Matías el conceptual
por Quintín
Estoy un poco desilusionado porque nadie parece estar leyendo esta serie. Recibí algunas palabras de aliento cuando publiqué la primera nota, pero después nada. En realidad, no me preocupa tanto que me lean como que me contesten, ya sea comentando en el blog o en Twitter. Mi propósito es aprender un poco más sobre vino compartiendo lo poco que sé y contando lo que ocurre con cada botella que pruebo. Pero, después de todo, tiene lógica que a nadie le interese: por qué interactuar con alguien que sabe poco, tiene un gusto dudoso y un presupuesto limitado. De todos modos, la experiencia me divierte, me estimula a probar los vinos con atención y a tratar de elaborar un discurso que se aparte un poco de la gacetilla y de la jerga técnica. Es que la vida del crítico no es fácil. Sobre todo la del crítico ignorante pero libre: la inquietud no le alcanza. Es la historia de mi vida. Aunque lamento la soledad y la falta de interlocutores, aunque sea virtuales.
Después de este breve lamento, sigo adelante. Me tocó probar un vino de Matías Michelini, cuyos productos despertaron mi interés por este asunto. Hace algunos años, descubrí la línea de los Passionate Wines y, entre ellos el Agua de Roca, un blanco con gusto a limón que me dejó completamente asombrado. Pero también el Parral y el Montesco que me hicieron acceder a un mundo de vinos frescos, ácidos, minerales, que escapaban del paradigma entonces implacable de la madera y la concentración. Después tomé otros vinos de Michelini y sus hermanos, algunos particularmente muy excéntricos y que tenían unas etiquetas muy cómicas (recuerdo, por ejemplo, el Semillón Hulk). También tomé vinos de los otros hermanos Michelini (son un clan). Una vez en lo de Musu asistí a una presentación de Juampi de la línea Altar Uco y me impresionó tanto su devoción religiosa como la limpidez del vino. También tomé los vinos Zorzal, de Gerardo, un tipo muy simpático que una vez me mandó una caja que disfruté enormemente. En ese entonces (ya pasaron seis años, por lo menos) probé también los Eggo y otras etiquetas muy ricas.
Pero después tuve un período en el que me alejé del vino por algunos problemas de salud. En ese tiempo, los Michelini se desarrollaron, se instalaron a todo trapo en el Valle de Uco, elaboraron nuevas líneas de gamas altas e incluso los Passionate clásicos subieron de precio (también puede que mi bolsillo se haya enflaquecido). Los Michelini son parte del star-system de los enólogos argentinos y tienen sus admiradores y sus detractores. Yo soy un agradecido y un curioso que trata de entender qué les pasa por la cabeza, ya que en el discurso de Matías y sus hermanos siempre aparecen alusiones filosóficas y místicas, algunas de ellas bastante indescifrables.
Creo haber encontrado una pequeña clave en este Vía Revolucionaria Torrontés Brutal 2019, un vino diferente si los hay. En principio es un naranjo, esto es un blanco que se elabora con las pieles de las uvas como se hace con los tintos. Por eso tiene más taninos, esa sustancia astringente que hace a los tintos más duros pero también más complejos. El primer naranjo que probé fue el Livverá, de Germán Masera, un enólogo que trabaja justamente con Matías Michelini. Recuerdo que me gustó mucho como me suelen gustar los vinos que salen de las pautas habituales. Desde entonces, trato de probar vinos naranjos cuando puedo y este era una gran oportunidad. En principio, me intrigaron unas declaraciones de Michelini, en el sentido de que su intención no fue hacer un vino como los georgianos (al parecer, en ese país los blancos son naranjos) sino elaborar un Torrontés (una variedad que da gamas bajas o medias) del mismo modo que un Malbec de alta gama, es decir, con las pieles pero también con doce meses de barrica. El resultado es un bombardeo de aromas y sabores como pocas veces he probado. El Torrontés es de por sí muy expresivo y con este método uno termina oliendo todas las frutas de un catálogo de botánica, mientras que el sabor es tan potente que parece un ejército invasor dispuesto a apoderarse del paladar y no soltarlo.
Prefiero vinos más austeros, más sutiles (y Matías hace unos cuantos de esos), pero me interesa subrayar aquí una cuestión. Que Michelini opera muchas veces como un artista conceptual. Quiero decir que un vino que forma parte de la “Vía Revolucionaria” y se autodenomina “brutal” obedece menos a una intervención forzada que a un razonamiento abstracto, similar al de un músico que compone una sinfonía con silencios o a un pintor que renuncia al color o a la figura. Esos procedimientos obedecen a preguntas del tipo “¿Qué pasaría si…”? y dan una vuelta de campana sobre una tradición o aplican el sistema compositivo de una rama del arte a otra. También hay algo aquí de experimento científico: un modesto Torrontés tratado como un Malbec caro permite al especialista (para el lego es más difícil) sacar conclusiones sobre las posibilidades del Torrontés, pero también sobre las del Malbec y sobre el método en sí. De esos razonamientos me parece que se ocupa Matías Michelini.
agosto 30, 2020 a las 3:58 pm
Cumplo con dejarte un comentario para que no te sientas abandonado ja!
Me gustan mucho los malbecs salteños, inclusive los jujeños
Los tannats son maravillosos pero los malbecs del norte a mi juicio son mucho mejores que los mendocinos.
Vinos de altura como los Colome, los Dávalos o los Piatelli deberían tener mucha mejor publicidad en CABA
Lamentablemente no se puede competir con el marketing mendocino pero sugiero una recorrido por esa zona que, para mí gusto, deja muy buenos exponentes de la producción local
Te mando un abrazo desde una localidad vecina (Mar de las Pampas) en donde nos gobierna otro exponente de la peor política de la región
agosto 30, 2020 a las 4:15 pm
Gracias. Un día, cuando termine esta pesadilla, deberíamos juntarnos a mitad de camino y tomar unos vinos.
Q
agosto 30, 2020 a las 4:43 pm
Hola Quintín, por lo visto el torro ya pasó de ser exclusivo del NOA como era hace unos años. Igual creo que la uva muy superior en Cafayate que en Mendoza. Los enólogos avezados, como los Michelini, están haciendo cosas muy interesantes no sin enc muchos detractores de su trabajo. Salud.
agosto 30, 2020 a las 6:36 pm
…¿»contesten» como refutar o solo responder?
agosto 30, 2020 a las 6:47 pm
Como quieras.
Q
agosto 30, 2020 a las 7:26 pm
Bien…
agosto 30, 2020 a las 9:52 pm
Seguí por favor con estos posts, son buenísimos, leer los leo a todos, pero comentar solo lo hago a veces. Iba a comentar en el post de la madera, luego en el del pinot noir, me falta agarrar ritmo en los blogs.
Este de Michelini me encanta, en estos últimos años me hice fan de los blancos, creo que ayudó que nuestros enólogos estén experimentando tanto. Cada tanto compro alguno de estos vinos nuevos, sin olvidarme de un torrontés Etchart Privado que siempre rinde.
agosto 31, 2020 a las 12:42 am
Son muy buenas las notas. Solo me interesan los críticos libres como Gillo Dorfles que parecen partir de la ignorancia.
agosto 31, 2020 a las 2:58 am
Por acá vengo leyendo las seis entregas, .e parecen muy interesantes. No comento nada porque no tengo en realidad mucho para aportar, pero me gusta leerlas.
Saludos desde Córdoba.
septiembre 2, 2020 a las 10:04 pm
No aflojes, Q. Las notas están bárbaras. Y sé de varios que las leen aunque no comenten nada.
Abrazo
septiembre 5, 2020 a las 2:36 pm
Te dejo un comentario…
Curiosidad de que hablamo$ cuando habla$ de gama baja o alta?
enero 23, 2021 a las 1:05 am
http://www.arby‘s
El bebedor inquieto (6) | La lectora provisoria