por Quintín
A priori, era difícil pensar un partido más parejo en la primera ronda, entre los dos candidatos a disputar el segundo puesto del grupo detrás de Francia. Parejo resultó y de una intensidad tremenda.
Los jugadores peruanos salieron agrandados como si sintieran el aliento de sus hinchas, tal vez los más entusiasmados de los 32 equipos que juegan el Mundial. Estrenaron en Rusia la fe reconquistada en la eliminatorias, después de muchos años de penurias futbolísticas. Perú tiene un medio campo muy dinámico, en el que la pelota circula de un lado a otro, y la voluntad de atacar por distintas vías: por arriba y por abajo, jugando del centro a las puntas y también de las puntas al centro, con proyección de los laterales y búsqueda de los espacios vacíos. El esquema táctico de Perú es, al mismo tiempo, equilibrado y peligroso. Lo que no está siempre a la altura es la realización, porque a Perú le falta gol, se apresura a la hora de definir y no siempre cubre la salida en contragolpe del rival. Hoy esos desfasajes entre la teoría y la práctica le costaron el partido, aunque con un poco de suerte podría haber empatado o ganado.
Tuvo el partido en los pies cuando, al final del primer tiempo, le hicieron penal a Cueva (en este caso, el VAR corrigió la omisión del árbitro) y Cueva, el jugador más lúcido del equipo en estos años, la tiró a las nubes. Pero después tuvo el empate varias veces. Sobre todo en el segundo tiempo, cuando los goles se perdían uno atrás del otro. Perú jugó bien al principio y aflojó después cuando el partido se desordenó y los dos pelearon en en el medio un largo rato sin sacar la pelota clara. Pero cuando empezó el segundo tiempo perdiendo y tras el penal errado, salió de la depresión y redondeó una actuación más que digna. Mostró un punto muy alto en André Carrillo, jugador del Watford y el más bajo en Jefferson Farfán. Fue una lástima que Paolo Guerrero no pudiera jugar de entrada. Aunque lo de Perú fue bueno, me temo que le va a costar mucho recuperarse del infortunio y de la derrota.
Dinamarca aportó lo suyo. Fue más cautelosa, apostó más al contragolpe que a la posesión y su arquero Kasper Schmeichel tuvo unas cuantas atajadas importantes. Arriba, su cerebro Eriksen, no tuvo un partido extraordinario, pero se las arregló para manejar varios contraataques, en especial cuando asistió en el gol a Yurary Poulsen, 24 años, de padre nacido en Tanzania, jugador del Leipzig, que demostró talento y fue la figura del partido.
Se podría haber pedido más goles de este partido, y también un poco menos de apresuramiento con la pelota por ambas partes. Pero se jugaron la vida y, seguramente, también la clasificación.
Foto: Flavia de la Fuente
junio 16, 2018 a las 6:41 pm
Era Paolo de entrada, gordo y todo. Supongo que Gareca prefirió respetar a los que habían entrenado juntos este último tiempo. Perú jugó bien (Perú siempre juega bien), pero sin Guerrero pierde casi toda la pegada en el área. Una lástima. Igual todavía no está vencido. Confiemos.