Diario otoñal (VI)
por Yupi
Lunes
Nunca tendré un Utrillo. Lo pensé mientras caminaba por las callecitas de Montmartre, como si caminara por una exhibición de sus obras. No tendré uno de sus cuadros porque no podría pagarlo, en primer término, pero tampoco sé si querría comprarlo. El momento y el lugar de comprar un Utrillo era cuando Utrillo deambulaba por la ciudad sin una moneda, me parece. Y con ese nombre perfecto: Utrillo, el pobre pintor hambriento, lleno de alcohol barato, enfermo y exhausto, como un niño con escarlatina que traza suavemente un figurín con dedos voladores, así pintaba sus tenues, desnudas calles de Montmartre. También pintaba personas.
Mujeres gruesas de los suburbios vistas desde atrás, pechos enormes, expansivos, cintura estrecha, enorme trasero. Lo sabemos: cuanta más hambre el pintor, más gordas sus mujeres. Pero el erotismo está en los hermosos colores con los que pintaba sus casitas, y en las líneas ingenuas con que delimita el muro, la cumbrera, el frontón y el campanario, la atmósfera, el aire, la luz que ilumina sus cuadros. Quizás debería averiguar cuánto piden los marchantes por «un Utrillo». La cifra ha de ser aterradora. ¡Nunca, nunca tendré un Utrillo! ¿Y para qué querría tener uno? Su rosa suave, verde, amarillo canario, me acompañan cada vez que vuelvo a Montmartre, toda una galería de Utrillos camina conmigo, permanente e inolvidable.
Martes
Suicidio de la actriz Verónica Forqué. Apenas puedo creerlo. No hay un solo motivo externo, económico, familiar, laboral, nada que lo explique. ¿Cómo será ese momento? Tal vez sobrevenga una especie de impaciencia absoluta, que dura un segundo. Si el deprimido logra pasar ese segundo ya está salvo. Qué equivocación creer que con los años uno está más preparado para el futuro. Cada edad tiene su secreto y llegamos a ella sin experiencia. Con tres llaves oxidadas debemos abrir misteriosas salas de contenido imaginario. En el caso de las actrices la vejez no resulta una ayuda, y no sólo de las actrices. “Después de los 50 años, lo mejor es pegarse un pistoletazo”, aseguraba Mansilla. Kafka consideraba que la solución para cualquier problema era saltar por la ventana. Según Buzatti, si no fuera necesario tragar el veneno o dispararse el balazo, la gente se suicidaría contenta. A la larga la vida nos suicida a todos, pensarán los apostadores de ruleta. La muerte juega sobre seguro. Más raro y más artístico que anticipársele mediante el suicidio sería afirmar que uno no existe, o no ha existido nunca. Ahí la misteriosa dama queda descolocada. Un consuelo literario, pero no hay otro.
Miércoles
La morgue de Notre Dame. Hasta principios del siglo pasado uno de los paseos favoritos de los parisinos consistía en visitar la morgue junto a la catedral, una exposición permanente de cadáveres verde grisáceos detrás de gruesos cristales. El espectáculo era literalmente un asco. Rostros hinchados, carne putrefacta, miembros seccionados. ¿Por qué los paseantes admiraban la descomposición humana? ¿Por simple morbo? ¿Tendrían la esperanza de que alguien volviera de la muerte? Quién sabe. La constante afluencia de público entusiasta, que coincidió con el desarrollo de la literatura sensacionalista, arroja una luz extraña sobre la naturaleza del ser humano. Alfred Jarry solía visitar la siniestra vidriera. Por entonces el poeta de Ubu Roi vivía en una casa en ruinas en la isla de St. Louis y llegaba todas las mañanas a comer su sándwich de desayuno frente a los cadáveres. Decía que estimulaban el apetito.
Jueves
Álbum de familia del Vizconde de Lascano Tegui. Mi regalo favorito para las fiestas de fin año. ¿Quién escribió esta novela? ¿Un extravagante, un loco? ¿O un desengañado y un bromista? Adoptar títulos de nobleza imaginarios no es una idea muy original. Yo mismo conocí un señor que firmaba sus cartas como el Duque de Cascallares, y otro que se anunciaba en los casinos europeos como el Conde de Laprida. La idea central del libro, contar vidas imaginarias, es todavía menos original, no sólo porque Borges ya había publicado su Historia Universal de la Infamia, sino por la evidencia de que ambos eran lectores atentos de Marcel Schwob. Para mayor engorro, lo que en Schwob y Borges es claridad, precisión, en Lascano Tegui tiende al puro y completo caos. Sin embargo, su caos es interesante. Me divierten los disparates que se le ocurrían al vizconde. Es de esa clase de libros que conservan intactos el aura de rareza. Sólo lamento que el autor haya descartado el excelente título alternativo: “¡Postillón: a la Nada!”.
Viernes
Cumpleaños número 93 de mi tía Negra, una suerte de prócer blanquiceleste que en mi opinión viene después de Belgrano y el sargento Cruz. Es tan telúrica que pasó toda la vida entre el campo y un pueblito de la provincia. Cada vez que le pregunto si no tiene ganas de acompañarme a Buenos Aires, me contesta estupefacta: “¿Adónde?”, como si le propusiera visitar algún remoto archipiélago malayo. Recién la llamé para saludarla. Hoy, 17 de diciembre de 2021, hizo exactamente las mismas cosas que el 17 de diciembre de 1951, por poner una fecha cualquiera. Se levantó, tomó mate, fue al campo o charló con una vecina, comió, durmió la siesta, regó las flores del patio, dio otra vuelta, cenó, escuchó la radio y se durmió. Me cuenta los increíbles cambios que han ocurrido en el pueblo. Ahora hay de todo. Shoppings, universidades, rascacielos. ¿No será mucho? Al contrario. Se queda corta. Al final de nuestra conversación me pasa con su hija, mi prima, con quien tengo el siguiente diálogo:
-¿Cómo está el pueblo?
-¿Cuánto hace que no venís?
-Treinta años.
-Igual.
Sábado
Get Back de Peter Jackson. La dupla Lennon-McCartney fue como el casamiento del rock con la balada. Una química astral, una fuerza de la naturaleza. Para encontrar una combinación tan perfecta en la cultura popular tendríamos que remontarnos al café con leche. Si algo deja claro el documental es cuánto se necesitaban uno al otro. En el medio, Harrison. Su primera canción ante el intento de resucitar la adolescencia: “All Things Must Pass”. Segunda entrega en plena guerra de egos: “I, Me, Mine”. Lo mejor del documental es la secuencia del famoso recital en la azotea, la última vez que tocaron juntos, que introduce en escena a la policía local. Londres puede ser la madrastra de corazón de piedra que decía De Quincey, pero los londinenses no son pobres desamparados. Mientras haya un policía nunca se quedarán huérfanos. El oficial: “Si no dejan de hacer ruido tendré que empezar a arrestar gente”. Suena terminante. Pero el Bobby es un inglés, es decir, un prodigio de la inducción sin pausa, y ante todo una madre, así que agrega por lo bajo: “No es una amenaza. Sólo le digo lo que va a pasar”. Los Beatles fueron el laboratorio donde se creó la fórmula de las estrellas de rock & pop tal como las conocemos hoy en día. Lo resumió Harrison, quién si no, años después de la separación del grupo: “El público nos dio su cariño y su dinero, y nosotros le dejamos nuestro sistema nervioso central”.
Domingo
Si tuviera que juzgar un asunto tan delicado como la relación entre el arte de Aira y el arte de sus críticos, lectores y editores, dictaminaría el divorcio por incompatibilidad de caracteres. Pero recomendaría un seguimiento por separado para salvar la fiesta de bodas. El aficionado podría entonces entenderse con dos obras: la de Aira, que no contiene más que las palabras escritas por Aira, y la hermenéutica, formada por aquello que mil y un comentaristas han conjeturado. Fuera de esto existen datos objetivos. Aquí algunos. Pasen felices fiestas.
-Aira de chico, en Pringles, vio pelear a una oveja con un peludo.
-Aira tiene un amigo: Arturo Carrera. Todas las demás personas del planeta, por más cercanas que se sientan, están en proceso de amistad.
-Aira duerme la siesta. Todos los días.
-Cada vez que se corta la luz, Aira toca la guitarra. Tocar es quizá un verbo excesivo. Rasguea las cuerdas de la guitarra.
-Aira jamás discute con nadie. En compensación habla con él mismo. No sólo habla, sino que a menudo polemiza y se refuta.
-Aira juega al ajedrez bastante bien.
-Aira viaja a Pringles en La Estrella (una luz azul en el camino). A la ida duerme como un niño durante todo el trayecto; a la vuelta no pega un ojo.
-Aira nunca se interesa en la psicología de las personas, reales o ficticias.
-Como todo tímido, Aira es un consumado actor, al nivel de Garrick.
-Aira no se perdona haber confundido a Cortázar con un genio en la adolescencia. Este hecho lo incomoda al punto de la vergüenza ajena. ¿No es como todos nosotros?
-Aira toma una medida de whisky al anochecer.
-Cuando llegan las fiestas Aira hace una lista de propósitos para el año nuevo.
-Aira no quiere que le den el Nobel, pero se lo darán, y yo le pediré plata o un Utrillo.
Foto: Lisandro de la Fuente
diciembre 24, 2021 a las 5:28 pm
Querido Yupi. Muy linda tu entrada. En la lista de Aira hay un par de errores, que por ser nochebuena dejo pasar sin ningún problema. Espero que las fiestas te encuentren en familia, juntitos, incluso apelotonados, y degustes buenos vinos y manjares. Hago extensivo el saludo a todos los provisorios con mis mayores deseos y prosperidad y riqueza.
http://www.youtube.com/watch?v=dWxbtgVNFIY
enero 4, 2022 a las 3:04 pm
Que el 2022 nos encuentre unidos o dominados, da igual, pero con más crónicas de Yupi y el Nobel para Aira (aunque mas no sea para que Yupi tenga el Utrillo que se merece).