2 de marzo, lluvia todo el día
por Flavia de la Fuente
Harta del encierro me puse las botas de lluvia, el piloto y salí a ver qué había en los alrededores de casa. Mi idea era sacar fotos de charcos. Tal vez encontrara reflejos extraños. Ni bien cerré la puerta, se largó una tenue llovizna. Y bueno, pensé, vamos igual. Entre le ruido del fútbol y una refrescante llovizna, bienvenida el agua bendita. Caminé unos metros y me encontré con una familia optimista. Hacían un picnic con mesita y banquitos y se refugiaban del viento detrás de un médano. Les saqué una foto y los felicité por la buena disposición frente a las circunstancias adversas. Al mal tiempo, buena cara, se llama eso. Y tenían muy buena cara. Se los veía felices. Los adultos sonreían mientras veían jugar a su hijo en el médano y también se divertían juntos tomando mate y comiendo no sé qué. Hoy era su primer día de vacaciones. Bienvenidos al continuo temporal de la costa, pensé. Pero no quise que se desdibujara su sonrisa. Aunque no creo que pudiera desdibujarla con ningún comentario. Parecían esa clase de personas que solo una desgracia les puede sacar la alegría de vivir. Me sorprendo cada vez que me cruzo con esos privilegiados.
Seguí caminando y me encontré con la imagen del rotundo fracaso de Sísifo. Hoy el muelle estaba casi enterrado en la playa. Se nota que hace días que Sísifo no viene. O tal vez ya no venga más porque se terminó la temporada. Mi querido muelle corre peligro. Si la municipalidad no toma cartas en el asunto y envía máquinas para levantar los médanos que lo rodean nos vamos a quedar sin muelle en San Clemente. Dicen por ahí que todo se trata de una pelea entre el Club de pescadores (los dueños del muelle) y la Municipalidad. Los empleados municipales solo quitan la arena hasta la entrada del muelle. El resto no les importa. Y repito. ¿Cómo es posible que no le importe a la municipalidad de un pueblo que su único muelle quede sepultado entre los médanos? La burocracia me desquicia.
Seguí caminando y pensando en el fin del verano. Ya no está Sísifo. El muelle está por desaparecer. Llueve desde hace casi una semana. En breve hay que ir a Buenos Aires. Di unos pocos pasos más y vi a lo lejos una pareja de enamorados que habían salido a caminar por la playa. Iban tomados de la mano.
Para mi sorpresa, la playa estaba poblada de gente. Algunos caminaban descalzos por la orilla del mar y disfrutaban con el contacto refrescante del agua en los pies. Otros hacían windsurf. Pensé: me parece que hay que sacar pecho y hacerle frente al temporal.
Llegué a la punta del muelle y decidí no bajar a la playa. Me daba fiaca llenarme de arena y, además, las botas de lluvia no son muy cómodas para caminar. Me quedé junto al pescado de cemento del muelle y noté que el pobre había sido agraviado durante este verano. Alguien le escribió “hola” cerca de la boca y también le estamparon unos dibujitos. Saqué fotos de los nubarrones y el mar, tomé viento y emprendí la retirada. En el camino de vuelta me crucé con una pescadora. Una mujer bastante vieja, grandota y tosca, que parecía una pescadora profesional. Me vio sacarle la foto y no se inmutó. Yo no la quería incomodar así que no osé gatillar una vez más. Parecía reconcentrada en lo suyo. Acaso pescaba para poder cenar esa noche. Tenía el aspecto de una mujer de pocas palabras.
Abandoné la zona sepultada del muelle y llegué de nuevo a la Costanera. Miré hacia mi casita blanca y sentí que todavía no tenía ganas de volver a encerrarme. Y, además, pensé, seguro que sigue el ruido del fútbol. Mejor camino un poco por la Costanera hacia el Norte. Tal vez haya algún charco nuevo e interesante. Subí las dos lomas que se forman en la calle y cuando descendía me encontré con un charco gigante, más bien habría que decir que me encontré con un río que desembocaba en un lago que terminaba en el médano.
No encontré los reflejos que esperaba, pero de pronto me sentí en Venecia. Hoy hubo muchas calles inundadas en el pueblo. Nosotros, por suerte, vivimos en los altos de San Clemente, así que siempre nos salvamos del ataque de las aguas.
No es el mar visto desde un barco. Es el lago que se formó en la Costanera. Recién Q me comentó que se suspendió el partido de River por la lluvia. Se ve que estos chaparrones son algo serio. Me gustaron las imágenes venecianas. Hasta había olitas. Pero amigos, ahora los tengo que dejar. Voy a volver al muelle a ver las nubes negras al atardecer. Veremos con qué me encuentro. Hasta pronto.
marzo 2, 2008 a las 11:48 pm
El problema del muelle es muy serio. Hay un cartel que dice prohibido quedarse bajo el muelle. Esto es para la gente que se queda al reparo de su sombra. Le pregunte al bañero cuál era el motivo de esa limitación. Me mostró que el muelle esta apuntalado, porque se cayó parte de la estructura de cemento.
Es lamentable que dejen que se desmorone el muelle y nadie se queje. ¿Saben una cosa? En San Clemente generalmente la gente está riendo, contenta. Pienso que es porque llegaron a las vacaciones haciendo un gran esfuerzo, por eso las disfrutan más. Con muy poco la pasan bien. Voy a tener que volver a los Mejoralitos, no me acuerdo de la escultura del pescado.
marzo 3, 2008 a las 12:09 pm
Me quedo acá, mirando las fotos acuáticas, porque en otras partes del blog no se puede estar… ¡se están matando! (literalmente).
marzo 3, 2008 a las 12:28 pm
Estrella, yo tampoco sé dónde meterme. No los aguanto más.
Besos,
F
marzo 3, 2008 a las 12:32 pm
¿será el fin del mundo?
Había un pasaje de una novela de Ana María Shua (no recuerdo cuál) en que alguien gritaba: ¡a coger a coger que se acaba el mundo!
marzo 3, 2008 a las 1:12 pm
Janfi, y sí parece el fin del mundo. La violencia y maldad que sale de los cerebros de ciertos bloggers me da un tristeza enorme. Dan ganas de salir rajando.
F
marzo 3, 2008 a las 1:18 pm
Tenés toda la razón Flavia, no pensaron seriamente en seleccionar algunos comentarios.. y comentadores/as
Saludos, que les sea leve…
marzo 3, 2008 a las 1:44 pm
Bueno, yo también me fui de mambo, sólo que reflexioné y paré.
Como dice un amigo mío: «nunca lo hice ni lo volveré a hacer».
marzo 3, 2008 a las 1:46 pm
Janfi, vos te tenías que defender. No hay punto de comparación entre tu comment de la piña a Maia y las cosas que leí entre ayer y hoy. Lo tuyo era calentura genuina. Lo otro es un campeonato de quién es más perverso o algo así que a mí me supera.
F
marzo 3, 2008 a las 2:36 pm
Si, es así, pero fijate que ahora estoy jodiendo con los alfajores guaymallén y ya está aflojando (espero).
marzo 3, 2008 a las 2:46 pm
(no será Tomas Abraham, pero …)
Prisma El efecto Lucifer
Por Enrique Valiente Noailles
Para LA NACION
Philip Zimbardo, profesor emérito de la Universidad de Standford, fue quien condujo en 1971 el experimento en el cual se le asignaba al azar a estudiantes, durante dos semanas y en una prisión simulada, la tarea de ejercer el rol de guardiacárcel o de prisionero. Sucedió que los guardias se convirtieron en seres tan brutales que el experimento tuvo que ser suspendido luego de sólo seis días. Zimbardo acuñó así «El efecto Lucifer», concepto que señala el momento en el cual un ser humano normal se transforma en un ser cruel y malvado. Zimbardo expondrá oportunamente sobre este tema, haciendo particular referencia a Abu Ghraib, en una conferencia que comienza el martes en California y que reúne a celebridades varias, Al Gore entre ellos.
Existe una capacidad, aparentemente común a todos, en las circunstancias adecuadas, de convertirnos en verdugos. Cada hombre lleva, como posibilidad, la encarnación del mal. ¿De qué depende trasponer o no el umbral? La conciencia no está iluminada siempre de la misma forma. Parece más bien un cuarto en el que la intensidad de la luz va variando, y en el que pueden crearse condiciones para la desaparición de la lucidez moral. Por de pronto, ciertamente, las situaciones de masificación lo son. Porchia decía que cien hombres juntos son la centésima parte de un hombre. En esa línea, una multitud sellada por una ideología y un contexto propicio puede debilitar la conciencia crítica hasta el punto de reducir a una centésima parte la propia capacidad de discernir entre los actos.
¿La Shoah está ya lejos? La distancia en relación con las formas radicales del mal es también una ilusión. Pensamos a veces que en esta materia existe una evolución del ser humano, cuando la experiencia nos muestra que no hay evolución ni involución, sino a veces, simplemente, una brusca reversión. Si se pensara activamente esta cuestión, el riesgo de repetición de casos atroces sería posiblemente menor. Antes de la segunda guerra, Jung alertaba sobre la necesidad de reflexionar sobre el arquetipo de la sombra, porque veía una situación latente a punto de desatarse. ¿Existe la percepción de un crimen original, un mal radical anterior a toda subjetividad, que el hombre se vería tentado de reproducir? ¿Hay un goce del mal que si no es capaz de ser pensado debe ser actuado? En todo caso, si hay un antídoto, sólo puede ser encontrado en el corazón del problema.
marzo 4, 2008 a las 12:35 am
Qué bueno lo de Porchia. Entonces en un estadio de fútbol repleto habría… ¿cuánta humanidad?
Por otro lado, si leyeron o vieron el programa sobre Trimarco esta noche, habrán visto otra manifestación del Efecto Lucifer. Hablaban de cuatro millones de mujeres esclavizadas sexualmente en el mundo… Con los millones de cómplices que eso significa! Eso es un problema, y no lo que pasa en el big bang de los egos de algunos bloggers. Entre la inercia coimera político-policial y la abismal pobreza de esas chicas (y su infinita inocencia -¡una tildó de ‘caradura’ a uno de sus negreros-tratantes-sometedores-violadores-torturadores!-), no necesitaba que se sumara el tonito de Gastoncito Pauls alargando patéticamente el final de las frases, como suele. Para colmo, lo adiestró a su hermanito Nico -si vieron su programa de viajes, sabrán de qué hablo. Pero volviendo, qué huevos esa mujer!
marzo 4, 2008 a las 11:14 am
HDT, en un estadio de futbol hay humanidad negativa;
el domingo anteanterior (¿ se dice así ?), Racing había perdido (para variar) y un grupo de gente pedía la renuncia de la empresa gerenciadora (Di Tomaso); era gente normal, pero los veía por la tele y pensaba, están tan deshumanizados, tan masificados, que si Di Tomaso apareciera lo matan, te juro que pensé que lo mataban, lo linchaban ahí mismo;
este es el efecto lucifer y el arquetipo de la sombra de Jung.
marzo 4, 2008 a las 3:36 pm
Nosotros eramos tan humanos… Cantabamos «creo en angelitos», hasta que el desgraciado de Bjorn me metio los cuernos!!! Y todo se fue al carajo!
Chicos, no se hagan mala sangre! En un mundo como el que vivimos, donde no se puede estar absolutamente exentos de la violencia reinante, que dos o mas tontones se insulten en un blog, es algo nimio, trivial… hasta divertido! Miren si no: Hasta nosotras, las chicas de ABBA nos peleamos! Chau lindos.-
pd.: Janfi, se estan cagando a palos para hacerte ganar los alfajores y la cena en Fechorías! Vos sos el culpable!
marzo 5, 2008 a las 10:15 am
Flavia, ese mismo domingo salí a sacar fotos al muelle de Santa Teresita y compartimos el mismo cielo!
Es increíble como cuando uno tiene ganas de capturar el momento salen fotos interesantes.
julio 6, 2012 a las 11:52 pm
la esquina venciana es la de calle 2 norte y costanera. En el edificio que aparece paso mis vacaciones desde hace mas de 20 años. La inundacion cada vez que llueve, porque no destapan el desague en la playa a tiempo, forma parte del encanto del lugar. Mis hijos de chiquitos se entretenian de lo lindo viendo navegar los autos. Las bravas que recuerdo fueron las de febrero de 1993 y 1994, ahi no habia forma de pasar. Saludos.