por Tomás Abraham
El misterio socrático reside en el singular uso que hace de su ignorancia. La democracia es, para él, el régimen de la petulancia. Un sinnúmero de pedantes opinan sobre todo y se erigen en autoridades de una multiplicidad de cuestiones. La cosa pública está al servicio de un manoseo argumentativo ilimitado.
La polis está en crisis y en un proceso crónico de decadencia, que sólo sirve para estimular el griterío de los ciudadanos que a diestra y siniestra difunden sus repetidas críticas y sus monótonas y absurdas soluciones. Únicamente los hijos de las familias atenienses, los jóvenes deseosos de una vida mejor, restringen sus ansias de opinar y parecen dispuestos a escuchar y aprender.
El progreso secular que permitió a la polis disfrutar de una sana incredulidad, de saludar con alegría el alejamiento de los dioses, y por la que tuvo la audacia de erigirse en una comunidad sometida a las leyes, ha sido deformado –gracias a una libertad irresponsable– en un bastardeo del uso de la palabra para someterla a intereses espurios.
No se quieren dioses ni sacerdotes, tampoco tiranos, se proclama el fin del poder de los Tiresias y los Pisístrato, pero la asamblea de ciudadanos no deja por eso de ser un gallinero para diversión de los alumnos de Protágoras. La sofistiquería está de parabienes.
Pero Sócrates no es un Biasatimondas ni un Nelsoncastrópulos, su especialidad no es el sermoneo enmascarado, sabe que una arenga frontal se perderá en el mar de las denuncias cotidianas.
Su proceder es otro. Se hace de amigos y va de casa en casa para conversar en la calma con los vecinos. Dije en la calma y no en la cama, porque cuando así sucede el ritual es otro, y se llama: banquete o simposio.
Reuniones pequeñas en las que, bajo la luz vespertina, se habla de temas curiosos pero necesarios. Es fundamental saber de «qué» estamos hablando. Es un asunto de precisión y de orden. Si nos confundimos con las palabras, necesariamente nos perderemos con las cosas. Para llevar a cabo esta tarea de ajuste semántico, Sócrates inicia los diálogos en un tono amistoso preguntando a los contertulios qué es lo que se comenta en el ágora. Sociedad pequeña y activa, adicta al goce de la palabra, al chismerío y al rumor, siempre hay menudencias sabrosas que paladear, o urgencias que decidir.
Hecha la primera pregunta, le sigue otra que se apoya en la respuesta anterior. La escalera interrogativa despliega el armado de sus peldaños uno tras otro y así, casi sin querer, se teje el discurso alrededor de un objeto teórico común: el coraje, la ciencia, la política, el amor, la república, el origen del cosmos.
Cada uno de los contertulios dice lo que piensa y se apoya en conocimientos poco conscientes de sí. Sócrates pregunta lo que no sabe ya que ha llegado a una profunda conciencia de sí mismo. Es el “conócete a ti mismo” del oráculo de Delfos.
Quien ha llegado a hacerlo luego de una esforzada ascesis, sabe que no sabe. La ignorancia es una necesidad metafísica. El hombre no puede saber hasta que tenga conciencia de la existencia de dos mundos, la episteme le será ajena mientras no choque contra el muro en el que se proyectan las sombras de una realidad que no ve.
Saber que hay dos en el Uno, que la participación y el sistema de copias de la apariencia material evoca lo Otro que es lo Mismo, que lo alude y no lo alcanza, hacerse cargo de esta imposibilidad, situarse en el entramado de la inaccesible verdad, nos vuelve irónicos. Sabemos que no llegamos, sonreímos ante quienes creen que sí lo hicieron, y nos divertimos con un juego extraño. Ponemos a la sofística del revés. Así como los maestros de la plaza pública enseñaban a construir argumentos para defender intereses, birlamos aquel arte, para disolver acertijos y certidumbres que inclinen la palabra al vacío. Nada hay.
La ironía tiene un fondo de crueldad. Pero no se detiene allí.
Foto: Cora Burgin (Serie Publicidad)
May 9, 2007 a las 12:02 am
se me ocurrió una idea!… porque no hacés este sábado un diálogo socrático via internet….. o mejor dicho abrahámico?
May 9, 2007 a las 7:01 am
quizás más adelante.
May 9, 2007 a las 9:46 am
que bueno! , ojalá que sea pronto!!
….. es ud. muy sabio, deben estar dadas las condiciones.
estoy contenta, gracias!!!
May 9, 2007 a las 4:51 pm
Adhiero a la propuesta de Alita
May 9, 2007 a las 5:55 pm
QUERIDO ABRAHAM:
ME HAN HABLADO MUCHO DE VOS Y TU REUNIÓN DE LOS JUEVES. QUISIERA SABER SI UN SIMPLE ESTUDIANTE DE FILOSOFIA PODRÍA FORMAR PARTE DE ELLA Y DISFRUTAR Y PARTICIPAR DE UN GRAN DEBATE.
May 10, 2007 a las 12:37 pm
nahuel abraham
hay varios simples estudiantes de filosofía en el seminario junto a ingenieros, crìticos de cine, profesores de filosofía, psicoanalistas, pintores y escultores, y mirones de la vida. no hay vacantes. lamento.
no recuerdo ningún sobrino con ese nombre.
May 10, 2007 a las 1:33 pm
..es cierto que Sócrates también era tartatatatatamudo?
May 10, 2007 a las 4:23 pm
Desde la imbecilidad se puede pensar;en cambio desde la discordia es imposible.
May 10, 2007 a las 6:39 pm
«La ignorancia es una necesidad metafìsica». Es una frase muy interesante, que puede dar lugar al comienzo de diàlogos socràticos
May 11, 2007 a las 11:45 am
Tomás. ¿qué serían mirones de la vida?
May 12, 2007 a las 8:25 am
algo así como bidones de la mira.
May 12, 2007 a las 11:55 am
Por qué no vamos pensando, como lo hizo Medusa, temas que nos interesen para los próximos «Diálogos Abrahámicos»?, o es que simplemente comenzarán con un : «qué es lo que se comenta en blog hoy?»
May 12, 2007 a las 4:09 pm
¡Gracias Alita!
May 13, 2007 a las 11:03 am
sumo mi voto a la propuesta de alita y Medusa.
May 15, 2007 a las 3:07 am
mubeio, ep-selente, un gran gusto esta breve historia. Salute.
May 16, 2007 a las 3:23 pm
QUREMOS MAS FILOSOFIA!!! qUE PASO? AH, EPOCA DE PARCIALES…
May 17, 2007 a las 12:04 am
…es cierto Medusa, hace mucho que no escribe nada sobre filosofía… ninguna otra cosa tampoco, le pasará algo…estará enojado con nosotros?
marzo 30, 2008 a las 5:56 pm
Solía tner un amigo que se llamaba Nahuel Abraham,por cierto, ¡Lo estoy buscando !