Primera página (97), respuesta

La carta de Lord Chandos y algunos poemas, de Hugo von Hofmannstahl

por Flavia de la Fuente

Encontré finalmente el libro más corto de los que tengo en casa. La carta de Lord Chandos y algunos poemas, de Hugo von Hofmannstahl. Es una carta célebre. Durante un tiempo traté de encontrarla en las librerías sin éxito. Finalmente, el amigo Pablo Pazos, cuando trabajaba en Paidós, o sea, en algún momento de los 90, me lo consiguió. Y fue una gran desilusión. Lo leí un par de veces, lo leyó Q también, y ninguno entendía de qué iba la cosa.

Recuerdo que la primera vez que oí hablar de esta carta fue en Bartleby y Cía. de Vila-Matas. Hoy pensaba citar los párrafos dedicados a von Hofmannstahl y su famosa carta, pero me olvidé a Bartleby en San Clemente, y ahora estoy en un motel en Baradero, escuchando la lluvia y esperando que pare para poder ir al festival de cortos de Gálvez, Santa Fe.

Les comento, entonces, mi impresión sobre el texto en esta nueva lectura, que, por primera vez y para mi sorpresa, me dijo algo. Y, en particular, esta mañana me hace sentir completamente identificada:

Mi caso es, en resumen, el siguiente: he perdido por completo la capacidad de pensar o hablar coherentemente sobre ninguna cosa.

Así estoy yo también hoy. Con la mente pesada, solo con el deseo de mirar la lluvia en el parque y de sacar fotos del agua que hace circulitos. Quizás puse esta carta para convertirme en una Bartleby de las primeras páginas, para explicar mis dificultades al respecto. Aunque si yo escribiera esa carta, sería la de una auténtica bloqueada por la literatura, no la del elocuente y barroco von Hofmannstahl. Mi carta diría:

Amigos, sufro horrores cuando me tengo que enfrentar día por medio con el trabajo de escribir sobre cada libro que elijo. Pese a que ya van casi 50 textos, confieso que me cuesta mucho expresar en ideas qué pienso de un autor y su obra, y que no estoy satisfecha con el resultado hasta el momento. No sé si mi problema es la pereza, el miedo o la falta de talento. ¿Pero para qué sufrir tanto a los 52 años? ¿Quién me obliga a esta tortura? Mejor sigo mi vida como antes, siendo solo una simple lectora que escribe ocasionalmente, y me dedico a disfrutar de las bondades de la naturaleza, mis perras y el deporte, en lugar de pasar horas y horas luchando con las ideas y las palabras, que no parece ser lo mío. Sí, para qué continuar con estos textos anémicos, si a mí me gusta tanto caminar, nadar en el mar con Q, sacar fotos, mirar las nubes, ver correr a Solita. Y con este proyecto apenas tengo tiempo para nada. Lejos quedaron los días de mis caminatas contemplativas por la playa. La decisión está tomada. No lo pienso un minuto más. No leerán ninguna primera página más firmada por mí. Baradero, 7 de octubre de 2011, Lady Flavia

Miren, en cambio, con qué elegancia se despide von Hofmannstahl de la escritura, en la carta de Lord Chandos a Sir Bacon.

Fue usted muy benévolo al manifestar su descontento por el hecho de que ya no llegue a usted ningún libro escrito por mí «que le resarza de verse privado de mi trato». Yo sentí en ese momento, con una certeza que no estaba del todo exenta de un sentimiento doloroso, que tampoco el año que viene, ni el otro, ni en todos los años de mi vida escribiré un libro en inglés ni en latín; y eso por un solo motivo cuya rareza, para mí embarazosa, dejo a la discreción de su infinita superioridad mental el ordenarla, con mirada no cegada, en el reino de los fenómenos espirituales y corpóreos extendido armónicamente ante usted: es decir, porque la lengua, en que tal vez me estaría dado no sólo escribir sino también pensar, no es ni el latín, ni el inglés, ni el italiano, ni el español, sino una lengua de cuyas palabras no conozco ni un sola, una lengua en la que me hablan las cosas mudas y en la que quizá un día, en la tumba, rendiré cuentas ante un juez desconocido. (…) Anno Domini 1603, este 22 de agosto. Phi. Chandos 

Dejando el chiste de lado, porque el de von Hoffmanstahl también fue un chiste, de alguna manera, porque lo que dejó de escribir fue poesía mientras que continuó siendo un autor de ficciones y teatro muy prolífico, les repito que, por primera vez, la lectura de la carta me interesó. Tampoco voy a exagerar y decir que fue reveladora, pero me pegó la descripción de la melancolía, de las crisis psíquicas que tenía el poeta, que reconoce que no hay palabras que puedan dar cuenta de la convalecencia, del momento en que el mundo vuelve a estar en armonía absoluta con uno. Quizás sea chino para quienes nunca sufrieron crisis nerviosas, pero es así.

Poco a poco fueron extendiéndose esos momentos de angustia como una herrumbre que todo lo invade. (…) Todo se me disgregaba en fragmentos, que a su vez se disgregaban en otros más pequeños, y nada se dejaba encasillar con un criterio definido. Palabras sueltas flotaban a mi alrededor, se volvían ojos que me miraban, obligándome a mirarlos: remolinos que me atraían hasta causar mareo, que giraban sin cesar y más allá de los cuales no había más que el vacío.

Lean abajo la palabra del poeta sufriente, que cuenta sus males y no puede describir los momentos en que su dolencia le da tregua y las cosas vuelven a estar en orden:

Desde entonces llevo una existencia que, me temo, os sería difícil de comprender: a tal punto es opaca y carente de las luces del ingenio; una vida que casi no se distingue de la de mis vecinos, de mis parientes (…) aunque no está privada, es cierto, de momentos plácidos y vivificantes. Trabajo me cuesta darle a entender en qué consisten esos buenos momentos; una vez más me abandonan las palabras.

La carta de Lord Chandos me resultó conmovedora. No puedo dejar de pensar en otro Bartleby / convaleciente como Robert Walser. Además de Vila-Matas, también leí a Zweig, a Roth y a Morgenstern hablar maravillas del poeta Hugo von Hoffmanstahl. Pero sigo sin haber leído más que su carta apócrifa de Lord Chandos.

Al que le interesó, acá puede leer la carta completa y un estudio sobre Hugo von Hoffmanstahl.

Hugo von Hoffmanstahl nació en Viena el 1 de febrero de 1874 y murió el 15 de julio de 1929, dos días después del suicidio de su hijo.

3 respuestas to “Primera página (97), respuesta”

  1. diizza Says:

    «Lady Flavia» la fecha dice «Baradero, 7 de octubre de 2010» y está bien, un año antes, si también es apócrifa.

    Me consuela, hoy, este post, la tristeza que me embarga por la muerte de Steve Jobs; que decía que la muerte es el mejor invento de la vida; que valoraba la emoción y el talento artiítico por sobre otras capacidades o estudios formales.

  2. Montañés Says:

    Sería muy triste perder las primeras páginas. Tus 50 reseñas no fueron vanas, constituyen un ejercicio notable y fue precioso leerlas.

    En mi humildísima opinión, la dificultad radica en autoimponerse un ritmo en extremo exigente. Pienso que resulta saludable darle respiro al ocio inútil y a la diletancia. Por ejemplo, un libro por semana sería equivalente, siendo dos los que reseñan, a una Primera Página cada 3 o 4 días: una frecuencia magnífica y también más descansada. Acaso lo ideal sería hacerlo de vez en cuando, sin especificar su regularidad pero sin perder la disciplina.

    Leer un libro requiere tiempo y disposición anímica. Y no sólo el tiempo concreto (y variable) de la lectura, sino también el posterior para masticarla y digerirla, que es más difuso y ambiguo. Ese rigor y esa exigencia constituyen, sobre el ejercicio de leer, una parte de sus mejores secretos.

    Esta es la opinión sencilla y amistosa de alguien de lectura lenta: puedo demorarme un mes o un año en leer un libro. (A propósito, recuerdo un personaje de una novela de Vonnegut, Las sirenas de Titán, un tipo poderoso que, entre otras cualidades sobrehumanas, tenía el hábito de leer dos libros por día. Dentro de la historia era una broma tan graciosa como aquella de los chinos microscópicos que producían una enfermedad respiratoria a los habitantes de otros países que los inhalaban por error.)

    Finalmente diré que la sinceridad y la franqueza al momento de escribir son rasgos de coraje y entereza dignos de admiración, o por lo menos de respeto. En ese sentido, quienes nos hundimos en el anonimato estamos por lo común varios escalones debajo.

    Sin embargo, y aunque más sucio, el anonimato también ofrece una valiosa oportunidad para ejercer libertad.

    Saludos.

  3. lalectoraprovisoria Says:

    Gálvez, viernes 7 de octubre de 2011

    Amigos Montañés y Diizza: acá estoy, encerrada en la pieza del hotel, agotada de tanto manejar bajo el diluvio. No se preocupen que no vamos a dejar las primeras páginas. Lo que pasa es que Q necesita estas místicas intensas. Yo haría lo que propone Montañés, un libro cada uno por semana, pero a Q no le gusta la idea. Así que, mientras pueda, lo voy a acompañar. Hoy estaba tan cansada que dormí tres horas de siesta y ahora voy a seguir haciendo lo mismo. No me moví de la habitación. Mañana supongo que voy a poder visitar Gálvez que me dio la impresión de ser un pueblo próspero y agradable (vive de la soja). En fin, ya les contaré.

    Saludos y hasta mañana,

    Lady F

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