El horror, el horror

Sexta fecha del Torneo Apertura

por Quintín

Que este Boca enfermo de anemia futbolística sea el único puntero muestra que el campeonato está alcanzando cotas insólitas de mediocridad. Segundo está Vélez, que sale a empatar los partidos y los pierde por ineptitud o los gana por aciertos fortuitos. Cuarto está Tigre, sí Tigre, que no tiene otra aspiración que salvarse del descenso.

 

 

Vi las tres primeras fechas del torneo. La tercera fue bajo la fiebre, aunque es posible que esta fuera el resultado de un empacho de mal fútbol. Me perdí la cuarta y la quinta que, parece, fueron las mejores, sobre todo la quinta, que tuvo muchos goles y bonitos y partidos con alternativas cambiantes. Pero la sexta, acaso por el cansancio que en los jugadores argentinos provoca jugar entre semana, fue espantosa.

Todos los partidos son iguales. Dos equipos que salen a ocupar el medio campo, a impedir que el contrario progrese y en el que el resultado puede ser cualquiera, generalmente el del que hace el primer gol. Pero es un fútbol tan ineficaz que ni siquiera logra el cero en el propio arco: las defensas son posiblemente peores que los ataques y siempre se terminan equivocando cuando se empiezan a cansar un poco después del ineficaz desgaste inicial. Todo es parejo y malo y las pequeñas diferencias en calidad e intenciones no alcanzan para marcar un desequilibrio. A los que les toca ganar, solo por excepción son capaces de aumentar la diferencia y se van perfeccionando en su mezquindad. Si en la primera fecha ganaron muchos visitantes porque especularon y sorprendieron, esta vez no ganó ninguno, ya que unos toman más precauciones y los otros arriesgan menos. Los equipos que parecen consolidarse después de una pequeña racha, se caen abruptamente. Es el caso de Independiente, al que Gimnasia (que empezó desahuciado) le ganó jugando mejor. O de Banfield, que parecía algo y ahora es nada. O de Newell’s que nunca fue nada pero ganaba. O Estudiantes, una sombra del de la temporada anterior. Recíprocamente resurgen caídos como Lanús, Arsenal o Argentinos Juniors.

Es cierto que no todo es igual. Hay equipos peores que otros. Y hasta alguno que tiene un poco de juego. Como Colón, que trata la pelota bastante bien. O el mismo independiente, que tal vez resucite. O San Lorenzo, donde el técnico es tan táctico como los demás pero trata de buscar la vuelta para ganar. Ayer lo hizo y en el segundo tiempo le ganó en el planteo a La Volpe: le creó cuatro situaciones de gol mientras que el de Vélez solo atinaba a poner más defensores y sacar a Ríos, su mejor jugador. Pero me temo que el nivel está bajando tanto que ha llegado la hora de La Volpe, la de los que salen a ver qué pasa, no arriesgan nada y en una de esas tienen suerte como ayer. Así nunca se ganaron campeonatos, pero todo puede cambiar. También, por supuesto, puede ganar Boca, con poco más que la camiseta.

Pero hubo un partido distinto, lo que no quiere decir mejor. Racing y River fue puro vértigo, como pasa muchas veces en ese clásico, pero en realidad fue un duelo de errores, pifiadas y desaciertos como no se vio hace mucho tiempo. Hubo un montón de situaciones de gol, pero sobre las defensas agujereadas predominó la torpeza para definir de los delanteros. Racing jugó a que el arquero Hilario Navarro (un debut sobresaliente) se la tirara fuerte y lejos a Sava y Avalos para que cabeceen. Con ese único recurso lo complicó a River todo el partido. A su vez River se dedicó, como de costumbre, a apurarse sin que se sepa bien para qué. Da la impresión de que River tiene buenos jugadores (Lima, Fernández, Ortega, Falcao) y una carta de triunfo en el sorprendente juvenil chileno Alexis Sánchez, un poco morfón pero el jugador más hábil del torneo, capaz de gambetear a todo el equipo contrario. Le faltaría un técnico para poder competir. En fin, que ese fue el partido de la fecha: veintidós exaltados corriendo detrás de la pelota.

En fin. Muy poco, menos que nunca. Siguen jugando bien Grisales, Ortigoza, Banega, Zapata, Valeri, Augusto Fernández y vi bien al paraguayo Ayala de Tigre, al enano Gómez en Arsenal, a Ansaldi de Newell’s (¿a qué juega Newell’s?), a Gandín en Colón, a Salvatierra y Leguizamón de Gimnasia, al Chaco Torres en San Lorenzo. Pero lo único que me alivió la mufa después de ocho partidos y medio fue la victoria de Binner en Santa Fe. Que no es poco.

Foto: Flavia de la Fuente