Brasil 2014 (10)

Francia (3) – Honduras (0)

por Quintín

Cuando un equipo demasiado chico enfrenta a un equipo grande y se limita a amontonarse atrás y rechazar a cualquier parte, el partido se reduce a saber cuánta resistencia hay en el chico para aguantar y cuánta capacidad hay en el grande para resolver el problema. Hoy lo de Honduras no tuvo dignidad y lo de Francia no tuvo grandeza, por lo que vimos el peor partido del mundial hasta ahora.

En el primer tiempo, Francia fue lenta por el medio e imprecisa por los costados, pateó sin puntería y pareció un equipo narcisista, enamorado de su capacidad física más que de sus recursos técnicos. Para colmo, hizo un planteo más cauteloso de lo que exigían las circunstancias. Así, dejó a Cabaye, que se supone es un volante a lo Pirlo, pegado a los defensores centrales en una zona del campo a la que nunca llegó un contrario. Francia solo mostró cierta chispa en Griezmann y cierta pujanza en Benzema. No pude averiguar la medida futbolística del enano Valbuena ni de los corpulentos Pogba y Matuidi. Tampoco me convenció el talento para atacar del lateral derecho Debuchy, aunque a Evra le fue mejor en la banda opuesta.

El partido fue así hasta el minuto 44, cuando el árbitro brasileño Ricci cobró uno de esos penales entre inexistentes e insignificantes de los que este torneo ya lleva cuatro (contra ninguno de los verdaderos): Pogba retrocedía y Wilson Palacio le apoyó el hombro en la espalda cuando coincidieron en el mismo espacio. Pero si la infracción fue discutible, la decisión de amonestar y expulsar a Palacio (que ya tenía la amarilla) fue inexplicable. En ninguna parte dice el reglamento que las faltas en el área son más graves desde el punto de vista disciplinario y jugadas de esas hay a montones en el medio del campo sin que nadie sea amonestado. Así que Honduras, al que no le sobraba nada, ni siquiera coraje, se fue perdiendo y con uno menos al vestuario.

En el segundo tiempo Francia adelantó un poco a Balaye, hizo alguna jugada interesante, dos goles más y tres cambios. Honduras, por su parte, hizo tres cambios y pegó algunas patadas. No pasó mucho más, salvo que con el segundo gol (en contra del arquero Valladares) se estrenó la tecnología del gol electrónico. Diría que con éxito, porque las veinte repeticiones en cámara lenta y desde todos los ángulos dejan la sensación de que la pelota estuvo adentro en algún momento, pero sin dejar una seguridad absoluta. El fallo electrónico resolvió la cuestión a su manera, por fuera de la apreciación humana, y le sacó el problema a los árbitros, que nunca pueden estar seguros de lo que sancionan en ese tipo de jugadas. Si se hubiera aplicado este sistema en la final del 66, en aquel famoso gol del línea ruso, hoy habría un veredicto imparcial en lugar de discusiones que nunca se saldaron. En definitiva, que el ojo electrónico falle por su cuenta es lo más valioso de este invento, aun más que su exactitud.

¿Habrá dado Sabella la alienación o el agente X4H7 sigue despistando al enemigo?