por Carlos Cossi
1- Para los músicos genuinos, la lucha por un lugar en el mundo se parece un poco a un combate desigual en la jungla. Son grandes las peripecias que deben enfrentar para ser oídos y respaldados, especialmente, si no quieren ceder control sobre sus obras. En un universo donde la figura clásica del productor está cada vez más devaluada y los asesores de marketing ganan terreno, la independencia artística bien entendida es un bien escaso. Muchos quedan por el camino y no por falta de genio. El ejemplo típico, en otro campo, es el de Van Gogh. Sin embargo, hay otros que ni siquiera el tiempo logra rescatar. Contra lo que pudiera pensarse, esas condiciones inestables resultan un acicate más efectivo para la creatividad que los subsidios estatales.
Con todo, entre la adrenalina de la jungla y la comodidad de los subsidios hay otras posibilidades. En una de ellas, se instala el espacio de Holland, para adquirir una relevancia extramusical. Estamos, en definitiva, ante un programa de la BBC, el canal público británico, lo que convierte a “Later…” en parte de una política democrática. Otro de los pilares que explican su permanencia.
Lo interesante, es que se trata de una política cultural excepcional. Una rara avis que evita la reiterada tentación de inventar artistas o buscarlos dóciles, y que no pretende sustituir la escena musical. Como señalaba en la nota anterior y es de público conocimiento, la tradición del rock inglés siempre fue, con la excepción de la barrera idiomática, de las más sólidas, despiertas y curiosas. Es también en Inglaterra donde la prensa especializada, con todos sus excesos, apunta constantemente al futuro, desviviéndose por encontrar la nueva gran banda, en lo que, a esta altura, constituye un deporte nacional un poco sobredimensionado. Por si fuera poco, es en la isla en donde la crítica musical resulta más jugada y salvaje. Una suma de elementos que ningún estado o institución está cerca de crear. Más bien lo contrario.
2- A pesar de la vitalidad que todavía mantiene, la escena anglo no es inmune a las influencias globales más regresivas. El año pasado, Simon Cowell, el agrio jurado de X Factor y antes de American Idol, le propuso a Noel Gallagher ocupar su lugar en el primero de los programas. Gallagher se negó, contradiciendo incluso el pedido de uno de sus pequeños hijos, fanático del Factor X. El episodio no deja de ser tan bizarro como intimidante. El hecho de que Cowell pensara que uno de los últimos exponentes del rock clásico podía ubicarse en uno de los lugares más antitéticos al espíritu del rock’n’roll, habla a las claras, no solo del despiste fenomenal del ex jurado, también, y más grave, de la estrategia expansionista que ello implica. Parte de la misma política que los llevó a incluir cantantes de rock en sus concursos.
La inclusión va de la mano de un preocupante giro reaccionario. Mirando aquellos programas de concursos, uno tiene la impresión de haber viajado 6 o 7 décadas atrás, cuando los artistas eran solo intérpretes de compositores en las sombras. Como si los Beatles no hubieran existido. Aparece además, una creciente psicologización del arte, con la televisión autoerigida en terapeuta, terapia y diván. Desde las alturas, se promete cumplir sueños y fantasías de gente que se siente –muchas veces con razón- postergada y condenada al ostracismo, sensación que bajo una política del patetismo se fomenta, por las dudas, en cada instancia posible. Una triste perversión de aquel emocionante y democrático verso de Bowie “we can be heroes, just for one day”. Mientras tanto, la música es evaluada por un jurado, que de jurado tiene poco. Un tribunal, que no hace mucho más que levantar el pulgar o bajarlo, con ocasionales tips de conservatorio acá y allá y sometiendo muchas veces a los participantes a diversos tipos de humillaciones. Salvo en algunos contados casos, en donde el humor y la humanidad de ciertos conductores amortigua los peores efectos y transforma el resultado en algo más light e inofensivo.
Por último, aunque esta televisión constituya un medio alternativo para acceder al mercado, hasta ahora nada significativo ni innovador ha surgido de ella. En realidad genera el efecto opuesto, engrosando las filas de los artistas mainstream, y plantando una sucursal de reclutamiento de las grandes corporaciones. En suma, una puerta distinta que conduce a la misma casa. Y lamentablemente, Elvis hace rato que “ha dejado el edificio”.
3- Lo malo, en todo caso, no es tanto la existencia en sí de estos programas. Demonizar la influencia de la televisión –diversa y compleja- es abonar teorías de la conspiración que se muerden la cola. Enfoques que, de tanto insistir en la malignidad de la tv, terminaron marginando al medio de la reflexión más seria y lúcida. Casi una profecía autocumplida.
Parte importante del problema, tiendo a pensar, es la visibilidad cada vez más grande que tienen aquellos espacios y como opacan a los verdaderamente alternativos o más cercanos a la tradición de la (no) regla de la que hablaba Holland. En ese sentido, la forma y frecuencia en que se difunde la elaboración en serie de talentos dista mucho en alcance y poder de los medios con que cuentan los músicos más independientes y arriesgados, esos que más allá del talento pueden alcanzar el genio. Mientras la primera goza del favor de las grandes cadenas de televisión en un paquete concentrado que incluye el merchandising de las corporaciones satélites y la distribución de las compañías disqueras, los segundos están cada día más disgregados, relegados a los canales libres y todavía poco controlados propios de internet. Muchos artistas han optado por vender online sus obras, desafiando al sistema. El precio ha sido la fragmentación de la presencia pública que supone pasarse a la “resistencia”, con sus inevitables canales paralelos y circuitos semicerrados. Al menos hasta ganar la pulseada y lograr que las grandes empresas hagan lugar a nuevas formas de producción y comercialización de la música.
4- Tal vez, como consecuencia de todo lo anterior, es que el rock inglés hace rato que no encuentra esa banda que puede volver a poner a Inglaterra en el centro de las miradas. Y no es que no haya candidatos, los hay y en eso la escena inglesa sigue siendo vanguardia. No obstante, por diversas razones, entre las anotadas arriba, ninguno logra transformarse en un divisor de aguas, en aquel grupo que marca una época, desarrolla las innovaciones más experimentales y define su sonido y temas.
Es que el mainstream no lo busca ni lo espera y ha cortado las amarras. Satisfecho, ya no cree que el genio sea capaz de generar revoluciones y vender discos. Mejor manufacturar pequeños y dóciles ídolos, uno atrás de otro para contrapesar su fugacidad. Warhol tenía razón.
Del otro lado, el público mira el ping pong y no espera grandes sorpresas, el asombro ha devenido parte de la nostalgia.
En este estado de cosas, «Later…” asegura en forma casi solitaria, aquello que el mercado promete pero no garantiza y hasta puede llegar a anular: el verdadero cotejo y circulación de obras más allá de ventajas heredadas, poder económico y modas circunstanciales. Se ubica así, en esa intersección inestable y frágil pero necesaria, en donde el mercado se toca con la democracia.
Foto: Flavia de la Fuente
marzo 26, 2012 a las 2:51 pm
Fecundo texto, Cossi. Celebro el laburo que hay puesto en esta serie de notas, y que un programa de TV promueva reflexiones como esta.
La verdad que la BBC se anota puntos gloriosos en cuanto a contenidos. Sus series de documentales naturalistas, por ejemplo. Y en radio, el viejo pionero John Peel. Es notable q
marzo 26, 2012 a las 2:55 pm
Bueno, se zafó el comment sin estar terminado… Igual ya no me acuerdo qué iba a decir. Debe ser el efecto del syrah.
Salud!
marzo 26, 2012 a las 4:29 pm
Gracias Montañés.
La BBC es muy buena.
Hacía tiempo que no escuchaba a los Tindersticks. Los conozco poco, pero tienen un sonido inconfundible, elegante y oscuro.
marzo 26, 2012 a las 7:25 pm
Recomienden más bandas. Muy buenas Yeasayer y White Rabbits.
marzo 26, 2012 a las 8:16 pm
NoName,
1-Untouchable, temazo de Louis Eliot, lo hacían con Rialto, una de esas bandas «Van Gogh», poco reconocidas pero que algún día alguien deberá rescatar del olvido amén de no cometer un atentado violento al arte. Cada vez que escucho esta canción se me pianta un lagrimón. Va en versión acústica:
2-Simple twist of fate, cover de Bryan Ferry de una de las mejores canciones de Dylan. Ferry descubre en la canción un espíritu intoxicante que refuerza la emoción, linda vuelta de tuerca.
3- In the garden, en vivo, tema de Dylan que descubrí hace unos días. Impresionante. Todo lo contrario de «Solo le pido a dios».
marzo 26, 2012 a las 9:19 pm
Gracias cossi!
marzo 26, 2012 a las 9:41 pm
Cossi, he disfrutado muchísimo tus reflexiones sobre el show de Holland. Casi no lo veo porque casi no veo tele, pero siempre me pareció único semejante espacio artístico. Tu análisis me ha ayudado a valorarlo aun más.
Coincido con tu visión de la isla británica como usina creativa del rock. Siempre superiores en genio a los estadounidenses, para mi gusto. No sabía lo de Cowell y Gallagher; no lo quiero a Noel (aunque menos al energúmeno de su hermano) pero me hubiera entristecido verlo al mismo nivel que el del payaso de Steven Tyler. Celebro su dignidad de buen músico.
Los espacios de resistencia como el de Holland se mantienen en la web. Gracias a ella la primera década y el inicio de la segunda del s. XXI han sido propiedad del indie. Los norteamericanos han sido prolíficos en bandas pequeñas, de sellos independientes, que poco a poco se abren lugar gracias a internet y al cine (es muy llamativa la cantidad de música indie que utiliza Hollywood en varias de sus producciones). Últimamente bandas como Arcade Fire, The Black Keys y The Shins, por nombrar algunas, han logrado trascender barreras comerciales y destacarse sin resignar creatividad. Claro, no pueden combatir cara a cara con tanques como Foo Fighters, U2 o Lady Gaga, pero son la guerrilla.
marzo 26, 2012 a las 11:24 pm
Muy buena esta serie de notas. No he mirado mucho a Jools más allá de algunas joyas puntuales en Youtube, pero es verdad que la tele británica tiene una larga tradición de shows musicales de alta factura. Sin ir más lejos, se pueden ver por cable los notables Live From Abbey Road y The Basement Sessions, que además de estar filmados y sonorizados con un cuidado técnico que maravilla, presentan el plus de que los artistas tocan sin la guinda del público en el estudio evitándonos las molestas monitoreadas tan frecuentes en shows musicales para tv con espectadores puestos a dedo. Esto es algo que la tele local ha empezado a imitar los últimos dos o tres años con los más que decentes Much Sessions y Encuentro en el estudio (el programa de música y entrevistas de Lalo Mir). Se podrán discutir contenidos y variedades musicales, pero me parece que la música por tv goza de bastante buena salud.
marzo 27, 2012 a las 1:44 am
Cossi, Colgué el intercambio anterior por un problema familiar. Ahora estoy con la cabeza en otra y me pierdo la tertuli, pero quería hacer contacto para disculparme. Saludos melómanos.
marzo 27, 2012 a las 10:27 am
Gracias a todos por los comentarios.
Independiente, es cierto lo que decís. En la parte 2 de la nota hablo de dos bandas de Brooklyn muy buenas, Yesayear y The White Rabbits. La primera es increíble y confirma lo que afirmas sobre el rock norteamericano. Si bien está por detrás del inglés, están saliendo cosas muy buenas de allí también.
Con respecto a uno de los asuntos de fondo, con las bandas pasa algo parecido que con los programas musicales en tv que señalaba Pol.
Lo que pasa es algo raro y nuevo. Como dice Pol es probable que hoy podamos ver los mejores programas musicales de la historia de la tv. El problema es su escasa visibilidad para el público en general. Igual pasa con las bandas indies tan interesantes,que están surgiendo. Tienen más llegada que antes, pero sumamente diversificada por la diversidad de canales y públicos que existen. Menos mal que existe el cable e internet, no sé que haríamos sin estos espacios más libres, pero esa existencia ha hecho que el mainstream se concentre y especialice en determinado tipo de productos y se cierre más. Antes las grandes companías invertían más en bandas interesantes, ahora si no están seguros de que puedan vender discos no se arriesgan. Esto le ha pasado incluso a bandas no indies, como Duran Duran. Cuando los tipos se volvieron a juntar allá por el 2001 pensaron que no iba a ser muy difícil conseguir un contrato con una major. Querían grabar un disco y no solo lucrar con giras. No hubo caso. Las companías no querían invertir. ¿Qué hicieron los Duran?. Empezaron a tocar en vivo y a llenar estadios y lugares, es decir, se mostraron rentables en el rubro que hoy genera más ingresos, las giras. Recián ahí pudieron 3 años después firmar un contrato, incluyendo nuevo disco. Si a una banda que se vendió todo en los ochenta y parte de los noventa no le dan pelota, menos a bandas interesantes que ni siquiera tienen catálogo detrás.
Con los programas de televisión pasa algo parecido. En el Río de la Plata los canales de tv abierta no meten un mango en un programa como el de Holland o el de Mir. El tema es que la tv abierta todavía tiene esa preminencia en cuanto a la centralidad de la llegada. Es la lógica de los informativos. Lo que se ve en cable no es el comentario de la calle al día siguiente. En todo caso es el comentarios de un público más segmentado. Esto genera que hay menos contrastación y circulación de opiniones, pareceres y sensaciones entre distintos. Tambien hay menos chances de transgredir y derribar bolsones de hipocresía y puritanismo, dos materias importantes para el rock. Tinelli en la época de Ritmo de la noche, llevaba bandas. Hacían el lamentable play back o a lo sumo el cantante cantaba en vivo sobre una pista (caso Duran cuando estuvo). Eso generaba una tensión interesante. En el caso de Duran, su bajista no le dirigió la palabra a Tinelli, con el tecladista estaban bastante molestos con la verborragia del conductor y se lo hicieron ver, nos lo hicieron ver. Cuando fue Poison, literalmente rompieron todo y se fueron corriendo dejando a Tinelli con la boca abierta. Hoy esto ya no pasa. Tinelli no lleva más bandas y las bandas tiene lugares excelentes para tocar en donde no necesitan dejar testimonios extramusicales. Cuidado, no digo que haya que volver a lo anterior. Solo planteo que habría que encontrar la manera de recuperar un espacio común que se va perdiendo cada día más, no solo en la música. Las democracias tiene que renovar sus ideas acerca del espacio público. En el caso de «Later…» se da un poco esto dado que se trata de la BBC que, aunque vaya por cable, es el canal público y siempre para bien o para mal va a incluir esa dimensión de centralidad (no de centralización que es otra historia nefasta).
El mundo actual pide a gritos esa renovación del espacio público, cada vez hay más cosas interesantes y no encontramos la forma de conectarlas.
Mulder, no te preocupes, estuvo muy bueno el intercambio. Ya tenderemos oportunidad de seguirlo. Un abrazo.
marzo 27, 2012 a las 10:28 am
Y perdonen la extensión, otra especialidad de la casa.
marzo 27, 2012 a las 3:03 pm
Puf, recién llego a casa. Preparándome el tardío almuerzo, con la copa de syrah al lado (quedaba una botellita), me permito recomendar un par de bandas/álbumes. Con un poco de información y no según mi costumbre, es decir en seco y sin pertinencia.
1) Alabama3, también conocidos como A3, interesante grupo británico de 6 o 7 miembros que suenan muy bien y no decepcionaron, hasta el momento, con ningún disco. Cóctel estimulante que mezcla dosis de rock, blues, country, gospel y electrónica. En realidad escuché solo 3 álbumes (Exile on Coldharbour Lane, La Peste y Outlaw), creo que tienen más. Una canción de muestra puede ser este temazo conocido de una serie de TV.
2) Motorpsycho, banda noruega que grabaron muy buen material con los también noruegos de Jaga Jazzist Horns. De todos éstos me debo escuchar más material, pero con lo escuchado los tipos prometen. Rock con caños al palo.
3) IAMX, proyecto solitario de Chris Corner, talentoso miembro y fundador de los también interesantes Sneaker Pimps. Inglés radicado en Berlín, sacó un par de discos inspirados (Kiss + Swallow, The Alternative). Temas andróginos, electrónicos, oscuros. Tiene un no sé qué romántico de acero y hielo que parece de vanguardia.
marzo 27, 2012 a las 3:04 pm
Un par de gloriosas bandas suizas, ya veteranas.
4) The Young Gods, un trío electrónico-industrial que hizo de todo y todo bien. Sacaron en 2008 un inesperado acústico llamado Knock on Wood que es una joya. De allí, linkLongue Route.
5) Yello, dos dandies excéntricos con producciones soberbias, bailables y electrónicas. Boris Blank, el tipo que compone y maneja la producción, las consolas y las máquinas, es un capo absoluto en lo suyo. En sus comienzos, Yello era un trío integrado por los dos citados más un tal Perón (Carlos). Pero su vida fecunda es de dúo. Houdini.
marzo 27, 2012 a las 3:06 pm
Cerramos el vicio con un par de muestras de brit-pop tardío.
6) Richard Ashcroft, cantante de los seductores, efímeros y exitosos The Verve, sacó un par (creo) de discos solistas aceptables con algunas canciones acertadas. Por ejemplo, Check the meaning.
7) Robyn Hitchcock y su banda Venus 3, me quedó el recuerdo de que todo su disco Good night Oslo está bueno. Allí sobresalía I’m falling.
Y ya está, no jodo más. Fue todo rápido y sin chequear la información… Si hay tiempo, que aproveche.
Saludos.
marzo 27, 2012 a las 6:11 pm
Excelente Montañés, muchas gracias!!! De todos los que mencionaste, sólo conocía a los grandiosos Yello. Como anécdota, Dieter Meier, el rubio del dúo, es dueño de una bodega en Mendoza. Hay que probar ese vinito.
marzo 28, 2012 a las 1:17 am
Hasta los espacios de transgresión han sido institucionalizados por el mainstream: Lady Gaga y su último outfit, Britney besando a Madonna, Justin Timberlake pelándole la teta a Janet Jackson, etc.
Se ha perdido la frescura de la explosión rockera. Yo soy fanático de The Who y esa banda para mí -en su época de gloria- fue la expresión perfecta de transgresión a través de la música. Su show caótico y destructivo estaba motivado por el deseo de transmitirle a su audiencia un mensaje genuino a través de su arte. Por debajo de los restos de guitarra de Townshend y la pólvora de Moon subyacía siempre y primordialmente la música.
No encuentro exponentes, de semejante magnitud, con esa honestidad hoy. Lo que hay son grandes impostores.
Sin embargo tal vez ya no necesitamos esa transgresión. Al menos no una tan teatral. Yo soy optimista de la gran camada de bandas norteamericanas que han salido en los últimos años. El género se renueva, encuentra recursos tanto dentro (The Strokes, The White Stripes) como afuera de sí mismo (Arcade Fire, Beirut), al punto que hace ratos que la palabra «rock» es vaga a pesar de la larga lista de acepciones con los que han querido concretarla: «trip hop», «noise pop», «dream pop», «garage rock», etc. etc. Buena parte de estas bandas indies (o que fueron indies, The Strokes son ya un tanque) se mueven dentro de las reglas y marcos de la industria y se sostienen en la música como lo hacía The Who: con honestidad. Que el mainstream cierre filas, se quede con sus vendedores de humo, y excluya a la mayoría de los genuinos reafirma la necesidad de la existencia de estos.
Falta, sí, ese lugar común de difusión en los medios televisivos y radiales públicos. Ese espacio unificador de «lo interesante» como mencionas. Pero no lo veo perdido ni imposible. La web es joven y queda todavía por ver mucho más del alcance de su influencia en el espacio público que, ya de por sí, ha sido afectado por ella.
marzo 28, 2012 a las 2:23 am
Independiente, estoy de acuerdo. No creo que el panorama sea negro ni nada por el estilo. Me preocupa el futuro, no volver atrás, por eso es que el la proliferación desconectada me parece peligrosa, una verdadera vuelta al pasado. Algo así como el fin del cosmopolitismo. En la segunda mitad del siglo XX se había logrado la exposición que permitía al rock desafiar al resto de los géneros, los códigos morales, sociales y religiosos. Hoy la cosa es distinta, la moral ha evolucionado, el rock se ha institucionalizado en cierta medida importante, ya no es novedad per se. Pasaron los hippies y los yuppies Pero las vacas sagradas siguen existiendo, son otras, pero sigue habiendo. La barrera idiomática es una de ellas. Lo políticamente correcto otra. La fragmentación de la obra artística vía I tunes, casi casi la muerte del LP es un caso más. Los personajes que inventaron facebook, tipo nuevo de figura exitosa muy extraña. Continúan existiendo excelentes artistas y otros muy malos, grandes y flojas realizaciones. Sigue habiendo guerras, luchas por los derechos humanos, abusos de poder y crisis económicas.
También hay mucha cosa muy buena por ahí, de la que se enteran pocos. Aunque hoy sean muchos los «pocos» diseminados en diversos grupos y muchísimas más las cosas al alcance de un click del mouse. La última novedad importante con cierto impacto fueron los Strokes, cambiaron las bases e impusieron esa cosa machacona e intensa montados en la new wave americana. Ahí todavía no había tanta dispersión todavía, y ya hace casi 10 años si no me equivoco.
Lo que extraño en todo caso son las discusiones públicas acerca del futuro de la música. Hoy hay muchos más elementos para discutir eso, muchas más líneas por donde evolucionar y sin embargo cadad vez menos crítica e intercambios fuera de ciertos ámbitos restringidos. Es más difícil hacerlo- hay tanta cosa que no se si es posible- pero hay que encontrar la forma para no perder panorama. Tal vez, como decís, la influencia de las nuevas tecnologías y la diversidad que aportan al espacio público sea cada vez mayor al punto de renovarlo y democratizarlo desde abajo generando una nueva centralidad más flexible. Es un proceso interesante a seguir. Por eso decía que es raro lo que pasa. Quizás estemos en una transición pero es difícil saberlo.
Paro porque me duermo.
Saludos.
marzo 28, 2012 a las 3:35 pm
Añorar el pasado o increpar su desaparición siempre es retrógrado. Triste, amarga, miope condición. También lo es criticar la degradación del presente, lamentarse por la extinción de ciertos géneros, corrientes, artistas o momentos tecnológicos en particular. Quejarse por la desaparición del vinilo o del casete o del CD o del formato “álbum”. En definitiva, llorar la muerte de cualquier forma artística y de los accesorios que la rodeaban.
A mi juicio, el talento en la población se mantiene constante a través de las épocas en todas las áreas, tan solo cambian las condiciones culturales, históricas, que son las que en definitiva dan molde al derrotero de las artes, a su comercio y desarrollo y, así, a su divulgación. El artista genuino siempre es único y al mismo tiempo limitado, dependiente (de sus semejantes o de la fortuna), en cualquier tiempo, más allá de su genialidad. Siempre pueden señalarse épocas de oro o momentos de esplendor, y en el estudio histórico sobresalen con evidencia, pero también a muchos de ellos se los puede discutir o bien confrontárselos con momentos dorados alternativos, subterráneos, ocultos. Presumibles. Como sea, si aceptamos el axioma de que el talento humano se mantiene históricamente constante —por ley estadística o biológica— concederemos por ello que cualquier apogeo o renacimiento glorioso es relativo y discutible, o susceptible de ser tachado como mera moda o necesidad histórica: luego de la decadencia y la anomia siempre surge algo nuevo que revitaliza. En todo caso, también el azar y la política tienen no poca incidencia sobre tales fenómenos.
Me desagrada el impulso retrógrado que siempre aflora cuando uno envejece (aunque también lo manoseo, por supuesto). A veces —si no siempre— se confunde en realidad con la historia personal de las emociones vividas. En efecto, no siempre se experimentó aquello que se termina añorando en la fantasía o en la melancolía, y su añoranza proviene a veces más de un capricho o fantasmagoría del ánimo que de un discurso racional y convincente. También suele ocurrir que, en retrospectiva, el pasado se muestra ilusoriamente con mayor densidad, y parece en comparación más rico que el desabrido presente (que además nadie puede vislumbrar con claridad ni predecir hacia dónde se dirige). La antorcha de la cultura, que pasa de mano en mano, olvida lo prosaico y mediocre (siempre mayoría) para concentrarse en lo singular y extraordinario, en el éxito y en definitiva en la tradición. Pero en el camino puede olvidar tesoros, a veces clave.
Hablando de música, siento y pienso que siempre hubo y hay (y habrá) de calidad sublime. Sin límites, sin comparaciones. Parecida, diferente e incluso revulsiva con respecto a lo ya probado y conocido, pero nunca faltarán músicos gloriosos, aunque su gloria sea secreta. En todo caso, la historia favorece la cantidad y la diversidad, pero no las genialidades específicas. Ocurre parecido con la belleza femenina, que es interminable: siempre renace con eterna frescura.
En resumen. Se produce continuamente muchísima música maravillosa, más de la que uno puede asimilar. Buscarla y explorarla es apasionante.
Que la humanidad es una mierda, ya lo sabemos. Que todo muere, también.
Aun así, luciendo el futuro degradante y destructivo, igual consigue excitar con su misterio.
marzo 28, 2012 a las 5:41 pm
Montañes, estamos de acuerdo en lo nefasto de la nostalgia como actitud fundamental frente a la cosas. Para mi, lo habrás notado en toda la serie, no hay nada más excitante que descubrir una rendija al futuro, ya sea en una banda (Yesayer), en un programa de televisión o en un blog. N estamos condenados a nada ni nada parecido. Lo que sí creo es que hay ciertos elementos de la circunstancia actual que tienden justamente a promover la vuelta al pasado o un presente constante. Por ejemplo los programas de concursos que vuelven a la época pre Beatles de los intérpretes, la barrera idiomática, la dispersión cuando se vuelve atomizante, entre otras cosas. Después hay otros sumamente positivos, como la posibiliad de hacer música en tu casa de forma independiente y también las posibilidades de llegar a una cantidad de material que antes era solo para coleccionistas o gente con poder de compra.
En fin, hay períodos mejores que otros y tampocos estamos libres de la decadencia y la degradación. Lo que sí me preocupa es la ausencia de cotejo, la poca visibilidad de la crítica musical, la poca repercusión pública, la desonexión entre el mainstream y el mundo más independiente. Pero no para volver atrás, a cosas que por algo dejaron de funcionar, y que no daban cuanta de necesidades que hoy son colmadas. Para ir para adelante abrazando toda la incertidumbre y libertad que ello conlleva.
marzo 30, 2012 a las 2:52 pm
Kiss tocó en vivo en Tinelli.
http://www.youtube.com/watch?v=EsLdxNBamNI