Buenos Aires, 1º de octubre de 2021
por Flavia de la Fuente
No cambiamos el título del diario.
Q no quiere.
Y a mí no se me ocurre nada.
A él le parece un título buenísimo.
A mí también, como título en sí mismo,
pero que lo escriba otro.
Bueno, mientras me llega la inspiración,
sigo escribiendo.
Llegó la primavera a Buenos Aires.
Hace calor, brilla el sol.
Está todo brotando.
El parque Las Heras es una fiesta.
Hoy la volvimos a llevar a Solita a pasear.
Me fascinan las hojas verde claro,
tiernas de los árboles.
Este año, creo, vienen retrasados los lapachos.
El año pasado había todo un sector rosado.
Por ahora no hay noticias.
Solita está grande.
Hay que cuidarla mucho.
Aunque todavía ve muy bien.
Les ladra a los perros que pasan por la vereda de enfrente,
desde el cuarto piso.
Y también va al trote hasta el parque,
pero ya le cuesta saltar.
Y ella era una perra atleta.
En San Clemente, se subía al árbol del fondo del jardín.
Y saltaba haciendo tirabuzones en el aire contra el muro de la casa de al lado.
Tiene 13 años.
Es una perra geronte.
Aunque la kinesióloga dijo que tiene la musculatura de un perro de 5 o 6 años.
No veo la hora de llevarla de nuevo a Sancle.
Para que pueda estar en el jardín.
Respirar aire puro.
Hacer sus pozos en la tierra,
pelearse con el sapo y los pájaros.
Me parece que Soli no aguanta más la ciudad.
Y somos dos.
Yo tampoco puedo más.
Cada día estoy más estresada.
Hasta tuve un ataque de pánico fuerte.
Y ahora no me animo a ir a ningún lado.
Hoy, me animé un poco.
Y fui a hacer mandados en la cuadra.
El primero era cruzando Santa Fe.
Fui con Q hasta la esquina.
Pero ni bien él se fue,
me mareé.
Reconocí lo qué me pasaba y seguí adelante.
Tenía que caminar media cuadra
para comprar una lamparita tenue para mi velador.
Por suerte, lo logré.
Esperé en la puerta con el barbijo,
me atendió el Sr. Pérez y
compré la lamparita para leer en las noches de insomnio.
Porque tenía un reflector que no me servía.
Así que ahora voy a poder leer en la cama con el Kindle.
Hace un par de días me escribió mi amigo Dasbald
y me mandó un libro de regalo.
El pecado de Cluny Brown de Margery Sharp.
Todavía no lo leí.
También hay una película de Ernst Lubitsch, de 1946,
que no recuerdo haberla visto.
Seguro que sí, pero mi memoria es un desastre.
Por el maldito Xanax.
Pero Dasbald siempre me manda cosas inspiradoras.
Él me recomendó Camino viejo, nubes blancas,
el primer libro que leí de Thich Nhat Hanh.
Después leí todos sus libros.
Me compraba todos los que salían.
Pero el pobre monje ahora no escribe más.
Creo que no murió, pero tuvo un ACV tremendo hace años.
Lo último que sé es que volvió a Vietnam para morir allí.
Me quedé sin mi maestro querido.
Pero hay miles de videos.
Y están sus textos.
Thich Nhat Hanh me cambió la vida.
Hasta hice gimnasia con el.
Los 10 Mindful Movements.
Son 15 minutos de una rutina muy buena.
La hacía todos los días.
Como los monjes en Plum Village,
(el monasterio en el sur de Francia de TNH).
Así que practicaba con TNH todas las mañanas.
Hasta que me volví adicta al QiGong de Lee Holden.
Con Dasbald, que es un lector omnívoro,
compartimos el amor por los libros infantiles.
Nos gustan Mujercitas, Bajo las lilas, Heidi
Ana de las Tejas Verdes, La princesita,
El pequeño Lord, El jardín secreto, Papaíto piernas largas,
en fin, que tenemos una sensibilidad afín.
Aunque él lee mucho más y es más amplio.
Yo no salgo de eso.
O de los diarios y ensayos.
Me gusta leer a poca gente.
Ni bien detecto alguna chapucería o crueldad,
abandono el libro.
¿A quiénes les tengo confianza?
A Thoreau, a Tolstoi (en los libros que no le gustan a nadie),
los diarios, las cartas y las últimas novelas.
A Bernhard, Stefan Zweig, Schnitzler, Nietzsche, Stifter, Montaigne,
Marco Aurelio, Seneca, a todos los estoicos que encuentro.
De Hesse me gusta du crónica En el balneario y Siddharta.
El libro de natación y decrepitud de Al Alvarez.
El diario sobre correr de Murakami.
Es el único que pude leer de este autor.
También me gustó el de Santiago García.
Le creí todo.
Y me emocionó.
Me interesan los libros de deportistas sensibles.
Y a muchos japoneses.
Las sendas de Oku lo leí mil veces.
Kenko Yoshida y su Ocurrencias de un ocioso, también.
Y tengo muchos libros de haikus en San Clemente.
Esos me divierten.
Issa, Buson y otros de los que no recuerdo el nombre.
Y los ensayos de Stevenson.
De Hazlitt, el libro sobre el caminar.
En fin, un repertorio muy escueto.
Aunque solo son algunos de los libros que me gustan.
Que leo y releo hasta que me harto.
Pero tardo en hartarme.
Adoro los diarios pero solo si los siento veraces.
No me gustan, por ejemplo, los de Virginia Woolf,
porque no le creo nada, ella misma dice que miente.
Y yo no tolero la mentira.
Me parece que es la madre de todos los males.
Así está el mundo.
Nadie cree en nadie.
Tampoco me gustan los libros de Natalia Ginzburg.
Deberían gustarme porque son como memorias.
Pero no hay caso.
Me fastidian.
Me parecen ñoños.
Me aburren.
No los toleré ni en italiano.
Soy una lectora muy mañosa,
como están viendo.
No tolero la mentira,
pero tampoco el suspenso,
ni la violencia,
ni la crueldad,
solo me interesa la serenidad,
la alegría auténtica,
el goce de la naturaleza,
las historias de amor,
las reflexiones sobre el alma.
Bueno, escribí demasiado.
Mañana sigo.
octubre 3, 2021 a las 12:27 am
Gracias Flavia.
Me pasa algo parecido con la Ginzburg (aunque sí tengo un buen recuerdo del breve «Invierno en Abruzo» que abre «Las pequeñas Virtudes»).
La película de Lubitsch es preciosa.
Viendo que sos una lectora tan mañosa dejo imprudente link a libro de misteriosa fama póstuma: Shen Fu -«Six récits au fil inconstant des jours» – traduce Simon Leys. China Siglo XVIII.
(En la carpeta te dejo también una traducción al español pero no la conozco- si estás cómoda con Leys, sobra la recomendación!)
Creo que es buena compañía.
Cariños a vos y a tu maridito!
octubre 3, 2021 a las 12:29 am
ops
https://drive.google.com/drive/folders/1U0jPSb6FU_nIOOciHrA_IbGbA2-wG3G-?usp=sharing!
octubre 3, 2021 a las 11:55 am
Hola Barbuda! Voy a leer Invierno en Abruzzo. A mí también me gusta la Ginzburg de a fragmentos. Pero nunca pude terminar un libro de grande.
De Simon Leys solo leí La felicidad de los pececillos. Y me gustó, pero no recuerdo nada. Lo puedo releer. Mi actividad favorita, sobre todo cuando ando nerviosa.
Y gracias por la recomendación. Ahora lo bajo.
Me encanta recibir sugerencias de lecturas y los libros!
Besos
F
octubre 3, 2021 a las 8:36 pm
Hermoso ese párrafo final. Lo leí varias veces.
Cómo me gusta tu manera de decir!
octubre 4, 2021 a las 12:41 pm
Gracias, Estrella. ¡Tanto tiempo! ¿Cómo andás?
Besos y hasta pronto,
F
octubre 5, 2021 a las 4:38 am
Me gusta el Diario, lo leo como poesía.
Bien en no cambiar el nombre, tiene gancho.
octubre 6, 2021 a las 1:00 pm
Y bueno, Burzaco. Dejamos el título. Qué alegría que disfrutes de mi diario.
F