La traductora 100% perfecta

Quizás la chica 100% perfecta sea Gabriela Ventureira, quien hace cinco años empezó a estudiar japonés con suma seriedad y dedicación. Estudió y estudió sin mayor ambición que tratar de entender algo de ese idioma tan lejano. Hace unos quince días, durante una noche, acá en casa en San Clemente, Gabi logró leer de corrido un textito de Murakami. Ni bien se despertó me contó conmovida la buena nueva y durante el desayuno me narró excitada el argumento del cuento y me preguntó si me gustaba. Una semana más tarde, Gabi nos regala para LLP su primera traducción literaria, que es una absoluta delicia. Le costó mucho trabajo y, según cuenta, pasó tres días enteros tratando de luchar contra las dificultades con las que la desafiaba el texto. ¡Pero lo logró! A los amigos nos emocionó mucho el acontecimiento. Yo ya leí el texto de Murakami/Ventureira como tres veces y Dasbald le hizo una ilustración especial para su publicación en el blog. Esperamos que los amables lectores provisorios lo disfruten tanto como nosotros. ¿Entendieron que Gabi tradujo el cuento del japonés? ¿No es increíble? Para que no quepa ninguna duda, empezamos ilustrando con una foto de la tapa del libro y aclaramos que desconocemos si existe alguna traducción al español o a algún otro idioma. (F)

Sobre el encuentro con la chica 100% perfecta una soleada mañana de abril

por Haruki Murakami

Una soleada mañana de abril, en una callecita del barrio de Harajuku, me encontré con la chica 100% perfecta.

No es especialmente linda y la ropa que lleva puesta no es nada del otro mundo. Tiene el pelo despeinado, como si recién se hubiera levantado de la cama, y debe de andar cerca de los treinta años. Pero, aun así, me doy cuenta a 50 metros de distancia: es la chica 100% perfecta para mí. Desde el momento en que veo su figura, siento fuertes palpitaciones en el pecho y mi boca está seca como la arena del desierto.

Tal vez a usted le gusta cierto tipo de mujer. Por ejemplo, le gustan las chicas con tobillos finos, o con ojos grandes (probablemente), o con dedos lindos (definitivamente), o, no sabe bien por qué, se siente atraído por las mujeres que se toman todo su tiempo para comer. Por supuesto, yo también tengo mis preferencias. A veces, mientras estoy comiendo en un restaurante, me quedo hipnotizado por la forma de la nariz de la mujer sentada en la mesa contigua.

Sin embargo, nadie puede definir el tipo de la chica 100% perfecta. No recuerdo para nada la forma de su nariz. Ni siquiera sé si tenía nariz o no. Sólo recuerdo que no era especialmente linda. Es muy raro.

—Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta —le digo a alguien.

—Ajá —responde—. ¿Era linda?

—No. No es eso.

—¿Era tu tipo entonces?

—No lo sé. No recuerdo cómo eran sus ojos ni si tenía tetas grandes o chicas. No me acuerdo de nada.

—¡Qué raro!

—Muy raro.

—Entonces —dice medio aburrido—, ¿hiciste algo? ¿Le hablaste? ¿La seguiste?

—No hice nada. Simplemente me la crucé.

Ella viene caminando de este a oeste y yo, de oeste a este. Es una hermosísima mañana de abril.

Me gustaría hablar con ella, pienso, aunque sea media hora. Me gustaría oír la historia de su vida y contarle la mía. Y, sobre todo, me gustaría desentrañar las circunstancias del destino que nos llevaron a cruzarnos en una callecita del barrio de Harajuku una soleada mañana de abril de 1981. Seguramente hay allí dulces secretos, como los que guardan las máquinas de tiempos remotos.

Después de hablar de esas cosas, iríamos a almorzar a algún lado, veríamos una película de Woody Allen y nos tomaríamos unos cócteles o cualquier otra cosa en el bar de algún hotel. Y después, con un poco de suerte, podría incluso acostarme con ella.

Un amplio abanico de posibilidades golpea las puertas de mi corazón.

La distancia que nos separa se acerca a los quince metros. ¿Qué diablos debo hacer para abordarla?

—Hola. ¿Podría dedicar tan sólo 30 minutos de su tiempo para hablar conmigo?

Horrible. Parezco un vendedor de seguros.

—Disculpe, ¿sabe si hay por aquí una lavandería abierta las 24 horas?

Horrible. ¿Acaso llevo una bolsa con ropa para lavar?

Tal vez lo mejor sería hablar con total franqueza.

—Hola. Usted es la mujer 100% perfecta para mí.

Ella no creería mi confesión. Y, aunque la creyera, tal vez no tenga ganas de hablar conmigo. “Yo soy la mujer 100% perfecta para usted, pero usted no es el hombre 100% perfecto para mí”, podría responder. Y ante una situación así, lo sé, me sentiría totalmente devastado. Ya tengo 32 años,  y esas cosas pasan cuando uno envejece.

Nos cruzamos frente a la florería. Una masa de aire cálido y suave roza mi piel. Han regado el asfalto y siento olor a rosas. No me animo a hablarle. Tiene puesto un pulóver blanco y en la mano derecha lleva un sobre sin estampillas. Seguro que escribió una carta a alguien. Y a juzgar por sus ojos soñolientos, diría que se pasó toda la noche escribiendo. Puede que ese sobre contenga todos sus secretos.

Camino unos pasos y, cuando me doy vuelta, su figura desaparece en medio de la multitud.

Ahora, por supuesto, sé exactamente lo que debí decirle en ese momento. Aunque también es cierto que, como es una historia demasiado larga, no hubiera podido desarrollarla bien. Las cosas que se me ocurren en la cabeza nunca son muy prácticas.

Sea como fuere, la historia comienza con “Había una vez…” y termina con “Es un cuento muy triste, ¿no?”.

***

Había una vez un chico y una chica. El chico tenía 18 años y la chica 16. El chico no era particularmente buen mozo, y la chica no era particularmente linda. Eran sólo dos jóvenes normales y solitarios como los hay en todas partes. Pero ambos creían firmemente que en algún lugar del mundo vivían el chico y la chica 100% perfectos para ellos.

Un buen día se toparon por casualidad en una esquina.

—¡Qué sorpresa! Te estuve buscando toda mi vida. No me vas a creer, pero sos la chica 100% perfecta para mí —dijo el chico.

—Y vos sos el chico 100% perfecto para mí. Sos exactamente igual a como te imaginaba, en todo sentido. Parece un sueño —dijo la chica.

Se sentaron en el banco de un parque y charlaron durante horas sin aburrirse. Ya no estaban solos. Los dos habían encontrado y habían sido encontrados por su amante 100% perfecto. ¿No es maravilloso?

Sin embargo, una pequeña, una pequeñísima duda se instaló en sus corazones: ¿acaso era bueno que el sueño se cumpliera con tanta facilidad?

De pronto, se hizo una pausa en la conversación.

—Hagamos una prueba. Si en verdad somos 100% perfectos el uno para el otro, entonces nos volveremos a encontrar alguna vez en alguna parte. Estoy seguro —dijo el chico—. Y si la próxima vez que nos vemos seguimos siendo 100% perfectos el uno para el otro, allí mismo nos casamos. ¿Qué te parece?

—Me parece muy bien —contestó la chica, y acto seguido se separaron.

Pero, a decir verdad, no había ninguna necesidad de hacer esa prueba, porque ellos eran efectivamente 100% perfectos el uno para el otro. Y a partir de ese momento quedaron a merced de las olas implacables del destino.

Un invierno el chico y la chica contrajeron una gripe muy fuerte que anduvo dando vueltas ese año. Durante largas semanas se debatieron entre la vida y la muerte, y como consecuencia de la enfermedad perdieron completamente la memoria. Cuando despertaron, el interior de sus cabezas estaba tan vacío como la alcancía del joven D. H. Lawrence.

Pero eran inteligentes y obstinados, de modo que, esforzándose muchísimo día tras día, volvieron a aprender nuevos conocimientos y emociones y pudieron reintegrarse con éxito a la sociedad. Sabían cómo hacer trasbordo en el subte o cómo mandar cartas expreso por correo. Llegaron incluso a experimentar el amor en un 75% u 85%.

Y así, él llegó a los 32 años y ella a los 30. El tiempo pasó con una rapidez asombrosa.

Una soleada mañana de abril, el chico camina de oeste a este por una callecita del barrio de Harajuku con la intención de ir a un café a tomar el desayuno; la chica camina de este a oeste por la misma calle porque necesita comprar estampillas. Ambos se cruzan justo a mitad de cuadra.  Una débil lucecita de aquella memoria perdida se enciende por un instante en sus corazones.

Ella es la chica 100% perfecta para mí.

Él es el chico 100% perfecto para mí.

Pero la luz de la memoria es demasiado débil y las palabras ya no tienen la misma claridad que hace catorce años. Los dos pasan de largo sin decir una sola palabra y finalmente desaparecen en medio de la multitud.

Es un cuento muy triste, ¿no?

***

Eso es lo que debería haberle dicho.

——————————-

Tomado del libro de cuentos Kangaruu biyori (Un día perfecto para los canguros) de Haruki Murakami, editorial Kodansha, Tokio, 1986.

Traducción del japonés: Gabriela Ventureira

Ilustración: Dasbald

26 respuestas to “La traductora 100% perfecta”

  1. Santiago Giralt Says:

    Hermoso. Gracias.

  2. dasbald Says:

    kokoro no gabitina!!!

  3. sandra Says:

    素晴らしい!

  4. Xtian Rodriguez Says:

    Qué grosa Gabriela, qué groso Dasbald. Me encantó.

    Me gusta mucho Murakami como cuentista, aunque ahora está de moda decir que es un autor berreta. Su libro de cuentos Después del terrremoto (que creo que no está en castellano), me gusta mucho mucho.

    Seguro las traducciones de Murakami al castellano se hacen desde el inglés, así que genial que tengamos esta joyita acá. El cuento sí está en inglés, claro: http://www.mat.upm.es/~jcm/murakami-perfect.html

    Ojalá la dupla Gabriela – Dasbald siga haciendo de las suyas.

  5. Lau Says:

    Hay un cuento perfecto de Murakami que se llama algo asi como «la chica 100 por ciento perfecta para mi»

  6. lilia Says:

    Es un cuento muy bello. ¡Bravo Gabriela!

  7. Cagnoro Isidones Says:

    http://www.mdzol.com/mdz/nota/111422-Sobre-encontrarse-a-la-chica-100-perfecta-una-bella-ma%C3%B1ana-de-abril,-de-Haruki-Murakami/

  8. gabriela v Says:

    Arigató !
    Las versiiones del cuento en castellano que vi en internet están traducidas del inglés que, no sé por qué, agrega algunas cosas sin necesidad.

  9. lalectoraprovisoria Says:

    Grande, Ventureira. ¡Humille!

    Q

  10. norma postel Says:

    gracias Gabriela.
    Es muy bueno el cuento.
    Cuando vamos a Japon?

  11. Santi Says:

    Genia.

  12. Liso Says:

    Gabi, mi profesora de latín, de matemática y tercera hermana. 100% rojaijú.

  13. nm Says:

    Una delicia.

  14. Gaby Occhionero Says:

    Muchas felicitaciones Gaby san !!

  15. noriega Says:

    Qué grossa Ventureira!! Felicitaciones!!

  16. FJZ (@Frdezavalia) Says:

    Es excelente este pequeño relato.
    Por supuesto, yo no creo por un minuto que alguien pueda estudiar japones en solo 5 años y traducir este cuento. Porque es fama que, a los japoneses, el japones les toma toda una vida de aprendizaje.
    Como no soy muy brillante solo se me ocurren dos posiblidades.
    La primera, obvia, es que está chica Gabriela no tradujo nada. En realidad ella escribió un brillante cuento y, a lo Borges, lo llenó de un mentiroso color local para que creamos que lo escribió un lejano autor japones. A poco que alguien indague se dará cuenta que en 1981 no había ninguna florería en el barrio de Harajuku, porque ese lugar sencillamente no existe.
    Pero no creo que ese sea el caso. La solución de este misterio es más sencilla pero menos obvia. Gabriela Ventureira en realidad es una japonesa, de nombre irreproducible, que hace un par de meses decidó estudiar castellano y tradujo este cuento para ver si de verdad lo dominaba. Y seguro lo tradujo en una sola tarde.

  17. irrepetible Says:

    Enorme cuento, enorme laburo de la traductora. Pero sobre todo generosa en compartirlo. Felicitaciones

  18. gabriela v Says:

    Ya les mandaré otros cuentitos del Sol naciente.

  19. Laura Says:

    Existen muchas definiciones sobre la traducción. La mejor aparece aquí: alguien disfruta tanto un texto que lo ayuda a cruzar la frontera lingüística para compartirlo con los demás. Gracias, Gabriela. Excelente trabajo. Palabra de traductora.

  20. Ethan Edwards Says:

    Felicitaciones, Gabriela. Además, que bueno ver pelis japonesas sin subtitulos¡¡¡¡.

  21. Tom Castro Says:

    El cuento es maravilloso. Pero debo aclararles a los lectores que estoy seguro de que ha sido escrito en castellano. No puede existir una traducción tan buena.

  22. noelina Says:

    desde Bariloche, tuve el placer de leer tu 1er traducción, muy buena! el cuento también me gusto… porque el amor perdura, aunque uno crea que se olvidó…. te felicito! estaré esperando el próximo cuento…….. :-) en castellano, porque no se mucho japones

  23. noeñ Says:

    perdon, me olvide de agregar al cometario anterior, que tambien esta bueno el dibujo :-)

  24. Maria Jose Lambruschini Says:

    Me encanto!!!

  25. Juan Gonzalez Says:

    Tengo un amigo que trabaja bastante con japoneses.
    Cuando chatea, muchas veces utiliza el emoticón de «bow» -reverencia-.
    Detesto los emoticones, pero desde la ironía y el juego he empezado a usarlos y hasta han llegado a gustarme mucho -es decir, cuando los separo del igualmente detestable para mí «jajaja»-.

    Bow
    Bow
    Bow

    Eres inmensa, queridísima Gabriela.

    Un muy fuerte abrazo

  26. napo Says:

    Lamento decirle a el usuario FJZ que si se puede estudiar japonés en 5 años y entender este texto y traducirlo, en el caso de mi novia y yo 3 años.
    la traducción es excelente asi que solo nos queda felicitarla, darles todo nuestro apoyo y animos para que ayude a conectar estos dos mundos.

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