Heidegger y los nazis

Un testimonio de su hijo

Por Herman Heidegger

No me puedo lamentar en ningún aspecto de Martín Heidegger como padre. La relación de confianza era realmente buena. En mi infancia, cuando él trabajaba mi madre se preocupaba de que no le llegaran ruidos y rumores; así es que no se me permitía traer amigos a casa. En mi adolescencia tenía problemas con el griego y el latín. Entonces, por la tarde, luego de la cena, se me permitía entrar a su estudio. Me explicaba ambas lenguas con una claridad que mis enseñantes no contaban, también se interesaba por las actividades juveniles que realizábamos tanto en los boy scouts como en la organización Jungvolk. Era un padre abierto, atento y deportivo, íbamos juntos a esquiar y navegar en canoa. Son todos recuerdos estupendos como padre.

Naturalmente él habría preferido que siguiese una carrera académica, aunque no necesariamente filosofía. Sin embargo, nunca se opuso a mi elección de ser militar como mi abuelo materno. En cambio sí recibí oposición por el lado de mi madre.

 

artardecer-ciudad.jpg

 

Las pasiones amorosas jugarán un rol muy importante en su vida y el matrimonio con Elfride entró en crisis. Mi madre tuvo que hablarle muy duramente para que terminase de una buena vez con sus relaciones extraconyugales. Unos dicen que esto llevó a la rotura del matrimonio, otros en cambio dirán que solo fue un conflicto. Yo conocí a muchas de estas mujeres. Mi padre siempre me decía que «las personas deben ocuparse solo de mi pensamiento, la vida privada no tiene nada que ver con la esfera pública”. Si bien estuve muy preocupado (por mi madre) y al tanto de esta situación, recién hoy conozco muchas de sus implicaciones. Un día se presentó una mujer y me dijo: “la relación con Heidegger para mí esta terminada, acá tienes sus cartas”. Yo no conocía a esta señora pero recibí muchísimas cartas de amor. Están en Marbach, donde permanecerán inaccesibles hasta 2046. Quiero agregar que muchas de estas mujeres eran estupendas tanto en el plano intelectual como físco y mi padre, como cualquier hombre, admiraba estas cualidades.

El 29 de julio de 1932 vi por primera vez a Hitler en el estadio de Mösle. Me llevó mi madre y mi padre no estaba presente. Hasta allí, él no votaba al nacionalsocialismo, pero después y por influencia de mi madre, votó por el partido en noviembre de 1932 y luego en 1933 para las elecciones de la cámara de diputados. Mi padre se inscribió en el partido el 3 de mayo y no el 1° como todos afirman, bajo la invitación y petición del doctor Kerber que por entonces era una especie de operador del nacionalsocialismo. Mi padre hizo esto, sosteniendo que era más fácil para él dirigir la universidad si tenía un cierto apoyo del partido. Esto fue un error, y este error es el que con razón se le reprobará en el futuro.

El hecho de que para el 1° de octubre de 1933 en calidad de rector nominado (no electo por los nazis) e investido con la facultad de nombrar decanos, haya nombrado como decanos solo a no nacionalistas y, entre ellos, como decano de la facultad de medicina al socialdemócrata von Möllendroff, que seis meses antes había sido obligado a renunciar como rector por los nazis, demuestra no solo que Heidegger no trabajaba conjuntamente con los nazis y con el partido sino que estaba muy distante de ellos.

A fines de febrero de 1934 es convocado a Karlsruhe para destituir a los decanos Wolf y von Móllendorff, pero en cambio contradice al partido. Se niega a hacerlo y como protesta renuncia al cargo de rector.

El error político de mi padre en la primavera del ’33 es indiscutible y lo expresa él mismo en su Cuaderno Negro que lleva la fecha de abril 1934.

Publicado en el Corriere della Sera, el domingo 29 de abril 2007.

Traducción: Víctor Luna

Foto: Leonardo Poniz

12 respuestas to “Heidegger y los nazis”

  1. Mickey Says:

    Herman, no se si tratarlo de usted, o tutearte… Como empatizo con la condición de hijo, te tuteo.

    Entregás una gran pintura de la vida familiar de ustedes los Heidegger. Sos exhaustivo en mucho.
    Como buen hijo de don Martin, das la cara por él.
    Nadie puede ser tan miserable de olvidar las condiciones político-sociales de Alemania en esos días. Y para tu tranquilidad, no pretendo que tu padre merezca tratamiento de criminal de guerra.
    Pero (siempre lo hay), presentás al filosofo más influyente del siglo XX casi en la misma categoría tuya al momento de los hechos penosos de los años 30.
    Así el muchachito incorporado a la frenética actividad de la jungvolk siguiendo la cruz gamada, las águilas y las antorchas, está a la misma altura que un académico en sus 40/45 años siguiendo ingenuamente los mismos símbolos con el fin de mantener la calidad educativa.
    Nos presentás esa historia familiar, matizada con secretos familiares que “…permanecerán inaccesibles hasta 2046”.Dando de nuevo esa lucha entre vida privada e integridad intelectual que yo al menos no deseo abrir, y que lanzado por vos, suena a huesito para calmar a las fieras.

    Pretendés Herman que asumamos sin más que tu padre (el filósofo más influyente del siglo XX) votó al partido Nacionalsocialista para darle gusto a tu mama?.
    Pretendés qué su relación con el partido fue solo a través de “una especie de operador del nacionalsocialismo… El doctor Keber…”?. Es qué hasta ese momento tu padre jamás vio un nazi?.
    Pretendés igualar pequeñas miserias familiares, a una errada (al menos) vital decisión política?
    Pretendés qué el cálculo errado se subsane con la simple asunción del error sin más?.
    Pretendés demasiado de gente que solo busca nada más que una explicación adulta de la relación entre tu padre y el nazismo.

    Hace unos días veía «Sophie Scholl». El personaje que da nombre a la peli es de tu misma generación. Una chica simple que creció en medio de lo mismo que vos (el partido, las juventudes, el ver la catástrofe a la que se llevaba a Europa). No te estoy echando en cara no haberte comportado como ella. Pero si, gente como ella desnuda la actitud de tu padre (que bien pudo ser el padre de ella).
    Sophie comprendió sus errores (como don Martin en el Cuaderno Negro en el 34 según tu relato), y decidió enmendarlos, de una manera, quizá hasta extrema para mi gusto. A los 22 años no dudó en enfrentar su destino.
    Mientras, tu papa estaba recluido, leyendo, y preparando su gloriosa reentrada de post-guerra, la que hizo con gran inteligencia administrando casi homeopáticamente su pasado. Tanto, que aun a vos te ha legado esa obligación.

    No fue un cálculo errado. No podía serlo, si estaba hecho por una mente brillante.
    A Sophie Scholl la recordaran una vez por año, tal vez más ahora, mientras siga la estela de la película.
    Del otro lado, desde la inmediata post-guerra, tu padre es el centro de la discusión filosófica, además defendido desde la postura política que se te ocurra. Tal vez empezó con esa frase, que si aceptamos no deja responsables en la historia; y que, repetida por vos suena a orden: “las personas deben ocuparse solo de mi pensamiento, la vida privada no tiene nada que ver con la esfera pública”. Por las dudas no te diste cuenta, no se refiere justamente a sus aventurillas extramaritales, el sentido en el que vos, comiendo el amague como buen hijo, tomaste…

    Algo lo hace culpable, quizá más de lo que merezca.
    Esa defensa enjundiosa que hacen de esa época tan oscura de la vida de tu padre. Tratando sobre todo, como vos (hijo agradecido al fin), de tratarnos como niños.
    Ese algo es muy vergonzante, no solo para él, sino para los que han seguido la estela de su pensamiento sin repasar, sin sopesar, esa parte de su historia personal.
    Tal vez el algo se relacione con el jamás haber abjurado públicamente de su error del 33, permitiéndonos a partir de ahí, absoluta libertad de interpretación, no solo de los hechos, sino de sus ideas.

    Finalmente Herman, espero que no te enojen los cuestionaminetos. Sos buen hijo, pero él es un personaje importante, abierto a la observación.

    Con el cariño de siempre, un abrazo.

  2. Anónimo Says:

    Excelente aporte.

  3. janfiloso Says:

    Mickey, si bien esto ya se discutió en otro post, «¿algo lo hace culpable?»
    no sabía que el mundo se dividía entre culpables e inocentes,
    pensé que la cosa era mas complicada …

  4. tomás abraham Says:

    en mi página: http://www.tomasabraham.com.ar
    en los números anteriores de la revista La Caja, en el número 6, hay un artículo sobre heidegger y el nazismo de george steiner.
    en el número 9, hay un texto de Junger, y en el mismo, para quienes quieren leer más de marcelo pompei, hay un trabajo suyo sobre Tom Waits.

  5. Juan Gonzalez Says:

    Mickey, algunas cuestiones:

    Lo de las cuestiones extramaritales, al menos como yo lo he leído, sólo responde a un ejemplo a fin de diferenciar entre vida pública y privada.

    Me parece que te atribuís capacidades casi psicoanalíticas de su rol de hijo y del padre que lejos están de tus posibilidades a partir de una epístola publicada en Italia por un señor de (infiero) casi 90 años. Tal vez sea sólo el tono, pero discrepamos en ello también.

    Lo de sentirse «tratado como niño» es algo tuyo; no me resulta justo que le atribuyas a él esta sensación. Sí, claro, entiendo la bronca.

    Por último y más importante: Sophie Scholl, película que también vi hace poco y a partir del post anterior al respecto, transcurre 10 (diez) años más tarde que los hechos descritos por el hijo de Heidegger. Pasó DE TODO en esos diez años y esta diferencia es IMPORTANTÍSIMA, profundamente sustancial -es más, creo que la misma Sophie Scholl declara haberse alistado en las juventudes del Partido en su adolescencia, aun con un padre que se oponía a ello-.

    A pesar de la altura con que exponés tu crítica, entiendo que estás olvidando estos datos y que la vara se te escapa de las manos, se extralimita en forma categórica. Sin duda, y esto lo comenté en el post anterior, que ya entonces mucho podía ser sabido, pero no y seguro no podría pensarse en aquel momento con los ojos de ahora.

    Saludos,

  6. Medusa Says:

    ¿Fueron a ver a Waits al Bafici?

  7. Mickey Says:

    Tomás, gracias por la recomendación, en particular el artículo de Steiner.

    Juan, si me mostré cruel con Herman, ya mismo me disculpo. No era la intención. Del resto me hago cargo, en particular la historia de la película, (que transcurre en Febrero del 43).

  8. janfiloso Says:

    tal vez entonces no se trate tanto de culpable-inocente, sino errar-acertar, y en caso de errar, no abjurar, como habría hecho Sophie Scholl;
    tampoco me cierra;
    los aciertos o errores, no son, devienen; nadie comete un error a sabiendas, una acción se convierte en errónea cuando en el futuro se conocen mas elementos que hacen ver que la evaluación que motivó la acción fue equivocada;
    ¿ abjurar ? ¿ qué acción es mas políticamente calculada ? ¿ la de quien abjura en el futuro conociendo entonces los elementos que hacen correcta una acción ? ¿ o la de quien tiene la conciencioa tranquila y «abjuró» con su conducta siguiente corrigiendo su rumbo ?
    hacer una película abjurando en el 43 es mucho mas fácil (y eventualmente políticamente calculado) que tener actitudes contra el régimen en el año 34 cuando te jugás la vida.

  9. liv Says:

    Janfiloso, leer Heidegger y el nazismo, el artículo de Steiner que señala Abraham, es un muy buen punto de partida.

  10. janfiloso Says:

    lo leí y me confirma en lo que pienso; por otra parte me remito a los comentarios anteriores de Tomás en el post de Pompei sobre este tema.

  11. Juan Says:

    Demasiado revuelo que huele a hipocresía políticamente correcta (derivada de la ideología estadounidense, que se ha clavado, impiadosa, en el suelo del humanismo clásico). ¿Cuál es el problema? Heidegger adhirió al nazismo. ¿Y? Sartre, histriónico comedor de panceta con cara de sapo, fue estalinista y después mao; dijo que no se podían condenar los actos de Stalin porque no conocíamos sus motivaciones. ¡Lindo, ¿no?! Eluard, Aragon y Neruda fueron estalinistas y fue Neruda el tipo que dijo que Stalin era un hombre tímido y bonachón (un hombre tímido y bonachón que se cargó varios millones). García Márquez, «pastiche de Faulkner» es un alcahuete de P(inochet)hidel Kastro.
    ¿Saramago? Ni hablar. Muchos de ellos fueron premio Nobel pero claro, ser de izquierda equivale a tener una bula de indulgencia de los Sabios Tonsurados que manejan el carro de la historia.

  12. Anónimo Says:

    Las palabras de Herman Heidegger no me exasperan, como a otros. Es el hijo del gran Martin, ¿qué esperaban? ¿que lo destruya en unas breves líneas?

    Lo de Heidegger y el nazismo es innegable, pero eso no significa que haya que dejar de leerlo. Este testimonio de su hijo me parece casi natural.

    Al fin y al cabo, es una de las aventuras más interesantes del siglo XX.

Deja un comentario