por Flavia y Quintín
Queridos amigos:
Sorpresas te da Rolex. Resulta que nos estábamos preparando para la mudanza a lo de Bruni y Kent cuando vimos un sobre con el ya familiar logo dorado de Rolex bajo la puerta. Lo abrimos y decía que el chofer armenio nos pasaría a buscar el miércoles a la tarde, o sea que nos echaban de NY dos días antes, o que podíamos quedarnos en el hotel una noche más. Q fue a preguntar y resultó que nuestra reserva en el hotel era hasta el viernes y que —dijo la suiza que nos atendió— como en su planilla decía eso, podíamos quedarnos todo el tiempo en el hotel de medio pelo para Q y de super lujo para F. Así que, sin dudarlo y saltando en una pata, llamamos a nuestros anfitriones neoyorquinos, a quienes imaginábamos limpiando la casa a todo vapor, para avisarles que estaban liberados de la pesada carga de nuestra presencia durante tres días pero que, igualmente, esa noche iríamos a cenar tal como estaba previsto. Hay que aclarar que Q sigue nervioso. Teme que el viernes, antes de irnos, nos pidan que paguemos la cuenta… Y ya no queda nadie de Rolex en los alrededores para reclamar. El suspenso durará hasta el viernes a la tarde. F trata de calmarlo pero no se puede. Cada signo es interpretado como un augurio. Por ejemplo, ayer no podíamos entrar a la pieza porque las llaves-tarjeta habían caducado, pero Q pensaba “¡Zas, nos agarraron!”
Hoy es jueves. Llueve y, como es natural, tenemos que hacer un flashback para pasar a relatar la velada en lo de Bruni y Kent que transcurrió el martes por la noche. Caminamos hasta Columbus Circle y tomamos el subte. Nunca vimos un train con gente tan paqueta. Además, eran casi todos blancos. A las 20.30 llegamos al departamento de nuestros amigos, situado en la 106 y Broadway. Kent estaba cocinando risotto. Bruni, bañándose. No saben la colección de DVDs que tiene Kent. En realidad, nadie debería sorprenderse por esto. Es más que imaginable dado que el hombre es uno de los más afamados críticos de cine del mundo y, como si esto fuera poco, amigo y colaborador de Scorsese, un gran coleccionista de cine. Pero lo que sí era inimaginable porque nunca habíamos visto algo semejante es su televisor. Kent tiene la tele más grande del mundo. Hoy a la noche (jueves) haremos uso del magnífico aparato para ver su flamante película sobre Val Lewton.
Pero volvamos a la cena. Bruni salió con el pelo mojado del baño. Nos besamos y empezamos a parlotear. Kent transpiraba mientras revolvía el risotto, ponía la mesa y ayudaba a sus dos hijos a hacer los deberes. Los niños son de Kent, no de Bruni. Por lo que vimos, la vida de un padre divorciado en Manhattan parece muy complicada. Para colmo, al día siguiente, el laborioso Kent se tenía que levantar a las 6 de la mañana para llevar a los chicos al colegio en Brooklyn. Cuando Kent logró terminar con todo, nos sentamos a la mesa y comimos el risotto acompañado por una ensalada de rúcula y lechuga violácea, y, de postre, helado Häagen-Dazs y alfajores Havanna (Bruni es una argentina honoraria). Además, durante la cena se degustaron los vinos que F y Q llevaron de regalo, una botella de Miguel Escorihuela Gascón y otra recomendada por los empleados del duty free llamada Henry que resultó ser la mejor. Obvio que F tomó solo agua y nuevamente vio cómo se alegraban, con el correr de las agujas del reloj y del vino en las venas, sus compañeros de mesa.
Hablamos mucho. F le preguntó a Kent si Scorsese estaba casado y si tenía hijos. Ella creía que era un tipo recluido como Howard Hughes. Kent respondió que Marty iba por su quinto matrimonio, que ahora estaba casado con una mujer de su edad (65 años) y que tiene 3 hijas. Una de cuarenta y cinco, otra de no nos acordamos cuántos y la menor, que tuvo con su última mujer, de 8 años. Y Kent agregó: “You know. These things can happen nowadays.” Qué raro, ¿no? Tener un hijo a los 57 años. Pero F se sintió aliviada al enterarse de que Scorsese no anda tan escondido. Si tuvo tantas mujeres e hijos, algo debe haber salido a la calle, pensó. F se olvidó de preguntarle a Kent sobre Bob Dylan. Esta noche. El hijo mayor de Kent nos mostró orgulloso el libro de Crónicas de Dylan autografiado por nuestro héroe. El risotto estaba delicioso y comimos mucho. Pero, dado que todos estaban tan ocupados, a fin de no molestar a nuestros amigos, nos fuimos a eso de las 23.30 horas. Habíamos caminado mucho durante todo el día y estábamos agotados. F y Q se quedaron dormidos antes de llegar a la cama.
F está enamorada de una pantalla que tiene en su mesa de luz. Es una mini computadora que regula todo lo que hay en el dormitorio: luces, calefacción y que, además, la conecta con todos los servicios de este hotel de mala muerte (según Q). Pero esta mañana, su dulce aparatito que se ilumina ni bien uno lo toca, se descontroló. Ahora solo regula la calefacción. La pieza es muy extraña. Cuando uno sale de la cama, se encienden automáticamente unas luces bajo las mesitas de luz para que uno pueda, por ejemplo, ir al baño sin tener que prender el velador. Sí, claramente, es un hotel para pobres pelagatos. Además tenemos un televisor plano de no sé cuántas pulgadas, pero muchas. Otro detalle de pobreza. Y en el lobby hay tiendas donde judíos ortodoxos (aunque la cadena parece árabe) venden joyas, restaurants de lujo y otros signos de indigencia .
Mientras Q terminaba de escribir la crónica de la gala Rolex, F se fue a pasear de nuevo por el Central Park. Como era un día de semana, lo encontró muy distinto. Había poca gente. Predominaban los fotógrafos solitarios que retrataban el otoño. Pero también había fotógrafos profesionales que enfocaban a unas chicas vestidas de amarillo contra un árbol del mismo tono. Caminó muy contenta durante más o menos una hora por el otoño rojo, verde, dorado y amarillo del lugar más democrático de Nueva York (como dice una guía, el parque y el subte son los únicos lugares donde no hay desigualdad).
La verdad es que Manhattan nos pone un poco nerviosos. Hay demasiadas cosas. Ayer hicimos un paseo que comenzó en Washington Square, el corazón del Village, continuó por el East Village, Little Italy y Chinatown.
¡Ah!, nos estábamos por olvidar de algo. Antes de empezar el paseo Q cumplió con Dedalus y se comió el famoso sandwich de pastrami caliente en Carnegie Deli, en la séptima avenida y la 55. Nos preguntaron si lo íbamos a compartir. Pero F todavía no tenía hambre así que pidió solo un té. La moza nos recalcó que si F quería dar un mordisco al monstruoso sandwich ¡tenía que pagar 3 dólares! Nos pareció un gesto muy poco distinguido. Q luchó contra el inmenso pastrami y casi muere en el intento. Pero, pese a que puso todo su empeño, no pudo terminarlo. Le pareció un ejemplo de monstruo-comida yanqui y ahora sostiene que comer pastrón caliente es una herejía que puede destruir el estómago más fuerte. Las maldiciones a Dedalus se escucharon hasta bien entrada la tarde. Y además, seguía repitiendo Q como un maníaco, ese lugar era infame, caro, mal atendido y agresivo. Cuando Q, pesado y temeroso de las consecuencias del primer exceso del día, logró levantarse y salir a la calle nos encaminamos hacia el subte en dirección a Washington Square.
Paseamos por el Village con su casas rojas, NYU por todos lados y sacamos fotos. Era tarde y a las 4.30 ya se pone el sol. Luego pasamos al East Village. Para descansar un rato paramos a tomar algo en el Whole Foods Market, un sitio extraordinario donde había de todo. Todos los quesos del mundo, todas las frutas, todas las verduras, todas las bebidas, todo, todo, no se puede querer nada más. Además, el lugar tenía un patio de comidas amplio y confortable e internet gratis. Estuvimos un rato largo y F sacó fotos hasta que alguien vino a decirle que estaba prohibido. La pregunta que surge inmediatamente es si uno quiere tener tantas cosas. Obviamente, la primera respuesta es que sí. F le decía a Q qué bueno sería tener todo eso en San Clemente. Pero, inmediatamente, se respondió lo contrario. Que si tuviera todas esas cosas, entonces San Clemente dejaría de ser San Clemente y se convertiría en un lugar imposible en donde hay que pagar 4000 dólares de alquiler, como pagan Bruni y Kent que viven casi en Harlem. Así que F y Q decidieron que preferían tener menos cosas y vivir con menos exigencias económicas. Acá, al menos la gente que vimos, está enloquecida juntando el mango. Todos, desde los amigos argentinos hasta los gringos. Unos ganan mucho, los otros poco. Pero todos viven pensando en la plata. Una mucama cobra 35 dólares por hora. Hernán Iglesias contrata una empleada doméstica una vez cada quince días que viene dos horas. Todo es self service si uno se mueve en el ambiente de clase media. F y Q ya están hartos de hacer cola para tomar un té o una sopa. Extrañan que vengan los mozos a la mesa. ¿Estos dos viajeros serán demasiado vagos para una ciudad tan espartana (en realidad espartana y romana al mismo tiempo) como Nueva York? No entienden bien por qué pero ya se quieren volver a casa. Les parece que residir en el centro del mundo es una monstruosidad que lleva a una vida totalmente enajenada. Cuanto más recorren Manhattan, más extrañan el Partido de la Costa.
Pero sigamos con el paseo. Después de la pausa en el mercado, espiamos Katz, el deli donde Meg Ryan tuvo el famoso orgasmo en cuando Harry conoció a Sally. No comimos nada porque Q todavía no había digerido el sandwich de pastrami. El objetivo siguiente era llegar a un restaurant de dim sum en Chinatown, llamado The Mandarin, que según otra guía era bueno y barato. Caminamos lentamente, recorrimos Little Italy que poco tiene que ver con lo que uno recuerda de las películas de Scorsese. Ahora todo es como Palermo Rúcula. Salimos de Little Italy por la calle Mott y aparecimos en Chinatown. Casi no había blancos. Era como haber cruzado la frontera China. A F le asustó un poco la ausencia de otras etnias. Solo había orientales. Eran las 6 de la tarde pero parecía las 11 de la noche. Ahora sí que F y Q tenían hambre. Llegaron al Mandarin y comieron dim sum de cerdo, de berenjenas con salsa de ostras, de camarones y también pidieron sticky rice con pollo. La cena fue deliciosa y barata. Por 27 dólares comieron hasta saciarse. En realidad, Q comió demasiado y quedó arruinado toda la noche.
Mientras F editaba las fotos del día Q, cumpliendo las órdenes de Dedalus, se fue a revisitar el Times Warner Building y volvió enojado y confirmando que no le gustaba nada. Y no solo porque le agarró idea a Dedalus: F coincide aunque no comió el sandwich de pastrami. Si bien las tiendas son más lujosas que las del Alto Palermo, la idea es la misma. Es kitsch y abigarrado. El patio de comidas, aunque tiene toda la oferta alimenticia del mundo, es un subsuelo siniestro. Pero también es cierto que el nuevo complejo le dio vida y prestancia al viejo Columbus Circle, que, hace diez años, era un lugar donde no pasaba nada. Hoy F leía en la guía de Lonely Planet Nueva York que los neoyorquinos en su mayoría comen apresurados, de pie y tragan un sandwich o un trozo de pizza lo más rápido posible para poder seguir trabajando. En la guía se preguntaban si eso era relajado y se contestaban que no, pero que era lo normal. Difícil sentirse en casa en una ciudad que se parece demasiado a sí misma, en la que cada detalle confirma lo que uno ya ha visto en una película.
noviembre 15, 2007 a las 6:44 pm
Que lindas fotos!! Algunas me hacen acordar a imágenes de alguna peli de Woody Allen.
noviembre 15, 2007 a las 6:56 pm
Bellísimas fotos del central park. Una extraña policromía impresionante e impresionista. Que sigan bien.
noviembre 15, 2007 a las 7:06 pm
Me disculpo. Solo trataba de ser cortes y sugerir algo cercano al hotel.
Caro, un sandwich que te dura para toda una jornada?
Coincido en que hay que estar entrenado para NYC, sus porciones y su agresividad (sin embargo, no son mas agresivos aqui que por ejemplo, en Los Inmortales o en Las Cuartetas). Pero, que querian que sugiriera si desde el primer post se afirma que los costos de todo son excesivos?
El pastrami de Katz es mejor aun. Ah, pero tambien puede resultarles caro y mal atendido.
Tambien sugeri Ernie Gehr y Martin Puryear en el MoMA. Pero la entrada les costara 25 mangos y el que vende los tickets tambien es inmigrante y malhumorado. Su ingles es mediocre. Salvo que vayan el viernes despues de las 4 y media, cuando es gratis. Los libros en la libreria no son baratos y si piden ayuda para encontrar algo, es probable que los atiendan a las apuradas y no les agrade.
El patio del MoMA es increible (trabaje en ese proyecto), pero manana estara ventoso y la temperatura andara por los 35 F (que supongo, es mucho frio). Eso, sumado a la cantidad de limestone que se uso en el piso y espejos de agua, puede que actue de modo negativo en el contraste con la percepcion del Maillol. Cuidado, puede estar patinoso y si se caen, nadie los ayudara porque todos tienen que salir del museo apresuradamente para seguir trabajando para hacer mas dinero. Sin embargo, podran hacerle una demanda al MoMA y asi la proxima vez, ir a comer a Le Bernardin, donde si, atienden bien y vienen tres camareros multilingues para atender una mesa.
En Columbus Circle hace 10 anios si pasaban cosas, robaban la cartera, vendian crack (pero del bueno, del que hoy solo se consigue en Washington Heights) y habia prostitucion infantil. Se extrana, como al Wild Side. Maldito Rudy G.
El comentario desdenioso hacia Harlem es absolutamente injustificado. Especialmente West Harlem (East Harlem todavia necesita una decada para reconstruirse, aunque ya esta en marcha), donde la ubicacion geografica, los servicios y los deptos son de lo mejor.
Ah, la hamburguesa con papas y cerveza en el Burger Joint del Parker Meridien les va a salir 13 mangos. Es grasosa y deliciosa, bastante pequena y estaran consumiendo por lo menos 1,800 calorias. Deberan pagar cash y los van a atender rapido y para la mierda. El lugar es incomodo y ruidoso, los van a tratar con indiferencia en el lobby del hotel, las mujeres que estaran alli dando vueltan tendran carteras Hermes de 12,000 dolares y dos anios en lista de espera; tapados Dolce & Gabbana de 20,000 y botas Louboutin de 2,500. Quiza les resulte ofensivo. En la esquina, crucen a la otra vereda porque hay un homeless que a veces asusta a la gente a los gritos para divertirse. No digan que no avise. Si, asi es NYC. Por suerte…
En el Whole Foods mas cercano a su hotel encontraran 18 variedades de tomate, lo que quiza les resulte obceno, teniendo en cuenta la crisis tomatera de K. Pero no se ofendan, uno siempre puede optar por no comprar.
Les falto quejarse de lo sucio que esta todo.
Y no, no les van a cobrar extra si les dijeron que no lo harian.
Con carinio,
d
noviembre 15, 2007 a las 7:14 pm
Y encima no probaron el cheese cake…
noviembre 15, 2007 a las 7:54 pm
Dedalus: Chapeau! El que sabe sabe y el que no es Tour Guide en NYC. Envidio su memoria, créame si le digo que es sana. Llevo toda una vida con residencia en la ciudad y jamás podría citar o enumerar o señalar los detalles de los que usted hace gala. Si alguna vez me despierto más temprano y encuentro el café de siempre cerrado prometo molestarlo y preguntarle a dónde puedo ir a desayunar. Un placer leerlo.
noviembre 15, 2007 a las 8:39 pm
que lindas las botellas de jugo, parece warhol!
y en la calle de Ny ¿hay un tipo con un sillon cruzando la calle o vi mal????
noviembre 15, 2007 a las 9:29 pm
Dedalus, no tenemos nada en contra de Harlem. Solo sabemos que nuestros amigos Kent y Bruni viven ahí cerca. Estamos en su casa ahora.
Mañana, como despedida, probaremos la cheese cake. Te lo prometo.
Gracias por todos los consejos,
Flavia
PD: No podemos probar la cheese cake en otro lugar? Q no quiere volver a entrar al Carnegie Deli.
noviembre 15, 2007 a las 10:11 pm
qué raras que están las crónicas de Q y F, desde que escriben para «cuisín anbins»… ¿no irán más al cine?
igual entretiene, parecen cronopios
noviembre 15, 2007 a las 10:21 pm
Muy ingeniosa…excelentes fotos.
noviembre 15, 2007 a las 11:28 pm
Sugiero: Eileen’s cheesecake en 17 Cleveland Place (at
Kenmare Street. Adorable lugar.
noviembre 15, 2007 a las 11:56 pm
La del Whole Foods es buenisima. Hay una version con chocolate, pero me quedo con la clasica.
Pero por alli en la 8va Av, en una esquina (hay un boliche que tiene una recomendable. No recuerdo el nombre, paro es a la vuelta del Carnegie Hall) es un restaurant tipico para turistas, pero la cheesecake es fantastica.
Si, el pastrami sandwich deberia haberse comido sin calentar. Perdon por no advertirlo.
noviembre 16, 2007 a las 12:31 am
en el Ferrara Cafe de Little Italy van a encontrar reposteria de primera, cakes, cannolis y lo que se les ocurra, ademas de helados estilo italiano
noviembre 16, 2007 a las 3:18 am
Acabamos de llegar al hotel y nos encontramos con una bolsa de Dean & Deluca y una carta de Dedalus. En la bolsa había una cheese cake, creemos, todavía no la probamos. Y en la carta, Dedalus nos dice que la torta no está envenenada y que es para endulzarnos la estadía. Otra sorpresa más en la mágica Manhattan!
Dedalus, te estamos muy agradecidos. No querés tomar un cafecito en Borders? Mañana a las 18 hs salimos para el aeropuerto. A las 12 tenemos que dejar la pieza. Los amarretes de Rolex no nos pagaron una noche más!
Saludos,
F&Q
noviembre 16, 2007 a las 4:00 am
che, perdonen mi impertinencia, pero ¿no están hartos de los que dicen, por cada boludez, «chapeau!»? ¿quién adoptó esa estupidez? ¿fue niembro?
noviembre 16, 2007 a las 6:17 am
Maravillosa crónica de viaje. Deberían escribir libros de visitas a ciudades pues son muy amenos e instructivos.
¿Por que raro? ¿una hija es igual de raro?
fraterno y agradecido por el maravilloso texto y fotos
js
noviembre 16, 2007 a las 9:10 am
¿ cuántos kilos de mas traen ?
no digo en el equipaje, digo en la panza…
noviembre 16, 2007 a las 11:13 am
Mis amigos Argentinos, vayan a pasear por Jackson Hight, y nos cuentan de los restaurantes latinos. De la comida Argentina y el tango que bailan. Vayan a degustar de la comida latina. Y nos cuentan la diferencia con los restaurants de Manhattan y Brodway. Solo sugerencia
noviembre 16, 2007 a las 11:37 am
Eileen’s!
Usted sabe EMB.
noviembre 16, 2007 a las 11:46 am
Hola Soriano, lo raro es que una mujer pueda engendrar un bebé a los 57 años. ¿Será con óvulos prestados? No sé qué método habrán usado, pero se sabe que, al menos naturalmente, a los 57 años las mujeres pueden tener más hijos. Eso era lo raro, no que un hombre tenga un hijo a los 57.
Besos,
Flavia
PD: Dedalus, todavía no comimos la torta de Dean & Deluca. A las doce, antes de irnos del hotel será el momento solemne. Ah! Y yo soy fanática de Ernie Gerr. Lo habíamos invitado al Bafici y no pudo venir. Y, además, nuestros amigos nos habían prestado sus tarjetas para entrar al MOMA pero el tiempo pasó y no pudimos ir. Tal vez hoy al horario de pobres, a las 16.30 hs.
noviembre 16, 2007 a las 11:58 am
Que lo disfruten.
Solo a las 2 de la tarde andare por TWC. Podria mostrarles la terraza del 76 para que F tome unas fotos del parque y el skyline y un depto de 120 M. Especialmente hoy que es un dia limpido. Pero, por favor, no modifiquen sus planes. Siempre habra otra oportunidad.
Saludos, y otra vez sepan disculpar mis sugerencias apresuradas.
noviembre 16, 2007 a las 12:47 pm
Dale, Dedalus! Encontrémonos a las 2 en el TWC. Pero dónde???? Nosotros pensábamos andar por acá cerca.
Y no te disculpes más. Tus sugerencias fueron muy divertidas.
Estamos haciendo las valijas. Nos quedamos sin internet a las 11.45. Decinos el lugar del encuentro.
Besos,
Flavia
noviembre 16, 2007 a las 1:08 pm
En la puerta del Mandarin Oriental Hotel, Columbus Circle at 60th Street, 2 pm.
noviembre 16, 2007 a las 2:05 pm
¡¡Yo quiero ir!!
noviembre 16, 2007 a las 4:01 pm
FELICIDADES ………..
F L A V I A……….
POR TU ESTANCIA EN NEW YORK CITY……………………
noviembre 16, 2007 a las 6:28 pm
si, ami tambien me gustaria estar ahi, Estrella!!!
noviembre 16, 2007 a las 9:41 pm
El restaurante neoyorquino Serendipity 3, donde la semana pasada se empezó a servir el helado más caro del mundo, valorado en 25.000 dólares (unos 17.000 euros), cerró hoy sus puertas por orden del Departamento de Sanidad de la Gran Manzana. El restaurante que lo ofrecía ha tenido que cerrar por culpa de los roedores y cucarachas que habitaban en sus instalaciones. Por suerte ya deben estar de regreso…
frat
js
noviembre 17, 2007 a las 10:26 am
¿¿Estás hablando de HE LA DO?? ¿O escribiste mal?
Decime que escribiste mal… o que estás delirando.
noviembre 17, 2007 a las 6:45 pm
Si helado. Y yo que me quejo del precio de Volta…
fraterno
js
noviembre 17, 2007 a las 6:48 pm
EFE
El Universal
Nueva York, EU
Jueves 08 de noviembre de 2007
Cuesta 25 mil dólares helado más caro del mundo
Está compuesto de 28 clases de cacao y cinco gramos de oro comestible de 23 quilates; el postre se sirve en una copa adornada con diamantes
10:29 El helado más caro del mundo es de chocolate, contiene ingredientes exóticos que incluyen el oro y tomárselo como postre supone pagar 25 mil dólares (casi 270 mil pesos) en un restaurante de Nueva York.
La exquisitez, que ya está en el libro Guinness de los récords, lleva 28 clases de cacao, procedentes de 14 países diferentes, y cinco gramos de oro comestible de 23 quilates, pero todavía no la ha probado nadie, informó hoy el diario neoyorquino Daily News.
El postre que lleva el nombre de «Frrozen haute chocolate» , escrito así con dos erres, probablemente por como deja el bolsillo, es creación del dueño del restaurante Serendipity 3, Stephen Bruce, y ha surgido de su cooperación con la joyería Euphoria de la Gran Manzana.
«Nadie sabe si engorda o no» , dijo Joe Calderone, el portavoz del restaurante neoyoquino, mientras que Bruce aseguró que hay que admitirlo, «esto no es para todo el mundo» , indicó el diario.
Esta extravagancia culinaria se sirve en una copa de oro, que va adornada con diamantes, y su mezcla de cacaos va decorada con virutas del chocolate más caro del mundo, el denominado «La Madeleine au Truffe» , de la bombonería Knipschildt.
Precisamente una única trufa de esa especialidad del chocolatero de Connecticut ha sido reconocida por la revista Forbes como «la más cara del mundo» , ya que vale 250 dólares y hay que ordenarla con más de dos semanas de antelación.
Además, quien se decida por darse el capricho, dispondrá de una cuchara de oro y diamantes para degustarlo en un restaurante que ya fue escenario de la comedia romántica «Serendipity» , con John Cusack y Kate Beckinsale, recordó el diario.
El local es conocido no solo porque se rodó esa película, sino porque también tiene el récord de haber lanzado hace unos años la que fue la bebida más cara, el «Golden Opulance Sundae» , un batido helado y cremoso por el que se pagan mil dólares (11 mil pesos, aproximadamente).
Estas extravagancias se unen así a otras excentricidades culinarias propias de la Gran Manzana, que tiene el honor de vender el «bagel» , un panecillo con forma de rosquilla de origen judío cuya masa se hierve primero en agua y luego se hornea, por mil dólares y restaurantes en los que venden pizzas a ese mismo precio.
noviembre 18, 2007 a las 1:22 am
¿¿Y quiénes los compran??
noviembre 18, 2007 a las 1:47 am
Hace muchos años entré a la tienda de Louis Vuitton en París acompañado de una mina que quería preguntar por una cartera. Cuando le dijeron el precio /creo que era más de 6000 dólares) la mina (cuyo nombre no recuerdo –suele suceder-) dijo que le parecía carísimo a lo que la vendedora respondió: “—La cartera no es cara, usted se equivocó de marido”. Con el helado de veinticinco mil dólares sucede tres cuartos de lo mismo, no es caro ni representa extravagancia alguna, simplemente uno no puede pagarlo, eso es todo.
noviembre 22, 2007 a las 10:15 am
jaaaaaaaaaaaaaaaaa, fantastico EMB, me parece que ya soy tu fan, tenes club, puedo ir reclutando con tu autorizacion, mandá foto y gustos personales.