Diario intermitente (112)

por Quintín

20 de diciembre

Caja Negra es una de las mejores editoriales argentinas y su catálogo es un lujo. Pero cuando me llegan los libros sobre música entro en una crisis que me puede durar meses. Me pasó especialmente con el libro de Simon Reynolds sobre el post-punk y con el de David Stubbs sobre el krautrock. Me doy cuenta de que esos libros abarcan una zona de la música de la que sé muy poco (o, más precisamente, nada) y decido que debo incorporar el conocimiento y la sensibilidad asociados con ella, para lo cual me dedico a escuchar la discografía hasta que un día me encuentro en una situación curiosa: la de haber disfrutando de la música (en general me gusta lo que oigo) pero no puedo recordar qué discos escuché, ni distinguir los intérpretes ni elegir a mis favoritos. Es como si mi capacidad de discernimiento musical se hubiera agotado con el rock, el jazz y el tango, a medias con la música clásica, los géneros que escuché cuando era joven. Y ahí paro de escuchar porque me doy cuenta de que, si bien me acerqué a algo que desconocía sin quedar traumado, no pude entrar en ese mundo.

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Ahora las cosas se complican, porque llegó a mis manos Océano de sonido, el libro de David Toop dedicado a la música ambient y alrededores. Decidí que esta vez me lo iba a tomar con calma, de a poco. Es decir, iba a hacer lo mismo de siempre, pero escuchando la música que se menciona en cada capítulo, o mejor en cada parte de cada capítulo y quedándome en ella durante un tiempo antes de pasar al capítulo siguiente.

Así fue como leí la introducción y descubrí que el libro de Toop es central para conectar todo con todo: el ambient con Debussy, con Schonberg, con las vanguardia europea, con la música conceptual, con las influencias orientales, con Andy Warhol, Velvet Underground, Yoko Ono, Jonas Mekas, Brian Eno y hasta con Joyce, Burroughs, Pynchon y Philip Dick. Es decir, con todo lo que alguien que quiera entender la cultura contemporánea debe conocer.

Luego leí las primeras páginas del primer capítulo y me encontré con La Monte Young, un nombre que siempre me resultó eufónico, tal vez porque es mezcla de Monte Helman y Neil Young. Leí que Young es el padre de todo esto y alguno lo denomina «el compositor más influyente del siglo XX». Así fue como puse The Melodic Version of The Second Dream of The High-Tension Line Stepdown Transformer from The Four Dreams of China, donde ocho trompetistas ubicados en una iglesia tocan cada uno una nota durante largos intervalos de tiempo. Apenas había escuchado un poco y me parecía algo muy pacífico cuando, desde abajo, escuché a Flavia que preguntaba qué era eso. Enseguida concluyó que le hacía acordar a un embotellamiento en Córdoba y Callao y pidió que baje el volumen. No encontré argumentos para contradecirla, aunque a mí me molestaba menos.

Después puse otro disco que menciona Toop: The Theatre Of Eternal Music, que empieza con un tema llamado Raga for Ravi (dura 38 minutos), que evidentemente es un homenaje a Ravi Shankar, a quien alcancé a incorporar a mi torrente mental-musical en Monterey Pop. Me pareció muy bueno y creo que a Flavia debería gustarle, ya que anda leyendo cosas de monjes budistas (aunque acá sería un asunto hinduista, pero en fin). De todos modos creo que los monjes que lee, además de budistas, hicieron votos de sordera.

Prometo seguir en la brecha, tratar de entender estos mares de sonido y armarme un esquema mental de toda la música a partir de las reflexiones de Toop. Veremos. Ahora suena el segundo tema de La Monte Young, que se llama Poem for Tables, Chairs, Benches, etc. Part 1. Dura ocho minutos durante los cuales se escuchan objetos que chocan y chirrían. Temo que Flavia suba con un trabuco y me ejecute como el turco al embajador ruso.

Foto: Gabriela Ventureira

4 respuestas to “Diario intermitente (112)”

  1. Montañés Says:

    Cada vez que Quintín escribe una reseña sobre algún título de Caja Negra, siento el impulso de salir corriendo a comprarlo. Así lo hice con los de Reynolds y Stubbs (Postpunk me pareció excelente). Y ahora con este sobre ambient (!), género que siempre me pareció injustamente menospreciado, presiento que ocurrirá lo mismo.

    Acaso uno de los problemas de la música ambient, respecto al desprecio o los prejuicios que enfrenta, proviene de su relación/confusión con la música New Age o la relaxation music. (A propósito, aquí un artículo sobre el particular.)

    Ciertas piezas ambient logran emocionarme al mayor nivel, y nunca lograré explicar(me) dónde radica su secreto. Probablemente esa cualidad misteriosa, irracional, sea válida para cualquier género musical (especialmente los de tierra adentro) o para la música universalmente (en su capacidad de evocación íntima, fantasmal), pero en el ambient, a diferencia de otros géneros, no encuentro un factor común, una afiliación o un argumento que me permita escudriñar con más claridad su mecanismo o virtud de llegada.

  2. Montañés Says:

    A propósito también, algo de todo esto encontré recientemente en unos fantásticos discos de Yat-Kha, una banda de Tuva cuyos cantantes utilizan la técnica del throat-singing, según es tradición en la música de su país. Los resultados vocales son notables, por excentricidad y por emoción musical, y dentro de la variedad de su fusión hay no pocos momentos que yo calificaría de ambient.

    Para algún interesado, dejo aquí seis discos de ellos. Es todo un viaje, aunque tampoco se descarta que alguien te llame a silencio con un trabuco al escuchar su música.

  3. Montañés Says:

    Aquí, una canción de Yat-Kha. Y aquí, una chica explica la técnica del overtone singing.

  4. Marcia C. Reiriz Says:

    No tiene mucho que ver con el Diario Intermitente, pero siento necesidad de compartir la pena por la muerte de Alberto Laiseca,escritor extraordinario. Destaco y recomiendo sobretodo a Laiseca como poeta. Los poemas chinos me parecen uno de los mejores libros de poesía de los últimos 30 años.
    Aparte quería decirte Quintin, que no gastes salud y coronarias enojándote con los idiotas K. Pones mucha vida en responderles a esos mediocres. Olvidalos, bloquealos, no se. Será porque mi corazón no anda del todo bien y creo que hay que cuidarse. Un abrazo

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