El infierno son los otros

por Janfiloso

¡Odio a la gente! Tal vez no la odie, pero la gente está llena de defectos y entonces detesto sus defectos y termino odiando la gente. Es un proceso de pura lógica que no termino de solucionar.

Estoy en la playa, miro a mi alrededor; un tercio de la gente habla por celular. Odio los celulares, odio a la gente que lleva el celular a la playa, odio a la gente que habla por celular en la playa, mataría a los que lo hacen a viva voz sin recato alguno.

El celular es el fetiche de la comunicación. La gente está convencida que porque habla por celular está llena de amigos, que tiene deliciosos diálogos y que sabe lo que hacen sus hijos; éstos mientras tanto, ya saben que con sólo llamar a sus padres al celular y decirles que están jugando al futbol mientras agotan su vigésima botella de cerveza entre cuatro todo estará bien. Hay gente que cree que hablar es dialogar, que hablar es sinónimo de comunicación.

¿Hay algo mejor que mirar el mar? El mar es la solución al “perpetuum mobile”, el cambio perpetuo, el devenir hecho presente y pasado al mismo tiempo, la vida misma. ¿Por qué la gente habla por celular a metros de mí y no me deja tranquilo mirando el mar? ¿Por qué a mis espaldas los niños malcriados de padres irresponsables manejan cuatriciclos por los médanos con un ruido atronador poniendo en riesgo sus vidas y las de terceros?

Estoy en la playa, intento mirar a mi alrededor, no puedo. Odio la gente pero parece que la gente no me odia a mí. ¿Por qué la gente clava su sombrilla tan cerca de la mía si yo llegué primero? No los conozco, no sé quiénes son, no me interesan sus conversaciones ¡por qué están tan cerca de mí!

Existe un problema astronómico que nadie ha logrado dilucidar. En primer lugar, debería haber una ley que estableciera la distancia mínima entre sombrillas, no digo cien metros, tal vez tampoco cincuenta ¿veinticinco? ¡doce y medio! Está bien, transemos en cinco metros. En esa distancia están los adoradores del sol que se ubican hacia el norte de la sombrilla y los que no adoramos el sol que nos colocamos en la sombra al sur de la sombrilla (digamos que hablo de las once de la mañana en la Argentina); resultado, entre el ubicado más al norte de una sombrilla y el ubicado más al sur en la otra, la distancia teórica de cinco metros se reduce a un metro con suerte. Si por desgracia te toca un ser absurdo que clava incomprensiblemente su sombrilla (en ausencia de la ley, claro, porque no se reúne el Congreso) a dos metros, entonces en un momento dado las poblaciones de ambas sombrillas se entremezclan en una promiscuidad irresponsable. Claramente Galileo no tuvo en cuenta este problema cuando sentó la teoría heliocéntrica.

Si la promiscuidad te obliga a hablar con tus involuntarios vecinos, entonces estás muerto. No digo que yo vaya a iniciar conversación alguna, pero es altamente probable que mi mujer sí lo haga, con el inminente peligro de quedar involucrado en una conversación en la cual no tengo el menor interés y con unas personas a quienes no conozco y no quiero conocer. A veces no es mi mujer, pero algún incidente involuntario puede ocurrir; –ojo que se te vuela la sombrilla, tomá esta gorra es tuya, me bajás un poquito el volumen de la radio por favor– son ejemplos de diálogos que hasta podría iniciar yo mismo con consecuencias inimaginables hacia el futuro.

El último punto remite al respeto por la industria gráfica. No puedo concebir que la gente lleve a la playa diarios, revistas y/o libros. En el caso de libros me parece criminal que vuelvan destruidos y llenos de arena, sin perjuicio que leer con el sol en la hoja te destruye la retina (vox populi, vox dei) y si tenés sombra en la hoja no se ve un pomo. Revistas es absurdo llevar a la playa porque lo único que hay en las revistas son minas en bikini, y para eso las ves en carne y hueso; no te digo que es la misma merca, pero para hacerme la película con una mina prefiero la que puedo mirar mientras se mueve y no la estática de la revista encima con Photoshop. Mirar minas en la playa es un instituto protegido; la clave es estar siempre munido de anteojos negros para que tu cónyuge no pueda acusarte de actitudes lascivas.

La gente que lleva el diario a la playa merece una pena equivalente al robo en banda en descampado. El diario en la playa representa la lucha contra los elementos, lucha en la cual ganan siempre los elementos; es estúpido ver a hombres serios intentando leer el diario contra y/o a favor del viento, primero lo doblan en mitades, luego en cuartos y finalmente terminan leyendo el diario en octavillas; el diario termina desarmado, destruido, lleno de arena. ¿Quién puede leer después un diario así? Lo único que banco son los crucigramas con el diario de ayer, aunque estoy harto de soplarle a todo el mundo que el nombre del dios egipcio del sol es “Ra” y además, siempre estará el problema del sol o la sombra en la hoja, la retina y todas esas cosas.

Odio a la gente y no creo que mi problema tenga solución, es más, estoy casi seguro de que el tema se agrava con el paso de los años. Tengo que encontrar la montaña de Zaratustra.

Foto: Flavia de la Fuente

32 respuestas to “El infierno son los otros”

  1. Santi Says:

    Por razones de estricto hábito, mis únicos momentos de lectura son en el subte. Para complicar la cuestión, tengo que leer parado, porque si me siento, probablemente me quede dormido.
    No hay nada que me moleste más que estar leyendo y que a algúna persona le suene el celular. Bueno, sí: lo que más me molesta es que esa misma persona se ponga a hablar en voz (muy) alta. Me hacen acordar a mi abuela cuando hablaba por teléfono a los gritos con mi tío sólo porque ella estaba en Buenos Aires y él en Paraná.
    Particularmente, esta situación me molesta sobremanera si la que habla es una mujer joven; suelen hablar como si estuvieran solas, haciendo pública una privacidad que a nadie le importa. Incluso, en más de una oportunidad, he detectado chicas que fingían tener una conversación telefónica; en todos los casos, se mostraban como mujeres seguras, de personalidad fuerte e indomables, pero en un instante preciso, la parodia se volvía patética y ellas no podían notarlo. En ese momento, las odiaba.

  2. Romero Korbiluzh (ex Gabriel) Says:

    Coincido totalmente, salvo en lo referente a los libros (soy de los que leen en la playa). Yo también odio a la gente. Pero si solo los odiara por esto, mis esperanzas en que las cosas alguna vez cambien tendrían más sustento que mis tontas ilusiones de creer que esta mierda no puede ser eterna.

  3. abrunhosa Says:

    La referencia a la lectura en la playa me hizo acordar de este pasaje de Alfonso Reyes, en La experiencia literaria (Categorías de la lectura):

    «El libro, como la sensitiva, cierra sus hojas al tacto impertinente. Hay que llegar hasta él sin ser sentido. Ejercicio, casi, de faquir. Hay que acallar previamente en nuestro espíritu todos los ruidos parásitos que traemos desde la calle, los negocios y afanes, y hasta el ansia excesiva de información literaria. Entonces, en el silencio, comienza a escucharse la voz del libro; medrosa acaso, pronta a desaparecer si se la solicita con cualquier apremio sospechoso. Por eso sir Walter Raleigh pensaba que, en cada época, sólo hay dos o tres lectores verdaderos (Cartas, I, 233).»

    En el subte, vaya y pase, pero en la playa… con arena, viento, mar, niños y cuerpos infartantes. Imposible.

  4. Gerardo Ojeda Says:

    Hay que ir a las 9 y media y quedarse hasya las 11 ,ahi podes leer el diario,no hay viento.

  5. Pepe Trueno Says:

    Y F & Q… ¿Qué onda con el MARFICI? :-P

  6. pablot Says:

    Misterio insondable: ¿por qué la gente reproduce la histeria de su cotidianeidad cuando se supone que se va de vacaciones para descansar de ella («desenchufarse»)?
    Análoga perplejidad me provoca, a lo largo del año, que tantas personas elijan, como prólogo al sueño nocturno luego de un día agitado, que por la tele un tipo les grite y los siga bombardeando con publicidades.

    En cuanto a leer libros en la playa, pocos placeres comparables. El asunto es en cuál y en qué momento.
    Porque no es lo mismo ubicarse como puntito dentro de un plano general repleto de gente moviéndose (a lo Tati), que estar en una playa ancha, poco concurrida y al atardecer, pausando una lectura apasionada con la visión del mar.

    ¡Cómo disfruté de El Arpa de Hierba de Capote el pasado diciembre en Valeria del Mar!

  7. Pepe Trueno Says:

    Janfi… deberías dedicarte al stand-up :-P

  8. socratico Says:

    Muy bueno. Pero no sos vos quien odia a la gente sino tus antiguas molestias estomacales que agrían cuaqluier carácter. Deberías tener, como yo, una playa personal que por estar lejos me pone a salvo de cualquier irresponsable que se ponga a tomar mate a mi lado.

  9. janfiloso Says:

    Gracias por los comentarios. Creo que «el odio a la gente» transita bastante cerca de la fobia social, una mezcla de timidez, angustia y paranoia. Todos hacemos cagadas, pero las nuestras son inocentes y no molestan a nadie (jua). Yo por ejemplo fumo y apago el cigarrillo en la arena; entiendo que cualquiera que me vea hacerlo piense que soy un destructor del medio ambiente y sin duda tendría razón, pero bueno, en definitiva se trata de los defectos ajenos, no de los propios (por suerte).

  10. oscar Says:

    completamente de acuerdo. respecto de los celulares, hay que hacer lo que vi que haca uno en una fiesta en la playa hace unos años. habia dos hablando y un tercero que manoseaba el celular, llamaba, lo llamaban, etc. finalmente, uno de los dos le saco el telefono y lo tiro al mar.

  11. lalectoraprovisoria Says:

    Yo estaba ahí. Fue impresionante, aun estando todos muy borrachos.

    Q

  12. lalectoraprovisoria Says:

    Yo también lo vi, Oscar. Fue en Cannes, en el cóctel del festival de San Sebastián. un momento inolvidable.

    F

  13. alejobostero Says:

    Yo me compro 5 libros por veraneo. Leer en la playa es lo más, pero la gente confunde leer con posar la vista sobre best sellers de temporada. A la playa se llevan libros jodidos. Cuando quiero descansar un cacho, me pego un chapuzón, me miro un buen culo y retomo.

  14. Pepe Trueno Says:

    Flor de turro el que lo tiró al mar… ¡sabés lo lindo que contaminan esas baterías! La salinidad del agua enseguida las rompe y las abre :-S
    alejo… ¿en las playas de mardel hay buenos culos? o como diría HAT solo de «señoras gordas mal vestidas para la ocasión» Como unas fotos que vi de la ridícula de Marcela Tinayre que andan dando vueltas por la güeb… ¡puaj! :-P

  15. janfiloso Says:

    Chiste verano 2010 : antes para ver un culo había que correr la bikini, ahora, para ver una bikini hay que correr el culo.
    (No es machismo al pedo eh, es solo recreo machista)

  16. alejobostero Says:

    Pepe: antes de veranear en Mar del Plata prefiero laburar en la morgue de Puerto Príncipe… Mis lugares de descanso se encuentran allende el paralelo 26º.

  17. janfiloso Says:

    alejo, eso es humor muuuuuuuuy negro …

  18. Incubo Says:

    Que cool irse de voluntario a Haití.
    Hay que ponerlo de moda como vacaciones del segmento top.

  19. saneduardoclon Says:

    Estuve unos dias en la playa, y es tal cual como lo dice janfi, jaja, buenisimo tu post.

    Hay un problema más de caracter exponencial para agregar y es este:

    La gran cantidad de celulitis (pozos adiposos cual geografia marciana) en gluteos y tercio proximal de los muslos de chicas jovenes,de mediana edad y maduritas. Casi ninguna se salva, y los colombianos vendedores de pareos ( que curten falsa onda Costa de Marfil ) hacen sus buenos negocios, cubriendo y silenciando la terrible epidemia, que se desató visualmente en la costa atlántica.

    Otra que la H1N1, y para esta no hay vacuna, salvo succiones peligrosisimas y que al cabo de unos años vuelven alegremente, con mas fuerza y con pozos de irregularidad grotesca e infinita.

    Por lo tanto, los amantes de la lectura acorde a la playa y a los metros de separación minimo con sus congéneres, pueden si se encuentra el habitat, leer tranquilamente sin anteojos oscuros.
    El voyeurismo gratificante de antaño está en franca decadencia.
    No hay derecho,
    y es un indice real que la evolución de la especie se ha mesetado. No sigan solo con el post-kyoto, con la desertización, con el agujero de ozono, con la acidificación de los mares,con los movimientos tectónicos……….las minas playeras nos marcan indudablemente cual demostración práctica, que la involución somática sapiens, va a la par de estos desastres comentados.

    Solo de vez en cuando un digno colaless que corre hacia las olas, me hace pensar en su detenida observancia, que la Salvación, es todavia posible.

  20. Pepe Trueno Says:

    Respecto de los culos exhuberantes en vedetongas y modelos.. ¡recordémoslos tal cual son ahora! porque con las porquerías que se inyectan, cuando se les caigan… vamos a empezar a ver sensual hasta a Teresa Parodi :-P
    Y no está mal lo de EMB, alguien que va del dicho al hecho… espero no sea un golpe de efecto nomás… que sea sincero… sino allá va a estorbar…

  21. Esteban Says:

    Paralelo 26º? Lo lindo es que por ahí debe estar fresquito…

    Para mí en temporada la playa no existe (vivo de diciembre a abril, y algún rato del resto del año, en una ciudad playera), en diciembre y marzo la piso seguido pero siempre voy y vengo. Supongo que debe ser que nunca entendí bien cómo se usa la playa (y que me molesta la arena para todo, y que me molesta como queda la piel cuando salgo del mar y me seco, y que me molestan todos los mohínes playeros que bien han quedado reflejados en el texto).
    Los que vivimos acá necesitamos del turismo, el turismo convierte este lugar en otro (en uno desagradable). Necesitamos que vengan, queremos que se vayan, bastante esquizofrénica la cosa.

  22. elsita Says:

    odian a la gente? ¿blancos y negros?

  23. alejobostero Says:

    Janfiloso: lo sé, mi filtro colapsó hace mucho tiempo…

  24. janfiloso Says:

    Bueno elsita, tanto en el amor como en el odio a la humanidad no existe el racismo; si la vamos a hacer hagámosla bien.
    SEC, no sé por que tu post-Kyoto me recordó mas vale al post-coito.

  25. janfiloso Says:

    (y tiene razón montañés, estamos escatológicos)

  26. vincentvega Says:

    solucion: ser original para elegir lugares, a una playa como la de la foto con todos encimados no voy ni loco, lo unico que peor que la gente es la gente en vacaciones, por suerte siempre hay lugares alternativos, desolados, mi clase de lugares. la batalla contra los celulares (en la playa, en el cine, en la casa de uno incluso) esta perdida, es como odiar el sol o la lluvia, pero a diferencia de estos todavia hay lugares donde aquellos no llegan (ej. el chalten) esas son vacaciones, el nuevo enemigo: internet inalambrico, chatear al aire libre en playa, lago, atc, de eso no se vuelve. saludos

  27. elsita Says:

    janfi date una vuelta por las playas de macri y contanos como son antes de abrirte las venas .

  28. Jorge Says:

    Casualmente…

    http://www.nacionapache.com.ar/archives/3675

  29. Almafuerte Says:

    El infierno son los otros, pero se puede evitar entrar, es conveniente ir a las playas sólo en diciembre y marzo.
    Es muy grato el descanso en lugares donde no hay ascensores ni cajeros automáticos, por ejemplo. Ni publicidad de grandes empresas, ni paisajes esponsoreados por Personal y Movistar.
    Vivimos rodeados de tanto ruido y basura que ya ni nos damos cuenta…

  30. Mr Bean Says:

    Concuerdo con lo del celular, me enferma ver a la gente hablando por celular en la playa (en realidad en general) y mas que se pongan a los gritos como queriendo llamar la atencion….despues lo de mirar mujeres es el abc de la playa, si no hubiera mujeres no duraria ni 5 minutos en la playa con viento , sol destructivo y gente que solo esta dispuesta a romperte las bolas…..capitulo aparte para los que se ponen a hacer partidos mundiales y a muerte de futbol, los viejos chotos con canchas de tejo con dimensiones inhumanas, nunca falta alguien que esta con la novia paleteando y te viven jodiendo con la pelotita.

  31. estrella Says:

    Janfi, sos muy gracioso!
    Me estoy riendo sola…

    Los comentaristas aportaron grandes verdades. Mr Bean tiene mucha razón con lo de las canchas de tejo y la pelotita!!!

    Otra cosa que vi estos días en la playa: hay niñitos muy insoportables, que tienen cagando a sus viejos: «quiero un helado», «traeme un balde con agua», «dame tu silla» (¡sí!, yo lo vi) … y los padres los obedecen, ¿por qué?

  32. janfiloso Says:

    un padre que no es un padre
    mas que padre es un boludo
    (de los borradores no publicados del martin fierro)

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