Parece que reina la armonía
por Flavia de la Fuente
Solita y las perritas parecen ir acostumbrándose a la nueva vida. En un principio, Soli era la madrastra malvada, como la de Cenicienta, y hacía reinar el pánico entre sus diminutas e indefensas hijastras. Pero, con el correr del tiempo, parece que se está convirtiendo en la mamá. Hoy las sorprendí lamiéndose a las tres y casi muero de ternura.
Lo que claramente no soporta la madrastra es que las perritas se acerquen a nosotros. Si Ella o Janis se me acercan, comienza a gruñir y sus cabezas corren serios riesgos. Pero, si no estamos nosotros a la vista, la vida perruna parece fluir sin mayores conflictos.
Es lindo ver crecer a las cachorras y también contemplar los episodios de esta educación sentimental de Solita.
Hoy, para que vuelva a caminar por la playa, llevamos a Q, que parece ser el macho alfa de la jauría. Solita no se empacó ni una vez y caminó todo lo que su amo quiso. Un logro. O mejor dicho dos. Solita no se empacó y Q dio por terminada su temporada de hibernación, o eso espero.
Las conductas de las perritas van cambiando. El primer día Ella era muy miedosa, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que era la más inteligente. Que su miedo inicial era prudencia, que quería estudiar adónde estaba primero antes de actuar. Ahora, la miedosa es Janis, que anda rajando de Soli que le dio un par de sustos fuertes.
¡Cómo cambia todo! De la temeraria Janis ya no queda nada de nada. Hoy les trajimos un hueso falso de regalo, uno para Janis y otro para Ella. Aclaro que a Soli no le gustan. Muy contentas, se fueron para el jardín cada una con su hueso en la boca. A los dos minutos, escucho ladrar y gruñir a las perritas. Voy al jardín y compruebo sorprendida que Ella tenía los dos huesos y que no le daba ninguno a su hermanita. Q trató de arreglar la cuestión, pero lo suyo no sirvió para nada. Le sacaba el hueso de más a Ella, se lo daba a Janis y, al segundo, Ella la perseguía a Janis y le sacaba de nuevo su hueso. Es que Ella es más grande y más fuerte.
Cansados de la situación circular, decidimos que se las arreglen solas con los huesos.
Q sigue siendo la mamá de las cachorras. Está tan compenetrado con su nuevo rol que hoy fuimos a la veterinaria porque cree que las perritas tienen hambre. El que siempre tiene hambre es mi marido, así que sufre con la sola idea de que sus hijitas padezcan su mismo destino.
El veterinario Pablo autorizó a Q a darles una comida más por día, o tres comidas de un poco más de gramaje. Si Q sigue siendo la madre tendremos dos perritas obesas, no esbeltas y atléticas como Soli.
Lo que no les conté es que además de estar muy sucias, las perritas hieden. Pero no las podíamos bañar porque recién las vacunaron contra el parvovirus y el moquillo. Pero mañana les toca la sesión de baño. Será un alivio para nuestras narices. Y también les tenemos que lavar sus horripilantes pullovers, que también apestan.
Como ven, es laboriosa la vida de los padres de cachorritos, pero nos divertimos.
Hoy estaba angustiada y las llamé. Vinieron, me hicieron reír y me aliviaron por un rato las penas. Los perros son lo más grande que hay. Aunque no sé esto de los perros ratones, como estas cachorras que saqué de la basura. Tienen cola de ratón, orejas de murciélago y roen madera como auténticas ratitas.
Pero, tienen lo suyo nuestras ratitas. Ahora estamos tratando de que aprendan sus nombres y de que entiendan “¡Afuera!”. Por ahora, la única que responde siempre es Solita. A veces también obedece Ella y Janis nunca. O no entiende, o entiende y se quiere quedar adentro. Continuará.
agosto 12, 2011 a las 12:44 am
No discriminen a los gatos ¿será porque no tuvieron uno? Conozco gatos que se ponen a maullar con potencia al reconocer a alguien que hace tiempo no veían pero era quien mejor los acariciaba en sus visitas. También de gatos compañeros que al morir un congénere y el humano hallarse muy triste no se han levantado del lecho hasta que su amo no lo hizo. Eso, además, conlleva el riesgo de que si el gato no come puede hacer «hígado graso» algo MUY peligroso para la vida de los felinos. En fin, conozco de gatos que reconoce cada uno su nombre y que maullan de distintan forma cuando tienen hambre, buscan a su amo como compañía o necesitan les cambien las piedras de su baño. Conozco de gatos que ronronean cuando están confortados por el cariño y de otros que tras un accidente se autoconfortan así, quizá les duela menos. Claro, gatos y perros son animales maravillosos. La naturaleza es increíble y nos los muestra, a veces, en cuatro patas, con o sin bigotes.
agosto 12, 2011 a las 1:19 am
Schopenhauer, refutando a Spinoza, que solamente creía en la posibilidad de comunicación entre seres de la misma especie: «Seguro jamás tuvo un perro». Rousseau, en su exilio londinense, marcha a todas partes con Sultán, su pequeño perro: «Los animales desconfían justificadamente del hombre, pero una vez que se dan cuenta que uno no les quiere hacer daño, se acercan y nos aceptan; hay que ser un bárbaro para aprovecharse de esta confianza ganada». Rousseau amaba incluso a las abejas, y uno de los episodios más memorables de sus ensoñaciones es aquel donde narra la creación de una colonia de conejos.
Uno de los primeros libros marginales en Latinoamérica es «Las burlas veras», de Alfonso Reyes; libro publicado medio siglo antes de que se comenzara a hablar con tanto entusiasmo de los fragmentos. Allí hay una pequeña prosa sobre la perra de Reyes, a la que el amo sorprende tratando de imitar las articulaciones verbales de un loro. El perro tiene la voluntad de hablar, su ladrido es significativo y a veces pesa mucho más que miles de palabras.
El denigrador del perro (aunque corro el riesgo de equivocarme, porque leí su ensayo en Inglés) viene a ser Stevenson. No me gusta el duro epíteto «lameplatos del hombre»: «Once the dog becomes man’s plate licker, he has crossed the Rubicon». Posiblemente, pero eso es parte del pacto. Se cruza el Rubicón para establecer un pacto, un diálogo de convivencia por el cual el perro deja de ser lobo. El perro no es servil; su moral, que comprende el amor incondicional, está más allá de nosotros, que hemos aprendido a ver la realidad con la desconfianza de un gran moralista francés.
Tal vez eso es lo que seduce en los gatos. El hecho de que todavía pertenecen a dos mundos. El del hombre -que ofrece comodidad- y el de los callejones -pletórico de heroísmos sensuales. Quisiera incluir un tercer dominio, el de la introspección; pero seguramente se me acusaría de incidir en ese lugar común que atribuye al gato misterios que posiblemente no tiene.
De todas maneras, me gustan las maneras elegantes, las poses aristocráticas de mi gato Oscar; enorme como Wilde o Chesterton; y el salvajismo, la sensualidad y anarquía de mi gato Dorian, que parece tramar un exilio en cualquier parte. Quisiera tener un par de perros, y tal vez un loro, quisiera tener una fotografía como aquella que le tomaron a Brassens rodeado de sus animales. Pero me falta espacio, y otros dones tengo, pero no el de la riqueza.
agosto 12, 2011 a las 10:26 am
A los perros si se los deja, establecen esa pertenencia a dos mundos reuniéndose para callejear. Además es común que intenten articular como los seres humanos cuando tratan de comunicar algo. Sucede en las ausencias no habituales de miembros del hogar por ejemplo.
Hace poco enfermó uno de mis perros durante la noche y el otro me despertó tocándome una mano e intentaba avisarme de la novedad. Lo acompañé y me llevo hasta el otro.No ladró en ningún momento solo reproducía hasta con cambios en la entonación marcando distintas intenciones, lo que para nosotros sería contar algo.
agosto 12, 2011 a las 8:47 pm
Bravo, bravo, bravo!!!!!
agosto 12, 2011 a las 9:04 pm
IMPRESIONANTE el relato de Luis!
agosto 13, 2011 a las 9:32 pm
Muy bueno el post y los comentarios! Acá les dejo a Jack London y su fiel Rollo:
http://positivecanineguidance.com/?p=583
Slds.-