La toma del poder populista

por Pablo Anadón

 

 

“Honor a aquéllos que en su vida

han decidido defender Termópilas…

Y más honor a aquellos que prevén

(y muchos son los que prevén)

que al fin Efialtes aparecerá

y finalmente pasarán los persas.”

Konstantino Kavafis

 

 

Todo ha sido tan previsible que podría figurar en un manual populista de la toma del poder. Previsible que las minorías peronistas se sumaran a la mayoría kirchnerista (quienes votaron a Lavagna, por ejemplo, conociendo su trayectoria, deberían haberlo anticipado, a menos que, en última instancia, desearan favorecer al kirchnerismo); previsible que, con mayoría en el Congreso, el nuevo gobierno lanzara una megaley como la que ayer se aprobó, con el fin de concentrar la suma del poder público en el Ejecutivo, reducir al mínimo el poder efectivo del Legislativo, recaudar fondos de donde se pudiera, sin achicar al Estado, incluso ―o sobre todo― de los jubilados, y, claro, del campo, así como cumplir un feroz ajuste y una feroz devaluación, bajo el cínico nombre y pretexto de la “Solidaridad social”; previsible que se derogue el decreto que impide nombrar funcionarios a familiares de otros funcionares públicos ―el populismo, como la mafia, es un negocio de familia y de socios de la familia―; previsible que en los puestos claves gubernamentales se eligieran a los militantes más fervorosos y leales, como los de la juventud camporista; previsible que en la Ley de Solidaridad Social se excluyera del congelamiento de las jubilaciones a jueces, funcionarios, docentes e investigadores, dado que la cooptación del Poder Judicial y de las corporaciones docentes e intelectuales es decisiva para la impunidad, por un lado, y por el otro, para el sostén proselitista en las instituciones educativas, como en todo régimen populista que se precie (dominar la educación y la clase intelectual garantiza su perdurabilidad ideológica); previsible que desde un principio se instalara la fórmula del “lawfare” y se definiera “perseguidos políticos” a funcionarios incriminados por delitos tan comunes como la estafa y la malversación de fondos públicos; previsible que se iniciara la persecución de los jueces y los fiscales incómodos, y que los obsecuentes dejaran en libertad a los incriminados en causas de corrupción vinculadas con los funcionarios que han vuelto al poder (la liberación de José López, apresado “in fraganti”, evidencia hasta qué punto, y con cuánta facilidad, el Poder Judicial ha respondido a la coerción del flamante Poder Ejecutivo), etc. etc.

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Asombra, hasta cierto punto, la celeridad con que todo ha sido cumplido en apenas diez días después de asumir el gobierno, en una auténtica “blitzkrieg”, como en las ofensivas bélicas que cuentan con el factor sorpresa. Es asimismo previsible que, luego de copar el Poder Legislativo, el Poder Judicial, el estamento docente e intelectual y los servicios de inteligencia, el próximo embate sea contra el cuarto poder, la prensa independiente, y luego, o contemporáneamente, las fuerzas de seguridad.

Si todo esto se cumple, cosa también bastante probable, dada la eficacia y la rapidez con que se ha realizado esta primera incursión, no debe extrañarnos si tenemos una nueva etapa de régimen kirchnerista durante largos años, con Cristina Fernández de Kirchner como próxima presidente, y que para que abandonen el poder será necesario algo más que la muerte dudosa de un Fiscal de la Nación o la evidencia de la corrupción gubernativa, quizás sólo una catástrofe económica y una crisis social como la de Venezuela.

Por otra parte, la pasividad que ha demostrado la ciudadanía opositora en estos primeros días, no muy diferente de la que demostró durante los doce años “ganados”, vuelve difícil esperar una resistencia en defensa de la república suficientemente poderosa como para contrarrestar la unidad y la organización características del fanatismo populista. Cada cual sabrá la parte de responsabilidad que le corresponde. No estaría mal recordar, con todo, casi como un ensalmo, o un imperativo categórico, aquellos versos memorables del poema “Termópilas” de Kavafis: “Honor a aquéllos que en su vida / han decidido defender Termópilas […] Y más honor a aquellos que prevén / (y muchos son los que prevén) / que al fin Efialtes aparecerá / y finalmente pasarán los persas.”

Foto: Flavia de la Fuente

2 respuestas to “La toma del poder populista”

  1. Eduardo Reviriego (Daio) Says:

    Al regreso de todos los malos, con sus males de siempre, agregaría una novedad: el inicio de la pedofilia política en nuestra sociedad, obscenamente presentada al público en el acto de juramento del intendente de Avellaneda. Un caso patente de corrupción política de menores, frente al que, como dice Pablo, la sociedad también se mostró pasiva e indiferente.
    Saludos para todos los amigos de la Lectora Provisoria.

  2. lalectoraprovisoria Says:

    ¡Feliz navidad para todos!

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