Tesoros escondidos

Publicado en Perfil el 26/8/12

por Quintín

Hace poco pasé por la página web de Anagrama y me encontré con un montón de novedades. Seguramente retenidos por Guillermo Moreno, los libros estaban faltando, al punto que vi por televisión a un librero uruguayo feliz porque se había vuelto rico con los argentinos que cruzaban la frontera desabastecidos de afeitadoras y productos de la editorial española.

Anagrama tiene varias colecciones célebres. Las más populares son la gris, la amarilla y la negra. La gris, de literatura en castellano, donde abundan dudosos escritores ibéricos; la amarilla, de narrativa en otros idiomas, cada vez más dedicada al bodoque de calidad; la negra, cuyos ensayos se parecen demasiado a tesis universitarias. Pero también está la verde, dedicada a memorias y biografías, la blanca, de humor y la negra con foto, de crónicas. Pero, además hay una colección rojo ladrillo relativamente nueva (lanzada en 2009), que se llama Otra Vuelta de Tuerca, dedicada a recopilar obras de un mismo autor en un solo volumen (Bernhard, Highsmith, Copi, Wolfe, etc.) y también a las reediciones. No se reimprimen aquí los libros más vendidos —esos van a la colección de bolsillo— sino otros, que no se vendieron lo suficiente y a los que la editorial quiere darles una segunda oportunidad después de años de olvido (son “tesoros escondidos”, nos dice la publicidad en la solapa). Y allí aparecen algunos títulos interesantes, como por ejemplo los únicos libros de Fritz Zorn y de Salvadore Satta.

Uno de los últimos títulos de la colección ladrillo (por el color, recuerdo) es Centuria, un libro de Giorgio Manganelli. Pensé que si Anagrama le daba una segunda oportunidad a Manganelli, yo debía hacer lo mismo. En realidad sería una cuarta oportunidad, porque venía de fracasar con tres de sus obras: Hilarotragedia, Amore y Encomio del tirano, bellas ediciones de Siruela. En todos los casos me había estrellado con una prosa refinada pero intrincadísima. No es que Manganelli escriba oraciones difíciles, sino que al lector le puede llevar varias páginas adivinar hacia dónde se dirige cada pasaje y, cuando finalmente lo logra, no está seguro de que el pensamiento desarrollado esté en el marco de la lógica.

Pero Centuria, cuyo subtítulo es Cien breves novelas-río, tiene una estructura que no solo simplifica la lectura, sino que es una generosa via de acceso a Manganelli. Después de este libro, uno se siente fortalecido para retomar la empresa abandonada y atacar el resto de la obra del autor. Ahora lo conozco: es ese tipo feísimo (se parece un poco a Walter Benjamin) que nos mira socarrón desde la solapa, celebrando la proeza de escribir cien textos de una página de extensión y que cada uno defina un mundo. Ese recorrido corto permite llegar al final de cada capítulo sin perderse. Los cien mundos de Manganelli están hechos de derrotas, paradojas, obsesiones, vacíos, ausencias, imposibilidades, la más notable de las cuales es el amor (contra Proust, Manganelli descubre un principio por el cual el amor no concretado es una causa de alegría, o al menos de alivio). Como corresponde a un grande, no hay en el libro la más mínima concesión al optimismo, lo que constituye una de las formas más nobles de homenaje a la literatura: hay que creer de verdad en la escritura para sostener ese universo vacío, implacable, desolador. Acaso la mayor originalidad de Centuria —que entre otras cosas es un libro de historia que no tiene una sola referencia histórica— sea que Manganelli da vuelta la apuesta leibniziana y demuestra que la desgracia está en todas partes y afecta tanto a los antiguos como a los contemporáneos, a los animales, a los fantasmas y a los seres de ficción. Por último, aunque no se deduce de lo anterior, Centuria es un libro divertidísimo.

Foto: Flavia de la Fuente

8 respuestas to “Tesoros escondidos”

  1. Luis Says:

    Muy interesante la nota. Me gustó también, es un decir, lo de desabastecidos. Generalmente las notas periodísticas se fijan en los que cruzan abastecidos y el punto de vista del librero que se fija en los que cruzan desabastecidos me lo transformó en literatura desde el vamos.

  2. Irrepetible Says:

    De tu nota se venia deduciendo el final. Me dio ganas de leer a Manganelli, al cual desconocía.

  3. Irrepetible Says:

    http://epubgratis.me/node/8515

    Ahí esta para bajarlo, para el q lo quiera

  4. Ramiro Says:

    «Bajo el signo de Marte» es uno de los mejores libros que leí en mi vida. Es la autobiografía de un personaje inteligente y sufriente y atormentado, que va a morir de cancer. Tiene todo, filosofía, ética, psicoanálisis, y una profundidad humana, y un escritor brillante.

  5. Irrepetible Says:

    Deje un Link para bajar el libro pero no aparece . Te fijas, Q? Por si alguien lo quiere bajar

  6. lalectoraprovisoria Says:

    Ahí lo rescaté.

    Q

  7. Irrepetible Says:

    Gracias

  8. dasbald Says:

    Flavia una vez me regaló un libro de Manganelli. Lo amo: tengo todos sus libritos en la colección amarilla, allá por los \’80 también eran difíciles de conseguir, pero las causas eran otras. Mi preferido es la biografía de Samuel Johnson a partir de unas charlas radiofónicas que hizo. Manganelli quiso tomar un desafío de Schwob en el que este sugería que la obra de Boswell hubiera sido una obra maestra si en verdad hubiera contado con tan solo unas pocas páginas. Manganelli lo logra siempre: no hay anglófilo como el anglófico italiano: mario Praz es otro ejemplo del mismo caso raro. Bien Quintín!!!

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