Ella® se dio cuenta

Crónicas perrunas

por Flavia de la Fuente

Todo llega. Durante cinco meses Solita, la reina de la Sede Central, se la pasó intimidando a las dos cachorras Ella® y Janis. Ella® es la negra, que luce tan elegante en la foto. Pero el tiempo pasa y, en el caso de los perros, el crecimiento es muy acelerado. Sin que nos diéramos cuenta, Ella® y Janis se convirtieron en dos perras más altas y fuertes que la gran Soli. Pero lo curioso es que ellas seguían actuando como si Solita fuera un gran danés y ellas dos pobres pequinesas. Pensé que ese estado de cosas se perpetuaría, que Soli quizás las dominaba psicológicamente, que el trauma infantil les duraría toda la vida. Mas no fue así.

Ayer presencié una escena reveladora. Resulta que tenía para ofrecerles tres huesos de osobuco. Después de pensarlo mucho decidí que la mejor estrategia era darle su premio a Soli, después a Ella® y por último a Janis, que es la más débil de la pandilla. Llamé, entonces, a Solita y, como ella es muy displicente, no se dignó a venir a buscar su premio. Siguiendo el criterio del poder perruno, llamé a Ella® para darle su hueso y así, mientras se entretenía mordiéndolo, poder dárselo a su hermanita Janis. Ella®, ni bien oyó su nombre, vino a casa y se fue corriendo muy orgullosa con el hueso en la boca. Al verla, Solita se puso muy nerviosa y entró corriendo a la Sede Central en busca de su ración. Calmada, partió entonces hacia otra zona del jardín a disfrutar de su golosina. Finalmente, al tener a las dos fieras comiendo, llamé a Janis, la cachorra beige, y le di el hueso en casa, porque afuera seguro que se lo robaban su hermana o la malvada madrastra, ya que ambas la tienen de hija. Hasta aquí la repartija de los huesos.


Intrigada por la convivencia entre Soli y Ella®, observé por la ventana cómo se desarrollaban los acontecimientos en el jardín. Soli liquidó muy rápido la carne y abandonó impaciente el hueso. En realidad, quería ir a ver qué tenía en su poder Ella®, que estaba escondida entre unos arbustos y seguía trabajando duro con su osobuco, totalmente concentrada en la tarea. En un momento dado, ni bien terminó su ración, Soli se acercó a Ella® con malas intenciones, es decir, para hacerse del hueso de la cachorra negra. Pero, para mi sorpresa, Ella® ni se movió, bastó un gruñido amenazador, un «que no se te ocurra hacerte la viva conmigo» para que Solita saliera disparada y no osara más acercarse al hueso de su hijastra. El fin de un reinado.

2 respuestas to “Ella® se dio cuenta”

  1. NN Says:

    Muy linda foto, La perrita de atrás salió genial.

  2. lilia Says:

    Uh! Hay que cuidar a Soli!!!

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