiene una hermosa letra. Esta niña, Aglaya, está siendo presionada por el secretario de su padre, que se llama Gania (diminutivo de Gabriel en ruso, como usted sabe) y desea mejorar su posición social con un casamiento conveniente. Este joven está muy enamorado de Aglaya, pero como teme no ser correspondido, pretende al mismo tiempo a otra hermosa mujer a la que no ama, pero igualmente distinguida. Lo que él quiere es asegurarse de no quedar sin el pan y sin la torta, cosa que Aglaya ya intuye. Le manda una notita para apurarla, porque si ella no se decide pronto, corre el riesgo de perder también a la otra. Entonces Aglaya, con el pretexto de querer conocer la bella letra del príncipe, le dicta en voz bien alta para que la escuche Gania, la frase: “Yo no trafico”. Creo que lo que me une a este personaje es eso. Y ahora pido disculpas porque no es lo mismo contarlo que leerlo salido de la pluma de Dostoyevski.

  28. Pía Says:

    ¿Alguien leyó el cuento «Aballay», de Di Benedetto? Tiene que ver con esto de los anacoretas. Es sobre un gaucho que, sintiéndose culpable por haber matado a otro delante de su hijo, decide, para expiar su culpa, no bajarse nunca más de su caballo. Hasta que el hijo del muerto crece y se vuelven a cruzar…Una joya

  29. Juan Gonzalez del Solar Says:

    No Pía, pero lo buscaré; gracias.

    Aglaya, muy linda la referencia, pero creo que el personaje, a fin de cuentas, termina traficando, como todos en esa novela salvo el Príncipe (personificación crística según el propio Dostoievsky). Creo que ahí está la cuestión trágica de la novela, que nadie puede acompañarlo en su búsqueda de pureza.

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