Después de la muerte
por Tomás Abraham
Quien ha llevado una vida disoluta al morir tiene el alma en malas condiciones. La imagen de Platón es plástica, habla de un alma con manchas, afeada, cubierta por una capa tosca, pesada, terrestre y visible. Un alma así anda errante y mora por los cementerios. No ha podido desprenderse por completo de su corporalidad y por eso tiene un mínimo grado de visibilidad que la hace espectro. A esta peculiaridad se debe la realidad de los fantasmas que habitan alrededor de las tumbas.
Pavor les producía a los griegos la posibilidad de la errancia del alma. Su relación con la fijeza, con el arraigo, con el lugar, se muestra en el dictamen del peor de los castigos: el destierro. Un hombre sin tierra, un alma sin morada, el sin rumbo, es el peor de los dolores.
Por eso Sócrates no acepta la sugerencia de sus amigos que le recomiendan huir de Atenas, de ahí que insista en su subordinación a las leyes de su ciudad. El lugar es la identidad.
Sócrates se refiere ahora a lo que sucede después de la muerte. Dice que quien ha hecho de su vientre su dios, se reencarnará en un asno o en un animal semejante, supongo una mula. Las almas que han amado la injusticia, la tiranía y las rapiñas irán a animar cuerpos de lobos, gavilanes y halcones.
Todas las almas se reencarnarán en cuerpos análogos a sus gustos. Aquellas que han tenido un soporte material que supo de la templanza y la justicia, habitarán animales pacíficos y dulces como las abejas, las avispas y las hormigas. También podrán aspirar a ocupar en el futuro un cuerpo humano para formar hombres de bien.
El cuerpo es una prisión oscura, agrega. El filósofo se identifica con los cisnes que cuando van a morir cantan mejor aquel día que lo han hecho nunca a causa de la alegría por unirse con el dios al que sirven. Sócrates, consagrado a Apolo, lo invoca en sus últimos momentos.
El maestro no quiere convencer a sus amigos. Es cierto que les habla de sus pensamientos, los ve apesadumbrados, hasta desesperados, y sabe que si esta actitud no es pensada toda su enseñanza se pierde, hasta para él mismo.
La razón, el logos, la ventura que nos proporciona el alma para ver la esencia de las cosas, es lo único que puede liberarnos del engaño de los sentidos y de las pasiones. Es necesario luchar contra los enemigos de la razón, los misólogos. Pero a diferencia de los disputadores tercos, Sócrates aclara algo de gran importancia: “yo no intento sólo persuadir sino convencerme a mí mismo”.
No es dueño ni poseedor de la verdad. Reconoce no conocer las causas de ninguna de las cosas que afirma. Ni presume de saber si cuando a uno se le añade otro uno, si es éste uno al que se le añadió un otro, es el que se convierte en dos…
Anaxágoras, recuerda, es quien sostuvo que existe una Inteligencia que es causa de todo y que ha dispuesto el mundo del mejor modo posible. Averiguar el orden de este cosmos así diagramado nos permite no sólo alcanzar a comprender la perfección sino su desarreglo. La ciencia es una sola.
Sin embargo, Sócrates dice estar cansado de examinar las cosas. Le sucede lo mismo que a los que miran directamente un eclipse de sol. Se hacen daño a los ojos. Pierden la vista si no toman la precaución de observar en el agua o en cualquier otro medio la imagen del astro. Este discurrir por una infinidad de medios es lo que cansa al maestro.
Se acerca el final. Sócrates rememora los mitos del viaje de las almas. El abismo profundo lleva a las almas malditas al Tártaro en el que se reúnen las aguas de los ríos, de Océano. Aqueronte, Puriflegeton. Las almas buenas vuelven a la tierra, y las purificadas por la filosofía se hacen etéreas.
Cae el sol, es tiempo del baño. Sus tres hijos lo acompañan a lavarse. Se sienta y bebe el veneno. Camina, se recuesta, los amigos lloran y Critón sale violentamente de la celda.
“¿Qué hacéis amigos míos?”, exclama contrariado. Lo cubren hasta la cabeza con una manta. Se destapa y le ordena a Critón que acaba de reingresar que sacrifique un gallo para Esculapio, el dios de la medicina. Se cubre nuevamente. Critón le pregunta si desea algo más. No hay respuesta, perciben un estremecimiento en el cuerpo de Sócrates, corren entonces el paño. Tiene los ojos fijos.
Foto: Cora Burgin (Serie Botánico de Barcelona)
noviembre 19, 2007 a las 1:16 pm
Qué maravillosamente místico suena todo lo que decís de Sócrates; qué importa si es reencarnación o alma separada del cuerpo redimida o errante vagabunda, es mística pura y filosofía fundacional de todas las religiones.
noviembre 19, 2007 a las 1:55 pm
¿Continuará…? Esta historia es más atrapante que las novelas venezolanas.
noviembre 19, 2007 a las 4:35 pm
oh!
un texto tipicamente darkie como cuando yo escuchaba the cure en 1986
noviembre 19, 2007 a las 4:57 pm
mistica pura de todas las religiones?…conoces alguna janfiloso?
noviembre 19, 2007 a las 5:18 pm
Maria m, yo no dije «mística pura de todas las religiones», yo dije «es mística pura y filosofía fundacional de todas las religiones.» Siempre pensé que primero nació la mística filosófica y sobre ella se montó un sistema religioso; con esta aclaración ¿ cambia tu pregunta ? porque como está formulada no se como responderla.
noviembre 20, 2007 a las 10:28 am
Ay janfi, nunca lo habia pensado asi, pense que el hombre, en la intemperie casi simio 1º habia tenido miedo de los fenomenos naturales y habia instaurado alguna clase de animismo, y despues ya con el sedentarismo, mucho despues, surgieron las religiones
Ya podes entrar en mi Blog, espero tu comment
noviembre 20, 2007 a las 10:29 am
ah las religiones y la filosofia, mas tarde, quise decir
(Jan)
noviembre 20, 2007 a las 3:56 pm
me gustò la parte donde dice Tomàs que estar de acuerdo es una pasiòn triste, no se si en esta Hist o en la anterior.
Tomàs: ¿En què libro de Deleuze està lo de las pasiones tristes y las pasiones alegres? Porque mi psicoanalista se lo pasa citàndolo
noviembre 20, 2007 a las 11:31 pm
Hola medu!
Hay unos libros editados por Cactus que recopilan clases dictadas por Deleuze, el de Spinoza se llama «En medio de Spinoza». Otro: «Derrames,capitalismo y esquizofrenia y el que salió último (lo estoy leyendo) «Pintura. El comcepto de diagrama». Muy buenas clases. Un abrazo. Alicia.
noviembre 21, 2007 a las 11:50 pm
Errata: «Pintura, el concepto de diagrama».
noviembre 22, 2007 a las 12:36 pm
Sì, tenes razon Alicia, el de cactus En 1/2 de Spinoza lo estuve buscando hace 2 años, estaba agotado, creo.
Muchas gracias por el aporte. Es un gusto estar en un blog de gente inteligente e interesada en la filo.
noviembre 22, 2007 a las 5:35 pm
Medu, fijate en una librería «De la Mancha», sobre Corrientes llegando a Río Bamba. Me parece que lo ví ahí, no hace mucho.
noviembre 23, 2007 a las 9:25 am
ah si, que linda libreria, nunca entrè
Gracias Alicia