Diario intermitente (42)

por Quintín

31 de octubre

Después del desayuno, fui a ver El arrullo de la araña, la nueva película de José Campusano. Se daba en el flamante Centro Aldrey, que su propietario acaba de inaugurar en un acto con su amigo y socio Daniel Scioli. El mall queda en el predio de la antigua terminal de ómnibus y Aldrey se lo adjudicó después de un oscuro proceso en el que quedó desplazado el proyecto del famoso arquitecto argentino César Pelli. Ubicado en una de las zonas más vetustas de Mar del Plata, el centro contrasta por su modernidad plástica de última generación: es aireado y amplio y tiene cinco salas de cine, además de albergar las oficinas del festival. Creo que la de esta mañana fue la primera proyección.

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El arrullo de la araña es un típico film de Campusano, con sus actores recitando textos que evaden el costumbrismo oscilando sin aviso entre lo tonto, lo sutil y lo estrafalario. La película transcurre en una ferretería (imposible no pensar en El dependiente de Favio), cuyo dueño es un personaje altamente desagradable que no solo abusa de los empleados sino que los domina psicológicamente. Mientras tanto, en rampante metáfora, una araña pollito anida entre la mercadería y acecha al guión para que le dé su lugar. Una curiosidad de El arrullo es que, por lo menos hasta la media hora, no hay mujeres aunque las mujeres suelen darles esplendor a las películas de Campusano.

Hacia la media hora, los personajes discuten sobre las diferencias entre la Argentina y los países europeos. Mientras el patrón elogia a los extranjeros, el que parece más lúcido de los empleados cuenta que estuvo trabajando tres años de artesano en Europa, que la conoce bien y que se dio cuenta de que Europa está muerta. Y luego, se pone solemne y suelta un discurso que uno ya ha escuchado demasiadas veces: que los europeos explotaron las riquezas latinoamericanas, que se enriquecieron con ellas y que ahora nos tratan despectivamente de sudacas. Aunque ahora se les hace todo más difícil porque los gobiernos de la región tienen otro signo y están dispuestos a defender lo suyo. Campusano empezó haciendo un cine marginal, anarquista, que se cuidó siempre del panfleto. Uno podría decir que el discurso kirchnerista de su personaje no es necesariamente el del director, que se trata de un lugar común de los que enuncia alguna gente mientras otros prefieren otro lugar común pero de signo contrario. Pero no tenía ganas de escuchar esas vaguedades populistas y menos en ese lugar, imitación primermundista construida desde la burocracia, la corrupción y la prebenda. Ni tampoco de seguir viendo esa película que toma como blanco a la clase media con la excusa de sus males metafísicos y morales. Así que me levanté y me fui, algo que rara vez hago en el cine. Son tiempos muy sensibles.

3 respuestas to “Diario intermitente (42)”

  1. jose Says:

    Y encima hay que escucharlos ahora hablarle a la clase media, después que se burlaron de todas las formas posibles. Pero hay balotage y necesitan votos. Animo que falta poco.

  2. La Novia de Troll Says:

    Que pena, algo filok se podía olfatear en su mejor película, «Fango» imo, pero la lucidez de «Placer y Martirio» despejaba el escenario para mejor… espero que se equivoque o la sensibilidad lo traicione pero en fín, tropezón no es caída: Jose Celestino para la Liberación!! :)

    Buen momento para fugarse a un festival, y felicitaciones a F en su estrella ascendente que, digo yo, tiene mucho por recorrer aunque le haya tocado Q de maridito!! :D

    Sdos

    Ps: F si puede envíe algún link a sus recientes trabajos que la curiosidad es mucha. Abzo.

  3. Yupi Says:

    Me ocurre algo peor que no compartir ese discurso y es que ya no sé de qué hablan. Ni siquiera el narcisismo infantil le da sentido. Su reverso es el enunciado para consumo interno: vienen los de afuera a sacarnos lo nuestro. La culpa siempre la tiene otro. Recién termino de leer una subespecie de este pensamiento confuso. Según Alak, la consigna del balotaje es “Macri o Perón”. ¡Qué idea brillante! ¿Cómo no se les había ocurrido? Ni parece notar que él es ministro de justicia de todos los ciudadanos, también de Macri. Es maravilloso. El ministro no tiene ningún problema en ser democrático siempre que gane su partido.

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