por Alvaro Arroba
Queridos Q y F,
Decíamos que The Man from London de Béla Tarr –cada día se parece más a Theo Angelopoulos– representa lo grave, pesado, y soporífero, las duraciones de plano sospechosas y los cuerpos automatizados (y por tanto moribundos) del continente. Sin embargo hoy la vieja Europa ha susurrado poesía íntima sobre sus héroes, y después se ha reído de ellos y de sus rimas, que ya urgía. Hemos visto Alexandra la nueva película de Sokurov y después un increíble nuevo episodio de las charlotadas apocalípticas de Roy Andersson; son películas que se complementan y hablan con complejidad del estado de las cosas aparte de objetos estéticos irresistibles.
Con Solntse, el concienzudo ideólogo y poeta Sokurov pasó de epílogo consensuado de Tarkovski a maestro ascendido gracias a aquella semblanza de los tres últimos días en los que Hiroito dimitió de su divinidad imperial. Ahora Alexandra es mucho menos onírica aunque igual de obsesiva y sólo un poco menos hermosa. Sokurov vuelve a sentirse en casa entre los regimientos, sólo que a diferencia de en Confesiones de un capitán y Voces espirituales la nostalgia por el ejército no llega a la pulsión homoerótica. En Alexandra vemos la visita de la resuelta abuela de un oficial al destacamento en el que está destinado en Chechenia. La posición del regimiento no es de combate, sino más bien de stand by provisional y se respira una calma engañosa. La imagen es muy potente, una abuela de movilidad limitada entre jóvenes soldados en potencial peligro. Hay escenas conocidas en el director, uno de los excelsos a la hora homenajear el esplendor de los cuerpos: el nieto le trenza el pelo a la abuela, se acarician… de pronto algo falla: ella juega con una ametralladora (desconozco el modelo) sin ningún miedo, e intenta disparar al aire con ella. Sokurov elige pasar por el problema checheno de puntillas (ya se sabe que fue amigo de Boris Yeltsin que comenzó las campañas contra la región), la cartografía de la película es más abstracta y dialoga con sentimientos humanos primitivos como el amor a lo ancestral (humano o geográfico). Además es otro film antitecnológico, uno de los síntomas más recurrentes de Cannes 2007 (volveremos sobre esto). Un espléndido Sokurov que volverá a pasar desapercibido para crítica y jurado como ya ocurrió con Taurus.
El sueco Roy Andersson se vende caro, hace una película por década y ahora presenta en Un Certain Regard You, the Living (¿título homenaje a la novela de Ayn Rayd?) siete años después de Songs From The Second Floor. Esta es mucho mejor, porque reemplaza su vertiente humorística Terry Gilliam por el cachondeo colectivo de las primeras películas de Milos Forman (especialmente Al fuego bomberos), y, como dice Ángel Quintana, por un cierto buñuelismo tamizado por Otar Ioselliani. Pensándolo mejor, su reino es el del esperpento valleinclaniano. Pero basta de referencias, la película es un objeto inmediatamente reconocido como de Roy Andersson. No sé si You, the Living es tan graciosa o las anticipadas carcajadas de Quintana contagiosas, pero la Debussy estallaba con sus ocurrencias y se dejaba fascinar por la deslumbrante planificación de los sueños que narran los personajes (debe de ser la primera vez que un sueño no está puesto en escena según pautas de onirismo al uso). Andersson sigue rodando viñetas independientes (con cierto hilo conductor tejido a base de pesimismo y descreimiento –por eso le gusta tanto a Bergman–) y explotando el contenido del plano estático (siempre con pasillos, esquinas o rincones como punto de fuga). Cada rincón tiene un detalle que puede ser político y revelador aunque no de tesis. En las dos últimas películas de Andersson que son farsas (como para Cioran) la mejor salida de todos sus grotescos personajes es el suicidio, pero como ellos no se deciden Andersson decide enviarles deus ex machina una solución final, resuelta en el primer plano aéreo de su filmografía, un final con una fuerza visual inolvidable que no revelaremos pese a que se infiera por mis palabras.
Próximamente: James Gray y Abel Ferrara se apoderan de la noche con emoción y rabia; cuatro resistentes describen el mundo en corto.
Foto: Flavia de la Fuente
mayo 25, 2007 a las 4:03 pm
Pregunta: Viste la de Philibert?