Bitácora de la hija de Neptuno (27)

por Flavia de la Fuente

13 de junio

Datos del mundo exterior: Temperatura del agua, 11 grados. Temperatura del aire, 11 grados. Viento NNO 25 km. Olas: 0,6 m. Sol y nubes. Marea subiendo. Tiempo de natación: 10 minutos.

Anoche dormí poco y hoy no sabía si ir a nadar o no.

Ayer, al final no pude leer nada de nada. Veré si hoy sigo con Tristram Shandy o con Goethe y Eckermann.

Con esto de la Eurocopa, no solo me quedé sola en el mar, sino que también tengo que pasear a Solita.

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Y la tengo que pasear doble, porque ya la acostumbramos al paseo matutino con Quintín de 3 km y después a acompañar a mi entrenador mientras yo nado. Así que la perra pasaba casi una hora y media al aire libre.

Ahora me toca hacer doble paseo con la perra, porque me da miedo que se me deprima.

A la mañana tomamos juntas sol en nuestro delicioso refugio y después caminamos 5 km, un rato por los médanos, otro rato por la orilla.

No me gusta que esté echada haciendo fiaca todo el día. Solita está por cumplir 8 años, y yo la cuido mucho.

Y no puede ir al jardín, porque afuera están Janis y Ella, que son sus enemigas.

Así que si no la paseo, duerme todo el tiempo.

Hoy estoy muy cansada, y todavía me falta corregir la nota de Quintín de la Eurocopa y hacer juntos el guiso de lentejas a la Liso, así que seré breve, amigos.

Como sigo con mi lesión, decidí no nadar mucho.

Desde que empecé a nadar sola, lo hago en la orilla, porque no hay un alma en la playa, salvo los pescadores del muelle y algún caminante de tanto en tanto.

Bajé a la playa y fui caminando por el agua hasta el Hotel Fontainebleau y ahí me tiré suavemente a nadar.

Cómo quema el agua en la cara.

Ya debe estar a 10 grados.

O si no es así, qué fría que es el agua a 11 grados.

Metía y sacaba la cabeza como los patos o las gaviotas cuando pescan.

El aire parecía tibio, me daba un respiro.

Como habían pasado cuatro minutos y no me había acostumbrado al frío en la cara, decidí quedarme más para ver qué pasaba.

Y fue muy agradable, porque me acostumbré y nadé suavemente de vuelta hasta el muelle, para no lastimar mi pecho lesionado.

Las olitas me pasaban por arriba, era muy vivificante.

Hoy no necesitaba que el mar me levantara los ánimos.

Aunque no lo crean, antes de ir al mar me sentía bien, estaba alegre y bien dispuesta para la vida.

Pero igual me quise bañar.

Y, créase o no, al salir me sentía mejor aún.

Porque antes de ir tenía serias dudas.

¿Y si el baño me cansaba y me sacaba la alegría?

No fue así, por suerte.

El baño de mar, según parece, siempre estimula.

Una respuesta to “Bitácora de la hija de Neptuno (27)”

  1. janfiloso Says:

    👍👏

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