Lo que llega de Venecia
por Quintín
Cualquiera que tenga interés en la crítica cinematográfica debería leer con atención las notas que Francisco Ferreira nos manda de Venecia. Me sorprende (muy favorablemente) que todavía se pueda escribir crítica así, en la vieja tradición auteurista francesa. Más en particular, en la vertiente Serge Daney, con la mirada puesta en la ética cinematográfica de los realizadores. Daney ha sido muy seguido e imitado, pero finalmente su herencia se fue agotando en la copia de un estilo y en la repetición de frases contundentes pero cada vez más vacías de sustancia. Ferreira, en cambio, recupera lo que la obra de Daney tenía también como componente fundamental: una gran perspicacia para ver el cine y el talento para utilizar la escritura como una herramienta afilada, capaz de atravesar la maraña que la moda, la pereza y el conformismo recrean continuamente en materia de opinión cinematográfica.
Por supuesto, una crítica con ese grado de radicalidad, que no está dispuesta a hacer concesiones al gusto de medio pelo (ni al medio pelo plus que gusta de Guerín y al medio pelo minus que gusta de Schnabel) que termina siempre predominando en materia cultural, está destinada a provocar irritación e insultos, a despertar pasiones violentas. Como ya se vio en algunos comentarios sobre sus notas. Lo que no deja de ser un lugar complicado para un crítico. Ferreira escribe para un gran matutino de Lisboa y no creo que sus artículos tengan allí el tenor de los de LLP. Pero comparemos, por ejemplo, lo que Diego Lerer, otro crítico de matutino, manda a su propio blog desde Venecia. Lerer es un buen crítico, de lo mejor que hay en plaza en los grandes medios. Pero aun en privado, viene huyendo siempre de esa confrontación con la cinefilia dura. Es como si en la cabeza tuviera dos campanas: la que le dice que el rey está desnudo y la que lo retiene del lado de los críticos que respetan ante todo el consenso de la profesión y el medio tono supuestamente serio que les corresponde como periodistas de un diario de gran tirada. En Venecia, Lerer está rodeado de imbéciles (los imbéciles que componen mayoritariamente la crítica internacional de los grande medios) que van allí a aplaudir cualquier porquería y a abuchear a Vincent Gallo. Ferreira nos anticipa por mail que, a su juicio, la película de Gallo es una obra maestra, mientras que Lerer se limita a exhibir sus propias vacilaciones. En el fondo, le interesa lo que vio de la película, pero no se anima a asumir su defensa. Como sabe también Lerer que Guerín es indefendible, que es un cineasta que durante años no hizo más que un par de documentales raquíticos y ahora produce films de ensayo desde la impostura de un prestigio mal habido, películas que se limitan a filmar planos soleados y fetichistas sin ningún compromiso humano ni cinematográfico, como reveló magistralmente Ferreira. Es cierto que el lugar de la radicalidad produce vértigo, un vértigo acaso incompatible con la rutina diaria del periodismo cinematográfico. Por eso Lerer corre el riesgo de seguir vacilando, de no darle nunca la espalda al buen tono que le permite seguir haciendo equilibrio.
Ferreira, mientras tanto, se permite hacer el análisis más fino de un plano que yo haya leído en mucho tiempo, el que Sofia Coppola filma en la pileta del hotel. Pero hay también allí un límite que la mayoría de los críticos no se animan a cruzar, que es el de la interpretación de una obra y de una vida, como exige la tradición auteurista, según la cual la crítica es, en ante todo, un diálogo con los realizadores y nunca una estimación de argumentos, valores técnicos o mensajes, tarea a la que se dedican quienes escriben de cine como podrían hacerlo sobre el estado del tiempo.
Y ahora, volvamos brevemente a Locarno y a nuestra sección de Cineastas del presente. Ferreira, que en Locarno estaba el jurado de operas primas, tenía que ver más o menos las mismas películas que nosotros. Sobre el final del festival le confesó a Peranson que nunca se había sentido tan desafiado y desconcertado por una selección de películas. Es que con esas primeras obras había muy poco que hacer en materia de crítica autoral. Una película como Foreign parts era ciertamente un contraejemplo, un cine no solo logrado sino maduro, mientras que el resto estaba formado mayoritariamente por un conjunto de películas creadas para llamar la atención sobre el talento o la pericia de los realizadores. Un cine inmaduro, difícil de leer como parte de una obra, así fuera futura. La inmadurez, cualidad gombrowicziana, obraba sin embargo a favor de esos films inacabados, desparejos e inciertos como perspectivas de una carrera. Pero también puede ocurrir que estemos entrando en una etapa del cine donde las películas se hacen transgénicas y, como la soja, vienen con un gen que las inmuniza de ciertas plagas, incluida la crítica.
Foto: Flavia de la Fuente
septiembre 7, 2010 a las 4:29 pm
Por suerte estoy dentro del grupo bautizado como medio pelo plus: lo de medio pelo minus suena verdaderamente aterrador.
Ojo que yo no insulté, eh.
septiembre 7, 2010 a las 4:53 pm
Galois: no lo insultaste ni vos ni nadie (a no ser que se cuente a Leandro, que en el primer post le devolvió aquello de la entidad para ser un hijo de puta dicho en la nota). Yo a la última crítica de Ferreira le encuentro algún acierto pero me resulta bastante desagradable. «Y es la mejor de la niña Coppola, aunque eso no quiere decir mucho.» Qué tonito tan canchero. Lo que sorprende es que después resulta que le gustaron muchos planos de la película, uno incluso le encantó. El tonito se va «afilando» y llega a su punto culminante con la frase «Todos los días hay una caca nueva para hacer, Guerín». La caca, y sobre todo ese uso de la segunda persona, qué feo. Para terminar, una frase-fiasco, que anuncia una revelación y en seguida se desinfla: «Quizás un día Guerín tenga que responder por lo que realmente es: el cineasta de habla hispana más sobrevalorado de los últimos años.» ¿Eso es lo que realmente es? ¡Sobrevalorado! Ni siquiera es un atributo de Guerín.
septiembre 7, 2010 a las 5:45 pm
Guerín por Q en 2008, aquí en LLP:
https://lalectoraprovisoria.wordpress.com/2008/03/21/rumbo-al-bafici-2-las-muchachas-en-flor/
septiembre 7, 2010 a las 5:48 pm
Mi identidad está plenamente definida, pero no dormiré tranquilo esta noche hasta que no me convenza de que no soy un ‘medio pelo plus’. Ah, perdón, y me agrada el Murakami/Coelho también. adeus…
septiembre 7, 2010 a las 7:55 pm
Paremos la pelota, En construccion es un buen film. No es No quarto da Vanda, pero es un excelente film. En la ciudad de Silvia es realmente muy mala, claramente entra en esa categoria que hace unos días llamabas «cine cortés» (aunque más virtuoso desde el montaje y saturado de foley) y que, mal que te pese, está muy influenciada por el cine de Rohmer.
septiembre 7, 2010 a las 8:57 pm
Lo de Ferreira es provocativo y lo escribe en un blog, no en un libro. Ok. Aunque Bordwell acaba de sacar un libro con articulos de su blog, supongo que hay que facturar tambien. Mas alla de eso, dejate de joder, desde cuando ser curioso es abyecto?
septiembre 7, 2010 a las 9:26 pm
https://lalectoraprovisoria.wordpress.com/2008/03/21/rumbo-al-bafici-2-las-muchachas-en-flor/ :
¿le gusta o no? Para mí que más bien sí!
Siguiendo su razonamiento, Quintin como Lerer, marcando estilo, sólo te faltó ponerle un siete.
Lo de «cine cortés», por cierto, la critica lo lleva llamando siglos «películas amables».
septiembre 7, 2010 a las 9:37 pm
El link ya lo puse yo más arriba. La opinión de Q es variable…
septiembre 7, 2010 a las 10:33 pm
Es provocativo lo de Ferreira. Escribe bien. Pero me gustaría leer una línea en contra, o siquiera mínimamente adversa, escrita con el mismo filo insidioso y brutal sobre Manoel de Oliveira o Pedro Costa, a quienes nunca ha dejado de alabar, incluso las veces en que se dedicaron a lustrar su propio bronce (lo que supuestamente hace con frecuencia Guerin, según Ferreira). Pero ese mismo gesto, en Oliveira o Costa no parece molestarlo.
septiembre 7, 2010 a las 10:53 pm
Gerónimo. No es que mi opinión sea variable, lo que no tendría nada de malo. Pero en este caso más bien pasa otra cosa. Acabo de leer esa reseña y en ningún momento me tomo la película muy en serio. En cambio, soy condescendiente no solo con Guerín, sino con la crítica y conmigo mismo. Después pasan los meses, a uno le queda el recuerdo de una película mediocre, un caso de fetichismo impostado. Luego viene Ferreira y dice «eso no es cine de verdad y menos da para tratarlo de maestro». Y uno dice: «tenés razón, Ferreira, debería haberlo dicho yo mismo y no dejarme llevar por ese prestigio gomoso que viene arrastrando Guerín desde Inisfree«. Guerín, entonces, me parecía simpático y, en todo caso, inofensivo. Hoy creo que me equivocaba al respecto. El tipo se cree un cineasta importante y, lo que es peor, participa de una operación de venta de esa idea.
Sergio, Comparar a Guerín con Oliveira —en cualquier sentido— es un despropósito. Con Costa el asunto es más complicado y podés tener un punto ahí. Pero Guerín nunca filmó No cuarto de Vanda..
Q
septiembre 7, 2010 a las 11:16 pm
Ahá, lo mismo podría aplicarse a Albert Serra, por ejemplo, aunque se ría del tema. El empezar un «estilo» que se va agotar tan pronto como los críticos -no sé si los amigos, seguro los otros-, si es que sigue filmando, no te convierte en maestro, ni en una opción, ni en un soplo de aire fresco, ni una corriente, vertiente, o lo que sea. El mismo chiste repetido con el tiempo pierde efectividad.
Y en cuanto al diálogo establecido con los realizadores, en este caso con Guerín parecería estar bastante acabado y sin posibilidad de retorno.
septiembre 7, 2010 a las 11:34 pm
Guerín establece un diálogo con el espectador y con el crítico, Serra está preso de una broma para entendidos de la que probablemente no pueda salir.
septiembre 7, 2010 a las 11:46 pm
Más allá de que abominé de «En la ciudad de Sylvia» cuando la vi; más allá de mi aversión total por el «personaje Guerín»; aún más allá de que me hayan gustado mucho los textos de Ferreira tanto por su lucidez, su compromiso y su pluma como por sus ganas de provocar y aún irritar, creo que es muy desafortunado (y gratuito) el fragmento en el que hablás del «medio pelo» y sus variantes. Y no sólo porque con semejantes comentarios que refieren a una especie de «superioridad de clase» parecés una señora de Barrio Parque quejándose de los nuevos ricos de Nordelta (me hace acordar también al ¿slogan? de ihateyoubafici, eso de «Somos La Vanguardia Iluminada Vs La Oligofrenia Progresista»), sino también porque dividís aguas por nimiedades como el gusto por uno o dos directores, además de exigir a otros para pertenecer a esa supuesta «élite», la radicalidad o coherencia que -vos mismo confesás- te faltó hace tan poco. Ojo, me parece perfecto lo que contestás a Gerónimo; a todos nos pasan cosas parecidas, pero justamente, ese «a todos nos pasa» es lo que debería hacerte ver el asunto con más prudencia y amplitud.
Saludos
septiembre 8, 2010 a las 12:46 am
No comparo a Guerin con Oliveira. Lo que quise decir es que esa supuesta actitud implacable y mordaz de Ferreira de no aceptar ningún nombre porque sí, por más «importante» que sea o más consideración que tenga,
no se aplica en todos los casos y, casualmente, menos cuando se trata de los cineastas portugueses, de su país. Así como Manoel de Oliveira tiene varias películas insoportables Guerin tiene algunas muy buenas, y es más interesante que Ozon, pese a la boutade de Ferreira. Triste truco de muchos críticos: usar una película para hundir a la otra.
septiembre 8, 2010 a las 12:48 am
Enrique. Está claro que cualquiera sucumbe a al gusto de medio pelo plus o minus, esa es la fuerza del consenso en materia cultural. Ese consenso hace que al rato un tipo como Guerín pase a estar out, que es lo que creo que va a pasar en breve. Pero la frase iba dirigida al mundillo crítico y a lo que ocurre en los festivales, con sus críticos pro Schnabel y pro Guerín.
Q
septiembre 8, 2010 a las 7:35 am
Q. Tu opinión es variable. En una época escribiste textos a favor de Tarantino. Luego, escribiste pestes sobre él Ahora, nuevamente (a partir de Death Proof si no me equivoco) volvés a elogiarlo. Si eso no es ser variable…
Pero además, tus argumentos con referencia a «lo que ocurre en los festivales» se pueden aplicar perfectamente a los críticos pro Serra, pro Alonso y así siguiendo…
septiembre 8, 2010 a las 10:37 am
Quintín, ¿cómo es eso de que en la reseña no te tomás la película muy en serio? Hablás de exploración, de «temas esenciales al dispositivo cinematográfico», de actrices jugando al intrincado juego del cine, de vuelo, de vuelo adicional. Antes Guerín exploraba, documentaba lo que pronto dejaría de ser, medía la distancia entre el documental y la ficción. Dos años después todo aquello se reduce a la producción de «un par de documentales raquíticos», y su prestigio, que en alguna medida, aunque sea modesta, ayudaste a levantar, ahora resulta que es mal habido. Tal vez lo que no haya que tomar muy en serio es tu crítica. La de entonces, o la de ahora, no sé.
septiembre 8, 2010 a las 11:50 am
Anastasi, Me copio a mí mismo en esa crítica:
Evidentemente, preferí entonces acogerme a la coartada que Guerín proponía. Pero cuando el velo cae, uno se da cuenta de que hasta la obra pasada del director fue un fiasco y que uno tiene mucho que aprender como crítico.
Q
septiembre 8, 2010 a las 1:47 pm
Pa,¿ que hago con las Cahiers españolas que tengo?
¿O sea que no me creo nada sobre Guerin y sobre Isaki Lacuesta? Al final siempre me termino comiendo todos los sapos…
Todo bien con Costa y Oliveira pero para mi Monteiro tiene algo mucho mas vital y feliz.
septiembre 8, 2010 a las 1:51 pm
Isaki Lacuesta es el mal. Pero hasta hace poco no me había dado cuenta de que era el mismo mal que Guerín (y que los Cahiers españoles, si me apuran).
Q
septiembre 8, 2010 a las 1:54 pm
Una de las cosas por aprender que tiene este señor Ferreira es no tratar de parecer todo el tiempo más inteligente que lo que critica. Eso no es cahierismo, es pura soberbia. Cínica y chispeante, eso sí.
septiembre 8, 2010 a las 2:07 pm
Q está dinamitando todos los puentes…
Una opción: que Tarantino produzca una revista (la podría dirigir Eli Roth) en donde Q sea el jefe de redacción, Ferreira el redactor estrella y tenga como columnista invitado a Boyero (una mezcla explosiva).
El nombre podría ser Radicalidad Permanente o Me cache en los Cahiers (spanish edition).
septiembre 8, 2010 a las 2:23 pm
Y lo de «cuando el velo cae» no es más que otra coartada, Q. La que evita al crítico hacerse cargo de sus incoherencias y -a la vez- de su responsabilidad en «lo que pasa en los festivales»…
Efectivamente, los cienastas pueden tener mejores o peores películas, sin que toda su obra deba caer por eso (que sería de Hitchcok si lo juzgáramos por «Topaz»?). En cambio, los críticos siempre aciertan… Esa es la notoria ventaja de ser crítico, claro… Por eso hay pocos que trascienden: imagino que son los que logran resistir el archivo.
septiembre 8, 2010 a las 3:25 pm
Topaz es divertidísima, salame. Pero yo no digo que una mala película arruina una carrera de director, como tampoco una reseña anula una carrera de crítico. Si no, qué quedaría de Truffaut después de decir que The Searchers era un buen guión arruinado.
Pero como buen kirchnerista, solo podés hablar de archivos.
Q
septiembre 8, 2010 a las 3:44 pm
Hay personas que piensan que la coherencia es una virtud, cuando muchas veces representa solo tosudez.
La coherencia es una virtud cuando representa un compromiso con ideales superiores a la coherencia misma, por ejemplo la verdad o la libertad.
Por eso cuando uno cambia de opinión o tiene con el tiempo una lectura diferente de una cosa, ser fiel a la verdad o a la libertad de decir y pensar es un valor muy superior a la de la supuesta coherencia.
Bien por el contrario, privilegiar la supuesta coherencia como valor y subestimar la verdad y la libertad de ser, eso sí te convierte en un absoluto incoherente ontológico, pero muy coherente en las formas.
septiembre 8, 2010 a las 3:52 pm
Pa, hice el chiste sobre la Cahiers sin haber leído siquiera uno de los últimos números. Me meto hace unos segundos en la página y veo la tapa de setiembre que graciosamente tiene en su tapa a Guerin y a Lakuesta y otros más…
Y coincido totalmente con Q: es un desastre. Es hija de una especie de «superlativismo» que peca muchas veces la crítica española: critican y reseñan solo a santos o a genios y así solo la van de exégetas. Pasa lo mismo en la música – Rock de Lux-. Aunque esta se salva del academicismo que tiene la Cahiers. Ojo, también poseen un chauvinismo que yo no encuentro por acá. Pero da la sensación que ante el desierto que es el cine español no les queda otra que aferrarse a lo poco que hay… Bueno, quizás exagero.
¿Para cuando del documental de Guerin sobre Güerrin? ¿Será capaz de mostrar toda la muzzarella que trae cada porción o le parecerá demasiado?
Quizás es preferible que el documental lo haga Portabella.
septiembre 8, 2010 a las 4:14 pm
«Topaz» es divertidísima? A mí me parece un plomo… Pero bueno, es muy subjetivo. Y de eso se trata: no es una crítica. Es apenas un comentario para la revista Gente: O incluso para El Amante…
Pero no te voy a hacer decír lo que no decís (ya con tus contradicciones te basta y sobra, Q, pero si no tienen nada de malo para que las negas?). Ahora, si no decís que «una mala película arruina una carrera de director», asumís algo más grave: que «lo que pasa en los festivales» define la consideración crítica (y por tanto la carrera) de un director.
Y por lo general eso pasa con los directores que tuvieron alguna consideración crítica… justamente gracias a críticos que lo pusieron por las nubes para luego descubrir («cuando el velo cae») que eran ídolos con pies de barro.
Lo curioso es que siempre sucede con directores que nunca son los favoritos del crítico, sino de algún otro al que se aprovecha para pasar factura (incluso entre franquicias de la misma revista…). En fin.
Es evidente que un par de malas películas hacen bajar las acciones de cualquier director, mientras que los críticos siempre resisten las malas críticas (si es que tienen alguna, claro…). Total, cuando se las recuerdan dicen que «cambiaron de opinión»… En cambio, las malas películas obran en el prontuario hasta la muerte.
Pero en algo tenés razón: a los antikirchneristas no les interesan los archivos… salvo que comprometan a los kirchneristas, je.
septiembre 10, 2010 a las 9:43 am
This is pretty funny Q. Knowing that Ferreira loved very much AARDVARK and LAS VIDAS SUBLIMES in Locarno we’ll keep awaiting your forthcoming self correction.
Greetings
septiembre 10, 2010 a las 9:49 am
Correction. LA VIDA SUBLIME, not LAS VIDAS SUBLIMES. Bad movie.
Q