por Quintín
Llegué tan cansado al último partido de la fase de grupos, que tuve alucinaciones. Creí ver que Túnez (no ya Panamá, porque hubiera sido demasiado, aun para un sueño) jugó bien al fútbol, por lo menos un rato. ¿Cómo explicarlo? En el partido que soñé despierto, Panamá ganaba uno a cero con un gol en contra, después de que un tiro del 21, José Luis Rodríguez, pegó en el 4 de Túnez, Meriah, y descolocó al arquero. Hasta allí, no era tan disparatado el sueño si el gol de Panamá llegaba mediante un accidente de los rivales.
Pero lo raro vino después. En Túnez jugaba con el número 10 un tal Wahbi Khazri, que empezó a fabricar jugadas de ataque una atrás de otra, combinando generalmente con el 23 Sliti y el 8 Ben Youssef (era obvio que estaba delirando porque, en el sueño, este número 8 era pelirrojo) pero también con el resto del equipo, porque los hacía jugar a todos.
Y así, en el segundo tiempo, siempre en el sueño, este Kahzri recibió por la derecha un pase del 23 y le metió un centro por abajo al ocho que empató el partido. De ahí el sueño saltaba a otra imagen de Khazri, que empezaba una jugada por la derecha, la pelota iba a la izquierda tras pases sucesivos y allí tiraban una pared el 9 Baddri y el lateral número 5 Haddadi, que le daba a Khazri un pase en espejo al que Khazri le había dado al pelirrojo. Y Khazri entraba y convertía otro gol de Túnez.
Lo raro del sueño, eran esas jugadas de pases por abajo, de triangulación y de goles que se lograban empujando la pelota al arco libre gracias a los movimientos coordinados y a la precisión de los atacantes. Y entonces me desperté y me di cuenta de que no había visto en el Mundial muchas jugadas como las que había soñado y que las había soñado, como suele ocurrir con los sueños, por haber visto jugadas parecidas en otra época, hace mucho, cuando el fútbol era distinto. O al menos así me parecía que era el fútbol en mis sueños de entonces.
Que pasen un feliz día de descanso del Mundial. Se lo merecen.
Deja una respuesta