por Quintín
La grieta se agranda como después de un terremoto. Jugadas solo tres fechas, hay tres equipos que pelean el título, es decir, que salen a ganar todos los partidos y tienen con qué. Después hay dos o tres que hacen como que pelean el título. Y, en definitiva, cuatro, cinco, seis a lo sumo, que parecen encaminados a clasificar a una copa europea. El resto solo aspira a salvarse del descenso, algunos manteniéndose en la mitad de la tabla y otros por un punto. Esto sería lógico, dada la diferencia de presupuesto entre los de arriba, los del medio y los de abajo, pero este año los del medio están flojos y los de abajo juegan mal, se muestran inseguros y hasta prematuramente desesperados. Entre ellos, tal vez haya alguno que mejore con los partidos, pero lo que vi este fin de semana no fue alentador.
Hazard. El Chelsea fue la buena noticia de la fecha. No solo le mantiene el paso a los dos de Manchester, sino que apabulló al Burnley jugando un fútbol de a ratos brillante. El de Conte es un equipo muy distinto del de Mouriño, aunque se parece más al campeón 2014-2015 que al de la campaña pasada. Son los mismos jugadores más Kanté, que se afianza delante de la línea de cuatro (el esquema es 4-1-4-1) y está lejos de ser un equipo de contragolpe como la Italia que Conte dirigió en la Eurocopa. Por el contrario, aunque puede salir muy rápido, no rifa la pelota, la hace circular y tiene un ataque demoledor en el que participan los defensores. Pero el secreto de este funcionamiento virtuoso es que ande bien Hazard. Ayer lo hizo, con una actuación de diez puntos parecida a la que le vimos en algún partido de la Euro. Hazard tiene solo 25 años y está en su plenitud. Es un jugador con una extraordinaria capacidad para llevar la pelota pegada al pie y en velocidad, para amagar y salir hacia cualquiera de los perfiles. La jugada del primer gol, una corrida desde su propio campo que terminó en una definición exacta, es una muestra de su estilo. Cuando está inspirado (y la inspiración le puede durar un torneo entero), es imparable. El Chelsea jugó un tiempo muy bien y cuando decayó un poco, entró el batallón suplente (Moses, Batshuayi, Pedro, no hubo lugar para Fábregas) y liquidó el partido.
Emoción. El Manchester United sigue sin convencer demasiado y esta vez estuvo a punto de no ganar. Es un equipo estático, que juega a desbordar al contrario por el peso de las figuras que se llevan al contrario a la rastra. Pero lo cierto es que el sábado, cuando Antonio Valencia (el arma secreta) se cansó y dejó de tener precisión en los centros, el United fue puro barullo. Aunque figuras están para algo y en el descuento, Rooney (que parece sentirse mucho más cómodo que con Van Gaal) hizo magia: recibió cerca del banderín izquierdo y, cuando caía un aguacero y todos habían perdido la lucidez, hizo un quiebre de cintura, se metió por la línea de fondo y la puso justo al medio del área chica donde Rashford, que no se pone nervioso y parece destinado a iluminar Old Trafford, la mandó adentro. Ver el abrazo de todo el equipo con los hinchas de la tribuna y bajo la lluvia fue el gran momento emotivo de la fecha.
Posesión. Después de la victoria del Burney frente al Liverpool, después de que el perdedor tuviera la pelota el 80% del tiempo, leí que esa era una gran táctica y que seguramente se terminaría imponiendo. Hay que decir que el Burnley lo hizo de nuevo en esta fecha, pero lo pasaron por arriba. Ese logro del 20% de la posesión lo alcanzó también el West Ham en el primer tiempo contra el Manchester City, que se fue ganando dos a cero con dos goles típicos: primero Sterling después de un toque colectivo y después Fernandinho, de cabeza tras gran tiro libre de De Bruyne, que mejora pero sigue peleado con el arco.
Justamente De Bruyne debió marcar el tres a cero que hubiese sido definitivo, pero la pelota se le fue otra vez afuera. Y así, en el segundo tiempo, el West Ham empezó a atacar tímidamente, tratando al principio de que no le metieran otro (de hecho, el cambio de Bilic en el entretiempo fue un defensor por un volante ofensivo). En la semana, los Hammers habían quedado eliminados de la Europa League de locales contra el Astra de Rumania, sigue teniendo muchos lesionados (¿qué pasa con Payet?) y Calleri sigue perdiéndose goles (parece que contra los rumanos fueron decisivos en la derrota), así que la confianza del equipo es muy baja. Pero el fútbol tiene sus minutos fatales y el City lo tuvo a los 57. El joven y brillante central John Stones tenía un problema en el ojo y estaba muy molesto, por lo cual Guardiola decidió reemplazarlo por Kolarov (¿no tiene el City otro central en el plantel?), pero antes de que se hiciera el cambio vino un corner para el West Ham, Willy Caballero (preferido por Guardiola sobre Hart porque el arquero de la selección inglesa tiene tanta habilidad en el pie como un levantador de pesas) cazó mariposas y Michail Antonio puso su habitual y certero gol de cabeza. Ahí entró Lanzini, el City se mareó y el empate empezó a estar a tiro. Guardiola puso a Nasri para tener la pelota y después a Fernando por Agüero para reforzar la defensa. Pero en los últimos minutos reapareció el City, tuvo tres ocasiones claras incluyendo un tiro en el palo de Silva y a los 92, Sterling definió con gran clase, confirmando que es hasta acá la figura del torneo.
Minuto fatal. El que también tuvo su minuto fatal fue el Leicester, pero primero hay que decir que sigue siendo un equipo fantástico para ver, que demuestra que también se puede jugar un gran fútbol de contragolpe. Un ejemplo fue el primer gol contra el Swansea, que nace de un quite de Amartey (21 años, volante central interesante, el único jugador nuevo por la venta de Kanté al Chelsea) cerca de la propia área. Allí se suceden varios toques muy rápidos, que buscan encontrar el espacio y la oportunidad del pase largo. Esto es algo que el Leicester ejecuta como nadie: no mete pelotazos a cualquier parte sino que busca el momento con precisión y astucia. Finalmente, el espacio queda para Drinkwater (que parecía un volante luchador más y se ganó un lugar en la selección), que la tira larga para Vardy apareado sobre la derecha con Amat. De más está decir quién ganó la carrera pero, cuando llegó al borde del área, Vardy le metió un cañonazo que pegó en el primer palo y se metió. Fue el gol de la fecha y una clase magistral de contragolpe. Hago un pequeño paréntesis. Hace dos años, en un resultado sorpresa, el Leicester le ganó 5 a 3 en la primer fecha al Manchester United. Ese día, Vardy hizo de todo y ganó el partido él solo. Me sorprendió enormemente y me pregunté de dónde había salido un fenómenos semejante, un jugador con esa capacidad ofensiva, esa garra y ese instinto. Después el Leicester se cayó y se salvó apenas del descenso con el aporte del Cuchu Cambiasso, Vardy bajó mucho su rendimiento y ese partido contra el United parecía un espejismo. Pero cuando alguien es capaz de jugar así, lo puede volver a hacer, y eso ocurrió en la temporada siguiente.
Pero voy al minuto fatal. Fue a los 58, más o menos al mismo tiempo que el City. Hasta allí, el partido era un baile. El Leicester jugaba a otro ritmo, con otra calidad y con otra actitud. Pero el arquero Peter Schmeichel entregó mal la pelota y tuvo que salir de apuro para arreglar el error y se desgarró. En el contragolpe vino un penal para el Leicester, que ya ganaba dos a cero. Era el final del partido, pero lo pateó mal Mahrez y lo atajó Fabianski, que también paró el rebote. Allí, Schmeichel (uno de los grandes valores en el campeonato del Leicester) hizo señas de que no iba más y lo reemplazó el alemán Ron-Robert Zieler, que viene del United donde nunca llegó a jugar. Zieler no tiene pinta de nada y, parece que los del Swansea se dieron cuenta, porque empezaron a atacar un poco. A los ochenta, Leroy Fer puso el descuento de cabeza ante un centro que Zieler no salió a cortar. Y, hasta el final, siguió mal el Leicester y el Swansea no empató de casualidad.
Aunque la derrota fue finalmente ajustada en el resultado, debo decir que este Swansea de Guidolin me da vergüenza. No se puede jugar tan mal, ser tan timorato. Es imperdonable que no juegue Jefferson Montero de titular y Fernando Llorente parece pintado en la cancha. El Swansea ha perdido la confianza, esa confianza que se tiene el Leicester, y le veo un muy mal futuro. Deberíamos empezar por echar al técnico antes de que sea tarde.
Ashley. El sábado debutó Ashley Williams en el Everton y se me caían las lágrimas al ver que el Swansea se quedó sin su capitán y sin un defensor extraordinario. Williams tuvo un gran partido en la defensa (de paso, hay que decir que Koeman mandó al banco a Funes Mori), pero además Williams casi mete un gol que Peter Crouch le sacó en la línea y también hizo que el árbitro le cobrara un penal que no fue y que decidiría el partido. Esta idea de instar a los árbitros a que cobren los supuestos agarrones en el área va a terminar mal, porque no solo la está aplicando Mike Dean, el Castrilli inglés (que ya cobró cuatro soplidos en tres fechas), sino otros y el sábado ese disparate (no hubo ni contacto, solo astucia de Williams para tirarse) definió el partido.
Mencioné a Peter Crouch, un jugador por el que tengo una gran simpatía. El más alto de la liga (2,03m) y uno de los más veteranos (35 años) jugó en diez equipos y en la selección inglesa, convirtió unos doscientos goles, pero nunca ganó una liga (lo más alto fue una FA Cup en el Liverpool). Crouch no solo es muy alto, también es muy flaco, lo que le da un físico inestable, que compensa con gran inteligencia y bastante técnica (más de la que suelen tener los gigantes). Y, por supuesto, es un gran cabeceador (paradójicamente, cuando empezó se decía que era un lungo que no podía cabecear), el que más goles de cabeza ha convertido (47) superando a Alan Shearer. Lo divertido de Crouch es que, cuando juega, todo parece girar en torno a él y la tentación de tirarle centros es irresistible. Hace cuatro años que está en el Stoke City, donde jugaba y convertía seguido. Pero el año pasado la pasó en el banco y Mark Hughes no lo ponía nunca. Parece destinado a correr la misma suerte en esta temporada, pero ayer jugó de entrada. Es que durante la semana, el Stoke fue de visitante por la Copa de la Liga contra el Stevenage, un club de cuarta división y Crouch metió un hat trick (¿desde cuándo se usa esa expresión hat trick y de dónde viene). Entre los tres goles, uno fue con una espectacular tijera, jugada que intentó el sábado en el primer centro que le tiraron. Crouch las peleó todas y se fue enojado cuando lo reemplazaron. Espero que todavía le veamos hacer goles.
Otro jugador del Stoke que me cae bien es Bojan Krkic Pérez, conocido como Bojan a secas, un caso curioso. Empezó en las inferiores del Barcelona, donde debutó en primera a los 17 años. Señalado como el nuevo Messi (como tantos otros), el apodo le quedó grande y eso lo perjudicó visiblemente. Aunque llegó a convertir 12 goles en la temporada 2009-2010 de la Liga, su salida del Barsa lo bajoneó. Después de deambular por varios clubes (Milan, Roma, Ajax), aterrizó en el Stoke en el 2014. Cuando se estaba consolidando tuvo una seria lesión y estuvo un año sin jugar. Nunca volvió a su mejor nivel y entra de titular salteado. Es de esos jugadores creativos al que los técnicos, en lugar de darles confianza, siempre sacan cuando el equipo no rinde. Ayer fue al banco y cuando entró quedó claro que no puede no jugar, sobre todo en un club en el que, con Shaqiri lesionado, nadie inventa nada. Pero Bojan es mejor que Shaqiri: más imaginativo, más serio, más incisivo, más sutil. Espero ver el día en el que no se lo discuta y hasta que lo convoque la selección de España.
Horrores y ambiciones. Hablé de los jugadores de Everton – Stoke, pero no dije lo malo que fue el partido. Aunque los dos se mostraron voluntariosos, la imprecisión fue insoportable. No daban dos pases seguidos y los jugadores parecían nerviosos, apresurados, irritados y sin confianza. El Everton, de todos modos, pinta como preveíamos como un equipo duro, que va a pelear en el segundo pelotón. Por lo pronto está cuarto, invicto y a dos puntos de los tres de arriba. Pero no es un placer para los ojos.
Algo parecido ocurrió en Tottenham – Liverpool, que intercambiaron desaciertos y hasta perdieron el interés por ganar el partido. Tan conformes estaban con el empate que a los tres minutos de descuento ambos técnicos metieron un cambio defensivo. Es que la Premier tiene sus malos partidos, que son esperables en la parte de abajo de la tabla. Pero cuando dos equipos con pretensiones juegan así es bastante deprimente. Mientras tanto el Arsenal, otro deprimente con pretensiones, se recuperó contra el Watford, en buena medida porque convirtió de entrada (con un penal que inventó Alexis Sánchez y convirtió Cazorla), pero sobre todo porque el chileno tuvo una gran tarde. En el Watford, que pelea el descenso pero no parece de los peores, debutó con un gol Roberto Pereyra.
Infimo. Vi otros partidos malos, como por ejemplo el que empataron uno a uno Southampton y Sunderland, donde ambos parecieron tan empeñosos como impotentes. Pero el partido verdaderamente monstruoso fue el de West Bromwich Albion y Middlesbrough, el segundo cero a cero en estas tres fechas y seguro el peor de todos. Sobre todo por el lado del WBA, uno de los equipos más repugnantes del mundo, en el que el técnico Tony Pulis (el Caruso Lombardi inglés) juega 4-5-1 y manda a sus jugadores a pegarle para arriba y ver si pescan un rebote o logran un tiro libre. Es feo ver jugar así, con tanto odio por la creatividad y la belleza y hasta subempleando la capacidad de los jugadores.
Morbo. Pero el partido de ayer tuvo otro componente morboso, que fue lo de Berahino. Saido Berahino es un refugiado de Burundi, que empezó en el club a los 11 años. Con una capacidad goleadora notable (tiene algo de Saviola, menos veloz pero demoledor en el área), debutó en la temporada 2013-2014 a los 20 años y se transformó en ídolo local. Pero cuando llegó Pulis cayó en desgracia con el técnico, que lo martiriza de todas las formas que puede. Hace un año se estuvo por ir al Tottenham, pero la transferencia no se hizo y Berahino empezó a hacer banco seguido, desplazado por el tanque venezolano Rondón (como Caruso, Pulis tiene debilidad por los grandotes). Este año, aunque arrancó de titular como segundo delantero, ayer Pulis lo mandó al banco (creí entender que Berahino falló en la definición por penales en la que el WBA se quedó afuera de la Copa de la Liga contra el Northampton Town, que juega en la tercera división y es conocido como «Los zapateros»). Pulis logró que a Berahino lo abuchee la hinchada. Ayer, con el equipo jugando horrible y Rondón completamente aislado y sin recibir juego, Pulis llamó a Berahino y, cuando parecía que iba a entrar, el técnico se decidió por Jonathan Leko, un congolés de 17 años que jugó ocho minutos y se lesionó. Ahí sí entró Berahino, silbado por la tribuna, después de que la televisión se dedicó a mostrarlo listo para entrar, sin el buzo, pero sentado en una escalera. Quedan dos días para que se cierre el libro de pases (la «summer transfers window», como la llaman allá). Berahino tiene 23 años y le queda alguna esperanza de no tener más pesadillas con Tony Pulis.
Foto: Gabriela Ventureira
agosto 29, 2016 a las 4:17 pm
Imposible no sentir simpatía por Peter Crouch. La altura de basquetbolista es algo bastante nuevo en las delanteras. Antes el lungo iba al arco, salvo que fuera el dueño de la pelota. Luque no llegaba al metro ochenta, Gerd Muller era aun más petiso. El primer gigante que recuerdo es la jirafa Jan Koller (2,02 cm). Enseguida apareció John Carew, el noruego que Ranieri utilizaba de faro en el Valencia, y después fueron llegando los demás: Crouch (2,01), el serbio Zigic (2,02), Luca Toni (1,93), Kanouté (1,92). Por algún motivo, el viejo y querido tanque, visiblemente más ancho que largo, entró en decadencia. Lo recordé el otro día al ver la panza feliz de Hrubesch durante la final de las olimpíadas.
agosto 29, 2016 a las 4:32 pm
Muy buena la crónica. Como todas. Sobre Kolarov, el primer partido jugó bastante bien de «6» pero es un «invento» de Guardiola. Siempre jugó de lateral por izquierda o incluso en Lazio de volante por izquierda (buena pegada tenía). Lo raro es que creo que sigue teniendo a Mangala (por el que pagó 40 millones) y Kompany (q no es tan bueno pero es central).
Ansioso espero el próximo partido (en 15 días) con el clásico de Manchester.
Saludos.
septiembre 5, 2016 a las 8:46 pm
Fútbol … con todas sus diferencias parece que ahí también hay partidos malos. Tal vez nosotros no tengamos dos equipos tan destacados y esa sea una diferencia.