Diario mediterráneo (V)
por Yupi
Lunes
Desfile en la playa para elegir a la reina del parador. No participan modelos profesionales sino las mismas camareras y clientas del lugar. Las chicas caminan por la pasarela a la que te criaste, remedan lo que se supone el andar de las modelos, hacen mohines, tiran besos, menean el trasero exageradamente. Esta llaneza es probablemente el mejor rasgo de la mujer española. Para encontrar una pose acartonada hay que subir mucho en la escala social, y aun así no resulta fácil encontrarla, empezando por la reina madre. Durante una Eurocopa, la de 2004, si mal no recuerdo, un tabloide extranjero había publicado que España no tenía buen fútbol, sólo paellas y mujeres con bigotes. En el siguiente partido de la selección aparecieron en la tribuna veinte o treinta chicas lindísimas con grandes bigotes pintados en la cara. Eran unos mostachos desmesurados, enroscados, tipo manubrio. La televisión volvía una y otra vez a esa imagen, que me parece una síntesis perfecta del eterno femenino español, por no mencionar la réplica veloz cuando algún muchacho se pasa de la raya: “Que te folle un pez”.
Martes
El genio de Goethe siempre encontró su fecundación y salvación sólo a través del genio de las mujeres que amaba. En el principio fue Annette Schönkopf, su novia estudiantil de Leipzig, protagonista excluyente de las Annette-Lieder y sin duda la primera musa; Friederike Brion, la elegíaca hija del pastor alsaciano que inspiró los poemas de Sesenheimer Lieder; la rubia Charlotte Buff, novia de su amigo Kestner, a quien le debemos nada menos que el Werther; Frau von Stein, casada con un conde, el amor más feliz y más infeliz de su vida, un problema sin solución al que el poeta le dedicó alrededor de 1800 cartas; la fiel Christiane Vulpius, su esposa, que entre otros méritos sacó a escobazos de su casa a los soldados de Napoleón y a quien Goethe fue tan valientemente leal, pese a todas las intrigas de la corte de Weimar. Después las muchas damas anónimas que amó, las mujeres de Turingia, Suiza, Italia. Y por último la Suleika del West-östlicher Divan, que encendió al viejo poeta hasta la última trilogía salvaje de la pasión, tanto que Goethe incluyó en el Diván cinco poemas de la muchacha haciéndolos pasar como propios. Si esto no significa amor por la mujer, ya me dirán qué es.
Miércoles
S., alrededor de 35 años, polaca. Mi barrio es la capital mundial del personaje excéntrico. Sea por la cercanía de palacios y edificios pertenecientes a la nobleza, o por cierta fama cool del lugar, los vecinos preservan su vida privada al punto de cultivar el misterio. La mujer de esta entrada cumple con creces esa característica. Es de una reserva impenetrable. Al parecer no estudia, ni trabaja, ni tiene novio ni marido ni familia ni amigos. Cada tanto pasan a buscarla autos extremadamente lujosos, inmaculados, con choferes de traje que se la llevan hacia destinos inciertos y la devuelven antes de la medianoche, como a la princesa de los cuentos. Sólo se la ve a última hora de la tarde cuando sale a pasear el perro, un ejemplar notable que hace un rato me olisqueó las piernas y movió la cola dos veces, motivo por el cual entablamos conversación por primera vez en varios años. Cuando le dije que en la Argentina tenemos simpatía por los polacos, replicó: “Ya sé, allá son todos fans de Gombrowicz”. Le dio una orden al perro y se fueron. El sistema literario de Gombrowicz lo llevaba a colocarse en una posición marginal de doble superioridad. Exaltaba la inmadurez, pero recordaba que por su edad y condición de europeo él era más maduro que los argentinos; declaraba muerta a la cultura de la vieja Europa, pero reivindicaba frente a los salvajes sudamericanos su natural conocimiento de la misma. Esta postura llegó a la cima con la anécdota según la cual su abuela descendía de la nobleza y tenía “derecho al taburete” en presencia del rey de España. Imaginen esa información comunicada en un bar de Tandil a un grupo de adolescentes. La misma estrategia marcó su relación con Victoria Ocampo y el grupo Sur. Lo resumió en el título de uno de esos artículos vitriólicos que publicaba con seudónimo: “Se busca perro grande para achicarlo”.
Jueves
“¿A vos Gombrowicz te parece tan bueno?”, me preguntó un escritor hace años. En aquel momento salí del paso con una respuesta que no contestaba la pregunta, como ocurre tantas veces en el diálogo casual, por lo tanto contesto ahora. No, no me parece tan bueno. Pero la figura de escritor que construyó el conde sí me parece buena, y si me apuran, perfecta.
Viernes
Mi amiga dijo: “Una pena que no estarás para la presentación de mi libro en la feria”. Por suerte los seres queridos no tienen acceso a nuestros pensamientos. ¿Por qué va la gente a ferias y congresos? Para mí es un misterio. Las charlas, presentaciones y mesas redondas se me figuran potentes somníferos, verdaderas vindicaciones de la siesta. Si uno se aburre con un texto escrito puede dejar de leer; si se aburre con un programa de radio puede apagarlo; pero si uno se aburre en un discurso público sólo puede dormir. A la feria de Madrid no fui nunca. A la de Buenos Aires fui una sola vez, de chico, sólo para comprobar si Borges existía en la realidad. No le hablé, ni le pedí un autógrafo, ni nada. Me quedé ahí parado mirándolo un rato largo. El viejo, como veía muy poco, al firmar las dedicatorias pegaba los ojos a la altura de la lapicera, parecía trepar sobre el papel, escalarlo. De esa ceremonia emergía buscando el rostro del lector con una sonrisa, como asombrado. Cuando lo calificaban de genio, replicaba: “Pero cómo, ¿ya terminó con Virgilio?”, o alguna variante de esa frase. Creo que los lectores y escritores argentinos se dividen en dos clases bien definidas: los que entraron en la literatura con Borges vivo y los que entraron después de su muerte. Se apagó una luz, dijo Bioy.
Sábado
Astucias de un erudito o Decisiones de un alcornoque. Richard Bentley fue un erudito inglés que editó la obra de Milton. Borges lo citaba de vez en cuando. El caso es que el Dr. Bentley, para persuadir al mundo de la necesidad de su edición, imaginó a un corrector ficticio de los poemas de Milton que había producido diversos absurdos. Como todos sabían que Milton había empleado un amanuense, no era improbable que algunas erratas pudieran haberse colado en su obra por error o distracción. Pero Bentley fue lo suficientemente audaz como para conjeturar que en el mismísimo Paradise Lost este corrector diabólico había interpolado versos enteros de su cosecha. Una vez establecida esta hipótesis desquiciada, naturalmente todas las conclusiones de su locura le siguieron. Milton escribe en un verso famoso:
No light, but rather darkness visible
La paradoja fue demasiado para Bentley. La sagacidad crítica del doctor conjeturó que esta fina expresión inglesa de oscuridad visible era inexacta y la convirtió en:
No light, but rather a transpicuous gloom
Esta transmutación tal vez sea un ejemplo insuperable de la fragilidad humana. De algún modo es la historia del mundo. El exceso, último reducto antes del desastre.
Domingo
A la noche. Supongamos que sonara el timbre de mi casa a las 3 de la mañana, preguntara quién es y me contestaran: “Dalma y Gianina”. ¿Qué podría hacer más que abrirles en el acto?
Foto: Lisandro de la Fuente
agosto 23, 2022 a las 3:20 pm
😂 en todo caso mejor que sean Dalma y Gianina y no los hijos del pájaro Caniggia 😂
Siempre sucumbo a tus textos.
Es imperioso que consigas data completa de la polaca.
agosto 23, 2022 a las 4:05 pm
Grande Janfi. Al Pájaro me lo encontré en un hotel no hace mucho. Está igual, dentro de lo que se puede estar igual veinte o treinta años después. A sus hijos les perdí el rastro.
Para no desentonar con el tema. Ahí tenés.
http://www.youtube.com/watch?v=pi3Tio2eZ-Y
agosto 23, 2022 a las 11:03 pm
👏
agosto 26, 2022 a las 9:12 am
Fui adolescente (y gozoso lector suyo) en vida de Georgie, pero nunca lo vi en persona. Y ahora soy una de las pocas personas del mundo que nunca vio a Aira pasear por Flores. E imagino que seré el único editor argentino que nunca editó un libro suyo, lo que me hunde en una depresión bastante profunda. La vida nunca es como uno quiere.
agosto 26, 2022 a las 10:09 am
Se hablaba de las puertas en un poema de Milton. Borges comentó: “La tranquera tiene una cosa muy linda, y es que de los dos lados se está afuera, ¿no?”.
Una vez Aira dijo una cosa muy cierta, que yo no había oído antes: “Borges es un escritor para el pueblo”. En efecto. La simpleza de JLB para tratar ideas un poco complejas era perfecta.