Infusoria

Cinco poemas

por Dasbald

1

La sangre florida

Confidencialmente el año entretejió su propio cerco
Con la muerte.
Seguro su nuca volverá a enmudecer
Bajo la caricia de otra palma y la espalda
Reflejará un sudor libre de toda amenaza.
¿No se atreve o no logra abrir los ojos?
El sueño se despuma una y otra vez
Contra la rompiente de la almohada
Justo cuando cree que el destino
Comienza a trazar con sus instrumentos de navegación
Nuevas líneas en las palmas húmedas.
No habrá alivio tampoco
En las distracciones del sonambulismo.
Ya no puede moverse ni mucho menos
Sentir el perfume de las flores que se ahuyentan
Convirtiéndolo a él mismo tras su envoltorio
En un ramo necesitado de más y más oxígeno y pastillas nuevas
Que se disolverán coloreándolo desde el interior
Como a las flores blancas la tinta
Con la que solían adornarlas al teñir
El agua de los floreros en fiestas especiales.

 

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2

Estudios universales

Si la estética china había encontrado
Primero en la poesía y luego en las demás artes
Como la insipidez con su remanente de sabor o sonido
Huye hacia la absoluta abstracción de la sugerencia,
También su sonrisa no volverá
Hacia los sueños
Sino oculta en otro caracol
Destruyendo así todas las posibles metáforas
De este juego de azar
Donde las caras de las páginas se multiplican
Acorraladas con cada posible jugada.
Un arte poético en el que
Algún detalle es imposible precisar. .

El recuerdo se extenderá sobre el invierno
Y ya no podrá recortarlo
Contra este género incurable.
No se tratará de la experiencia que sangra
Ni de una ola que rompe su cresta
Contra la escollera del sentimiento.
No se irá, el silencio se lo impide ya.
Los signos de interrogación que cuelgan
De cada una de las preguntas
Una y otra vez borrarán el paisaje,
Los estilismos y las miles de ojeras
Con las que la erudición puede contemplarse.
¿Cómo explicarles a las palabras
Una vez sentado a su mesa?
¿Qué les había prometido en sueños
Dándoles la espalda bajo la selva tropical del acolchado?

Al sentarse sobre el borde de piedra e inclinar el cuerpo
Arroja las pepitas de ladrillo que juntó y guardó por años
Y los días de la construcción del jardín y la fuente
Que surcaron con sus óvalos y círculos primero
La imaginación de su abuelo
Se deslizan con cada una
Sobre la pendiente carnosa de la mano
Alivianando su peso al entrar en contacto
Con el agua y caer lentamente hasta depositar
El espectro de su volumen
Junto a otros recuerdos
Más lejanos, más pesados, sobre el fondo enmohecido
Al final de su paseo por las quintas vecinas
De lechuga, brócolis, repollos blancos y colorados,
Coliflores, zanahorias o maíz junto a los girasoles
Que contienen los límites del verano
Y las cañas anudadas donde crecen
Los tomates entrelazados a sus chozas: todo
Lo que la diurnidad puede ofrecer con el sincronismo de su lógica
Frente a un país lleno de señales que se desarrollan
Descomponiéndose junto las plantas marchitas
Que se alejan en el color de su propio fin.
De la casa más próxima escucha
A los hijos del instructor de aikido
Chapotear en la pileta
Vacacionando dentro de los últimos resplandores de su incubadora,
Y el olor a cloro se confunde con las risas
Filtradas al traspasar las cortinas de enredaderas
Como sonoras serpentinas transparentes
Cayendo contra un fondo opaco, verde oscuro,
De ligustros recién podados,
Y así,
Una vez sentado junto a las rejas del portón
Sobre su propio colchón de latidos musculares,
Se vacía de una manera que se envuelve
A sí misma de muchas maneras
Regresando siempre hacia un único estado de cohesión
Con la superficie de la realidad
Sin otra sinestesia
Que los estambres abiertos de la tarde
Cuando llega la hora
En la que se pueden observar desde todas las direcciones
Los astros surcando las gigantescas habitaciones circulares
Donde exhiben su suavidad de lepidópteros nocturnos.

 

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3

La vida de los poetas menores

Bien se puede imaginar la constelación
Que produciría su muerte ahora
Dentro de una minúscula galaxia de dolor,
Pero no su descanso.
Fue en alguno de los tantos valles acantonados
De la palabra
Donde se le reveló
Al apartarse por primera vez
Dejando al aire su cabellera de cumbres borrascosas.
¿Qué le había suspirado con la primera mentira
Envuelta por el corazón foliado del paraíso
Desde donde veía caer las perlitas verdes entre
Las cuales seleccionarían más tarde las más grandes
Para cargar sus pistolas de goma
Y contarse mutuamente las marcas y moretones
Que recibiría en procesión el cuerpo
Junto con el puntaje final de este juego?
Los paraísos han sido cortados y reemplazados.
Otra flor lila cae de otro árbol y describe en el aire
La trayectoria de una pincelada sobre un fondo vacío.
La temperatura aumenta.
Los tilos se abren aun más y en su ebullición atmosférica
Una infusión tóxica se transforma
Encapuchando luego con vagas ensoñaciones y estremecimientos
Imposibles de apartar:
He aquí el único surtidor que llega a la mente
Escanciándola hasta el borde del silencio
Y dejando a su propia muerte intacta
Como la mejilla
De una nueva estación.

 

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4

Invernadero flotante

Los azules y los carmines
Como siameses regulados por un metrónomo amarillo
Ensayan del amanecer al crepúsculo
Proyectándose contra las bambalinas de gasa que caen sobre el alféizar
En telones de cacerías y dramas.
Sólo las noches transcurren protegidas
Bajo los tesoros de las lámparas encendidas
Así como en la profundidad
De los tantos ramos de claveles, rosas, gladiolos
Y cofias verdes de helechos
Que envuelven con su bosquecito los sillones,
Su mano izquierda incluyendo posiblemente
La curva perecedera de la muñeca hacia el antebrazo,
Se reflejará únicamente
Si el espejo logra capturar alguna
De las formas con la profundidad de su brillo perpetuo
Como un epílogo a las sombras que sustraen desde el pasillo
Mientras escribe sin descanso:
Palabras extraídas de los diccionarios en todas las lenguas
Que es capaz de leer o desentrañar usando
Sus dedos y lápices de prolijo estafador.
Listas redactadas en un acto de redención inversificable.
O puede interrumpirse y rezar
Alguna plegaria fervorosamente incapaz
De contener el recuerdo de la planta de sus pies
Cuando se hundían en su propia laguna
Al sentirse besados.

 

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5

Otra caligrafía de la enfermedad

La lluvia cae espesa durante toda la noche
Con el brillo de una cabellera lacia.
Repentinamente algunos mechones se iluminan
Más que otros fijando su facetado perfecto
En el engarce de la retina.
Otros luchan violentamente
O se retuercen derramándose contra el frontón
De pinos azules, eucaliptos
Y ciruelos y durazneros sobrecargados.
Algunos frutos ya se pudren
Sobre el pasto crecido
Exudando con ostentación en torno a un único hueso
Que puja desde el interior, filoso.
Los recientemente liberados
Brillan protegidos como un soplillo precioso
Guardado en el césped ortigado
De esta jardinería que se proyecta
Desde la heterodoxia del desván de los somníferos.
¿Cuánto tiempo más podrá rodearse
De los fantasmas que una y otra vez
Salen de los retratos hacia una cena secreta e inmovilizante,
Para jugar entre discusiones con su niñez,
Manipulándola torpemente como a un juguete
Al que se le ha perdido la cuerda
Que al menos lo haría recorrer su circuito
Por unos breves momentos?
Discuten tratando de amortiguar el sonido de sus voces.
Una ausencia de color en el comienzo
De una desintegración los convierte en cazadores
De sucesos minúsculos
Entre almohadones, toallas adecuadamente plegadas,
O bien en ovillos de pensamiento
En el fondo del silenciador
De una escopeta.
Cada voz acecha y cobra vida
Como la piel descartada de una serpiente.
Cuando indignados se niegan a bajar de los retratos
Es imposible no albergar
La sospecha de algún acto deshonesto
Cometido en connivencia
Con el autor de las pinturas o las fotografías,
Sobre todo cuando sale por la mañana al jardín
Y encuentra los rastros de una reunión a media noche.
No pienso volver a esta casa,
dice aún una de las voces, que resuena
Como los pasos silenciosos de un animal que caminó dormido.

 

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Fotos: Flavia de la Fuente

4 respuestas to “Infusoria”

  1. janfiloso Says:

    Literatura no es mi fuerte y mucho menos poesía, pero cada vez que leo poesía siempre me alegra ! Que suerte que hay gente que escribe poesía ¡

  2. carlos Says:

    La poesía siempre es una buena noticia.
    Gracias Dasbald.

  3. estrella Says:

    Un placer lo que leo y lo que veo.

  4. lilia muñoz Says:

    Muy difícil encontrar eso, palabras, sobre la sobrecogedora jardinería proyectada en vigilias y que surca -infusiona-, mal o bien, también nuestra imaginación.
    Tampoco yo califico para comentar, pero también digo gracias.
    Qué bien acompañan las imágenes.
    En lo formal me sorprende el uso de las mayúsculas que también están en otros poemas de Dasbald. Provocan un extraño efecto.

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