Apuntes de la Premier League (8)

por Quintín

Desde hace algunas semanas, reapareció ESPN emitiendo dos partidos por fecha y se nota mucho la diferencia con las transmisiones de DirecTV con audio en inglés donde los relatores transmiten desde la cancha, conocen perfectamente el juego y no aúllan como poseídos en cada gol. Un relator de ESPN suele repetir un lugar común insólito: «Los relatores vivimos del gol», como si estuviéramos en la época de la radio con Lalo Pelichiari. ESPN hace cosas insólitas, como no anunciar ni antes ni durante el partido quiénes son los suplentes. Dan el equipo titular y punto, como si el banco fuera irrelevante.

Pero de todos los lugares comunes, hay algunos que merecen ser mencionados especialmente, porque se repiten partido a partido y revelan la desidia de la señal deportiva respecto al deporte que más transmite. (Excluyo de este combo a Marcelo Espina, que sin ser un especialista en la Premier, sabe ver los partidos).

Primer lugar común: el fútbol inglés es siempre ofensivo y cuando el último enfrenta al primero sale a jugarle de igual a igual. No puede ser que sigan repitiendo una estupidez semejante. Como en todas las ligas, la mayoría de los equipos que pelean el descenso salen a defender frente a los grandes, y más de visitante (algunos salen a defender también contra los chicos y de locales). No todos lo hacen con la misma enjundia, pero hay equipos especialmente mezquinos, como el Sunderland o el Middlesborough, para no hablar del West Bromwich Albion, cuyo planteo contra los equipos importantes es una línea de seis defensores y tres volantes defensivos. Algunos equipos débiles se ocupan más del destino de la pelota, como el Hull o el Bornemouth, pero se defienden en exceso equipos medianos como el Southampton o el Everton. Y hasta el Tottehham, que está haciendo una gran campaña, no le hace asco a los empates. En el fútbol inglés no hay ningún lirismo, lo que sí hay es una gran intensidad.

Segundo lugar común, relacionado de algún modo con el anterior: cualquiera puede ganarle a cualquiera. Esto pudo ser cierto hace algunos años, pero en esta temporada se cristalizó la tendencia exactamente opuesta: los de arriba le ganan a los de abajo. Basta ver la tabla y comprobar el abismo que separa a los seis primeros del resto. Chelsea, Liverpool, Tottenham, Manchester City, Arsenal y Manchester United, es decir los equipos que uno hubiera apostado a que iban a estar arriba, están arriba y lejos. Tras un comienzo incierto, el Chelsea acaba de perder con el Tottenham después de una increíble racha de 13 triunfos seguidos. Pero aun con esa campaña, no se despegó de los otros cinco como hubiera sido de esperar, simplemente porque los perseguidores también ganan y ganan.

Tercero: en el fútbol inglés los árbitros son permisivos y no sacan tarjetas. Es otra frase extrapolada del siglo pasado. No hay árbitros más rigurosos que los ingleses y este año están más rigurosos. Y sacan un montón de tarjetas (supongo que menos que los españoles y más que los alemanes). La diferencia con lo que ocurre en otros países es que el de los árbitros ingleses es un rigor uniformemente razonado, que se basa en una interpretación muy precisa del reglamento. Este, en su nueva formulación, distingue algo que antes no era del todo claro: lo que es falta, lo que es amonestación y lo que es expulsión. Para no entrar en tecnicismos, digamos que los árbitros ingleses se rigen por dos ideas fundamentales: una es que la falta deliberada (no la que resulta de la disputa espontánea de la pelota) se pena con amarilla. Es lo que los relatores ingleses llaman «cynical foul» o glosan con la expresión «he knew exactly what he was doing» referida al jugador que interrumpe el juego adrede. La otra es la fuerza excesiva, es decir la patada, lo que corresponde a la roja directa. Cierto es que los referís ingleses son de explicarle sus fallos a los jugadores y que no son muy amigos de la segunda amarilla, pero hacen un punto en no compensar y en detectar las simulaciones. Es impresionante observar lo poco que se equivocan, lo finos que son para aplicar las reglas. Por supuesto que hay excepciones y hasta tienen su pequeño Castrilli, Mike Dean, el rey del penalcito. Pero ver arbitrar, a Mark Clattenburg o a Martin Akinson, que son de tarjetear y de penalear poco, es muy interesante.

Decíamos que este es un año marcado por la previsibilidad, la regularidad de los de arriba y la irregularidad de los de abajo, con muy pocas excepciones. El WBA, el equipo que juega el fútbol más horrible del mundo, está haciendo una gran campaña basada en el pelotazo y el aprovechamiento de los corners. En cambio, el campeón Leicester, casi con los mismos jugadores que salieron campeones, está por el fondo de la tabla. Jugar la Chanpions no le hizo bien pero el Leicester muestra esa falla en el mecanismo que los equipos atados a un funcionamiento muy rígido suelen exhibir después de alguna temporada brillante.

El equipo que más se parece al Leicester del año anterior es el Chelsea de este año, con otro técnico italiano. Claro que el Chelsea tiene más recursos, no solo maneja impecablemente el contragolpe sino que, cuando los contrarios están defendiendo cerca de área, hace circular la pelota en velocidad y sin perder brillo ni precisión. Antonio Conte tiene un equipo aceitado, con tres defensores centrales (la temporada de Azpilicueta es sobresaliente) y dos laterales-volantes muy dinámicos (los poco prestigiosos pero eficaces Victor Moses y Diego Alonso), más Kanté (venido justamente del Leicester) en el medio y cuenta con un año demoledor de Diego Costa, más algunas actuaciones inspiradas de Hazard, de Fàbregas o de Pedro. El Chelsea ha producido el mejor fútbol de la temporada, el más equilibrado e incisivo, y da la impresión de jugar de memoria, aunque su racha invicta acaba de terminar y no sé qué va a ocurrir en la segunda parte del año, si puede seguir en el nivel que tuvo. Por lo pronto, y eso lo favorece, no tiene que jugar ligas europeas y no creo que le intereses mucho la FA Cup.

El Liverpool tuvo momentos deslumbrantes por su extraordinario poder ofensivo, sin paralelo en la liga. Aun con el genial Coutinho lesionado, las apariciones de Lallana (en una gran temporada), Mané, Firmino, Origi, Sturridge pueden perforar cualquier defensa. El gran acierto de Jurgen Klopp es haber ubicado a Milner de lateral y tener un equipo en el que todos pueden aportar ofensivamente (los marcadores centrales solo de cabeza). Pero el Liverpool, a diferencia del Chelsea, parece todos los días un equipo diferente, aunque mantenga la actitud ofensiva y la velocidad.

El que también es un equipo diferente en cada partido es el City de Guardiola. En cada fecha cambia el dibujo táctiico y la alineación, al punto en el que no se sabe quiénes son los titulares, salvo el arquero Bravo (que no está resultando un hallazgo) y el volante ofensivo De Bruyne (que no está en su mejor nivel y, aunque asiste seguido, convierte muy pocos goles). Guardiola tuvo que recurrir a Yaya Touré, a quien no quería utilizar, pero siempre es un placer ver jugar a Yaya, uno de esos jugadores que provocan felicidad. El City empezó muy bien, pero después el funcionamiento de presión y posesión se descompuso y se transformó en un equipo híbrido y hasta contragolpeador, en el que no se terminan de afirmar Sterling (aunque tuvo momentos de gran explosión) ni tuvo un delantero que reemplace a Agüero cuando al Kun se le nubla el cerebro y le da por hacerse expulsar (ya acumuló siete fechas de suspensión).

Los vecinos, el United de Mourinho, se hundieron en el cuarto partido cuando perdieron con el City y les costó resurgir. Pero lo hicieron y, aunque están a diez puntos del Chelsea, están jugando un gran fútbol. Aunque para mí es un misterio cómo arma el técnico la defensa, tiene algunos jugadores en un nivel superlativo. El arquero De Gea está impecable, Pogba, Ibrahimovic y Mkhithryan son cracks extraordinarios (cuando el armenio finalmente entró en la estructura del equipo, el United se armó y saltó de nivel) que producen momentos exquisitos en cada partido. Y, además, el equipo tiene un arma secreta que es el ecuatoriano Antonio Valencia, el mejor lateral derecho del mundo. Este es la primera versión del United que parece funcionar en la era post Ferguson.

El Arsenal de Wenger sigue haciendo rabiar a sus hinchas perdiendo partidos ganados, aunque a veces se recupere en partidos perdidos, como en la última fecha en la que perdía tres a cero con el Borenmouth faltando veinte minutos. Con sus irregulares performances y su dependencia de Alexis Sánchez, que parece obligado a hacer todo, el Arsenal nunca parece candidato y hoy está fuera de los cuatro primeros. Es cierto que Sánchez juega cada día mejor (entre otras cosas, debe ser el delantero que más pelotas recuperó en la historia), que a veces lo acompaña Ozil y que, finalmente, el técnico se dio cuenta de que Giroud tiene que jugar. Pero el Arsenal es pobre en el medio campo, donde el carísimo Xhaka sigue sin justificar su transferencia. Al Arsenal, un equipo que siempre se apoyó en la fluidez para salir con la pelota, le falta talento (¿cuándo volverá Cazorla?), el talento que tienen los otros que pelean arriba.

Aunque tal vez el Tottenham no tenga un exceso de jugadores sobresalientes a la vista, pero Pochettino parece tener el secreto de mantener el máximo rendimiento de cada integrante del plantel. La ambición del Tottenham no es disputar cada partido como si fuera el último (a veces parece aceptar demasiado fácilmente los empates), pero sí sumar con mucha convicción en sus posibilidades. Le acaba de ganar al Chelsea sin discusión, con dos goles curiosamente calcados (centro desde la derecha de Eriksen, cabezazo de Dele Alli, en un gran momento, con el agregado de que Walker fue el penúltimo en tocar la pelota en ambos casos). Ahora que volvió Aldewereld, el Tottenham rearmó con Vertonghen la gran defensa central del torneo, además de que Lloris es un enorme arquero, Danny Rose, el lateral izquierdo es el equivalente de Valencia en el United, una enciclopedia de cómo atacar y defender. Al Tottenham le falta banco y le sobra Sissoko, pero este debería ser su año.

El problema de la Premier 2016-2017 es que, si bien hay seis equipos que pueden llegar a jugar muy bien, hay catorce que juegan mal. O muy mal, como mi pobre Swansea, diezmado por sus nuevos dueños y que ya lleva dos cambios de técnico. El último, el americano Bradley, se encargó de destruir la poca confianza que le quedaba a los jugadores. Como otros equipos malos de este torneo, el Swansea presenta cada día una alineación distinta. El otro día ganó un partido imposible, con un gol al final nacido de un repollo (¡Rangel!) e hizo renacer una esperanza basada, sobre todo, en que los otros son muy malos también.

El Everton, por ejemplo, está séptimo, a 19 puntos del Chelsea. El técnico es Koeman y juega tan mal como cuando era Roberto Martínez, ultradefensivo, con los jugadores separados por kilómetros, una total falta de fluidez con la pelota, dependiendo de la tenacidad de Lukaku y el intermitente talento de Barkley. El Everton es otro de los equipos que tiene un gran jugador en el que no confía, como el West Ham no confía en Payet, el Leicester en Mahrez, el Southampton en Boufal, el Stoke en Bojan, el Boro en Ramírez, jugadores que muchas veces pasan largos minutos en el banco y, cuando entran, lo hacen para pegarse a las bandas donde les piden que se inspiren contra la línea y dos o tres rivales, sin colaboración de los compañeros.

Caso patético es el del West Bromwich con Tony Pulis, el técnico más defensivo del mundo, que ha logrado, sin embargo, tener un equipo difícil y muy astuto para ganar con goles de pelota parada, además de tener buenos jugadores como Philips y un gran lanzador como Brunt. Pero ver al WBA cuando un equipo grande le mete un gol y sigue jugando con diez atrás da dolor de muelas, como da dolor de muelas ver jugar al Middlesborough de Arteta.

Hay mucha diferencia de presupuesto entre los grande y los chicos y se nota. El último, el Hull, tuvo una crisis dirigencial y empezó el torneo con 11 profesionales. Así y todo algo intenta y uno de sus jugadores, el zurdo escocés Snodgrass debería llevarse la medalla al héroe del torneo. Algo habría que darle también al flaco Peter Crouch, a quien el técnico Hughes del Stoke City terminó recurriendo cuando parecía que su carrera se había terminado. Crouch respondió con la alegría y los saltos de siempre. En la última fecha, metió un gol con la rodilla y se acerca a la marca de 100 en la premier, una marca a la que accedió después de una larga sequía Troy Deeney, del Watford, un equipo que juega bastante bien pero ha perdido la capacidad de convertir, igual que varios otros.

De los de atrás, el más digno es el pequeñísimo Bornemouth, el más chico de la Premier League, que juega al fútbol y no renuncia a la tenencia de la pelota. El otro día le iba ganando tres a cero al Arsenal pero no lo pudo cerrar porque Jack Wilshere, el encargado de darle más inteligencia en la cancha, está a préstamo del Arsenal y no pudo jugar. Pero el Boremouth de Eddie Howe es lo más simpático de la temporada. También es simpático el Burnley, que juega mejor que equipos con mucha más plata como el West Ham, el papelón del torneo junto con el Crystal Palace, que no jugaba a nada con el Alan Pardue y ahora juega a menos que nada con Sam Allardayce, aunque tiene dos delanteros importantes como Zaha y Benteke. Es todo tan mediocre en la zona baja de la tabla, que hasta es posible que el Sunderland se salve de nuevo.

Después de la maratón de Navidad y Año Nuevo, se llevan jugadas veinte fechas, una más de la mitad. Durante todo el mes de enero está abierto el libro de pases. Hasta ahora, la transferencia más resonante es la del crack brasileño Gabriel Jesus al Manchester City. Se viene lo más crudo del invierno, partidos de liga, de copas, de torneos europeos. Todo indica que, por culpa del cansancio y las lesiones, ningún equipo terminará el año en su mejor nivel. Pero todo está abierto.

 

Una respuesta to “Apuntes de la Premier League (8)”

  1. enzoac Says:

    La Premier está cada vez más «españolizada», con la diferencia de que pelean 6 o 7 equipos y no 2 como en la península (peor están en Italia, Francia o Alemania, donde sólo 1 puede salir campeón).
    Sin embargo, es la liga de primer orden en la que más puede esperarse una sorpresa. El Leicester campeón, sin ir más lejos.
    En cuanto a los refuerzos, se rumorea que Eto’o va al Hull. Si bien ya es un tipo grande y está alargando por demás su carrera, para ese tipo de equipos podría andar bien.
    Pochettino está trabajando bien. Le está armando la base a la Selección de Inglaterra a base de cantera (Dele Alli, Kane, Rose, Dier y siguen las firmas). Es un trabajo invisible que dará sus frutos a mediano plazo, por lo menos en el club (el afán de los ingleses por fracasar en cada torneo grande es incomprensible).
    En el Swansea no están rindiendo los jugadores de cartel. No me extraña de Llorente (que, desde que dejó a mi Athletic, cada vez juega peor -hay Aduriz para rato-), pero sí de Borja Bastón.
    En Segunda, o como se llame, pinta para volver el histórico Sheffield Wednesday, mientras que el Aston Villa o el Nottingham Forest se encuentran estancados.

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