por Quintín
En la semana llegaron noticias inquietantes desde la concentración española. El improvisado técnico Fernando Hierro había tomado protagonismo y dictaminado que el problema de su equipo era que le hacían goles, por lo cual había que tomar precauciones defensivas. Las precauciones consistieron en sacar a Iniesta del equipo titular y reemplazarlo por Koke, un volante de contención sin aspiraciones creativas. Silva ocupó entonces el lugar de Iniesta y Asensio el lugar de Silva pegado a la banda derecha. Una decisión no solo irrespetuosa sino desafortunada, como se verá.
Rusia, por su lado, decidió que la obligación como local de salir a ganar estaba cumplida con los dos primeros partidos contra equipos muy débiles y que la goleada contra Uruguay era la señal de que el equipo no podía arriesgarse contra rivales más fuertes. O sea, había que tomar precauciones. Así, paró un 5-4-1 al más puro estilo Costa Rica con el tanque Dzyuba arriba para cabecear todo lo que anduviera por el aire.
España tuvo suerte de entrada, pero esa clase de suerte que termina siendo contraproducente, como la del que se gana la lotería y lo pisa un coche cuando van a cobrar el premio. Efectivamente, a los 11 minutos el viejo Sergei Ignasevich lo agarró a Ramos en un corner (Ramos es el tipo más mañoso de todos los que van a disputar la pelota en al área desde la época en la que se tiraba tierra en los ojos a los arqueros) con tan poca fortuna que, al caer arrastrado por el español, le pegó la pelota y se hizo un gol en contra.
Mucho se discutió en estos días (y se viene discutiendo desde hace tiempo) si España debe morir en su estilo de toque y posesión o debe pasar a algo «más moderno», a «no dar ventajas» como decía su técnico. El uno a cero reforzaba la segunda posición mediante una típica deducción mágica («ven, el esquema está dando resultado) y la hacía deslizarse hacia otra mucho más peligrosa: que ya estaba, que lo importante era ganar como fuera y lo peor que podía hacer España era ir a buscar más goles a menos que Rusia le dejara espacios fácilmente aprovechables.
Eso era algo que Rusia no iba a hacer. En desventaja, siguió jugando exactamente igual, el método que hoy usan muchos equipos chicos cuando enfrentan a uno grande: no preocuparse por el uno a cero sino evitar el dos a cero. España estaba tan convencida de que era genial eso de olvidarse de los que habían sido los fundamentos históricos del equipo, que se dedicó a pasarse la pelota entre los defensores mientras los rusos seguían esperaban bien agrupados cerca de su área.
Pero hasta un equipo tan programado para resistir tiene sus ambiciones y, a favor de la desidia de los españoles, convencidos de que el partido estaba resuelto, se animaron un poco y empezaron a abastecer más seguido a Dzyuba por arriba. Y Dzyuba ganaba todas, como lo hizo en todos los partidos. Y así Rusia tiró un par de corners y tiros libres hasta que, a los 40, Piqué saltó con la mano arriba, la pelota le pegó y el árbitro holandés dio penal. No estoy convencido de que eso sea penal (no veo intención ni directa ni diferida de tocar la pelota con la mano) pero ahora esto se cobra. Ejecutó Dzyuba con tranquilidad y se pusieron como al principio.
En el segundo tiempo, España salió con los mismos jugadores y la confianza un poco mermada. Después de todo, la intuición genial del técnico no se estaba traduciendo en un triunfo. España había abandonado sus convicciones pero, a diferencia de Groucho Marx, no tenía otras. Y los rusos se convencían cada vez más de lo mismo que todos los que mirábamos el partido: que los españoles no creaban peligro. Había pasado la mitad del segundo tiempo cuando Hierro se decidió por el suplente obvio, Andrés Iniesta. Pero sacó a Silva. Típico de técnico sin luces: poner un creativo para sacar a otro, a un lateral para sacar a otro, a un punta para sacar a otro (esos fueron los cambios, Carbajal por Nacho, Apsas por Costa) cuando lo obvio es que el reemplazado fuera Koke, inexpresiva presencia atada a la mitad del campo, dedicado a hacer pases laterales y sin la menor presencia ofensiva.
Es curioso. Si el técnico español no quería dar ventajas, ¿no se dio cuenta de que no podía dar una ventaja más grande que la de dejar a Koke en la cancha? El papel de Koke lo podría haber desempeñado cualquier jugador de tercera división de cualquier parte del mundo. Es decir que España jugaba con uno menos en una posición muerta, resignando así la posibilidad de completar los once con un jugador de jerarquía en otra función más útil y que más lo acercara al gol. (La idea del ocho muerto, puesto para ocupar un espacio que impida el supuesto contragolpe enemigo, no es exclusiva de Hierro: la han practicado varios equipos, como Portugal ayer).
Iniesta jugó un poco mejor que Silva, que había tenido un pobre partido y Aspas mejor que Costa, que ídem, pero las situaciones de gol fueron muy escasas y Rusia se fue encaminando hacia su objetivo: el alargue y los penales. Más cuando Dzyuba solo había resistido una hora en la cancha. Sobre el final, hubo un supuesto penal a Ramos en otro corner en el que creí ver que, en el principio del forcejeo, Ramos le engancha el brazo al defensor como le hizo a Salah en la final de la Champions. Como principio general, diría que nunca le hacen penal a Ramos, sino que es él el quien los fabrica.
Se llegó nomás a los penales sin mucho sobresalto para Rusia que defendió con solvencia y esfuerzo (apenas se registró alguna buena atajada de Akinfeev, quien después pararía dos penales) y los rusos patearon bien, con tranquilidad y convicción. Pero erró justamente Koke, y no creo que sea casualidad. Su cara inexpresiva y ofuscada era la de un jugador que sabía que había estado de balde en la cancha. La eliminación de España va a tener un resultado positivo: Fernando Hierro (el que creyó ser técnico) va a volver a ocupar un puesto administrativo.
julio 1, 2018 a las 3:53 pm
Hierro puso otra vez a Asensio sobre la derecha, lo cual prueba que no vio un solo partido del Real Madrid en las dos últimas temporadas.
julio 1, 2018 a las 3:54 pm
Y esperemos lo del Tanque Dzyuba no sea nada. El mejor delantero del mundial hasta ahora.
julio 1, 2018 a las 4:03 pm
Coincido con Alejo. Dzyuba es un martirio para los centrales. No sólo porque no lo mueven ni con un guinche: les gana todas de arriba. Me divierte ver cómo centrales duros, que viven de amedrentar delanteros, se desviven para que el mujik no se enoje. El otro día el mismo Godín lo trataba con gran respeto y consideración. A España le faltó la misma pólvora que en los últimos tiempo. Triste despedida de Iniesta, un crack.
julio 1, 2018 a las 4:56 pm
Confieso que lo único que me importaba cuando fueron a los penales era que Iniesta no errara el suyo y el tiro se convirtiera en su último toque a la pelota en la selección española. Tuve premio porque Iniesta acertó y erró Koke.
Q
julio 1, 2018 a las 6:15 pm
A mí me dio la impresión que España fue muy superior al principio, como se lo hizo ver Uruguay a los rusos que son una lágrima de limitados. pero a diferencia de los yoruguas, la cancherearon en el 1 a 0 con ese toqueteo para nada; cuando los embocaron se les nubló todo y después los penales son una ruleta..
julio 1, 2018 a las 7:48 pm
Increíble lo de Hierro, dejar afuera a Iniesta, el único que podía hacer algo inesperado. Es increíble que España le tema a Rusia, mejor dicho que su dt lleve a el equipo a autodisminuirse de esa forma. Me pregunto si en este mundial no estamos asistiendo al comienzo de un nuevo ciclo futbolístico marcado por los planteos conservadores (Uruguay, Rusia) y los híbridos (Francia, Bélgica, Inglaterra, Brasil). Espero que España y Alemania encuentren nuevas camadas de jugadores y entrenadores que logren renovar el estilo de posesión y protagonismo.
julio 2, 2018 a las 8:25 am
Rodrigo entró muy bien.
Y España siempre fue un verso (?). Eliminados en primera ronda en 2014, eliminados octavos ahora. La España de siempre.