De un Patrick a otro

Publicado en Perfil el 2/11/14

por Quintín

En Peste y cólera Patrick Deville recuerda que la actual población de la Tierra es el diez por ciento del total de los seres humanos que alguna vez vivieron en ella. Deduce que «si cada uno de nosotros escribiera la vida de diez personas a lo largo de la suya, nadie sería olvidado». Así como el título del libro suena como una parodia de Jane Austen, esta parece una idea borgeana con un toque igualmente siniestro. En realidad, Peste y cólera cuenta la vida de una sola persona, el extravagante Alexandre Yersin (1863-1943), un discípulo de Pasteur que descubrió el bacilo de la peste bubónica y se estableció luego en la selva indochina, donde difundió la medicina europea y se convirtió en una mezcla de Kurtz y Schweitzer que fabricaba vacunas y extraía caucho mientras estudiaba disciplinas tan variadas como la botánica, la meteorología, la etnología o la fotografía.

Plazadearmas

Es interesante el libro de Deville aunque, en sintonía con su personaje, no lo parece tanto de entrada. Pero relatar la vida de su personaje sin entrar nunca en su intimidad (no conoceremos las preferencias sexuales del doctor Yersin), le permite al autor recorrer silenciosamente la historia del mundo contemporáneo e ir demostrando con igual sigilo que el biografiado era una especie no clasificada de genio, cuyo espíritu aventurero y su desprecio por la burocracia científica le permitieron encontrar la libertad, la felicidad y la sabiduría lejos de París y de la civilización (Deville es tan pudoroso con respecto a las actividades sexuales de Yersin como impúdico a la hora producir definiciones de ese tipo). Pero acostumbrado a que la grandeza de un escritor o de un científico se mida por la obtención del Nobel, Deville se ve obligado a explicar que Yersin no lo obtuvo en parte porque su mayor descubrimiento fue anterior a la existencia del premio y además se apartó de los laboratorios. Pero también porque en comparación con Pasteur, «Yersin sabe perfectamente que es un enano. Y sin embargo, es un gran enano». (Tal vez esa no sea una gran frase, pero es definitivamente una gran frase enana).

Quien sí ganó el premio Nobel fue otro francés llamado Patrick (Tous les garçons s’appellent Patrick es el título de un corto temprano de Godard). Me refiero a Patrick Modiano, de quien leí esta semana seis libros para ver si la Academia sueca se había vuelto a equivocar. No llegué a una conclusión definitiva, pero me parece que su carrera transcurrió en el sentido opuesto a la de Yersin. Nacido en 1945, hijo de un judío que sobrevivió la ocupación de un modo oscuro, Modiano escribe variantes de su autobiografía y las mezcla con una obsesiva cartografía parisina. De un estilo elegante y elusivo, sus novelas hablan de un pasado brumoso que el presente no puede esclarecer y de un presente contaminado por el aura siniestra de ese pasado. Sus libros prueban lo difícil que puede ser contar la vida de quienes han sido tragados por la niebla de la historia. Pero tengo la impresión de que este niño no querido por sus padres, cuya vida relatada en Un pedigrí hace pensar en Los cuatrocientos golpes, empezó practicando una irreverencia celiniana para volverse con el tiempo cada vez más previsible y más políticamente correcto, como para que los suecos lo pudieran premiar sin remordimientos.

Foto: Flavia de la Fuente

8 respuestas to “De un Patrick a otro”

  1. saint jacob Says:

    …por si quieren ‘probar antes de comprar’ (es lo bueno de internet en discos, libros y películas… para no clavarse en las compras)…

    http://descargarpdflibros.com/tag/patrick-modiano/

  2. Johny Malone Says:

    Con lo del Nobel, me entero que Modiano coescribió el guión de Lacombe Lucien. Si no recuerdo mal, a F y Q mucho no les gustó. Nunca la vi, pero la voy a bajar, a ver qué tal es.

  3. Mario Says:

    Hace tres semanas venía esperando la nota mala leche de Quintín contra quienquiera que ganase el Premio Nobel. El maestro no decepciona.

  4. Yupi Says:

    Leí La calle de las tiendas oscuras y Un circo pasa. Me dejaron la impresión de algo bien hecho, como al cruzar en la calle a una mujer agraciada pienso “linda figurita”, y pasa como el circo. Esto parece contradecirse con sus inicios bajo el ala de un vanguardista certificado como Raymond Queneau y hasta con la literatura misma, pero así es. Un autor presentable. No provocará grandes entusiasmos ni grandes decepciones. Sé de un crítico que empezó su reseña con estos versos de arte mayor:

    ¿Que pierda un día de pesca para leer a Modiano?
    Lo considero excesivo. Antes prefiero al enano.

  5. Rama Says:

    Lei Peste y Cólera. Un libro bien escrito y que recrea bien el espíritu del siglo XIX, el progreso, el descubrimiento del mundo. Pero aburre un poco porque no hay conflicto. Parece que Yersin nunca se enamoró, nunca se acostó con nadie, nunca fue traicionado, la vida como una sucesión de hechos y ya.

  6. Yupi Says:

    Es verdad. No se puede escribir algo que valga la pena sin conflicto. Es lo único que un escritor no debe inventar, y en la mayoría de los casos es lo único que inventa. En el fondo la objeción es la misma que le hacían a Stevenson, y la misma que se le hace a Aira: lo que Chesterton llamaba “la falacia de la interioridad”; es decir, que un escritor serio debe confinarse al interior del cráneo humano. Pero la psicología (decía Chesterton) no es menos psicología porque salgan a la superficie en forma de acción. Equivale a decir que el mecanismo de un reloj sólo existe cuando está parado.

  7. Johny Malone Says:

    Nada. Quería comentar algo cuasigracioso que me ocurrió leyendo dos columnas de críticos literarios en estos días.
    En una, Maximiliano Tomas comenta un libro sobre drogados o algo así. Pero me detuve en la parte en que se queja que el odio invadió las redes sociales, y que cualquier nota o comentario que aparece en ellas, inmediatamente es atacado por gente que bien podrían llamarse «odiadores». Me acordé de las manifestaciones del odio de «1984» y fui hasta el pie de página de la nota para expresar algo. Descubrí que esa posibilidad fue desactivada. Imagino que el amor de Tomas por sí mismo se sintió quebrado por alguna opinión en el pasado reciente y decidió cortar por lo sano. Hizo bien: yo pensaba darle un palazo.
    Hoy leo una columna de Daniel Guebel (a veces entro en las notas literarias de Perfil para reírme un rato, pues sólo les encuentro el lado irónico). En un momento comenta que, en la actualidad, puede haber escritores tan buenos como Borges, pero que son desconocidos porque desapareció la figura del «escritor público». Me reí porque eso los lectores lo sabemos hace mucho: si Guebel quería algún reconocimiento llegó tarde. Además recuerda que gana poco por sus columnas. También habla de la pornografía y los «gatos» (acá también llega tarde: ya sabemos que no se dice «escorts» como antes).
    Qué se yo. Los críticos parecen espantapájaros. En estos dos casos, no parece haber descubierto el amor propio, y el otro la importancia de salir a a la calle. Ahora, nombrar algún libro bueno…

  8. Yupi Says:

    Con perdón de los cinéfilos por el retraso: aprovecho esta digresión para declararme fan de Park Chan-Wook. El otro día me llevaron a ver Old Boy y Sympathy for Lady Vengeance. Fui con resignación, con tedio, casi con dolor. La posibilidad de encontrarme con otro Tarantino alcanzaba para deprimirme. Pero no. El coreano es muy bueno. Sin contar que me enamoré de la protagonista de Old Boy (tal como está en la película; las asiáticas al envejecer tienden a parecerse a Mao Tse-Tung).

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s


A %d blogueros les gusta esto: