La doble moral política

por Pablo Anadón

Por cierto, considerado en términos de Guerra vs. Paz, no deja de resultar extraño el resultado del plebiscito en Colombia. El proceso que ha llevado al mismo será objeto, sin duda, de numerosos estudios históricos. Por ahora, sin embargo, viendo la consternación y el rechazo casi unánimes que ha provocado tal resultado entre los colegas literatos y los intelectuales argentinos, cuyo olfato político suele ser infalible ―a mi juicio, claro― en la equivocación, sospecho que alguna razón han de haber tenido los colombianos para optar por lo que optaron, a menos que pensemos que los infalibles en el error son los pueblos en sus elecciones, cosa que tampoco cabe descartar a priori. Atribuir el resultado negativo del plebiscito, como veo que hace ahora nuestra “intelligentzia”, como siempre ha hecho cada vez que las urnas son adversas a sus convicciones, a los medios de prensa colombianos (me imagino que tales medios no habrán tenido una sola perspectiva sobre una problemática que viene desgarrando y preocupando a su población desde hace demasiado tiempo), parece un recurso excesivamente cómodo y despreciativo de la inteligencia de la sociedad que ha vivido en carne propia tal calamidad. Desde lejos es fácil tomar posición y juzgar sentenciosamente, posición y juicio que no pueden sino depender de la información de medios de prensa ―lo cual a su vez no puede sino volver contradictorio, paradójico, el desdén hacia la voluntad del pueblo colombiano atribuida a las determinaciones de la prensa.

Es muy rara la doble moral de nuestra izquierda “progresista”, muy parecida en esto, también paradójicamente, a la doble moral de la derecha “reaccionaria”. Veo el oleaje luctuoso que ha recorrido los medios y las páginas personales de los intelectuales de izquierda de nuestro país por el plebiscito colombiano, y me pregunto si por un instante se habrán puesto en la piel de quienes fueron las víctimas del ejército revolucionario de las FARC (una revolución no pedida ni deseada ni apoyada por el pueblo colombiano, y menos aún pedido ni deseado el medio siglo de sangre que viene sufriendo): es decir, en la piel de quienes recibieron la noticia del asesinato de su padre o de su madre, de su hermano o de su hijo, de su esposo o de su esposa; de quien tuvo a su madre, a su mujer o a su hija violada; de quienes padecieron secuestros extorsivos (pareciera que hay más de cuatrocientos capturados, que no se sabe siquiera si siguen aún con vida); de quienes perdieron sus tierras ―campesinos indefensos― y fueron asesinados si ofrecían resistencia a la expropiación en nombre de la revolución… ¿Votarían ellos, de encontrarse en alguno de esos casos, por una paz sin juicio a los culpables de estos crímenes? El dilema que le corresponde a este plebiscito no es el de estar por un “Sí” o por un “No” “a la Paz”, sino más bien el de estar a favor o en contra de una amnistía anticipada a los responsables de esos crímenes.

Puede pensarse que siempre es necesario conceder algo en toda negociación. Es cierto. Pero todo depende de la importancia de lo que se concede. Cuando se promulgaron las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, con semejante criterio de pacificación del país, ¿nos pareció bien? No: era demasiado lo que se concedía. Creo que en este caso ocurre algo equivalente, y de allí el rechazo al «Sí», probablemente, en este plebiscito. Los responsables de miles de asesinatos, secuestros, violaciones, confiscaciones de tierras, etc., no pueden integrarse sin justicia previa a la vida civil, e incluso postularse a cargos en el congreso. ¿Qué se les diría a las víctimas? ¿Qué se les diría a los familiares de esas víctimas? ¿Que la muerte o los vejámenes de sus seres queridos ahora son premiados incluso con puestos parlamentarios? Y si hay, como hubo, crímenes cometidos asimismo por las fuerzas militares y paramilitares, también estos crímenes deben ser juzgados. No puede haber pacificación verdadera sin justicia.

Escucho, sin embargo: “Fue una guerra, ¿por qué deberían ser juzgados los guerrilleros por sus acciones bélicas? El ejército estatal también cometió crímenes.” Es, notablemente, el mismo argumento, sólo que inverso, de quienes defendieron y defienden el accionar de la represión militar en la Argentina: “En una guerra todo, o casi todo, está permitido; no se puede vencer a un enemigo en guerra con contemplaciones a la ley.”

Y, sin embargo, no: no es así como funciona un sistema democrático. ¿Atentaron las FARC contra gobiernos democráticos, elegidos por el pueblo, y contra ciudadanos de ese pueblo, asesinando, secuestrando, confiscando, violando, convirtiéndose en uno de los cárteles de cocaína más poderosos de Sudamérica? En tal caso, deben, por equidad, ser juzgados, como han sido y son juzgados los represores en la Argentina (y como deberían haber sido juzgados los integrantes de la guerrilla argentina culpables de delitos). ¿Hubo crímenes cometidos también por el ejército estatal y por las fuerzas paramilitares? También deben ser juzgados, pues, como hemos dicho, con igual rigor y con igual justicia legal.

No entiendo, en fin, estos malabarismos ético-políticos para condenar en un caso y absolver y hasta elogiar en el otro. Si vamos a sostener gobiernos democráticos (nos guste o no nos guste el partido transitoriamente en el poder), que en cualquier caso han sido elegidos en comicios por la ciudadanía, no podemos usar esta vara diversa para medir los crímenes que se hacen en nombre de ideales políticos que nos son caros ―pero parte inescindible de esos ideales debería ser que el procedimiento para realizarlos sea democrático― y aquéllos que se hacen en cambio en nombre de ideales contrarios a nuestra ideología. Si hay una constitución y un corpus de leyes, como los hay, sancionados por representantes elegidos por el pueblo, todo lo que los transgreda atenta contra el Estado fundado en ellos. La disyuntiva es clara: o se está con la democracia y con sus leyes o se está en contra de ella. No se puede estar a veces con ella y a veces en contra de ella, como hace cierta izquierda nostálgica de las revoluciones y como hace cierta derecha nostálgica de las dictaduras (los extremos, como se comprueba a menudo, suelen estar más próximos entre sí, en su concreta realidad histórica, que ambas del medio, un medio que puede ser de izquierda o de derecha, pero siempre auténticamente democráticas).

2 respuestas to “La doble moral política”

  1. Denis Rojas Says:

    Estimado Pablo Anandón, me resulta grato ver como desde Argentina se preocupan por el destino de Colombia, así mismo, me parece valioso señalar que intelectuales y literatos establecen duros juicios sobre el resultado del plebiscito desde un desconocimiento amplio del contexto colombiano, hasta ahí su reflexión me resultaba seria, sin embargo, al continuar la lectura de su texto, encuentro que cae en el mismo error que con claridad señala a sus compatriotas y colegas, porque sus argumentos carecen de fundamento y parten de un intento de comparar la situación argentina a la colombiana, valga decir que existe amplia diferencia entre un conflicto armado interno y una dictadura militar.
    Más grave que la doble moral que acusa, es el hablar con tono de experticia de un tema que ampliamente se ve que desconoce, asumir su reflexión intentando ponerse en los zapatos de las víctimas del conflicto armado simplemente me parece un irrespeto no solo intelectual sino humano y una total irresponsabilidad hablar de un tema sin haber leído el texto de los Acuerdo que se encuentra para acceso público en la web del Alto Comisionado para la Paz.
    Le comparto el link: http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/herramientas/Paginas/Todo-lo-que-necesita-saber-sobre-el-proceso-de-paz.aspx
    Debe saber usted que quienes votaron Sí en su mayoría por el Acuerdo fueron las víctimas ya que éste las garantizaba la restitución de derechos como la verdad, la reparación, la restitución y la no repetición; quienes viven la angustia infinita por la desaparición de familiares y amigos veían un camino de esperanza en la creación de la Unidad para la Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, quienes fueron despojados de sus tierras o tuvieron que huir en medio de los enfrentamiento armados veían con un sentimiento más allá de la esperanza el fortalecimiento del programa de Restitución y reparación integral de víctimas lo que implicaba; la restitución de tierras, los procesos colectivos de retorno, la rehabilitación psico-social y los actos temprano de reconocimiento de responsabilidad por parte de los actores armados implicados en los hechos victimizantes.
    http://codhes.org/index.php/9-espacio-internacional/183-el-si-de-las-victimas-que-dice-el-resultado-del-plebiscito?templateStyle=8
    Así mismo, quienes fueron víctimas de cualquiera o de varios de los actores armados existentes en Colombia por su participación en espacios colectivos de debate, organizativos o de defensa de derechos, vieron como gran logro que el Acuerdo contemplara entre los puntos sobre participación política la Creación de un Sistema Integral de Seguridad para el ejercicio de la política y garantías de seguridad para líderes de organizaciones y movimientos sociales y defensores de derechos humanos.
    Considero valioso que quiera dar voz a las víctimas, sin embargo, me parece que su dádiva desconoce que las víctimas tiene voz propia y que si desea compartir o visibilizar sus demandas y situación bien podría poner en común las ideas de ellas sobre su situación, le dejo aquí varios links donde podrá escuchar la voz de quienes han sido afectados por este conflicto armado.
    http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/


    hhttps://www.youtube.com/watch?v=bL6h5ayUFm0

    Señala usted el valor de la democracia, sin embargo, en su texto pareciera que reduce el orden democrático a los mecanismos formales de selección de representantes políticos, y no a un proceso de vida en el cual se reconoce y garantiza la existencia de personas con ideas, sentimientos, afinidades y credos diferentes al propio, y por lo tanto se establecen unos acuerdos mínimos que se consideran como condiciones básicas para garantizar la dignidad humana, estos acuerdos es lo que llamamos derechos, así mismo, se establece que en el proceso de disputa del poder existen una serie del límites que nos garantizan que bajo ninguna condición la defensa de un proyecto colectivo podrá ir en contra de la dignidad humana.
    En Colombia ha sido muy difícil consolidar la forma de vida democrática, el conflicto por la participación política y la distribución y uso de los recursos, principalmente la tierra, tuvo durante el siglo XIX enfrentados de manera armada a los dos partidos políticos existentes, el liberal y el conservador, la transformación económica sufrida en Colombia durante el siglo XX permitió el desarrollo de la industria dando lugar al crecimiento de la clase obrera y con ello a reclamos por parte de los trabajadores que desarrollaron procesos organizativos políticos fuera de los partidos tradicionales y que permitieron la aparición de nuevas fuerzas políticas ligadas a las ideas comunistas, socialistas y populistas, lideradas estás últimas por el caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán quien fue asesinado el 9 de abril de 1948, hecho que aumentó el conflicto armado entre conservadores y liberales quienes ante el terror desatado terminaron por acordar la participación conjunta en el gobierno por medio de un acuerdo de alternancia política denominado Frente Nacional. Este acuerdo garantizó la participación política de liberales y conservadores, pero cerró el espectro a otros procesos organizativos y partidarios que tenían reclamos propios y dejó sin resolver el problema de la distribución de la tierra.
    Los procesos organizativos que habían surgido en los sectores campesinos, se siguieron desarrollando y buscaron modelos alternativos guiados por las ideas comunistas, el desarrollo de estos procesos fue visto como amenaza por los líderes conservadores y como resultado el presidente conservador Guillermo León Valencia ordenó exterminar a sangre y fuego estos enclaves cuyos sobrevivientes dieron origen a las FARC . (Más info) y (Más info)
    A partir de ahí la confrontación armada con las FARC ha llevado a varios intentos de negociación, siendo siempre el punto de debate la ampliación de la participación política y la reforma agraria. El cierre del especto político llevó a la creación de las guerrillas del ELN, el EPL y una década después surgiría la guerrilla del M-19 como respuesta al fraude electoran en los comisiós presidenciales del 19 de abril de 1970.
    Desde finales de los 70 hasta ahora, se han llevado a cabo varios intentos de diálogos, que no han llegado a un feliz término, el mas triste desenlace fue el del proceso de paz llevado a cabo durante 1892 a 1988 y en donde los grupos guerrilleros renunciaron a las armas para integrarse a la disputa política democrática, sin embargo, las estructuras paramilitares con apoyo (por acción y omisión) del Estado colombiano, aniquilaron todo un partido político, asesinaro a los líderes que habían ganado por medio de voto cargos de representación y asesinaron 3 candidatos presidenciales, eso sin contar como otros procesos organizativos y referentes sociales han sido mermados a fuego, o como de manera instrumental se han llevado a cabo ejecuciones extrajudiciales de civiles para reportar éxitos militares y obtener benficios.
    Dejo acá material para que pueda ahondar en esto:



    http://www.elespectador.com/noticias/judicial/ejercito-pide-perdon-fabiola-lalinde-desaparicion-de-su-articulo-660065


    Otro tema que me parece importante que considere, es como el pueblo no es una categoría absoluta sino que corresponde a múltiples actores en función de intereses específicos con estrategias y herramientas muy precisas para alcanzar el poder, le invito a que considere quienes fueron los que lideraron el NO en Colombia, grandes terratenientes que han conseguido sus tierras gracias al despojo a sangre y fuego, industriales que participaron en el financiamiento de grupos paramilitares para el asesinato de sindicalistas, ambientalistas y demás referentes de procesos organizativos, servidores públicos cuya elección se hizo de manera fraudulenta, líderes religiosos que consideran que el enfoque diferencial de género pone en riesgo la existencia de la familia e incluso como promotor del No se encuentra el jefe de sicarios de Pablo Escobar.
    No quisiera extenderme más sobre como en su texto usted cae en el malabarismo-ético político que critica, para hablar con el mayor desparpajo y desconocimiento sobre un conflicto que ha hecho de un país un lugar de sangre, horror y miedo.
    Me parece que basta con recomendarle otros sitios web para que en sus reflexiones no se limiten a la crítica desde el sillón y por lo menos la próxima vez logre considera la revisión de material que aborde los temas de su preocupación.
    http://www.verdadabierta.com/
    http://www.cinep.org.co/
    http://www.dejusticia.org
    http://www.forointernacionalvictimas.com/
    Saludos cordiales, Denis Rojas.

  2. lalectoraprovisoria Says:

    El comentario iguala el punto de vista de las FARC con el de las víctimas y parece un comunicado de la organización guerrillera. Bueno, todos tienen su aparato de prensa, por qué no. Una vez más queda claro que el SI era la gran apuesta de la izquierda armada.

    Q

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